ASÍS 2002

Jornada de Plegarias por la Paz

    La herejía puesta al mismo nivel que la verdad, las seudorevelaciones gratificadas con la misma autoridad que la única verdadera religión, los falsos cultos en pie de igualdad con el verdadero culto.  

Juan Pablo II oró por la paz junto a otros representantes de las doce religiones más importantes

   El Papa y representantes cristianos, judíos, musulmanes, budistas, Tenrikyo, sintoístas, confucianos, jainistas, sijs, hinduistas, zoroastrianos y de religiones tradicionales africanas se comprometieron solemnemente a trabajar juntos por la paz.

   Para sellar el compromiso, cada uno encendió una lámpara de aceite, que fue colocada en una gran mesa-candelabro que permanecerá en la basílica de San Francisco como símbolo de esperanza y recuerdo de esta tercera ocasión (las anteriores fue 

en 1986 y 1993) en que las religiones piden en la ciudad del "Poverello" la paz para el mundo.

   Como anfitrión, Juan Pablo II fue el último en expresar -en italiano- el compromiso común. Antes lo hicieron doce dirigentes que hablaron en sus respectivas lenguas.

   Teniendo en cuenta que esta jornada fue convocada por el Papa tras los atentados del 11 de septiembre y la posterior guerra en Afganistán y en medio del recrudecimiento de la violencia en Tierra Santa, todas las miradas estuvieron puestas en los dirigentes islámicos y judíos.

Doce religiones, juntas por la paz

   Sheikh Abdel Salam Abushukhaidem reafirmó el compromiso de los musulmanes a dialogar con sinceridad y paciencia, "no considerando lo que nos diferencia como un muro insalvable y reconociendo que el encuentro con otras culturas puede ser la ocasión de mejorar comprensiones recíprocas".

   Otro musulmán, el persa Hojjatoleslam Ghomi, se comprometió a no aceptar la violencia y el mal y a contribuir con todas las fuerzas a dar a la Humanidad una esperanza real de justicia y de paz.

   El rabino Samuel René Sirat aseguró que pediría a los responsables de las naciones que hagan todos los esfuerzos para que se afiance un mundo de solidaridad y de paz basado en la justicia.

   El metropolitano Pitirim, número dos del patriarcado de Moscú, dijo en ruso que los ortodoxos se comprometen a promover la cultura del diálogo para que crezcan la compresión y la confianza recíproca entre los individuos y los pueblos.

   La presencia de Pitirim fue muy bien acogida en Vaticano, ya que supone un gesto de buena voluntad del duro patriarca Alejo II hacia Roma, que se niega a recibir al Papa en Moscú y acusa a los católicos de proselitismo en territorios que considera zona de su influencia.

   El alemán Konrad Raise se reafirmó en nombre del Consejo Ecuménico de las Iglesias la condena a cualquier recurso a la violencia y a la guerra en nombre de Dios y de las religiones y prometió hacer todo lo que esté en las manos de esa iglesia para erradicar las causas del terrorismo.

   El sij Bhai Sahibji Mohinder Sing habló en punjabi, idioma común a pakistaníes e indios: "nos comprometemos -dijo- a educar a las personas a respetarse y estimarse recíprocamente para que se pueda realizar una convivencia pacífica y solidaria entre los pertenecientes a etnias, culturas y religiones diferentes".

   El arzobispo ortodoxo Jovan se dirigió en serbio para dar el sí a la defensa del derecho de cada persona a vivir una existencia digna, acorde con la propia identidad cultural.

   El obispo griego ortodoxo Vasilios se comprometió a cumplir el perdón recíproco de errores y prejuicios del pasado y del presente; a apoyarse en el esfuerzo común para derrotar el egoísmo, el odio y la violencia, y a aprender del pasado que la paz sin justicia, no es verdadera paz.

   El confuciano Chang Gyou Choi sostuvo, en coreano, que estarán al lado de quien sufra en la miseria y el abandono, se convertirán en portavoces de los sin voz y trabajarán en la convicción de que nadie puede ser feliz en soledad.

   El japonés Nichiko Niwano afirmó que los budistas se comprometen a potenciar todas las iniciativas que promuevan la amistad entre los pueblos, convencidos de que el progreso tecnológico, cuando falta un acuerdo solidario, expone al mundo a riesgos crecientes de destrucción y muerte.

   En nombre de las iglesias reformadas Mesach Krisetta aseguró que "estamos convencidos de que en un mundo con fronteras, cada vez más abiertas, la libertad y la paz no podrán garantizarse por la fuerza, sino por la confianza recíproca".

   Con este compromiso solemne finalizó la jornada de Asís. Después, el Papa visitó un convento de monjas clarisas y a últimas horas de la tarde emprendió su regreso al Vaticano.

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