ba'al «señor; baal».
En acádico, el nombre belu («señor») dio lugar al verbo belu
(«gobernar»). En otras lenguas del semítico nordoccidental, el nombre
ba'al tiene un significado un tanto diferente, puesto que otros términos
han asumido el significado de «señor» (cf. heb. <adoÆn.) con los
cuales el vocablo hebreo ba'al parece guardar relación.
La palabra
ba'al aparece 84 veces en el Antiguo Testamento hebreo; 15 veces
significa «marido» y 50 veces se refiere a una divinidad. El nombre ba'al
aparece por primera vez en Gn 14.13: «Y vino uno de los que escaparon, y lo
anunció a Abram el hebreo, que habitaba en el encinar de Mambre el amorreo,
hermano de Escol y hermano de Aner, los cuales eran aliados de [literalmente
«ba>ales» del pacto con] Abram».
El
significado primario de ba'al es «poseedor». Isaías usa a ba'al
con sentido paralelo a qanah, lo cual pone en claro el significado
básico de ba'al: «El buey conoce a su dueño [qanah], y el asno
el pesebre de su señor [ba'al]; Israel no entiende, mi pueblo no
tiene conocimiento» (Is 1.3). Un individuo puede ser dueño [ba'al] de
un animal (Éx 22.10), una casa (Éx 22.7), una cisterna (Éx 21.34) y hasta de
una esposa (Éx 21.3).
Una
acepción secundaria, «marido», se expresa con claridad mediante la frase
ba'al ha-ishshah (literalmente, «dueño de la mujer»). Por ejemplo: «Si
algunos riñen, y hieren a una mujer embarazada, y esta aborta, pero sin
causarle ningún otro daño, serán penados conforme a lo que les imponga el
marido [ba'al ha-ishshah] de la mujer y juzguen los jueces» (Éx 21.22
rv-95). El significado de ba'al está estrechamente ligado al de
ish («hombre»), como se puede apreciar en dos ejemplos en el pasaje
siguiente: «Oyendo la mujer de Urías que su marido [is] Urías era
muerto, hizo duelo por su marido [ba'al]» (2 S 11.26).
El término
ba'al junto con otro nombre puede significar una característica o
cualidad peculiar: «Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador» (Gn
37.19; literalmente, «el maestro de sueños»).
En tercer
lugar, la palabra ba'al puede denotar cualquier divinidad ajena al
Dios de Israel. Baal fue un nombre común para el dios de la fertilidad de
Canaán, sobre todo en la ciudad cananea de Ugarit. El Antiguo Testamento
registra que «Baal» era el dios de los cananeos. Durante el tiempo de los
jueces, los israelitas adoraron a Baal (Jue 6.25–32) y también durante el
reinado de Acab. Elías se levantó en oposición a los sacerdotes de Baal en
el monte Carmelo (1 R 18.21ss). Muchas ciudades consagraron a Baal como un
dios local mediante actos especiales de culto: Baal-peor (Nm 25.5), Baal-berit
en Siquem (Jue 8.33), Baal-zebub (2 R 1.2–16) en Ecrón, Baal-zefón (Nm 33.7)
y Baal-hermón (Jue 3.3).
Entre los
profetas, Jeremías y Oseas mencionan a Baal con mayor frecuencia. Oseas
describe a Israel que se ha vuelto a los baales y que solo se vuelve al
Señor después de un tiempo de desesperación (Os 2.13, 17). Dice que el
nombre de ba'al no se usará más, ni siquiera con el significado de
«Señor» o «amo», por la contaminación del término por prácticas idólatras:
«En aquel tiempo, dice Jehová, me llamarás Ishi, y nunca más me llamarás
Baali. Porque quitaré de su boca los nombres de los baales [ba'alim],
y nunca más se mencionarán sus nombres» (Os 2.16–17). En días de Oseas y
Jeremías aún se adoraban ídolos de ba'al porque la gente sacrificaba,
construía lugares altos y fabricaba imágenes de ba'alim (plural).
En la
Septuaginta, el término ba'al no se traduce de manera uniforme:
curios («señor», «dueño»); aner («hombre», «marido»); la simple
transliteración; y ba'al. La rv lo traduce así: «Baal, hombre, dueño,
marido, señor».
Bendecir
Verbo
barak, «arrodillarse, bendecir, ser bendecido,
maldecir». La raíz de esta palabra se encuentra en otras lenguas semíticas,
las cuales, como la hebrea, lo usan con mayor frecuencia con referencia a un
dios. Existen también paralelos del vocablo en egipcio.
