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Generación
doÆr
(r/D),
«generación». Este nombre pertenece a una raíz común semítica que significa
«duración» en semítico oriental y «generación» en semítico occidental. Los
términos acádicos daru («larga
duración») y duru («círculo») por su
estructura parecen estar relacionados con la raíz del vocablo hebraico
doÆr.
En el Antiguo Testamento,
la palabra doÆr aparece unas 166
veces; 74 de estos casos tienen que ver con una repetición del término («doÆr»
más «doÆr») que significa «siempre».
La primera vez que aparece el vocablo es en Gn 6.9: «Estas son las
generaciones [el recuento de la vida] de Noé: Noé, varón justo, era perfecto
en sus generaciones; con Dios caminó Noé».
Primero, «generación» se
refiere concretamente al «lapso de una vida»: «Entonces Jehová dijo a Noé:
Entra en el arca tú, y toda tu familia, porque he visto que tú eres justo
delante de mí en esta generación» (Gn 7.1). La Biblia describe una
«generación» como «perversa» (Dt 32.5) y otra como «justa» (Sal 14.5). Otro
matiz del elemento temporal de doÆr
es el lapso que abarca, a grosso modo, desde el nacimiento hasta la madurez
del ser humano, lo que en el Antiguo Testamento equivale a unos 40 años (Nm
14.33). Abraham recibió la promesa que cuatro «generaciones» de sus
descendientes morarían en Egipto antes de heredar la tierra prometida. Se
advierte a Israel que se mantenga fiel al Señor, de otra manera, el castigo
se extendería hasta la cuarta «generación» (Éx 20.5). En marcado contraste,
el amor del Señor se extiende por mil «generaciones» de los que le aman (Dt
7.9).
El elemento perdurable de
la fidelidad del pacto divino se expresa de diversas maneras con la palabra
doÆr: «Por generación y generación
es tu fidelidad; estableciste la tierra, y se mantiene firme» (Sal 119.90
rva).
El uso de
doÆr en Is 51 ilustra la doble
perspectiva de «generación», que abarca tanto el futuro como el pasado.
Isaías habla de la justicia perenne del Señor y dice que su liberación
(salvación) es sempiterna (lit., «por siglos de siglos», v. 8). No obstante,
en vista a la situación en que se encontraba Israel, Isaías suplicó que el
Señor manifestara su poder amoroso en favor de su pueblo como en el pasado (lit.,
«generaciones del pasado», v. 9). Por tanto, dependiendo del contexto,
doÆr puede referirse al pasado, al
presente o al futuro.
El salmista reconoció la
obligación de una «generación» hacia las venideras: «Una generación
celebrará tus obras ante otra generación, y anunciará tus poderosos hechos»
(Sal 145.4 rva). Aun los de cabellos canosos tienen la oportunidad de
instruir a la juventud (Sal 71.17–18).
En la Septuaginta,
doÆr se traduce casi siempre con
genea («generación»). «Generación»
es la traducción más usual en la rv y sucesivas revisiones.
Gloria
Nombre
tip<eret
(tr,a,p]Ti),
«gloria, belleza, ornamento, distinción, orgullo». Este vocablo se encuentra
unas 51 veces en todos los períodos del hebreo bíblico.
El término expresa
«belleza» externa: «Harás vestiduras sagradas para tu hermano Aarón, que le
den gloria y esplendor» (Éx 28.2 rva: primera mención del vocablo). En Is
4.2, la palabra califica el fruto de la tierra como la «belleza» o el
«adorno» (lba) de los sobrevivientes de Israel.
Tip<eret
(o tip<arah) significa «gloria» en
varios casos, con referencia a rango. Una corona de «gloria» es una corona
que, por su valor, indica un alto rango; la sabiduría, por ejemplo, otorgará
«corona de gloria» (Pr 4.9 bla; «hermosura» rvr, rva, nrv, lba). «Corona de
honra son las canas» (Pr 16.31 rva), recompensa por una vida justa. En Is
62.3 (rvr), la frase «corona de gloria» («hermosura» lba; «esplendor» rva)
tiene como paralelo a «diadema de reino» («real»). El término también
califica la grandeza de un rey (Est 1.4) y de los habitantes de Jerusalén (Zac
12.7). En cada uno de estos ejemplos, el vocablo enfatiza el rango de las
personas u objetos que se califican. La palabra se usa en el sentido de
«reconocimiento»: «De modo que Él te ponga más alto que todas las naciones
que ha hecho, en cuanto a alabanza, renombre y gloria» (Dt 26.19 rva).
Matizando aun más la
connotación de «rango», tip<eret (o
tip<arah) se usa con referencia a
Dios, destacando su rango, renombre y «belleza» inherente: «Tuyos son, oh
Jehovah, la grandeza, el poder, la gloria, el esplendor y la majestad» (1 Cr
29.11 rva).
