La Traición al Cuerpo Mistico de Cristo
  Por el Obispo Mark A. Pivarunas, CMRI
  Semana Santa 1997  

   Queridos hermanos en Cristo:  

   La Sagrada Liturgia de Semana Santa nos presenta la Vida Pública de Nuestro Señor Jesucristo de una manera muy poderosa. Desde el Domingo de Ramos hasta la Fiesta de la Resurrección, caminaremos en espíritu con Nuestro Señor en Su triunfante entrada a Jerusalén, estaremos presentes en la institución de los Sacramento de la Sagrada Eucaristía y el Santo Sacerdocio, estaremos al pie de la Cruz con Nuestra Madre Dolorosa, y finalmente seremos testigos de Su gloriosa Resurrección al tercer día.  

   En estos tiempos difíciles para la Iglesia Católica, cuando el Cuerpo Místico de Cristo está pasando por una crucifixión espiritual, podemos sacar apoyo espiritual en meditar sobre los eventos solemnes de la Vida, Pasión, y Muerte de Jesucristo, y la presente crisis dentro de la Iglesia. Que estas consideraciones nos ayuden a sacar gracias de la Sagrada Liturgia de Semana Santa.  

   La primera consideración que debemos hacer es que Nuestro Salvador Jesucristo fue rechazado por aquellos que debieron haberlo reconocido como el Mesías Prometido y como El Hijo de Dios. Como ya sabemos por parte de los cuatro Evangelistas, los Escribas y Fariseos fueron los más amargos enemigos de Cristo.  

   Por todo su Vida Publica, Nuestro Señor predicó de una manera tan maravillosa que se dijo, “Ningún hombre jamás ha hablado como este hombre” (Juan 7:41). Su lenguaje fue claro y preciso; Su estilo era tan sencillo que la gente común pudo entender las mas profundas verdades que El enseñó. Los cuatro Evangelios contienen los milagros maravillosos de Nuestro Señor. Estas obras públicas y sobrenaturales, comprueban la misión divina de Nuestro Señor Jesucristo.  

   Aún con las maravillosas enseñanzas y milagros de Nuestro Señor, los Escribas y Fariseos, los lideres del templo, fueron los mismos que los rechazaron y condenaron a muerte. Fueron ellos mismos que incitaron a la mayoría de la Gente Escogida que se pusieran en contra de El y que clamaran por Su muerte.  

   Que similar es el presente rechazo y condenación de la única, verdadera Iglesia de Cristo, la Iglesia católica, el Cuerpo Místico de Cristo, por aquellos que en un momento dado fueron los lideres de la Iglesia, pero ahora la han traicionado y la Fe verdadera también por el deseo de formar en un espíritu de falso ecumenismo, una hermandad de todas las religiones.  

   En la Declaración del Vaticano II “Nostra Aetate,” el Hinduismo, Budismo, Islamismo, y Judaísmo son dados el explícito reconocimiento, a pesar de los hechos que los Hindúes y los Budistas tienen dioses falsos, que los Musulmanes niegan la divinidad de Cristo, y que los Judíos rechazan a Jesucristo como el Mesías. De hecho, esta Declaración Conciliar dice:  

   “La Iglesia Católica rechaza nada de lo bueno y santo de estas religiones.”  

   Acaso han pensado en la animosidad emocional que la jerarquía moderna de la Iglesia del Vaticano II manifiesta contra el Catolicismo tradicional? En esta edad ecuménica, cuando la jerarquia moderna se esfuerza por conseguir una unidad falsa entre todas las religiones (Cristianas y no Cristianas) todas son recibidas y reconocidas. ¡Qué ironía que todas las religiones son aceptadas por la Iglesia del Vaticano II con la condición que no sean tradicionalistas Católicos Romanos! Aparece fuera de lugar nuestra creencia Católica que Nuestro Señor Jesucristo, nuestro Mesías y Redentor, fundó una Iglesia, y el formar parte de esa Iglesia es algo necesario para nuestra salvación. Esto es considerado como una doctrina intolerable.  

