HACIA LAS MASAS [1]

 

(Carta al Secretariado Internacional, 27 de julio de 1936)

 

Los acontecimientos españoles -cualquiera que sea la forma en que termminen, aunque yo cuento con un desenlace favorable- tendrán gran trascendencia para el desarrollo de la IV.ª Internacional, tanto en Francia como en otras partes.

Ahora, la cuestión del Frente Popular se ha mostrado a los obreros con total claridad. Más de un socialista francés se pregunta (ver, por ejemplo, en Le Populaire el articulo del miserable Maurice Paz:[2] «¿ Por qué los dirigentes del Frente Popular, que tenían el poder desde febrero no tomaron las medidas necesarias con el ejército? ¡Qué error!, etc.» Esta gente no comprende que no se trata de un error sino de intereses de clase. Cuando la burguesía se ve obligada a firmar un pacto con las organizaciones obreras por medio de su ala izquierda, tiene más necesidad que nunca de su cuerpo de oficiales para hacer contrapeso, ya que de lo que se trata es de la protección de la propiedad privada, es decir, de lo más importante.

¡No se trata de un error! El gobierno del Frente Popular no era tal gobierno, sino un simple ministerio. El verdadero gobierno permaneció en el Estado Mayor, en los bancos, etc. Los radicales franceses han recibido la autorización para concluir un pacto con las organizaciones obreras con la condición de no tocar el cuerpo de oficiales. Sin embargo, si los obreros siguen presionando más, la maquinaria del Estado acabará cayendo de cabeza. Los sapistas[3] consideran el Frente Popular como un enriquecimiento de la táctica proletaria. Si no sirven para apreciar sus caracterización de clase, es que no sirven para nada. Consideran a los radicales como el ala derecha del Frente Popular, cuando en realidad son los representantes de la clase dominante, por medio de los cuales el capital financiero mantiene su dominación en el seno del Frente Popular y del proletariado.

En Francia, el problema está expuesto de forma aún más clara y más aguda que en España. Daladier tiene al ejército bajo su protección. No se trata de separar a media docena de oficiales fascistas fanfarrones. La totalidad del cuerpo de oficiales es profundamente hostil a la clase obrera. Si se pretende apartarlos, entonces, se «desorganiza el ejército» ¡Hitler está al caer! La burguesía -incluso la burguesía radical- no puede permitir que se toque el cuerpo de oficiales. Los «comunistas» tampoco lo desean ya que con este cuerpo de oficiales es con el que pretenden «defender» a la Unión Soviética; mañana, este cuerpo de oficiales, atacará al Frente Popular, es decir, en primer lugar a la clase obrera, establecerá una dictadura militar y concluirá una alianza con Hitler contra la U.R.S.S. En nuestra época, rica en catástrofes, las criminales consecuencias del oportunismo, aparecen en cada nuevo giro con redoblado vigor.

Hoy se ve más claramente el crimen cometido a principios de este año por los dirigentes del P.O.U.M., Maurín y Nin. Todo obrero que reflexione un poco puede preguntarles y les preguntará: «¿No habiáis previsto nada de esto? Entonces, ¿por que` firmasteis el programa del Frente Popular haciéndonos confiar en Azaña y compañía, en vez de inculcarnos la desconfianza en la burguesía radical?. Ahora estamos pagando vuestros errores con nuestra sangre.» Los obreros experimentarán una rabia especial contra Nin, ya que hace años pertenecía a una tendencia que había analizado correctamente el Frente Popular, que lo ha repetido a cada paso, que lo ha actualizado y concretado, Nin no puede invocar la excusa de la ignorancia -piadosa excusa para un dirigente- pues por lo menos debió leer los documentos que firmó.

Los acontecimientos españoles abrirán nuevas y grandes posibilidades, precisamente a expensas de las tendencias centristas, para la IVª Internacional, tanto en España Y Francia como en otras partes. En las actuales circunstancias, es dudoso que el Buró de Londres tenga aun fuerza para convocar en noviembre un «congreso de la paz», aunque sea sólo para sus militantes. De todas maneras no tenemos el más mínimo interés en prometer nuestra participación, dando así cierta autoridad a un congreso de nulidades, que es posible que no llegue a inaugurarse.[4] Debemos dirigirnos hacia las amplias masas, hacia las organizaciones de masas, a cualquier precio, por todos los medios, sin dejarnos influir ni paralizar por intransigencia conservadora. Pero, ante las masas debemos conservar nuestra fisonomía, evitar todos los compromisos con los vanidosos centristas, toda confusión de limites entre ellos y nosotros, en una palabra, todo acercamiento criminal.

