Buenos Aires 1955

El sábado 11 de junio de 1955 más de cincuenta mil personas participaban de la celebración del Corpus Christi. Después de la misa en la catedral de la ciudad de Buenos Aires, la procesión se encaminó por la Avenida de Mayo hacia el edificio del Congreso. Una vez allí, en un confuso episodio alguien quemó una bandera argentina, poniendo en evidencia cierto clima de oposición hacia una serie de medidas impuestas por el gobierno del general Juan Domingo Perón, entre ellas, la suspensión de la enseñanza catequística en las escuelas públicas, la prohibición de usar símbolos de carácter religioso y a esto se agregaba el avance de la ley de divorcio.

El martes 14 de junio, un decreto firmado por el presidente Perón canceló los cargos de dos eclesiásticos de alto rango, un monseñor y un diácono, los cuales fueron considerados responsables de los hechos ocurridos en la procesión de Corpus Christi. Ambos miembros de la Iglesia fueron expulsados y rápidamente despachados a Roma. El Vaticano enseguida devolvió el bofetón, excomulgando a quienes habían destituido a los eclesiásticos.

El jueves 16 de junio, se organizó un homenaje al general José de San Martín (1778–1850) y para ello estaba previsto un desfile aéreo, cuya mejor visión sería desde la Plaza de Mayo. Gran cantidad de público se reunió en dicha plaza para observar la exhibición que darían las aeronaves.

A las doce del mediodía una formación de aviones hicieron su aparición en el cielo porteño y ante el asombro de la multitud comenzaron a descargar una serie de bombas sobre el palacio gubernamental (Casa Rosada), sobre la plaza y sobre los edificios aledaños.

Los aviones soltaban las bombas y se alejaban hacia el Río de la Plata, luego retornaban en picada y disparaban con sus ametralladoras. Fueron cuatro horas durante las cuales la Marina de Guerra y la Fuerza Aérea arremetieron contra la Plaza de Mayo y sus edificios tratando con sus ataques de poner fin a la vida del presidente Perón, el cual se hallaba a buen resguardo. No así las personas que estaban en la plaza y en las calles cercanas.

A las diecisiete cuarenta horas, un último avión sacude con sus bombas la plaza y se aleja sobrevolando el Río de la Plata. Atrás quedaban unos 300 muertos y más de 700 heridos.

Ese 16 de junio de 1955 culminó con el saqueo e incendio de la Curia eclesiástica y las principales iglesias del centro de la ciudad de Buenos Aires.

Alfonso

El día 16 de junio Alfonso Freiganes, estaba como todos los días en su lugar de trabajo: una compañía petrolera con asiento en Dock Sud, en la zona ribereña de la ciudad de Avellaneda. En las horas de la mañana un grupo de sindicalistas se presentó en la planta petrolera con el objetivo de llevar a los trabajadores a la Plaza de Mayo para apoyar la gestión del presidente Perón. Entre ellos iba Alfonso.

Se hallaban en la plaza, cuando aparecen los aviones que supuestamente debían ofrecer un espectáculo aéreo, nada de eso, el espectáculo eran las bombas que comenzaron a caer sobre el gentío que no entendía lo que estaba sucediendo y solo atinaba a correr hacia donde podía. Alfonso alejado ya de sus compañeros consiguió refugiarse en la entrada de un edificio, desde donde pudo ver como una bomba destruyó un trolebús que circulaba por la avenida Paseo Colón terminando así con la vida de todos los pasajeros que viajaban en el vehículo. Después junto a otras personas que corrían desesperadas trató de alejarse del lugar. La jornada que vivió Alfonso remató con una noche de frío penetrante y una densa niebla que cubrió la ciudad. A las 23 horas por fin llegó a la casa de sus padres "entero" como solía decir.

Ocho años después el general Perón exiliado en España envía desde su residencia la quinta "17 de Octubre" en Madrid , una nota al obispo de la capital española donde solicita se le levante la excomunión. El obispo de Madrid en una carta fechada en el año 1963 le comunica que su petición ha sido concedida.

 

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