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Nutrias en La Pampa


Las nutrias "verdaderas" argentinas han sufrido una marcada retracción en el área de distribución y en el tamaño de sus poblaciones. Actualmente, ninguna especie es espectable en el territorio de la provincia de La Pampa, pero hasta fines del siglo pasado habitaron, de acuerdo a diversos testimonios, el Colorado y el Chadileuvú.

Poseedoras de una codiciada piel, las nutrias (ver recuadro "No confundir") fueron objeto de persecución desde la llegada de los primeros colonos. Mientras que para estos no representaban más que un mero artículo de valor comercial, para el indio eran objeto de adoración y respeto: las llamaban Padre del agua y las invocaban antes de cruzar el río. De acuerdo a su particular mentalidad, gestada en un gran conocimiento del entorno y en una profunda relación con la naturaleza, cada planta y cada animal tenían para él un valor sentimental, e incluso a veces, como en este caso, un sentido espiritual. En cambio para nosotros, habituados a la ciudad, afectuosos sólo con perros y gatos, nos resulta imposible esta manera de enfocar la realidad, lo cual casi siempre se transfiere en un llano menosprecio por la vida silvestre, a la que vemos solamente como un objeto, una mercancía, un "recurso natural renovable", despojado de todo valor más allá del económico.
El objetivo de este artículo es demostrar que las leyendas que más abajo mencionamos se refieren a las nutrias (Lontra sp.). Con esto no pretendemos darles una explicación científica, sino por el contrario, y en un marco de respeto y reverencia para con las culturas casi extintas en las cuales estos relatos circulaban, buscamos simplemente establecer el trasfondo real sobre el cual a menudo se apoya este género de creencias.
Una vez demostrado esto es posible hacer inferencias sobre la geonemia histórica de estas especies que figuran en las categorías de mayor riesgo según los principales organismos conservacionistas internacionales (CITES: Apéndice I, UICN: En Peligro Crítico) y que, por lo tanto, son objeto de intenso estudio.
 
 

El caso del Huillín

Esta nutria, hábil nadadora de los frios ríos y lagos patagónicos, se halla al borde de la extinción. Aunque no se conocen a ciencia cierta las causas de esta preocupante situación, seguramente influyeron factores como la sobrecaza, la alteración de su hábitat y, posiblemente, la introducción de las truchas, que habrían diezmado las poblaciones de las especies depredadas por el huillín.
Dado que su declinación fue rápida y previa incluso a la exploración por parte de los científicos, los datos que éstos recavan no son suficientes para delinear el mapa de la distribución geográfica de la especie. Para completarlo es necesario acudir a los valiosos escritos de los viajeros y naturalistas que se atrevieron a incursionar en la hostil terra incognita de la Patagonia del siglo XIX.
Componiendo los aportes de unos y otros se observa que, aunque la especie se halla actualmente restringida a los bosques andinopatagónicos, en el pasado histórico su distribución se extendía a los ríos de la meseta. Algunos registros que permiten realizar esta aseveración son, por ejemplo, la cita de un ejemplar en el río Senguerr capturado por Florentino Ameghino en el año 1904, dos ejemplares provenientes del río Chubut y de la proximidad de la desembocadura del río Negro, depositados en museos estadounidenses a fines del siglo pasado, el hallazgo realizado por E. Massoia de un cráneo en el sitio arqueológico de Chenque Haichol (Neuquén), de un animal que debió haber sido capturado en el río Agrio, el más próximo al yacimiento, y por último, una cita antigua para el río Barrancas, curso fluvial que junto con el río Grande forma el Colorado, donde se asentaría nuestro hipotético registro pampeano.

