LA NACI�N, 1-06-1998
La unidad cristiana: ruegos y avances
Por Jos� Ignacio L�pez

   "Que todos sean uno; como t�, Padre, en m� y yo en ti, que tambien ellos sean uno para que el mundo crea." Aquel ruego de Jes�s en esa noche de soledad que precede a su muerte, esa oraci�n con tono de verdadero legado recogida por la sensibilidad espiritual del evangelista Juan, volver� a resonar esta semana de una manera particular en templos y comunidades cristianas. Se inici� ayer la Semana de Oraci�n por la Unidad de los Cristianos, que este a�o recoge su lema de la carta que Pablo escribi� a los romanos: "El Esp�ritu viene en ayuda de nuestra debilidad".

   Como ya sucede desde hace a�os, desde que la renovaci�n del Concilio Vaticano II brind� un empuje decisivo al movimiento ecum�nico, los textos para la celebraci�n com�n fueron preparados por una comisi�n mixta integrada por el Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos y el Consejo Mundial de Iglesias, que esta vez tom� como base el trabajo de un grupo ecum�nico franc�s.

    El acto central organizado por la Comisi�n Ecum�nica de Iglesias Cristianas en la Argentina (Ceica), organismo que preside el arzobispo de la Iglesia Apost�lica Armenia, monse�or Kissag Muradian, se realizar� el pr�ximo mi�rcoles, a las 19.30, en la Catedral de San Jorge del Patriarcado de Antioqu�a, Scalabrini Ortiz 1261. El s�bado, en el monasterio Trapense de Hinojo, provincia de Buenos Aires, se realizar� la jornada ecum�nica anual con la participaci�n del diocesano de Azul, monse�or Emilio Bianchi di C�rcano, y durante la cual disertar� Norberto Padilla, miembro de la Comisi�n de Ecumenismo del Episcopado, que preside el obispo de San Rafael, Mendoza, monse�or Guillermo Garlatti.

   Como lo ha proclamado Juan Pablo II en su c�lebre llamado a la celebraci�n del Gran Jubileo, entre los pecados que exigen un mayor compromiso de penitencia y de conversi�n han de citarse, ciertamente, aquellos que han da�ado la unidad querida por Dios para su pueblo. "A lo largo de los mil a�os que est�n concluyendo -dice el pont�fice-, a�n m�s que en el primer milenio, la comuni�n eclesial a veces no sin culpa de los hombres por ambas partes ha conocido dolorosas laceraciones que contradicen abiertamente la voluntad de Cristo y son un esc�ndalo para el mundo."

   En clara sinton�a, en su �ltima enc�clica relativa al compromiso con el ecumenismo, Juan Pablo II sostiene que resulta claro que ese movimiento que promueve la unidad cristiana no es una especie de anexo que se suma a la actividad tradicional de la Iglesia, sino que ha de constituir una parte org�nica de su vida y de su labor.

Las dos dimensiones

   Bastan esas citas para aquilatar el hondo significado que adquiere la Semana de Oraci�n por la Unidad, comprender de qu� modo interpela a los creyentes (particularmente a los cat�licos, que son entre nosotros amplia mayor�a) y explicar por qu� este a�o la celebraci�n se caracterizar� por dos dimensiones. Por un lado, se presenta como una gran petici�n a Dios para que env�e su Espiritu renovador y, por otro, est� orientada hacia un acto de renovaci�n del compromiso com�n por la unidad visible.

   La celebraci�n ecum�nica de estos d�as ofrece un renovado �ngulo de observaci�n a la reciente visita al pa�s del obispo Christian Krause, presidente de la Federaci�n Luterana Mundial, quien mantuvo un encuentro de honda espiritualidad y marcadamente cordial con el presidente del Episcopado, monse�or Estanislao Karlic, acompa�ado por los arzobispos de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, y de Rosario, Eduardo Mir�s, y monse�ores Guillermo Garlatti y Juan Jos� Iriarte, miembros de la Comisi�n de Ecumenismo.

   El avance del di�logo cat�lico luterano es m�s que significativo: est� en pleno proceso de aprobaci�n un documento hist�rico que zanjar� una cuesti�n fundamental a prop�sito de la cual ambas iglesias han estado divididas desde el siglo XVI. Se trata de una declaraci�n conjunta que permitir� afirmar que luteranos y cat�licos comparten una misma interpretaci�n de la doctrina de la justificaci�n por la fe. Eso significar� "honrar a Jesucristo, �nico Salvador y Mediador entre Dios y la humanidad, Redentor... y significar� que de manera profunda, respecto de esta cuesti�n esencial, nos hemos vinculado, y de hecho nos hemos incorporado con Cristo a la propia oraci�n que dirigiera a su Padre, tal como dice el evangelista San Juan", para decirlo con las palabras recientemente empleadas por el cardenal Edward Idris Cassidy, titular del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos.

   El desacuerdo acerca de la justificaci�n por la fe fue el elemento esencial del conflicto de Mart�n Lutero con las autoridades eclesi�sticas de su �poca. "�No ser� un enorme incentivo para la b�squeda de la unidad cristiana, que hacia finales del siglo XX, nosotros, cat�licos y luteranos, podamos anunciar el consenso en torno de esa doctrina? �No dar� un renovado contexto de esperanza para seguir buscando la unidad en el siglo XXI, el inicio de un nuevo milenio cristiano?", se pregunt� el cardenal Cassidy.

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