La Hoster�a Volante, N� 26

PONTIFICADO Y PONT�FICE
Una breve quaestio teol�gica (II)

   He explicado en las breves p�ginas de Iglesia y Pontificado (ed. Montohera:, Mar del Plata, 1969) las coyunturas doctrinales que reaparecen o se requieren en estos momentos dram�ticos del mundo. Tratar� de completar aqu� la imagen de un pont�fice - para quien esto escribe, "falso papa"- que parece cubrir con su presencia la historicidad m�stica del pontificado, aunque en realidad la erosiona, esclaviza y degrada, y de ese modo erosiona, esclaviza y degrada la entera Iglesia, Sacramentum Trinitatis.

   Por el reexamen de las instancias doctrinales que se refieren a la forma divina de la Iglesia, sabemos que el Pontificado es t�rmino necesario para el concreto v�nculo hist�rico entre el nivel celeste y el nivel terrestre. Sabemos que es una magistratura y jurisdicci�n personal, cuya continuidad es irrefregable; sabemos finalmente que la falencia personal del pont�fice (en un orden �tico-religioso general) no implica la caducidad de su magistratura (en el caso de simon�a, concubinato, cesaropapismo, etc. ) ; pero que trat�ndose del v�nculo con un nivel teol�gico que anude Fe y Autoridad, podr�a ocurrir que el pont�fice se escindiera de la Iglesia, o lo que es lo mismo que el Pontificado quedara vacante no s�lo por muerte f�sica, sino tambi�n por muerte teol�gica (herej�a y cisma).

   Esta clara posici�n nos distingue de los que defienden clamorosamente a Paulo VI, pero atacan las bases inviolables del Pontificado (el cardenal Suenens, por ejemplo, y much�simos otros); y tambi�n de los que subvirtiendo el fundamento dogm�tio de formulaci�n hel�nica de la Fe (concilios de Nicea, Calcedonia y Efeso) pretenden salvar pontificado y pont�fice, seg�n un nominalismo teol�gico que lo funda todo en una noci�n incompleta o falsa de autoridad (el cardenal Dani�lou, por ejemplo, y con �l casi todos los grupos que se tienen por tradicionalistas, al menos aqu� en Argentina). Combatimos pues en este terreno doctrinal y pr�ctico el nefasto desfonde judaico del progresismo, y el no menos nefasto designio de una falsa tradici�n que subvierte el v�nculo entre FE y AUTORIDAD.

   Conviene pues referirse concretamente a las principales posiciones que se sostienen hoy en el mundo y delinear provisoriamente nuestra propia concepci�n del problema. Los que nos acusan de orgullo, exageraci�n, etc. podr�n advertir los matices dif�ciles en todos estos planteos. Resaltar� entonces con mayor nitidez que sin negar el tono temperamental, tan leg�timo como cualquier otro, nos ubicamos en el plano de una quaestio dis putata y elegimos conscientemente una soluci�n, la m�s delicada y comprometida quiz�, pero no por eso menos l�cida.

   En primer lugar, tendr�amos que recordar las dos grandes posiciones: 1) la que acepta la legitimidad de la elecci�n de Juan Bautista Montini, legitimidad que lo instaura como Paulo VI, sucesor leg�timo de sus predecesores; 2) la que sostiene que es ab initio un falso Papa, ya que el resultado de aquel c�nclave ser�a �rrito, por motivos que difieren seg�n diversas consideraciones. La primera posici�n cuenta con una abrumadora mayor�a y parece haber conciliado para siempre el consenso universal de la Iglesia; la segunda posici�n, sostenida por un n�mero reducido de int�rpretes, te�logos, canonistas, no est� exenta sin embargo de matices sorprendentes que conviene no desde�ar, porque interesan de cualquier modo a la quaestio disputata. Como se trata de una opini�n que puede examinarse m�s r�pidamente, propongamos aqu� su puntualizaci�n.

   Podr�an distinguirse tres causas que seg�n tales int�rpretes fundar�an la nulidad de la elecci�n del cardenal Montini, por tanto la nulidad del pontificado de Paulo VI: a) por las doctrinas her�tcas, sostenidas por Montini antes y despu�s de su acceso al cardenalato; no habiendo abjurado de tales doctrinas no podr�a ser leg�tima tal elecci�n del c�nclave; b) por las condiciones bioespirituales del el elegido, pues para investir la suprema magistratura de la Iglesia se requerir�a un cierto nivel de normalidad en el sujeto elegido (por ejemplo, no podr�a ser electo un cardenal ciego, o un impedido mental, o un homosexual, etc.); c) por el tr�mite fornuzl de la elecc��n, en la medida en que pudo violarse la autenticidad y normalidad de las circunstancias conclav�sticas para imponer a la Iglesia un falso papa demoledor.