   Considera las numerosas y blasfemas reuniones ecuménicas de Juan Pablo II:  

  • Noviembre 17, 1980: Durante una visita a Alemania, Juan Pablo II fue a una iglesia Luterana y declaró: “He venido a ustedes como la herencia espiritual de Martín Lutero.” Expresó admiración por el “profundo espíritu religioso” de Lutero.  

  • Mayo 25, 1982: En Inglaterra, Juan Pablo II tomó parte en un servicio religioso en la Catedral de Canterbury, al lado del arzobispo Anglicano.  

  • Enero 25, 1983: Juan Pablo II promulgó el Nuevo Código del Derecho Canónico en el cual se omite la excomunión de los Masones, también se da permiso de comulgar en casos especiales a cismáticos y herejes sin que vuelvan a la Iglesia Católica.  

  • Diciembre 11, 1983: Juan Pablo II, acompañado por varios cardenales, predicó desde el púlpito de una iglesia Luterana en Roma, tomó parte en un servicio herético, y recitó una oración compuesta por Lutero. Anteriormente había dicho que el caso de Lutero debe ser abierto nuevamente para que sea “reconsiderado bajo una luz más objetiva.”  

  • Abril 17, 1984: Juan Pablo II recibió una delegación del B’nai B’rith, y llamó a una audiencia “una junta de hermanos.”  

  • Mayo 10, 1984: En Tailandia, Juan Pablo II visitó al supremo patriarca Budista Vasana Tara, quien lo recibió sentado en su trono, y Juan Pablo II lo reverenció con una profunda inclinación de la cabeza.  

  • Diciembre 11, 1984: Juan Pablo II envió un representante a la fundación del mayor templo Musulmán en Roma.  

  • Agosto 8, 1985: En Togo, Africa, Juan Pablo II fue al “bosque sagrado” donde asistió a los ritos animistas. Además participo en ritos paganos en Kara y Togoville.  

  • Agosto 9, 1985: En Casablanca, Morocco, junto al Rey Hassan II, “Comandante de los Creyentes,” y frente una multitud de 80,000 Musulmanes, Juan Pablo II predico “dialogo con Islam” y dijo “tenemos el mismo Dios.”  

  • Febrero 2, 1986: Durante su visita a la India, como fue visto en televisión, Juan Pablo II recibió por manos de una mujer Hindú la señal de Tilak. Algo menos publicado pero más serio, fue cuando el 5 de febrero recibió la imposición de “cenizas sagradas” por manos de una mujer .

  • Abril 13, 1986: Juan Pablo II entró en una sinogoga Judía en Roma donde fue recibido por el Rabino Elio Toaff para formar parte en un servicio ecuménico. Allí llamo a los Judíos “nuestros hermanos mayores, nuestros queridos hermanos.”  

  • Octubre 27, 1986: Juan Pablo II inicio la “junta de oración” ecuménica en Assisi donde 150 religiones del mundo fueron invitadas por él a rezar a sus dioses falsos para la paz del mundo.  

   Estos actos de falso ecumenismo nos recuerdan las palabras del Papa Pío XI:  

“...el favorecer esta opinión y animar tales cosas es igual a abandonar la religión revelada por Dios” (Mortalium Animos, 1929).  

   La razón que dio en esta encíclica es muy sencilla:

“Presuponen la idea errónea de que todas las religiones son más o menos laudables, en cuanto dan expresión, bajo varias formas, a ese sentido interior que lleva al hombre a Dios y al reconocimiento obediente de Su ley.”  

   En otras palabras, la doctrina del falso ecumenismo dice que cualquierreligión es buena, y que el hombre puede cumplir con su obligación de adorar a Dios en cualquiera de ellas. ¡Y que la aceptación de Jesucristo, Sus enseñanzas y Su Iglesia realmente no son necesarias para la salvación! Los Católicos siempre han creído que Dios Padre envió a Su Unico Hijo al mundo para revelarle al hombre el camino de la salvación. Jesucristo obró los milagros más estupendos para comprobar su divina misión, fundó una Iglesia verdadera con autoridad para enseñar infaliblemente todos lo  necesario para la salvación y le dio los medios para santificar a sus miembros:  los siete sacramentos y el Santo Sacrificio de la Misa. A pesar de todo esto, el falso ecumenismo dice que todas estas cosas que Jesucristo obró no son esenciales y que todas las religiones deben ser consideradas como medios de la salvación.  

