SOBRE EL CALENDARIO REVOLUCIONARIO[1]
(Carta a Jean Rous, 22 de
octubre de 1937)
Querido amigo,
En su carta del 5 de mayo [2]
me llama usted la atención sobre una pretendida contradicción en la apreciación
de las jornadas de mayo en Barcelona, entre la carta de Lund («La insurrección
en Cataluña, algunas consideraciones previas»), fechada el 12 de mayo de 1937,
y mi artículo («La verificación de las ideas y de los individuos a través de la
experiencia de la revolución española»), fechado el 24 de agosto de 1937. [3]
Esta pretendida contradicción
concierne a la analogía con las jornadas de julio en Petrogrado.[4]
Usted mismo predice que los propoumistas van a servirse de esta
«contradicción». No lo creo así, ya que sería demasiado...imprudente. He
releído los textos de los dos artículos. Yo no he encontrado la menor
contradicción. Al contrario, se completan.
La analogía histórica
Cada acontecimiento concreto de
la historia viene determinado por una multitud de factores fundamentales y
secundarios. La dialéctica hace que factores de segundo, tercero o décimo
orden, tomen, por determinado acontecimiento, una importancia decisiva. De esta
forma, se puede afirmar con seguridad que la derrota del proletariado alemán vino
determinada, no por el bajo nivel de las fuerzas productivas, ni por la
insuficiencia del desarrollo del antagonismo de las clases, sino directa, e incluso exclusivamente, por la
carencia de un partido revolucionario. Sin embargo, nosotros sabemos que en la
jerarquía de los factores históricos el partido ocupa el lugar X.
En las jornadas de julio en
Rusia, si se analizan a fondo, se encuentran de arriba abajo todos los factores
que determinan la historia precedente del país: el nivel de las fuerzas productivas,
el peso especifico del proletariado, el papel del campesinado, el lugar de
Petrogrado en la vida nacional, el papel de los diferentes partidos -sin hablar
de la influencia de la guerra y el enorme peso especifico del ejército-. Así
pues, es evidente que las jornadas de julio no pueden repetirse nunca y en
ningún lugar. ¿Para qué sirve esta analogía? Únicamente para aclarar un nuevo
acontecimiento desde el punto de vista que nos interesa prácticamente ahora. Así, a menudo, he invocado las jornadas de
julio como el ejemplo de una grave derrota que, sin embargo, no es decisiva y
que incluso puede ser considerada como una etapa inevitable en el camino de la
victoria. Sin embargo hay que añadir que, de ninguna forma, esta victoria queda
asegurada por la derrota, sino que solamente es posible con determinadas
condiciones suplementarias, incluida una justa política revolucionaria.
«Lo que hay que subrayar»
El artículo de Lund, escrito el
12 de mayo de 1937 en base a informaciones «no sólo incompletas, sino incluso
conscientemente deformadas», dice: «La analogía con los acontecimientos de
julio del 17 es tan evidente, que no hace falta insistir en ello. Lo que hay
que subrayar, son, sobre todo, las diferencias.» El autor está lejos aquí de
contentarse con la analogía. Por el contrario advierte al lector de la
insuficiencia de ésta para el análisis y el pronóstico. Lo que hay que subrayar, dice, son, sobre todo, las diferencias. La analogía con las jornadas de julio
se impone en estas condiciones, desde el punto de vista de la propaganda
inmediata. Se trataba sobre todo de animar a los vencidos. «Los rusos tuvieron
también su derrota en julio, pero después se apoderaron del poder.» A esto se
reduce en este caso la analogía. Debido a que Lund no se dirigía directamente a
las masas, sino a sus dirigentes,[5]
dice en su carta: «Naturalmente os habéis de servir del ejemplo del julio ruso
para animar a los obreros. Esto es tan evidente que no vale la pena insistir.»