   Ahora bien, las tres posibilidades enunciadas esquem�ticamente, en (cuanto a la nulidad inicial de este pont�fice) requerir�an una exhaustiva indagaci�n, cosa hoy pr�cticamente imposible con excepci�n tal vez del primer apartado: "Doctrinas her�ticas del cardenal Montini", y se enfrentar�an por lo dem�s con un consenso mantenido sin variaci�n durante siete a�os. Sin embargo, en el vasto mundo enfervorizado hay quienes sostienen con intrepidez y fundamentos tales interpretaciones, precisamente en homenaje a una total coherencia doctrinal y a una defensa l�cida de la FE y la AUTORIDAD. Aqu� en la Argentina s�lo el mencionar este tema provoca aullidos, retorcimientos, rasgado de vestiduras seudodoctorales, improperios e insultos. Pero las "cuestiones disputadas" pertenecen al orden de la inteligencia de la FE, y no al criterio de una gendarmer�a teol�gica que esgrima la banderola de la AUTORIDAD para impedir la vida verdadera de la Iglesia. La FE no es una venda; es un acto de posesi�n del MISTERIO TEANDRICO, con su margen de inteligibilidad, claroscuro y total penumbra inaccesible. Moverse en esa entra�able dimensi�n con un cierto fundamento, con una cierta coherencia y un cierto designio constructivo, tal ha sido la magna labor de los grandes siglos teol�gicos. Dejemos pues los aullidos y los improperios: enfrentemos con decisi�n estas coyunturas dram�ticas en la vida de la FE y de la IGLESIA.

   Pasemos ahora a discriminar los matices en aquella posici�n que sostiene la legitimidad del acceso de Montini al pontificado y por lo tanto la legitimidad inicial de Paulo VI, 262� sucesor de San Pedro en la sede romana.

   Aqu� distinguir�amos a su vez tres interpretaciones fundamentales en las que en realidad est�n repartidas las tendencias m�s importantes en la Iglesia de hoy. En primer lugar, quienes unen de un modo absoluto y solidario legitimidad inicial y continuidad ininterrumpida de la jurisdicci�n pontificia en Montini, y no pueden concebir ni admiten posibilidad alguna de que cese tal jurisdicci�n, leg�timamente asumida. S�lo la muerte deja vacante el pontificado. Se unen en esta posici�n tradicionalistas (Danielou), progresistas (Suenens), con todos los matices imaginables.

   En segundo lugar, los que distinguen actos leg�timos e ileg�timos (o �rritos) de Paulo VI: mantienen pues la legitimidad jurisdiccional de la persona, pero la invalidan en circunstancias concretas. Cuando �stas ocurren obrar�a pues, no el pont�fice sino J. B. Montini. Convivir�an entonces en un mismo sujeto actos leg�timos (pontificios) , actos ileg�timos (montinianos). En esta interpretaci�n podr�a valer la f�rmula cl�sica: PAPA HAERETICUS, EST DEPONENDUS.

   En tercer lugar los que reconociendo la legitimidad inicial de Paulo VI, sostienen que ha caducado o la ha perdido, con todos los privilegios, incluida la infalibilidad, por causa de herej�a formal continuada y expl�cita. El pontificado pues estar�a vacante desde un momento dado, y se cumplir�a por lo mismo en el caso de Paulo VI la f�rmula cl�sica: PAPA HAERETICUS EST DEPOSITUS.

   Esquematizemos ahora en un cuadro sin�ptico toda la problem�tica:

1 - Paulo VI falso papa ab initio:
  • a) por herej�a

  • b) por deficiencia del sujeto

  • c) por nulidad del procedimiento

2 - Paulo VI leg�timo papa ab initio:

  • a) mantiene en bloque legitimidad y continuidad

  • b) a veces leg�timo, a veces ileg�timo

  • c) ces� de ser papa en un momento dado; ahora es FALSO 

   Podr�amos ejemplificar todos los apartados, con oportunas consideraciones y discrepancias. Alargar�amos innecesariamente esta nota, sin agregar mayores luces a la problem�tica misma. Dentro del apartado 2. a) se inscriben la casi totalidad de los tradicionalistas y la casi totalidad de los progresistas: est�n pues asidos a la c�spide de una autoridad equ�voca, lo que permite el movimiento dial�ctico de Paulo VI y su diestra conducci�n de heresiarca. La Iglesia es destruida mientras lloran obispos, cardenales, laicos y el propio Montini �Qui�n la destruye? Mysterium iniquitatis, dicen los m�s audaces.