Con mis mejores saludos.

 

 

PRIMERAS LECCIONES DE ESPAÑA

 

tomo segundo



[1] T. 3943. Esta carta, dirigida por Trotsky al S.I. el 27 de julio de 1936 no estaba destinada a la publicación como se lo confirmaría el propio Trotsky en una carta a Jean Rous. Su publicación en La Lutte Ouvriére del P.O.I., el 15 de agosto de 1936, ocasionó buen número de problemas. En primer lugar, porque se le atribuye un importante papel en el deterioro de las relaciones entre los trotskystas y el P.O.U.M., en agosto de 1936: el italiano Fosco, instalado, en Barcelona, fiel a Molinier, dice que los delegados del S.I. llegaron con el último número de La Lutte Ouvriére, que reproducía la carta en la que Maurin y Nin eran calificados de traidores. Sin embargo, la delegación del S.I., dirigida por Jean Rous, llegó a Barcelona el 5 de agosto, 10 días antes de la publicación del número que contenía la carta... Por su parte, Georges Vereecken afirma que la carta que Rous llevaba era una carta anterior dirigida «al grupo de Madrid». probablemente la que hemos publicado con el título «¿Qué deben hacer los B.-L. en España?». No nos ha sido posible esclarecer este punto. Se trate de una u otra carta, lo importante es que Trotsky califica de «traición» la firma que hizo el P.O.U.M. -Nin y Andrade- del acuerdo electoral de las izquierdas. Respecto a esto, Vereecken escribió: «Sabemos de buena fuente que el calificativo de traición emitido por Trotsky para calificar la política del P.O.U.M., calificativo usado, abusado y agravado por otros militantes de nuestro movimiento, apenó considerablemente al camarada Nin. Se quejó a varios militantes del movimiento internacional. Lo que le apenaba especialmente era que la fuente de los epítetos lanzados por los B.-L. de Barcelona y por el P.O.I. era la carta en cuestión, y que ésta provenía del camarada Trotsky, por el cual tuvo gran consideración hasta su muerte («La verificación de los individuos ... » B.I. del P.S.R., n.º 9, noviembre de 1937, pp. 36-37). Sólo queda por averiguar la razón de la publicación de una carta que no estaba destinada a ello, pero sobre este punto nos vemos igualmente reducidos a hipótesis. Vereecken en «Un poco de historia del papel de la G.P.U. en las filas del movimiento trotskysta» del 1º de octubre de 1965, publicado por la tendencia marxista-revolucionaria de la IVª Internacional (de Michel Pablo) subraya, entre otras cosas, el papel jugado en los organismos dirigentes del Centro por la IVª Internacional y alrededor de León Sedov, por el agente estalinista Marc Zborowsky, alias «Etienne», que confesaría más tarde parte de sus actividades ante la comisión de actividades antiamericanas del Senado de los Estados Unidos, y colaboraría con el F.B.I. en la represión de las redes de espionaje rusas. A propósito de esto, Vereecken escribe: «En 1935 era ya el hombre de confianza de Sedov, y poco después habría de convertirse en su más próximo colaborador. Hasta el estallido de la guerra, fue el hombre más influyente del S.I.. Únicamente entró en Estados Unidos en 1941. Es decir, durante cinco años no cesó de transformar los matices en tendencias, las tendencias en fracciones, las fracciones en enfrentamientos personales y rupturas». En algo parecido pensaba Victor Serge cuando afirmaba que las traducciones «exageraban el estilo de Trotsky». Durante un debate público organizado en París por el Cercle d'études marxistes, Wilebaldo Solano, dirigente de las J.C.I. durante la guerra civil y secretario general del P.O.U.M. en el exilio, retomó esta hipótesis, preguntándose si la G.P.U. no habría trabajado en el mismo sentido, «creando diferencias entre el P.0.U.M. y la IVª Internacional, entre el P.O.U.M. y Trotsky, entre Andrés Nin y Trotsky» (.Études marxistes, n.º 7-8. «La revolución española 1936-1939», p. 67). Aunque no puede descartarse esta hipótesis de una intervención de Etienne encaminada a envenenar las relaciones, no se apoya en ningún dato preciso. Señalemos de paso que Pierre Naville ha polemizado falsamente contra nuestra afirmación según la cual Etienne habría sido el «principal organizador en el plano material» de la conferencia de fundación de la IVª Internacional. (Le mouvement communiste en France, p. 631). Naville sospechaba de Etienne desde hacia mucho tiempo, pero no llegó a convencer a Sedov ni al propio Trotsky. Sin embargo, había tenido la precaución de mantenerlo apartado de los preparativos materiales. En Les Nótres, Elsa Poretsky, viuda de Ignace Reiss, asesinado por la G.P.U., afirma que «la irresponsabilidad de Víctor Serge, permitió a Etienne preparar la operación» (pp. 280 y ss.).