Barak
aparece unas 330 veces en la Biblia, comenzando por Gn 1.22: «Y Dios los
bendijo, diciendo: Fructificad y multiplicaos». Las primeras palabras que
Dios dirige al hombre comienza de la misma manera: «Y los bendijo Dios, y
les dijo: Fructificad y multiplicaos» (v. 28). De esta manera se demuestra
que toda la creación depende de Dios para su continua existencia y
multiplicación (cf. Sal 104.27–30). Barak se usa otra vez en relación
al género humano en Gn 5.2, al principio de la historia de los hombres de
fe, y de nuevo después del diluvio en Gn 9.1: «Bendijo Dios a Noé y a sus
hijos». El elemento central del pacto de Dios con Abram es: «Te bendeciré …
y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren … y serán benditas en
ti todas las familias de la tierra» (Gn 12.2–3). Esta «bendición» sobre las
naciones se repite en Gn 18.18; 22.18; y 28.14 (cf. Gn 26.4; Jer 4.2). En
todos estos casos, la bendición de Dios se dirige a las naciones a través de
Abraham o su simiente. La Septuaginta traduce todos estos casos de barak
en el pasivo, como lo hacen también algunas traducciones modernas. Pablo
cita la traducción en la Septuaginta de Gn 22.18 en Gl 3.8.
La promesa
del pacto convocó a las naciones a buscar la «bendición» (cf. Is 2.2–4),
pero dejando bien en claro que la iniciativa para la bendición proviene de
Dios, y que Abraham y su simiente debían ser instrumentos de bendición.
Dios, ya sea en forma directa o a través de sus representantes, aparece más
de 100 veces como el sujeto de este verbo. La bendición levítica está basada
en esta orden: «Así bendeciréis a los hijos de Israel … Jehová te bendiga …
y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré» (Nm
6.23–27).
Se usa la
forma pasiva de barak cuando Melquisedec pronuncia la «bendición de
Dios sobre la humanidad»: «Bendito sea Abram del Dios Altísimo» (Gn 14.19).
«Bendito por Jehová mi Dios sea Sem» (Gn 9.26) es una expresión de alabanza.
«Bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano» (Gn
14.20) es alabanza con acción de gracias.
Una forma
común de saludarse era: «Bendito seas tú de Jehová» (1 S 15.13; cf. Rt 2.4).
Saúl «salió a recibir [a Samuel], para saludarle» (1 S 13.10).
En 2 Cr
6.13 se usa la forma simple del verbo: «Se arrodilló». Seis veces se usa el
vocablo para indicar el acto de maldecir, como en Job 1.5: «Quizá habrán
pecado mis hijos, y habrán blasfemado contra Dios en sus corazones».
Nombre
berakah, «bendición». La forma del radical
de esta palabra se encuentra en las lenguas semíticas del noroeste y del sur
de la región semítica. Se usa conjuntamente con el verbo barak
(«bendecir») 71 veces en el Antiguo Testamento. El término aparece con mayor
frecuencia en Génesis y en Deuteronomio. La primera vez es el caso de la
bendición de Dios sobre Abram: «Y haré de ti una nación grande y te
bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición [berakah]»
(Gn 12.2).
Cuando la
expresa el hombre, «bendición» es un deseo o una súplica en pro de bendición
futura: «Y [Dios] te dé la bendición de Abraham, y a tu descendencia
contigo, para que heredes la tierra en que moras, que Dios dio a Abraham»
(Gn 28.4). Esto se refiere a la «bendición» que los patriarcas antes de
morir solían pronunciar sobre los hijos de Israel. La «bendición» de Jacob a
las tribus (Gn 49) y la «bendición» de Moisés (Dt 33.1ss) son otros ejemplos
bien conocidos de este hecho.
Bendición
era lo contrario a maldición (qelalah): «Quizá me palpará
mi padre, y me tendrá por burlador, y traeré sobre mí maldición y no
bendición» (Gn 27.12). Una forma concreta de presentar una bendición era
mediante un regalo. Por ejemplo: «Acepta, te ruego, el regalo que te he
traído, pues Dios me ha favorecido y todo lo que hay aquí es mío. E insistió
hasta que Esaú lo tomó» (Gn 33.11 rv-95). La «bendición» dirigida a Dios es
una expresión de alabanza y gratitud, como en el caso siguiente: «Levantaos,
bendecid a Jehová vuestro Dios desde la eternidad hasta la eternidad; y
bendígase el nombre tuyo, glorioso y alto sobre toda bendición y alabanza»
(Neh 9.5).
