INTRODUCCIÓN
El proletariado sufre una nueva derrota. Franco se ha apoderado de Cataluña. Más de dos años y medio de luchas sangrientas, de sacrificios innumerables del proletariado español, ¡y todo para acabar con una nueva victoria de la reacción!
* * *
El carácter improvisado y un poco desordenado
de este trabajo se debe a las condiciones de su nacimiento. Pero, si bien
carece de carácter sistemático, expresa las necesidades más
candentes de la hora actual.
Después de mi regreso a Francia, los camaradas
me han preguntado. Me han pedido que explicara las razones de la catástrofe.
¿Por qué Barcelona fue entregada sin combate? ¿Por
qué los obreros catalanes, que han dado tantas pruebas de heroísmo,
no han replicado al fascismo? ¿Cuál era la actitud de las
organizaciones proletarias en el momento crítico? etc... Lo que
más extrañaba a mis interrogadores era la extrema facilidad
del avance fascista, el hecho de que Franco no encontrara resistencia en
este proletariado que había realizado el 19 de julio.
Tenía que explicar, sobre la base de mi
experiencia, lo que acababa de pasar. Tenía que informar de los
hechos. Expliqué cómo las posiciones estratégicas
de primera importancia fueron abandonadas sin combate, los planes de defensa
entregados al enemigo por el estado mayor traidor, cómo fue saboteada
la industria de guerra, la economía desorganizada, los mejores militantes
obreros asesinados, los espías fascistas protegidos por la policía
"republicana", en suma, cómo la lucha revolucionaria del proletariado
contra el fascismo fue traicionada y cómo España fue entregada
a Franco.
Mis informes, mis análisis, todo conducía
a una sola y misma fuente: la política criminal del Frente Popular.
Sólo la revolución proletaria podía derrotar al fascismo.
Ahora bien, toda la política de los dirigentes republicanas, socialistas,
comunistas y anarquistas, tendía a destruir la energía revolucionaria
del proletariado. "Primero ganar la guerra, después hacer la revolución",
esta fórmula reaccionaria mataba la revolución para matar
seguidamente la guerra. Se tenía la esperanza de ganar así
el apoyo de la burguesía, llamada democrática, de Francia
e Inglaterra. En nombre de esta política se abandonó todo,
se fue de capitulación en capitulación, se traicionó
todo, se desmoralizó al proletariado, se aplastó en primer
lugar al POUM, después a los anarquistas, se provocaron las sangrientas
jornadas de Barcelona, hasta culminar ahora en el pronunciamiento profranquista
de Miaja-Casado, dirigido contra las comunistas que, durante estos treinta
meses, han preparado las condiciones de su propio aplastamiento.
La cadena ininterrumpida de crímenes del
Frente Popular conduce al fascismo.
Los jefes republicanos, socialistas, anarquistas,
todos han colaborado en preparar esta catástrofe. Pero los grandes
artífices de la derrota y del crimen contra el proletariado fueron,
indiscutiblemente, los stalinistas. Pusieron al servicio de una política
contrarrevolucionaria la autoridad de que gozaban, a causa de la bandera
de la Revolución de Octubre, que han robado y arrastran por el fango.
Sin embargo, es difícil imaginar condiciones
objetivas más favorables para la revolución proletaria que
las que existían en España.
* * *
Los obreros del mundo entero deben sacar lecciones
de esta trágica experiencia. No son ni el socialismo ni el marxismo
los que han fallado en España, sino aquellos que los han traicionado
cobardemente. La sociedad actual se encuentra ante una trágica alternativa:
hacia atrás, es decir, conservar el capitalismo, que sólo
puede evolucionar hacia las formas más bárbaras, o hacia
adelante, hacia el socialismo. Querer conservar la democracia burguesa
es una ilusión estúpida. El fascismo o la revolución
proletaria, este es el dilema para el proletariado internacional.
El primer deber de la vanguardia revolucionaria
es esclarecer la situación real a los obreros, decir la verdad.
El proletariado va de derrotas en derrotas, pero
a pesar de ello hay progresos. En Alemania, en 1933, el proletariado, dirigido
por los socialdemócratas y los comunistas, lo cedió todo
al fascismo sin combate. En Austria, en 1934, el proletariado de Viena
fue el primero en dar la señal de resistencia. El eco de esta resistencia
fue la gloriosa Comuna de Asturias. En España, el proletariado,
a pesar de la criminal política del Frente Popular, ha sabido resistir
cerca de tres años. A los obreros de otros países corresponderá
el honor de poder, no sólo resistir, sino vencer al fascismo y hacer
triunfar la revolución proletaria. Pero, para vencer, el proletariado
debe forjar el arma de lucha: el partido revolucionario y la Internacional
Revolucionaria, la Cuarta.
* * *
Este trabajo no tiene la pretensión de responder a todas las cuestiones, siquiera las más urgentes, planteadas por la trágica experiencia. Si el autor de estas líneas ha arrojado un poco de luz y ha facilitado la comprensión de los problemas de la guerra civil española, tendrá el sentimiento de que su trabajo no ha sido en vano.
M. CASANOVA
Perpignan, 16 de marzo de 1939