Pero no olvide que, aparte de esta sencilla analogía, que tiene su importancia
para la propaganda inmediata, las situaciones son absolutamente diferentes, y
que nuestro análisis y nuestro pronóstico deben basarse, no tanto en los rasgos
comunes como en las diferencias. Lund caracteriza el movimiento de mayo como
«espontáneo», es decir, que estalló sin
que los dirigentes lo advirtieran, incluyendo a los del P.O.U.M. (una analogía
más con las jornadas de julio). Pero en la misma carta, Lund llama al
movimiento de mayo por su verdadero nombre: una insurrección. Está lejos de analizar esta insurrección como
«prematura».[6] Se inquieta
por las noticias de un «armisticio» en Barcelona, mientras que en Petrogrado,
en julio de 1917, los bolcheviques buscaban el armisticio. Esto es lo que
afirma Lund sobre esta cuestión. ¿Qué significa el. armisticio de Barcelona del
que hablan los telegramas: la derrota de los insurrectos determinada ante todo
por la inconsistencia de la dirección, o la capitulación directa de los
dirigentes, apurados por la presión de las masas? Aún no lo sabemos. Por ahora
la lucha parece continuar fuera de Barcelona. ¿Es posible una nueva ofensiva en
Barcelona? Para Lund, se trata, en suma, de un movimiento insurreccional que,
cualquiera que sea su punto de partida, está dirigido por toda la situación
objetiva y por toda la historia precedente de la revolución, hacia la conquista
del poder. En esta cuestión, el único punto dudoso es la actitud de las
organizaciones de izquierda, el P.O.U.M. y los anarquistas. Tal era la
apreciación «previa» de Lund, dada en el mismo momento de los acontecimientos.
Mi artículo del 24 de agosto' se
dirigía sobre todo contra el camarada Vereecken. ¿En qué consiste su falta, o
mejor dicho, una de sus faltas, que son numerosas? En que basó su apreciación
de las jornadas de mayo en la analogía puramente formal con las jornadas de
julio. En lugar de estudiar la situación tal como se presentaba en mayo de
1937, después de más de seis años de desarrollo revolucionario, Vereecken
encuentra en el calendario esquemático algo que sirve para descifrar todos los
enigmas de la historia y de la política. En otros términos, Vereecken comete
precisamente el error contra el que Lund había intentado advertir cuando
escribía que: «Lo que hay que subrayar son, sobre todo, las diferencias.»
La toma del, poder era posible en mayo
A una distancia de varios
millares de kilómetros, sin tener las informaciones necesarias, que sólo pueden
conseguirse sobre el terreno, se podía preguntar si la toma del poder era
materialmente posible o no en mayo. Pero desde entonces, han aparecido en la
prensa de todas las tendencias, innumerables artículos, documentos,
informaciones. Todos los hechos, todos los datos, todos los testimonios tienden
hacia la misma conclusión: la conquista del poder era posible, estaba
asegurada, en la medida que el desenlace de la lucha pueda asegurarse por
adelantado. El testimonio más importante viene de los anarquistas. Desde la
insurrección de mayo, Solidaridad Obrera, no ha dejado de repetir la
misma melodía llorosa: «Se nos acusa de haber sido los instigadores de la
rebelión de mayo. Nosotros estábamos completamente en contra. ¿La prueba?
Nuestros enemigos la conocen tan bien como nosotros: si hubiésemos querido tomar el poder en mayo, lo hubiéramos podido hacer
con toda seguridad. Pero estamos en contra de toda dictadura, etc.» La
desgracia es precisamente que la C.N.T. no quisiera el poder. [7]
La desgracia es que la dirección del P.O.U.M. se haya adaptado pasivamente a
la, dirección de la C.N.T. La desgracia (de una forma mucho más modesta) es que
Vereecken, Sneevliet y Víctor Serge se hayan adaptado pasivamente a la actitud
del P.O.U.M. Peor aún, en el momento decisivo intentamos desenmascarar la
funesta suficiencia del P.O.U.M. (su propio hotel, su propia emisión de radio,
su propia imprenta, sus propias milicias), intentamos hacer comprender a los
dirigentes del P.O.U.M.,[8]
que la revolución» tiene su propia lógica despiadada, que no tolera los
compromisos a medias (por otra parte se debe precisamente a esto que los
estalinistas lo han conducido contra los socialistas y los anarquistas), es, en
este crítico momento, cuando los Vereecken, los Sneevlit, los Víctor Serge nos
han puesto los bastones en las ruedas.[9]«
Han encontrado aceptable sostener a la dirección del P.O.U.M., contra nosotros,
es decir, sus dudas, su inconsistencia, su oportunismo. Los acontecimientos
posteriores han aportado una despiadada confirmación. Después de las
denominadas «jornadas de julio» el P.O.U.M., lejos de reforzarse, ha sido
virtualmente aplastado. La C.N.T., cuya sombra era el P.O.U.M., está perdiendo
ahora sus posiciones una tras otra. No sabemos si la revolución española puede
ser salvada aún por una nueva erupción de la base. Pero la C.N.T. y el
P.O.U.M., hasta ahora, han hecho todo lo posible para asegurar la victoria de
los estalinistas, es decir, de la contrarrevolución. Y Vereecken, Sneevliet y
Víctor Serge, han hecho todo lo posible para apoyar al P.O.U.M. en este camino
de la derrota.