[2] El abogado Maurice Paz, antiguo responsable del P.C.F., había editado la revista Contre le Courrant y publicado los principales textos de la Oposición de izquierda rusa. Después de su ruptura con Trotsky se afilió a la S.F.IO. (Le mouvement communiste en France, pp. 324 y ss.).

[3] El S.A.P. (Sozialistische Arbeiterpartei Deutschiands), había nacido de una escisión de izquierda del partido socialdemócrata alemán en octubre de 1931 ' posteriormente se le añadieron elementos de la antigua oposición de derecha del K.P.D., sobre todo Jacob Walcher (Schwab) y Paul Frölich. En 1933, firmó la «Carta de los cuatro por la IVª Internacional». En 1935 se acercaría a la orientación del Frente Popular, y en el Buró de Londres llegaría a ser el principal adversario de Trotsky y de la IVª, Internacional. Uno de los motivos de Trotsky contra el P.O.U.M. era precisamente su alianza con el S.A.P. en el Buró de Londres. La ruptura entre el P.O.U.M. y el S.A.P. -uno de cuyos principales representantes en España era Willy Brandt- no se efectuaría hasta un año más tarde a causa de la publicación el 1º de mayo de una declaración del Comité Ejecutivo del P.O0.U.M., condenando la política proestalinista del S.A.P. Sin embargo, este último ya había firmado el pacto del Frente Popular alemán. (L’Humanité, 9 de enero de 1937.)

[4] Finalmente la apertura de este congreso tendría lugar en Bruselas el 31 de octubre de 1936, con la participación del P.O.U.M., que había enviado una fuerte delegación con Gorkin; del I.L.P. y del S.A.P. sobre todo, aparte de personalidades como Marceau Pivert. Por parte de los partidos de la IVª Internacional asistieron el americano Field y el R.S.A.P. de Sneevliet. El centro por la IVª Internacional había decidido no participar; N. Braun, del Secretariado internacional, lo razonaba así: «La transformación del P.O.U.M. durante los acontecimientos españoles en una organización centrista de izquierda no cambia en nada el carácter global del congreso de Bruselas ( ... ) no pudo ser utilizado como tribuna, ya que se encontraban demasiado lejos del centro de la revolución». Gorkin defendió la política del P.O.U.M. ante el congreso, su entrada en el gobierno catalán, la disolución de los comités, afirmando la oposición del P.O.U.M. al centro por la IVª Internacional. Sin embargo, el congreso se dividiría entre un ala izquierda, con el P.O.U.M., que propugnaba la fundación de una nueva Internacional y un ala derecha, encabezada por el S.A.P. Una resolución de compromiso, negociada por el inglés Fenner Brockway, habría de decidir finalmente una conferencia en Barcelona para «examinar las condiciones, impulsar y organizar las fuerzas necesarias para la fundación de una nueva internacional revolucionaria». El 2 de diciembre el S.I. daba a conocer su intención de dirigirse a Barcelona en la medida en que «el P.O.U.M., por lo menos, había sabido ganar cierta influencia de masas y representa el porvenir revolucionario a los ojos de una amplia fracción del proletariado catalán» (La Lutte ouvriere, 25 de diciembre de 1936). Pero esta conferencia de Barcelona, atrasada de mes en mes, acabó siendo anulada (ver más abajo, pp. 79-83).

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