La
bendición del Señor descansa sobre quienes le son fieles: «La bendición, si
oyereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios, que yo os prescribo hoy»
(Dt 11.27). Su bendición trae justicia (Sal 24.5), vida (Sal 133.3),
prosperidad (2 S 7.29) y salvación (Sal 3.8). La «bendición» es como lluvia
o rocío: «Y daré bendición a ellas y a los alrededores de mi collado, y haré
descender la lluvia en su tiempo; lluvias de bendición serán» (Ez 34.26; cf.
Sal 84.6). El Señor envía su «bendición» en la comunión de los santos: «Como
el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sion; porque allí
envía Jehová bendición, y vida eterna» (Sal 133.3).
En contados
casos se dice que el Señor hizo que personas fuesen de «bendición» a otros.
Abraham es bendición a las naciones (Gn 12.2). Se espera que sus
descendientes sean de bendición a las naciones (Is 19.24; Zac 8.13).
La
Septuaginta traduce berakah como eulogia
(«alabanza; bendición»). Varias versiones modernas lo traducen como
«bendición o regalo».
Bestia
behema,«bestia; animal; animal doméstico;
ganado; corcel; animal salvaje». El vocablo tiene un cognado en arábigo. En
todos los períodos del hebreo bíblico encontramos behema
unas 185 veces. En Éx 9.25 el término abarca hasta los «animales» más
grandes, pues son todos los animales de Egipto: «Y aquel granizo hirió en
toda la tierra de Egipto todo lo que estaba en el campo, así hombres como
bestias». Este mismo significado se resalta también en Gn 6.7: «Raeré de
sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta
la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo». En 1 R 4.33 el vocablo
behema pareciera excluir a las aves, los peces y los
reptiles: «Asimismo [Salomón] disertó sobre los animales, sobre las aves,
sobre los reptiles y sobre los peces».
El término
puede referirse a todos los animales domésticos y animales exceptuando a los
seres humanos: «Luego dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su
género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie» (Gn
1.24: primer caso). Salmo 8.7 usa behema como paralelismo
sinónimo a «bueyes» y «ovejas», como si ambos fuesen incluidos: «Ovejas y
bueyes, todo ello, y asimismo las bestias del campo». Sin embargo, el
vocablo puede referirse únicamente a ganado: «Su ganado, sus bienes y todas
sus bestias serán nuestros» (Gn 34.23).
Una
acepción poco usual es cuando significa «cabalgadura» tal como un caballo o
una mula: «Me levanté de noche, yo y unos pocos varones conmigo, y no
declaré a hombre alguno lo que Dios había puesto en mi corazón que hiciese
en Jerusalén; ni había cabalgadura conmigo, excepto la única en que yo
cabalgaba» (Neh 2.12).
Poquísimas
veces behema representa cualquier animal salvaje de cuatro
patas o sin domesticar: «Y todos sus cadáveres servirán de comida a toda ave
del cielo y fiera de la tierra, y no habrá quien las espante» (Dt 28.26).
Bien, Hacer
Verbo
yatab, «ser bueno, hacerlo bien, estar contento,
agradar, hacer bien». El vocablo está en varias lenguas semíticas y es muy
común en hebreo, tanto antiguo como moderno. Yatab se encuentra
aproximadamente 100 veces en el hebreo bíblico. Encontramos este verbo dos
veces en el mismo versículo, en la historia de Caín y Abel: «Si haces lo
bueno, ¿no serás enaltecido?; pero si no haces lo bueno, el pecado está a la
puerta [«acechando» rv-95] y te seducirá» (Gn 4.7 rva: primera mención).
Otros
matices del verbo son: «favorecer» (Éx 1.20 rv-95), «tocar bien» [un
instrumento] (1 S 16.17), «adornar, embellecer» (2 R 9.30 lba, bj) e
«indagar bien» (Dt 17.4).
Adjetivo
toÆb, «bueno». Esta palabra aparece unas 500 veces en
el Antiguo Testamento. El primer caso es en Gn 1.4: «Y vio Dios que la luz
era buena». Dios evalúa la obra de creación de cada día como «buena»,
culminando con un «bueno en gran manera» (Gn 1.31).
ToÆb es un término positivo capaz de expresar varios
matices de lo «bueno»: un corazón «alegre» (Jue 18.20), palabras
«agradables» (Gn 34.18 bj, bnc) y un rostro «alegre» (Pr 15.13).