El problema decisivo
J
Todas nuestras secciones han
seguido el desarrollo de los acontecimientos en España con la mayor atención.
Si se hojea nuestra prensa internacional, sobre todo los boletines internos, se
puede constatar con satisfacción que la mayoría de las organizaciones han
sabido aplicar el método leninista en los acontecimientos españoles. Hemos
tenido correspondencia de Clart,[10].
de Moulin,[11] de Braun,[12]
de indiscutible valor marxista. De esta forma nuestra organización ha realizado
su prueba te ó rica en un tema de amplitud histórica. Y en cada etapa, los
camaradas Vereecken, Sneevliet y Víctor Serge, han opuesto a nuestra posición,
a la de la mayoría aplastante de la IVª Internacional, una actitud centrista,
tanto más acertada contra el S.I., como menos clara en su perspectiva y en sus
consignas.
Cuando el camarada Sneevliet se
sale continuamente de las relaciones normales en una organización
internacional, cuando se alía contra nosotros con nuestros adversarios más
implacables,[13] tomó como
pretexto el «mal funcionamiento », «la incompetencia» del S.I., etc. El
camarada Vereecken hace lo mismo, pero con las variantes personales que le son
propias. Sobre la cuestión del funcionamiento tenemos algunas cosas que decir a
nuestro camarada Sneevliet, para demostrar que la burocratización que enrarece
la vida del partido, o los antojos de los dirigentes, que no soportan
programas, tesis, ni discusiones, no pueden encontrar sitio en el partido
mundial de la revolución social.[14]
Pero hoy día no se trata del funcionamiento. Se trata de la actitud ante la
revolución española. Han surgido divergencias fundamentales. La política del
P.O.U.M. fue y sigue siendo (en la medida en que exista en la actualidad) la
política menchevique. La IVª Internacional continúa y desarrolla la tradición
bolchevique. Hay que escoger entre las dos líneas. Ésta es la cuestión
decisiva.
Nuestro método
La IVª Internacional no está
sino en sus comienzos. Tiene que llevar a cabo grandiosas tareas sobre nuestra
historia en los últimos diez años, no se nos podrá reprochar la falta de
paciencia y de aguante. Las expulsiones fueron extremadamente raras. Se pueden
contar con los dedos de la mano. Nuestra organización ha empleado siempre los
métodos de la discusión y de la persuasión, dejando siempre que los
acontecimientos verificasen los puntos de vista en conflicto.[15]
Numerosas dimisiones y expulsiones fueron provocadas por individuos y grupos
que, a pesar de nuestra buena voluntad y de nuestra paciencia pedagógica, han
reconocido ellos mismos la incompatibilidad de su «tendencia» con la organización
bolchevique. Los que se han separado de nosotros, alegando el «mal
funcionamiento» de la IVª Internacional, han caído en la nada, uno tras otro.
Todos los Landau,[16]
Witte,[17]
R. Molinier [18] Weisbord,
Field [19]
y otros, han tenido que confirmar con su propia experiencia que no es tan fácil
improvisar una tendencia fuera de líneas históricamente determinadas por un
desarrollo que se apoya sobre decenas de años, una grandiosa tradición
histórica, y el trabajo colectivo ininterrumpido del pensamiento marxista.
