��NO� AL MISAL DE JUAN XXIII!

   La Bula "Quo Primum Tempore" del santo Padre P�o V, de 1570, condena todo cambio en el texto y en las r�bricas del misal.

   Sin embargo, Monse�or Roncalli (Juan XXIII) no tuvo escr�pulos en introducir cambios en el texto y en las r�bricas del misal (1-1- 1960), porque le interesaba probar una vez la vigilancia y el vigor de una eventual reacci�n en el clero y en los laicos:

  • -San Jos� fue introducido en el Communicantes (Canon de la Misa) .

  • El Confiteor antes de la comuni�n de los fieles fue dejado de lado.

  • La reverencia del sacerdote en direcci�n a la cruz al pronunciar el nombre del Se�or fue suprimida.

   Se replicar� que se trata aqu� de cambios secundarios e insignifi cantes, que San Jos� tiene tambi�n derecho aun lugar de honor junto a la Madre de Dios, etc.(1).

   Quiz�s pero as� se procedi� contra las determinaciones de la le gislaci�n sobre el misal de la misa, piedra de b�veda de la fe. Censu rable sobre todo, puesto que se sabe que la operaci�n fue teledirigida por Doro Lambert Beauduin y llevada a cabo por el francmas�n P . Bugnini, quien ya antes del Vaticano II era el encargado de la refor ma lit�rgica bajo la responsabilidad de Roncalli y de Montini.

   Este Padre Bugnini hab�a tenido �xito ya desde 1948 en introducir unos cambios, a pesar de la vigilancia del Papa P�o XII, quien no pre sintio el peligro:

  • Nuevos horarios de los oficios religiosos en la Semana Santa (medida en favor de una mayor presencia de fieles! �Coartada! ).   

  • Limitaci�n del precepto del ayuno ( consecuencia del punto an terior). Los liturgistas empero utilizaron eso para abrir paso a otros cam bios: 

  • Simplificaci�n de la liturgia del Domingo de Ramos. -Supresi�n de las oraciones al pie del altar y del �ltimo Evangelio ("s�lo" en la Semana Santa).

  • Introducci�n de la comuni�n de los fieles el Viernes Santo.

  • Intercalaci�n del "Flectamus genua " en la s�plica por los jud�os e incr�dulos.

  • Supresi�n de 8 de las 12 lecturas del S�bado Santo.

  • Abrogaci�n de numerosas fiestas as� como de la primac�a de las vigilias y octavas.

  • Supresi�n de las segundas colectas, por ejemplo, de la Bienaventurada Virgen Mar�a, contra los perseguidores.

   Puesto que todas estas medidas pasaron sin provocar resistencias dignas de menci�n, el Vaticano II pudo permitirse la destrucci�n total del Santo Sacrificio y de los sacramentos. As� procede por consiguiente el enemigo. Nuestra tarea consiste en ser extremadamente clarividentes ante los m�nimos cambios, que pueden causar consecuencias imprevisibles.

   �Nos aferramos intransigentemente al viejo misal! Es perfecto, no necesita ninguna correcci�n o acomodaci�n a nuestro tiempo.

"KYRIE ELEISON", 3/1988, Juli-September 1988, pp. 9-10  


(1) No tiene el mismo sentido la inclusi�n de San Jos� en el Canon de la Misa que las otras dos modificaciones, comienzo de un proceso desacralizante. A la sombra de una medida que alegr� el coraz�n de las personas devotas, se ampararon las otras, con otra finalidad. (volver)

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