El término se refiere al
«honor» de una nación, o sea, su posición delante de Dios: «Derribó del
cielo a la tierra la hermosura de Israel» (Lm 2.1 rvr, rv-95; «esplendor»
rva; «gloria» nbe). Este matiz es muy evidente en pasajes como Jue 4.9:
«¡Ciertamente iré contigo! Solo que no será tuya la gloria, por la manera en
que te comportas; porque en manos de una mujer entregará Jehovah a Sísara» (rva).
En Is 10.12,
tip<eret (o
tip<arah) expresa un concepto
demasiado alto de sí mismo: «Castigaré el fruto del corazón orgulloso del
rey de Asiria y la ostentación [«gloria»] de su altivez» (lba).
Verbo
pa<ar
(ra'P;),
«glorificar». Este verbo aparece 13 veces. Un ejemplo es Is 60.9: «Y al
Santo de Israel, que te ha glorificado».
Gobernar
mashal
(lv'm;),
«gobernar, reinar, dominar». El término es de uso corriente en hebreo
antiguo y moderno. Se encuentra alrededor de 100 veces en el texto hebreo
veterotestamentario. El vocablo se usa por primera vez en Gn 1.18, donde el
sol, la luna y las estrellas se pusieron para «dominar en el día y en la
noche» (rva).
Mashal
se usa con mayor frecuencia en el texto para expresar «el gobierno o
dominio» de una persona sobre otra (Gn 3.16; 24.2). Se aconseja a Caín que
debe «dominar» o «enseñorearse» del pecado (Gn 4.7). Los hermanos de José
responden a sus sueños con una pregunta airada: «¿Has de reinar [malak]
tú sobre nosotros y nos has de dominar [mashal]?»
(Gn 37.8 rva; la frase hebrea dice literalmente «gobernando gobernarás»,
repitiendo la misma raíz para mayor énfasis).
Como Creador y Soberano
sobre su mundo, Dios «se enseñorea con su poder para siempre» (Sal 66.7 rva).
Cuando Dios permitió que Israel tuviera un rey, fue con la condición de que
Él sería Rey supremo y que la primera lealtad se le debía a Él (Dt
17.14–20). Tal vez Gedeón exprese con más claridad este ideal teocrático:
«Yo no os gobernaré a vosotros, ni tampoco os gobernará mi hijo. Jehová os
gobernará» (Jue 8.23). Con la posible excepción de David, ningún rey de
Israel alcanzó plenamente este ideal teocrático, ¡y aun él tuvo sus
problemas!
Gracia, Favor
Verbo
janan
(÷n"j;), «ser
misericordioso, considerado; favorecer». El término se encuentra en
ugarítico antiguo con un significado muy parecido al hebreo bíblico. Sin
embargo, en el hebreo moderno, janan
pareciera dar mayor énfasis en la acepción más fuerte de «perdonar o mostrar
misericordia». El vocablo aparece unas 80 veces en el Antiguo Testamento
hebreo, y por vez primera en Gn 33.5: «Son los hijos que Dios, en su gracia,
ha dado a tu siervo». Por lo general, este término sugiere un «favor» que se
hace, a menudo inesperado e inmerecido. Janan
puede expresar «generosidad», un regalo del corazón (Sal 37.21). Sobre todo,
Dios es la fuente de un «favor» no merecido (Gn 33.11), y una vez tras otra
se le suplica que actúe con acciones «gratuitas» como solo Él lo puede hacer
(Nm 6.25; Gn 43.29). El salmista ora: «Aparta de mí el camino de la mentira,
y en tu misericordia [«bondad» lba] concédeme tu ley» (Sal 119.29; «y dame
la gracia de tu ley» bj).
El «favor» de Dios se
percibe sobre todo en su liberación del pueblo de Dios de sus enemigos y de
los males que les rodean (Sal 77.9; Am 5.15). Sin embargo, Dios extiende su
«misericordia», según su voluntad y acción soberana, a quienquiera que Él
escoge (Éx 33.19).
De muchas maneras
janan combina el significado de
haris (que en griego clásico indica
«encanto» o «benevolencia») y el sentido neotestamentario de «favor no
merecido» o «misericordia».
Nombre
jen
(÷je), «favor;
gracia». La raíz, que significa «favorecer», es un término semítico común.
En acádico, el verbo enenu
(«compadecer») está relacionado con hinnu
(«favor»), que solo aparece como nombre propio. El nombre hebreo
jen está 69 veces, sobre todo en el
Pentateuco y en los libros históricos hasta Samuel. Es un poco más frecuente
en los libros poéticos, aunque casi no figura en los libros proféticos. El
primer caso se encuentra en Gn 6.8: «Pero Noé halló gracia en los ojos de
Jehová».