El camarada Sneevliet intenta
desde hace mucho separar su partido de la organización internacional. ¡Eso sí,
siempre emplea el número cuatro para designar su posición. Pero fuera de los
principios fundamentales, es decir, del programa bolchevique-leninista, fuera
de nuestro trabajo colectivo sobre esta base, la fórmula de la IVª
Internacional se convierte en una frase vacía que no sirve para nada. Esta
situación, cada vez más equivoca, dura ya más de tres años. Quizás es demasiado
tiempo para un «calendario revolucionario ». No es necesario decir que no
deseamos la escisión de nuestra sección holandesa. Todo lo contrario, lo que
pretendemos es que entre efectivamente en nuestro marco internacional, que
participe realmente en nuestra vida colectiva. Lo que ninguna organización
internacional puede tolerar, es que una de sus secciones quede aislada en un
compartimento estanco, y que nosotros no oigamos mas que las acusaciones cada
vez más acerbas, cada vez más injustas, del camarada Sneevliet, contra nuestro
« funcionamiento »., contra nuestros «métodos», para esconder de esta forma sus
diferencias fundamentales con los bolcheviques-leninistas. Naturalmente
Vereecken no deja pasar una ocasión para apoyar una política errónea, no
importa que sea de derecha o de izquierda.
Lo que necesitamos es una
discusión a fondo con nuestro partido hermano en Holanda. Es la única manera de
prevenir una escisión en las tinieblas, burocráticamente preparada y
burocráticamente realizada.[20]
Naturalmente nuestra sección belga participará en esta discusión que debe
preparar la próxima conferencia internacional. Nosotros mismos sabremos detener
a los que preparan la escisión. Saldremos de la discusión más maduros y más
unidos. Se acercan grandes acontecimientos, no tenemos derecho a cometer dos o
tres veces el mismo error. La revolución española, cualquiera que sea su
importancia, no es mas que una «repetición» de acontecimientos más grandiosos
todavía. Hay que sacar todas las lecciones de esta experiencia vivida para las
nuevas generaciones.[21]
No se trata de interpretaciones casuísticas de tal o cual cita como se podrá
alejarnos de nuestro camino. Los acontecimientos han hablado. La conferencia
internacional sabrá interpretar su voz.
CRUX
ES
HORA DE PASAR A UNA CONTRAOFENSIVA
[1] T. 4221. Esta carta, dirigida a Jean Rous, fue dictada por Trotsky en francés.
[2]
Esta fecha está confundida, ya que la carta de Rous
a la que contesta Trotsky hacia referencia a dos artículos, de los que el más
reciente era del 24 de agosto. Se puede pensar que la fecha real es la del 5 de
octubre.
[3] Ver más arriba. Fiel a las reglas de la clandestinidad, Trotsky habla de los artículos firmados con pseudónimo como si se tratase de artículos redactados por otros.
[4] Las jornadas de julio en Petrogrado habían consistido en un levantamiento de los obreros y de una parte de la guarnición. Fue calificada por los bolcheviques de prematura en relación con el desarrollo de la revolución en el resto del país.
[5] Se puede preguntar en qué dirigentes pensaría Trotsky en su artículo firmado Lund. Aunque pueda parecer sorprendente a la vista de los juicios que hace sobre ellos en el articulo del 12 de mayo, parece, según el texto del 22 octubre, que se trataba de los dirigentes del P.O.U.M., o por lo menos de algunos de ellos.
[6] Los bolcheviques hablan juzgado que la insurrección era prematura en julio de 1917, y lo habían dicho abiertamente, a pesar de que se solidarizaron con ella. En el espíritu de Vereecken, la analogía entre julio de 1917 y mayo de 1937, se imponía la conclusión de que la insurrección de Barcelona era igualmente prematura, y que el P.O.U.M. había actuado correctamente, teniendo en cuenta la deserción de la C.N.T., acompañando a esta última en la retirada.
[7] Desde el 6 de mayo aparecía en la prensa anarquista de Barcelona un manifiesto C.N.T.-F.A.I. titulado: «A la conciencia mundial» que declaraba: «Todo el mundo parece convencido de que los anarquistas y los anarcosindicalistas son culpables de los trágicos acontecimientos de Barcelona. Nada hay más falso. La C.N.T. y la F.A.I. siempre han estado dispuestas, y lo están hoy, a mantener no sólo el orden público, sino también ( ... ) la necesaria unidad ( ... ). La C.N.T. y la F.A.I. de Cataluña declaran que ni antes ni ahora han querido ni quieren tomar el poder ( ... ). La historia de nuestra organización demuestra que nosotros no queremos apoderamos del poder político.»