   Dentro del apartado 2. b) podemos mencionar las posiciones matizadas del padre De Pauw (Catholic Traditionalist Movement-Estados Unidos), y el padre G. de Nantes (Contre-R�forme Catholique au XXe. Siecle-Ftancia). El padre De Pauw rechaza de plano y totalmente la "Nueva Misa", pero exime a Paulo VI de la responsabilidad formal y expl�cita de su contexto her�tico. No admite que se discuta la continuidad v�lida del pontificado de Paulo VI, aunque admite que se se�ale la falsedad de sus supuestos actos pontificios. Habla pues de our unaltered belief in the continuity of papal authority, y dice as�: This concept of the continuity of papal authority appears to me, at least from a pragmatic viewpoint, to provide us with even more spiritual strength and justification for our NO! to the New "Mass" than all the juridical, moral and dogmatic reasons we will discuss later in this netvsletter! (Este concepto de la continuidad de la autoridad papal resulta para m�, al menos desde un punto de vista pr�ctico, la condici�n que nos permite un mayor vigor espiritual y una mayor justificaci�n para nuestro �NO! a la "Nueva Misa", que todas las dem�s razones jur�dicas, morales y dogm�icas, examinadas m�s adelante... Cf. Letter, Spring 1970, pag. 9).

   Sositiene el padre De Pauw que la Iglesia es un barco que ha sido asaltado, y cuyo capit�n, es decir Paulo VI "is held captive by a mutinous crew issuing false orders in his name". (Es prisionero de una tripulaci�n amotinada, que da �rdenes falsas en nombre del Papa. Cf. Las declaraciones al St. Lonis Globe Democrat, june 20, 1970)

   Las �rdenes que emite Roma en m�ltiples y delicadas cuestiones son pues falsas, pero el pont�fice ha sido, es y ser� leg�timo y verdadero hasta su muerte; deben ser resistidas esas �rdenes, pero debe defenderse tambi�n la legitimidad de Paulo VI.

   El padre G. de Nantes subraya como dijimos la diferencia entre actos paulinos (por ejemplo, Enc�clica Mysterium Fidei) y actos montinianos (por ejemplo Reuni�n con el Congreso Mundial de iglesias en Ginebra). Adscripto al parecer a la f�rmula PAP A HAERETICUS NON EST DEPOSITUS, SED DEPONENDUS, defiende en �ltima instancia la legitimidad actual de Paulo VI, que seguir�a siendo verdadero Papa. Sin embargo parecer�a inclinarse cada vez con mayor fuerza a sostener el car�cter her�tico de Montini-Paulo VI, si nos atenemos a sus afirmaciones, concluyentes en su estudio sobre el "Catecismo Holand�s" (Contre-R�forme, n� 35, agosto de 1970)".

   "Le silence de l'Autorit� supreme de l'Eglise est. a 1ui seu1 une complicit� avec l'H�resie, et il porte un coup mortel a la foi ( ...). En face de cette conjuration de l'H�r�sie moderniste et des Pouvoirs Supremes de l'Eglise, que pouvons-nous, que devons- nous faire? (...). Ou bien perdre la foi, en maudissant les Papes e Eveques des siecles pass�s, qui ont prech� et impos� comme v�rit�s divines ce qui est maintenant tenu pour des opinions dpass�s et des fables inconsistantes [ ...] .Ou bien tenir cette immuable et sainte foi catholique, et persister a l'opposer fermement aux nouveaut�s pernicieuse du Modernisme, non pas au nom de nos mis�rables personnes, mais au nom de l'Eglise, et ce, nonobstant le silence criminel du Pape et des Eveques. Est-ce a dire que nous condammions ceux-ci par notre jugemente propre? Non ce n'est pas nous qui les condammons, mais en nous la foi de l'Eglise qui ne s' affirme et persiste, qui ne trouve de passage et d' issue en nous qu'a travers l'Anatheme. Ce que notre foi effectue spontan�ment, il faudra que l'Eglise future d�cide de le faire infalliblement quand elle voudra restaurer dans le monde l'unique et immuable s�curit� de sa Foi catholique".

