EL PARAÍSO DE MAHOMA

M. Roberto  Gorostiaga

   En agosto de 1985, cuando su viaje a Africa Juan Pablo II dijo en el estadio de Casablanca ante 100.000 jóvenes musulmanes: "Creemos en el mismo Dios, el Dios único, el Dios vivo". (L'Osservatore Romano, 15-IX-85).

   Y en Alemania: "Diálogo entre las dos religiones (la cristiana y
la judía) que, con el Islam debían dar al mundo la fe en el único e inefable Dios que nos interpela, y se propone servirle en representación de todo el mundo".
(En Maguncia el 17-XI-80)

   Pero... Alá es un "dios" que premia a sus fieles con un paraíso de deleites sensuales. Los "suras" o estrofas del Corán describen tanto las huríes prometidas a los "buenos", que cada mañana recobran su virginal integridad, como los encantos de los efebos o jovencitos que también sirven de premio a sus fieles. Ahorramos al lector esta literatura "religiosa". No es propio del Espíritu de Dios presentar deleites carnales; en cambio, nos dice San Ignacio: "Acostumbra comúnmente el Enemigo proponerles (a sus seguidores) placeres aparentes, haciendo imaginar delectaciones y placeres sensuales, por más los conservar y aumentar en sus vicios y pecados". (Primeras reglas de discreción de espíritus, 1ª regla)

   Alá y Satanás prometen 10 mismo.¿Adoramos al mismo Dios que los musulmanes?

Publicado en la revista "ROMA", Nº 93 de abril de 1986

  

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