   Por esta razón la Iglesia Católica, antes del Concilio del Vaticano II prohibió a los Católicos tomar parte en el culto no-Catolico. El Canon 1258 del Código de Derecho Canónico (1917) Dice:  

“Está prohibido participar activamente en el culto de no-Católicos.” (comunicatio in sacris)  

   Y en al Canon 2316:

“El que coopera en comunicatio en sacris en contra de la provisión del Canon 1258 es sospechoso de herejía.”  

   En su conclusión sobre el falso ecumenismo, el Papa Pío XI dijo:

“Venerables Hermanos, claro esta porque la Sede Apostólica nunca ha permitido sus feligreses tomar parte en las asambleas de los no-Católicos.”  

   El rechazo y condena de Cristo hecho hace 2,000 años por los sumos sacerdotes, es muy semejante al presente rechazo y condena de Su Cuerpo Místico, la Iglesia Católica, por la jerarquia moderna. Para los lideres del templo, Jesucristo era un Mesías falso; y para la jerarquia moderna, los Católicos tradicionalistas son cismáticos y excomulgados.  

   La segunda consideración que demuestra la relación entre la Pasión y Muerte de Nuestro Señor y el Cuerpo Místico se encuentra en las palabras de Cristo “Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas” (Marcos 14:27). ¡Que tremenda confusión y falta de unidad entre los sacerdotes, y al ser condenado a muerte por Caifas por blasfemia! Los Apóstoles realmente quedaron escandalizados: Jesús, el Querido Maestro, en quien habían puesto toda confianza fue cruelmente azotado, coronado de espinas, y finalmente crucificado con burla de parte de los Escribas y Fariseos. ¡Los Apóstoles estaban atónitos!  

   En nuestros tiempos, los Católicos Romanos que han permanecido fieles a Cristo y a la Fe Católica tradicional también están  confundidos y escandalizados. Jesucristo, en el Sacramento de la Santa Eucaristía, ha sido destronado en las iglesias que en un tiempo fueron Católicas. Durante los cambios del Concilio Vaticano Segundo, muchos de los sagrarios fueron puestos a un lado y después fueron eliminados por completo. En muchas de las iglesias, los altares fueron remplazados por una mesa con la silla del que preside colocada atrás de la misma mesa. Los Católicos — sacerdotes y laicos — ya no están con la cara hacia el altar ofreciendo el augusto Sacrificio del Calvario; el sagrario no es el centro del culto divino con Nuestro Señor presente en el Santísimo Sacramento del Altar.  

   ¡Qué grande fue la confusión de los Católicos tradicionalistas al ver sus iglesias convertidas en salones Protestantes y el Santo Sacrificio de la Misa reducido a un “Memorial de la Ultima Cena” al estilo Luterano! ¡Qué grande su confusión al ver “ministros extraordinarios” (laicos, hombres y mujeres) distribuyendo la “comunión” en las manos de los fieles de una manera poco reverente para lo que se supone es la Santa Eucaristía!  

   Y como si esto fuera poco, la Iglesia moderna del Vaticano II, en su ecumenismo, ha legislado que en ciertas circunstancias, los cismáticos y herejes pueden recibir el “¡Sacramento de la Eucaristía!”  

   A pesar de que muchos Católicos modernos ven esto como algo tan increíble, esta nueva ley sacrílega se encuentra en el Código de Derecho Canónico de 1983 promulgado por Juan Pablo II:  

   Canon 844, Sec. 3: “Los ministros Católicos pueden administrar legítimamente los sacramentos de penitencia, Eucaristía y Unción de los Enfermos a miembros de las Iglesias orientales que no están en comunión con la Iglesia Católica, si ellos mismos piden los sacramentos y están bien dispuestos.”  