[8] Trotsky demuestra aquí cualquiera que fueran las opiniones defendidas anteriormente, que se dirigía a ellos en su polémica abierta contra Nin y los demás dirigentes del P.O.U.M., que era a ellos a quien «atacaba» y a quien se esforzaba por convencer.
[9] Fue a partir de febrero de 1937 -y sobre todo de marzo- cuando Trotsky vuelve a tomar la pluma para polemizar contra el P.O.U.M. Sneevliet, que juzgaba ya como excesiva la crítica de enero de 1936 relativa a la firma del bloque electoral con las izquierdas, se había declarado solidario con los dirigentes del P.O.U.M. desde el comienzo de la guerra civil. Vereecken manifestó su desacuerdo con el S.I. desde el Comité Central de noviembre de 1936 del P.S.R. belga, que acababa de fundarse. En cuanto a Víctor Serge, cooptado en el seno del «Buró internacional» a propuesta de Trotsky, con el que había sido contactado por el americano Muste en julio de 1936, según su propio testimonio, nunca le habían convencido los argumentos de Trotsky contra Nin. En la conferencia de Amsterdam, en enero de 1937, había hecho bloque con Sneevliet y Vereecken, contra una política que llevaba directamente a una escisión en el P.O.U.M. (Serge, Carnets, pp. 43-44.)
[10] «Clart» era, recordémoslo, el pseudónimo de Jean Rous, cuyo informe sobre España, publicado en el Service d’information et de Presse, reproducido en la prensa, había servido de base a las resoluciones del P.O.I. y del Buró Internacional en 1937, y sería muy utilizado en 1939 en el folleto titulado La revolución española asesinada.
[11] Estudiante de sociología en Ginebra, de origen polaco. Winter, llamado Hans Freud en Ginebra y Moulin en España, había llegado en las primeras semanas de la guerra civil, redactando textos cuyos extractos serían publicados en el Service d’information et de la Presse, asi como en Quatriéme Internationale.
[12] N. Braun era el pseudónimo habitual en esta época del alemán de nacionalidad checoslovaca Erwin Wolf, antiguo secretario de Trotsky en Noruega, miembro del S.I., y que fue voluntario a España en abril de 1937, a donde llegó poco después de la insurrección de mayo, pero no publicó ningún texto sobre España en esta época.
[13] Sneevliet y el R.S.A.P., a pesar de la decisión tomada en julio de 1936 por la conferencia llamada de Ginebra -a la que habían asistido de mala gana- había decidido participar en la conferencia de Bruselas, organizada por el Buró de Londres. Entre los organizadores de esta conferencia figura el dirigente del S.A.P. Jacob Walcher (Schwab), que llegaría a negarse a dar su testimonio en la comisión de investigación sobre los procesos de Moscú., mientras que el S.A.P. se unía al Frente Popular.
[14] Alusión al régimen interno del R.S.A.P., a la dureza con la que Sneevliet prohibía en él ciertas discusiones. Sneevliet, eficaz organizador, pero que apenas era un teórico, dirigía su partido con mano de hierro. El 18 de julio de 1936, Trotsky había escrito ya al R.S.A.P.: «Desgraciadamente -y se trata de un reproche que debo dirigir inmediatamente a mi querido amigo Sneevliet- la dirección holandesa está impregnada de un espíritu de la mayor intolerancia con respecto a toda crítica.» Por su parte, en el artículo que dedicó a la muerte de Sneevliet -fusilado por los nazis, Max Shachtman escribe: No debo decir que era superficial, y que la discusión con él era fácil. Por el contrario era un hombre punzante (prickly), testarudo y algo autoritario.» (New International, nº 6, julio de 1942, pp. 173-174.)