   Es dif�cil conciliar el "silencio criminal" del Papa y su supuesta legitimidad actual; pues este silencio criminal se refiere a la sustancia de la Fe, y no a un detalle accidental o complementario. No se comprende entonces cual ser�a el limite impuesto por la doctrina, para que cesara este "crimen" y la Iglesia recobrara su vida verdadera.

   Desde un comienzo, en la intrincada cuesti�n doctrinal, hemos sostenido la f�rmula Papa haereticus est depositus. Hemos convergido, sin saberlo al principio, con los que en Francia publican Trompettes de Jericho, y que hemos dado a conocer por diversas referencias. Las pruebas de la herej�a formal y expl�cita de Paulo VI son abundantes; pueden encontrarse fielmente probadas en De Nantes, De Pauw, y sus respectivas publicaciones; en Trompettes de Jericho, Das Zeichen Mariens, etc. Sostenemos pues la legitimidad de la elecci�n de Paulo VI, el cual fue Papa leg�timo hasta la signatura del concilio her�tico Vaticano II, que aunque pastoral introdujo por su nominalismo teol�gico la herej�a modernista impl�cita; de aqu� arranca todo el drama hist�rico de la Iglesia, si no todo el drama m�stico.

   En efecto, al morir Juan XXIII el concilio estaba autom�ticamente clausurado. De Juan XXIII podemos decir que toler� y foment� la herej�a, aunque no la sign� y confirm� (al menos as� parece) Paulo VI, leg�timamente electo reabri� el concilio y sign� su nominalismo her�tico-modenista, y con esa seudo ley en la mano (que llamamos herej�a impl�cita) procedi� a desatar la herej�a expl�cita, conducida por su autoridad personal, caduca en realidad desde ese mismo momento. Los ejemplos de herej�as expl�citas de Montini-Paulo VI son tan numerosas y graves, que convencen a cualquiera que honestamente considere la situaci�n actual, sobre todo despu�s de la abolici�n de la misa cat�lica (es decir, despu�s. de la abolici�n de la Eucarist�a, que defendi� en un supuesto documento tradicionalista) .

   Todo ello es, en la Iglesia, simplemente �rrito. Paulo VI ha cesado de ser pont�fice y es desde la fecha de la signatura del Vaticano II hasta ahora FALSO PAPA y POR TANTO TODOS SUS ACTOS, RESOLUCIONES, DOCUMENTOS, CARECEN DE VALIDEZ JURISDICCIONAL, CAN�NICA, RELIGIOSA, ECLESI�STICA, o como quiera decirse: PAPA HAERETICUS EST DEPOSITUS. La Iglesia est� sometida al poder de un tirano, que inviste los poderes de la Monarqu�a Teol�gica, para subvertir LA FE y DESTRUIR LA IGLESIA.

   Coinciden sustancialmente en esta posici�n, como ya he dicho, Les Trompeutes de ]ericho (Francia), las que al establecer la herej�a y el cisma de Paulo VI, consideran asimismo vacante cl pontificado, con oportunas y definitivas reflexiones, confirmadas ahora por la parodia de "nueva misa".

   He expuesto con entera objetividad el conjunto ciertamente denso y dif�cil de una problem�tica, que no por dolorosa deja de pertenecer a lo m�s entra�able de la Fe; he puntualizado las diversas posiciones y matices, propuestos hoy en el mundo. Se�alo adem�s con entera franqueza cu�l ha sido y es mi posici�n, que por modesta que sea mi persona, no cesa de tener significaci�n doctrinal: DE DOCTRINA SE TRATA, NO DE PERSONAS.

   Desde luego lo que enfrentamos es tremendo, y m�s tremendo aun lo que se deduce de los diversos apartados enumerados y puntualizados. Sin embargo, estimo que al establecer con fundamentos la posibilidad de la "vacancia del pontificado" y al se�alar como probable que esos fundamentos expl�citos en la coyuntura del actual pont�fice determinan sin equivocidad posible la caducidad de su jurisdicci�n, nos colocamos en la l�nea de mayor claridad hist�rica. En efecto, m�s all� de la cat�strofe que parece avecinarse, se discierne tambi�n la salida, en la medida en que habr� de hacerse consciente en la Iglesia la reconstrucci�n ulterior de la autoridad doctrinal de un pont�fice leg�timo y realmente "cat�lico". Otras soluciones, ser�n siempre contrarias a la verdadera Tradici�n.

Carlos A. Disandro

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