   Sec. 4: “Si hay peligro de muerte, o si el Obispo diocesano o la Conferencia Episcopal juzgan que existe una necesidad grave, los ministros Católicos pueden administrar los sacramentos a otros cristianos que no están en comunión con la Iglesia Católica, y que no pueden conseguir el ministro de sus propias comunidades, si piden los sacramentos deben demostrar la Fe Católica con respeto de estos Sacramentos y estar bien dispuestos.”  

   En el “Directorio para la Aplicación de los Principios y Normas del Ecumenismo” aprobado por Juan Pablo II el 8 de junio de 1993, esta ley se extiende a los que no son Católicos para poder recibir la “eucaristía” en las ceremonias de los matrimonios mixtos.  

   “En los matrimonios entre un Católico y un cristiano bautizado que no esta en plena comunión con la Iglesia Católica, es posible compartir la eucaristía.”  

   Comparen esta nueva ley de 1983 con la de 1917 del Código del Derecho Canónico, Canon 731:  

   “Es prohibido administrar los Sacramentos de la Iglesia a herejes y cismáticos, aun cuando estén de buena fe y los solicitan. Es necesario que primero renuncien a sus errores y sean reconciliados con la Iglesia.”  

   El Concilio de Trento enseña:

“Si alguien dijese que la fe solamente es necesaria como preparación suficiente para recibir el Sacramento de la Santa Eucaristía; que sea anatema. Y si alguien enseña, predica, o en publico defiende lo contrario, ese será excomulgado.”  

   “Heriré al pastor y se dispersaran las ovejas.” Un siglo atrás el Papa León XIII se dio cuenta de los poderes diabólicos que estaban trabajando para destruir la Iglesia Católica. Por este motivo, compuso una oración de exorcismo que empieza con la invocación a San Miguel. El Papa León XIII escribió el 25 de Septiembre de 1888:  

   “Estos enemigos han embriagado con amargura la Iglesia, la esposa del Cordero Inmaculado, y han puesto sus manos impías en sus posesiones sagradas. En el Lugar Santo, donde ha sido puesta la Sede de San Pedro y la Silla de la Verdad para alumbrar a todo el mundo, ellos han edificado un trono de impiedad, con el diseño de iniquidad para cuando el Pastor ha sido herido, las ovejas sean dispersadas.”  

   Tal como Nuestro Divino Salvador fue crucificado, así también Su Cuerpo Místico, la Iglesia Católica, pasará por una crucifixión espiritual. No nos sorprendamos por el escaso número de lCatólicos tradicionalistas en contraste con la cantidad de Católicos modernisstas. Cuando Nuestro Señor estaba en la Cruz, sólo unos pocos permanecieron fieles a Él: Su Madre Dolorosa, Su Apóstol querido San Juan, Santa María Magdalena, y unas cuantas santas mujeres.

   Los enemigos de Cristo, los sumos sacerdotes y Fariseos, pensaron que habían destruido a Cristo. ¡Cómo se sorprendieron cuando se les dijo que Cristo había resucitado de entre los muertos tal como lo había dicho! Los enemigos de la Iglesia hoy en día piensan que han destruido la Iglesia Católica. ¡Qué poco conocen de la promesa hecha por el Hijo de Dios de permanecer en Su Iglesia tla consumación de los siglos y que las puertas del infierno no prevalecerán contra Ella!

   En la Sagrada Liturgia de la Semana Santa celebramos los eventos más grandes en toda la historia de la humanidad — nuestra Redención por Jesucristo, el Hijo de Dios y Nuestro Salvador, y Su Gloriosa Resurrección. ¡Estemos pues, dispuestos a sufrir con El en nuestra vida diarias, especialmente en la práctica de nuestra Santa Fe Católica, para que así podamos resucitar gloriosamente con Él en el Ultimo Día!  

In Cristo Jesu et María Immaculata

Monseñor Mark A. Pivarunas, CMRI

Fuente: http://www.cmri.org/  

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