[15] El ejemplo de las relaciones entre el S.I. y Trotsky por una parte y la sección española por la otra, desde la ruptura personal entre Trotsky y Nin en 1932, hasta la denuncia de «traición» del P.O.U.M. en enero de 1936, viene a apoyar esta afirmación. El 29 de noviembre de 1936, ante el C.C. del partido belga, Erwin Wolf, hablando en nombre del S.I. respondió a las acusaciones lanzadas por Vereecken: «El conflicto ha estallado cuando nuestra sección francesa entró en la S.F.I.O. Nin fue el primero en la época que levantó la voz a propósito de la traición de nuestros camaradas franceses. Hemos refutado esta acusación. Esto duró un año más todavía. Después de un año, Nin decidió el ingreso en el P.O.U.M. El S.I. estaba en contra, pero no levanto la voz de traición. Dijo entonces que era preferible entrar en las Juventudes Socialistas, para vacunarlas contra el peligro estalinista. Nin no hizo nada, y hoy todavía hay una organización de la juventud estalinista. Nin abandonó en Madrid a las Juventudes Socialistas, que se unificaron con las Juventudes Comunistas, cayendo totalmente bajo la influencia de la IIIª Internacional. ¿Qué ha hecho el S.I.? Dijo: "No estamos de acuerdo, entre vosotros y nosotros existen divergencias tácticas, pero habéis entrado en el P.O.U.M., y esperamos naturalmente que haréis allí propaganda en favor de la IVª Internacional." Ahora bien, Nin abandonó este trabajo y al mismo tiempo comenzó a Mostrarse muy amable con el Buró de Londres. Ni excluimos ni censuramos entonces a Nin. Simplemente constatamos el desacuerdo.» Boletín interno del P.S.R., año 1.937, n.º l).
[16] En 1934-1935, Landau, emigrado a Francia, ligado a los oposicionistas del P.C. André Ferrat y Georges Kagan (Lenoir) de la revista ¿Que faire? habla criticado duramente, el «entrismo» como una «capitulación» hasta la socialdemocracia. Desde noviembre de 1936, estaba en Barcelona, militando en el P.O.U.M., colaborando en su «trabajo interno» y redactando artículos y folletos que firmaba Spectator o Wolf Bertram. Más tarde fue asesinado por la G.P.U
[17] Witte era uno de los responsables de la sección griega, miembro del S.I. hasta 1933. A lo largo de este año, y como consecuencia de las iniciativas tomadas para la construcción de la IVª Internacional, se constituyó en el seno de la Ligue una oposición que él apoyaba, y que abandonaría la Ligue para construir la Union Communiste (ver la carta de Trotsky al S.I. 8 de octubre de 1933 en Writings... 1933-1934, pp. 127-128, sobre los comienzos del asunto).
[18] La ruptura entre Trotsky y R. Molinier se había producido a finales de 1935 a consecuencia de la salida de la S.F.I.O. A pesar de su larga paciencia y la protección que le había concedido por medio de argumentos político-pedagógicos, Trotsky se mostraría, a partir de este momento, extremadamente severo con él.
[19] Weisbord y Field eran los dirigentes de las principales disidencias en el seno del movimiento americano. Abert Weisbord había fundado en 1931 la Communist League of Strugg1e. B. J. Field, dirigente en esta época de la huelga de hostelería de Nueva York, excluido justamente en este momento, fundó sucesivamente la Organisation Comitte for a Revolutionary Workers Party a principios de 1934, posteriormente la League for a Revolutionary Workers party. Hugo Oehler, que fue igualmente uno de los dirigentes de la huelga de hostelería, y adversario del entrismo, fundó, después de su exclusión en noviembre de 1933, la Revolutionary Workers League, la única de estas organizaciones que tuvo un mínimo de entidad. Todos estos disidentes estaban de acuerdo en su denuncia, en todas sus etapas de revolucionario, del «oportunismo» y del «revisionismo» de Trotsky, así como de sus «métodos».
[20] De hecho, esta ruptura se consumaría efectivamente en 1938.
[21] Para Trotsky, la «cuestión española» constituye el test educativo de los cuadros de la segunda generación -la primera era la de los bolcheviques que hablan formado los cuadros de la Oposición rusa- es decir, la que él se habla esforzado personalmente en educar desde su salida de la Unión Soviética. Los supervivientes fueron escasos. Después de la escisión de Burnham y de Shachtman, al comienzo de la guerra, y posteriormente con ocasión de la ocupación de Europa por los ejércitos de Hitler, se puede decir que casi toda esta generación estuvo en vías de desaparición. La verdad es que tras la capitulación de K. Rakovsky, en el momento de la fundación de la IVª Internacional, Trotsky era el único cuadro de su organización.