El significado básico de
jen es «favor». Cualquier cosa
«placentera y agradable» se puede describir con esta palabra. Cuando se dice
que una mujer tiene jen, es porque
es «graciosa o agraciada» (Pr 11.16); o el término puede llevar una idea
negativa por asociación (Pr 31.30). Las palabras de una persona pueden tener
«gracia»: «El que ama la pureza de corazón y tiene gracia al hablar tendrá
por amigo al rey» (Pr 22.11; cf. Sal 45.2).
Jen
también denota la reacción a cualquier cosa «agradable». Los siguientes
verbos se usan con este vocablo: «extender» (Gn 39.21), «dar» (Éx 3.21) y
«hallar» (Gn 6.8). Las expresiones idiomáticas equivalen en castellano a los
verbos «gustar» o «querer»: «¿Por qué he hallado gracia ante tus ojos, para
que tú te hayas fijado en mí, siendo yo una extranjera?» (Rt 2.10 rva).
Adjetivo
jannuÆn
(÷WNj'),
«clemente»). Uno de los 13 casos del adjetivo se encuentra en Éx 34.6: «Jehovah
pasó frente a Moisés y proclamó: Jehovah, Jehovah, Dios compasivo y
clemente, lento para la ira y grande en misericordia y verdad» (rva).
Guerra, Batalla
Nombre
miljamah
(hm;j;l]mi),
«guerra; batalla; escaramuza; combate». Este vocablo tiene un cognado en
ugarítico. Aparece 315 veces en el hebreo bíblico durante todos los
períodos.
El vocablo significa
«guerra» o una confrontación total entre dos fuerzas (Gn 14.2). Puede
referirse a hostilidades en forma más concreta; una «batalla»: «Y ordenaron
contra ellos batalla en el valle de Sidim» (Gn 14.8). El término no solo
implica el objetivo general, sino también el ardor de una lucha mano a mano:
«¡Estruendo de batalla hay en el campamento!» (Éx 32.17 rva).
Miljamah se refiere además al arte
marcial, o sea, al «combate»: «Jehovah es un guerrero» (Éx 15.3 rva).
En el Antiguo Testamento
hay varios principios que al parecer regían en una «guerra». No se permitía
la violencia injusta. Sin embargo, la «guerra» como parte de la vida de
aquellos tiempos, Dios la encabezó (Jue 4.16) y usó (Nm 21.14). Se promete
protección divina a Israel (Dt 20.1–4) siempre y cuando se precedieran las
batallas con sacrificios en reconocimiento del liderazgo y soberanía de Dios
(1 S 7.9), y se le consultara y obedeciera (Jue 20.23). Ni una vida se
perdería (Jos 10.11). El símbolo de la presencia de Dios en «batalla» era el
arca del pacto (1 S 4.3–11). Pero su presencia en un combate demandaba
pureza espiritual y ritual (Dt 23.9–14). Antes y durante la batalla sonaban
las trompetas delante de Dios, a la espera de victoria y gratitud (Nm
10.9–10); y también para comunicarse los comandantes con sus tropas. Un
grito de guerra anunciaba el comienzo de una «batalla» (Jos 6.5). Al
principio, el ejército israelita consistía de todo varón entre los veinte y
cincuenta años de edad (Nm 1.2–3). A veces solo se convocaban ciertos
segmentos de este ejército potencial (Nm 31.3–6). Había varias
circunstancias que permitían eximir a alguien de una «guerra» (Nm 1.48–49;
Dt 20.5–8). Durante los reinados de David y Salomón se fue formando un
ejército profesional. Llegó a su apogeo particularmente bajo Salomón cuyo
ejército tuvo renombre por sus carruajes de guerra. A las ciudades que
rodeaban a Palestina se les ofrecía términos de rendición antes de
atacarlas. Aceptarlos implicaba que los subyugaran y esclavizaran (Dt
20.10–11). Las ciudades y los pueblos en la tierra prometida debían
aniquilarse totalmente. Estaban bajo prohibición (Dt 2.34; 3.6; 20.16–18).
Por consiguiente, las batallas se consideraban extraordinariamente sagradas
(guerra santa); todo se consagraba y sacrificaba a Dios. Se amonesta a los
reyes de Israel a no confiar en el poderío de muchos caballos y carruajes,
sino en Dios (Dt 17.16). A los ejércitos de Israel se les prohibía talar
árboles frutales para construir sus equipos de asedio (Dt 20.19–20). El pago
de los soldados era el botín de «guerra» (Nm 31.21–31) que se repartía entre
todo el ejército, aun los que quedaban en la retaguardia (Nm 31.26–47; Jue
5.30). Se asignaba también una parte para Dios (Nm 31.28–30).
Verbo
lajam
(µj'l;),
«librar batalla, batallar, pelear, luchar, guerrear». El verbo aparece 171
veces en el hebreo bíblico. La primera mención es en Éx 1.10: «Ahora, pues,
seamos sabios para con él, para que no se multiplique, y acontezca que
viniendo guerra, él también se una a nuestros enemigos, y pelee contra
nosotros, y se vaya de la tierra». |
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