El registro pampeano

En un artículo de Edgar Morisoli, publicado en este mismo suplemento el 13 de Febrero de 1981, el autor recoge interesantísimos datos sobre la "presencia del animal de agua en la zona de Casa de Piedra", basados en la información brindada por D. Crispín Giles, antiguo poblador de la zona. El relato, que revestía para quien lo suministró, según el parecer de Morisoli, "la indiscutible certeza de lo evidente", hace referencia, según nuestro parecer, al huillín patagónico.
La descripción coincide plenamente con la de esta nutria y excluye a cualquier otro animal: su aspecto general ("grande, largo, como ampalagua"), las características de su pelaje ("oscuro y brillante, como seda") y de sus miembros ("dedos con membranas"), sus hábitos nocturnos ("en las noches de luna se lo ve retozar en el río") y su costumbre de vivir en cuevas. Todos los datos apuntan al huillín como protagonista del relato, excepto, a primera vista, por la atribución que el lugareño le hace de atacar al ganado y al hombre. Decimos a primera vista porque luego de un análisis más detallado este punto termina apoyando nuestra hipótesis.
Cabe destacar que el miedo en torno a la figura del inofensivo huillín, que amenazaba la vida y los bienes humanos, puso en dudas a los científicos y naturalistas que pretendían explicar la leyenda. Para ello, F. Ameghino revivió al extinto Grypotherium o Mylodon, una especie de megaterio, semejante a un perezoso enorme, que según él era carnívoro y aún acechaba en las márgenes de los ríos patagónicos. Lo que el sabio postulaba originó una polémica nacional, e incluso internacional, que duró hasta principios de este siglo. Lehmann-Nitsche procurando dar por tierra con esta audaz tesis, apunta la historia del zorro-víbora (nürüfilu en mapuche), referida por el indio Nahuelpi. En ella se pone de manifiesto el temor que estos animales les infundían. Antes de cruzar el río, y para evitar su ataque, les hacían rogativas, les ofrendaban chafis y, a veces, les inmolaban algún vacuno, so riesgo de perder todo el arreo a manos del huillín. Este autor sugiere que se trata de un ser que reúne caracteres comunes entre la lutra (Lontra sp.) y el tigre. Esteban Erize (Mapuche, 1987) lo llama ngúrüvilu y ñiribilu, y lo identifica como un reptil acuático con cabeza de zorro. Alfredo Vúletin (Zoonimia andina, 1960) lo denomina nirribilu, explicando que se trata del Hurón mayor. E. Morisoli primero se inclina por la postura de Lehmann-Nitsche, pero luego adhiere a la posibilidad de que se trate de un lagarto o matuasto (Obra Callada, 1994) Lino Carbajal comenta que los indios del Nahuel Huapi llamaban guarifilu a un temible animal que consideraban monstruoso. Intrigado, hizo capturar y compró uno de esos animales, y comprobó que se trataba del huillín.
Estos testimonios, y sobre todo el último, demuestran que el animal de agua, el ser al cual temían y veneraban, era el huillín. El nombre que rescata L. Carbajal, guarifilu, es equivalente a las demás grafías, evidenciando que todos hablan del mismo tema. Este vocablo, que sería el otro nombre araucano de la especie, junto con el de huillín, lo hemos encontrado en la literatura con algunas otras variaciones en su escritura: además de las dos ya nombradas deben agregarse ñerrefilu, nervelu, erefilú y nirribilo, como lo cita Luis de La Cruz (ver recuadro).
Tomás Falkner (Descripción de la Patagonia) aseguró haber visto al yaguarú o yaguaruich, que traducido del guaraní es "tigre del agua" como también solía llamarse a las Lontra (en este caso la especie norteña, conocida como lobito de río, L. longicaudis, muy semejante al huillín). Luego de anotar la descripción que le dieron los indios, que alude claramente a una nutria e incluye además el denominador común de atacar al ganado, se refiere a la que le dan los españoles, que menciona el aspecto de la cabeza, semejante a un lobo o zorro y que la vincula a los historias del zorro-víbora. En el otro extremo del país, según apunta Francisco P. Moreno en su diario de viaje, los tehuelches meridionales también llamaban tigre del agua (yem’ chen) a la nutria, lo cual da idea de la reputación, semejante a la del "bicho" terrestre, que para ellos tenía. "En los ríos del interior vive una nutria que los indios llaman "tigre del agua". Poseo un cuero armado [...], es la Lutra chilensis o Huillín". Un tema que queda pendiente es el de la inusual dispersión que alcanzaba el mito entre diferentes grupos aborígenes: desde los guaraníes al norte, pasando por los tehuelches septentrionales, de quienes probablemente lo tomaron los araucanos, hasta los tehuelches meridionales.

En conclusión, la explicación más parsimoniosa es que el animal de agua, el nirribilo, el tigre de agua es la nutria verdadera (Lontra) ya sea el huillín en el sur, o el lobito de río en el norte. Por cierto, algunos aportes, como el de E. Erize, tornan más hacia el terreno de los sobrenatural. Pero los relatos de Falkner, de Nahuelpi y de D. Crispín Giles, tiene valor biogeográfico, por la firmeza con que aseguran haberlos visto, y por lo minucioso de los detalles anatómicos que advierten.
De esta manera es posible aseverar con probabilidad que el huillín habitó el río Colorado a la altura de Casa de Piedra, como así también aguas arriba en el río Barrancas, y en otros ríos de la meseta patagónica.

No confundir...

Ante los ojos de los primeros españoles arrivados a América se abrió un mundo de animales y plantas anónimos. Carentes evidentemente de la imaginación de Adán, bautizaron a la mayor parte de las especies con el nombre peninsular, apelando al parecido superficial de unas y otras, y a pesar de su a menudo inexsistente parentesco. Así llamaron perdices a los inambúes, avestruces a los ñandúes, tigres a los yaguaretés y nutrias a los coipos. En este caso, la transposición de nombres se debió a que tanto el coipo como la nutria tenían un mismo foco de atención para sus nominadores: la piel. El coipo (Myocastor coypus), inapropiadamente llamado nutria en nuestra región, es en realidad un roedor, vegetariano, en contraposición a las nutrias verdaderas que son carnívoras.
Los coipos son comunes actualmente en La Pampa, y no han sufrido mermas significativas en sus poblaciones, a pesar de que son requeridos por la industria peletera. Esto se debe, entre otras cosas, a la alta tasa de reproducción que como roedores tienen.


El "Nirribilo" de Luis de la Cruz

En su travesía desde Fuerte de Ballenar (Chile) hasta Melincué (sur de Santa Fe), realizada en 1806, el célebre viajero tuvo oportunidad de consignar la presencia de varias especies de animales hoy localmente extintas en nuestra provincia. A él pertenecen las curiosas menciones del oop, atribuído al aguará guazú, y de los nirribilos.

"También me ha contado Manquel, su mujer y Puelmanc, que [...] en una laguna hermosa, que hay distancia de este sitio como cosa de seis cuadras, y la que he visto, hay otros animales como gatos, que matan a los caballos, y los nombran nirribilos." (Jornada XXII, 23 de Mayo de 1806).

Hasta el momento, los nirribilos han sido considerados animales mitológicos, quimeras del desierto. Aunque no es nuestra intención desmistificarlos, tanto la reputación de atacar a los animales domésticos como las consideraciones lingüisticas sobre su nombre, que ya hemos abordado en el texto, indican claramente que se trata de una especie de nutria.
La laguna que menciona de la Cruz, ribereña al Chadileuvú y ubicada frente a la actual localidad de Limay Mahuida, es demasiado septentrional para las preferencias del huillín que, por otro lado, tampoco habita en lagunas.
Al parecer, la cita corresponde a la forma norteña de nutria, conocida como Lobito de río (Lontra longicaudis longicaudis), que en tiempos históricos habría habitado a lo largo de la cuenca del Desaguadero. Como a varias especies de mamíferos de abolengo tropical y subtropical (yaguar, pecarí, aguará guazú, carpincho, venado de las pampas, entre otras), la irrupción del hombre blanco le ocasionó una importante retracción geográfica.
Cabe destacar que esta especie fue mapeada por Olrog y Lucero (Guía de los mamíferos argentinos, 1981) para la Provincia de La Pampa, aunque posteriormente, sin firmes fundamentos, este dato ha sido desestimado.
Mariano Martín Fernández *
*Estudiante de Biología.
Bibliografía
Lehmann- Nitsche, R. 1902. La pretendida existencia actual del Grypotherium. Supersticiones araucanas referentes a la lutra y el tigre. Revista del Museo de La Plata, Tomo X.
Massoia, E. 1987, Restos de mamíferos recolectados en el sitio arqueológico de Chenque Haichol. Estudios de Antropología Pampeana 1(2).
Moreno, F. P. 1969. Viaje a la Patagonia Austral. 1876-1877. Ed. Elefante Blanco, Bs. As.
Morisoli, E. 1981. La presencia del Animal de Agua en la zona de Casa de Piedra. Caldenia, Diario La Arena, 13 de Febrero.

Artículo publicado en Caldenia, suplemento cultural del diario La Arena

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