Bienaventurado
<ashreÆ, «bienaventurado, feliz». De las 44 veces que
aparece este nombre, 40 están en pasajes poéticos: 26 veces en los Salmos y
8 en Proverbios.
El término
comunica básicamente la «prosperidad» o «felicidad» que experimentan los que
son favorecidos (bendecidos) por alguien superior. En la mayoría de los
pasajes, quien otorga el favor es Dios mismo: «Bienaventurado tú, oh Israel.
¿Quién como tú, pueblo salvo por Jehová» (Dt 33.29). La persona
bienaventurada no siempre goza de una situación «feliz»: «He aquí
bienaventurado [feliz] es el hombre a quien Dios castiga; por tanto, no
menospreciéis la corrección del Todopoderoso, porque Él es quien hace la
llaga, y Él la vendará» (Job 5.17–18). Elifaz no quiso decir que la
condición de Job era, en sí, «feliz»; sino que Dios estaba preocupado por
él, por tanto era «bienaventurado». Su situación era «feliz» porque el
resultado sería bueno. Job, por tanto, debería reírse de su adversidad (Job
5.22).
A juzgar
por las palabras lisonjeras de la reina de Sabá a Salomón (1 R 10.8), no
siempre es Dios el causante de la «buenaventura».
Ser
«bienaventurado» ante Dios puede que no siempre tenga relación con las
situaciones sociales o personales que hoy en día consideramos necesarias
para alcanzar la «felicidad». Si bien «bienaventurado» es la traducción
correcta de <ashreÆ, hoy no se puede decir lo mismo de «feliz», que
no tiene el mismo peso para los lectores modernos de la Biblia.
Boca
peh,
«boca; orilla; filo; abertura; entrada; collar; palabra; orden; mandamiento;
evidencia». Este vocablo tiene cognados en ugarítico, acádico, arábigo,
arameo y amorita. En el hebreo bíblico aparece unas 500 veces durante todos
los períodos.
En primer
lugar, el término significa «boca», a menudo la «boca» humana: «Y él hablará
por ti al pueblo: él te será a ti en lugar de boca» (Éx 4.16). En pasajes
como Nm 22.28 el vocablo se refiere a la «boca» de un animal: «Entonces
Jehová abrió la boca al asna, la cual dijo a Balaam». Cuando se menciona la
boca de un ave, se tiene en mente el pico: «Y la paloma volvió a él a la
hora de la tarde; y he aquí que traía una hoja de olivo en el pico» (Gn
8.11). La misma palabra puede servir de metáfora. En Gn 4.11 (la primera
cita), «la boca de la tierra», alude a la tierra que traga un líquido que se
derrama: «Ahora, pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para
recibir de tu mano la sangre de tu hermano». Un caso semejante aparece en
Sal 141.7: «Son esparcidos nuestros huesos a la boca del Seol». En este
caso, Seol se concebiría como una fosa que personificadamente abre su «boca»
para consumir a los que mueren.
Segundo, el
término puede usarse de manera impersonal, o sentido no personificado, como
una «abertura»: «Vio un pozo en el campo; y he aquí tres rebaños de ovejas
que yacían cerca de él, porque de aquel pozo abrevaban los ganados … y había
una gran piedra sobre la boca del pozo» (Gn 29.2). En Is 19.7 la misma
palabra representa la «orilla» de un río: «Las praderas junto al río, junto
a las riberas del río, y toda sementera del río se secarán, se perderán y no
serán más» (rv-95. Génesis 42.27 usa peh para referirse a un
orificio, o sea, el espacio entre los bordes de un costal: «Vio su dinero
que estaba en la boca de su costal». Un caso similar aparece en Jos 10.18,
donde el vocablo se refiere a la «boca» o «abertura» de una cueva. No solo
peh significa una abertura que se cierra de todos lados, sino también
una puerta de ciudad que se abre desde arriba: «Junto a las puertas, a la
entrada de la ciudad» (Pr 8.3 rv-95). Éxodo 28.32 se vale de este término
para significar la «abertura» en una túnica con cuello tejido: «En su
centro, por arriba, habrá una abertura, alrededor de la cual tendrá un borde
de obra tejida, como el cuello de un coselete, para que no se rompa»
(rv-95). Job 30.18 usa el vocablo para referirse solamente al «cuello»: «La
violencia deforma mi vestidura; me ciñe como el cuello de mi túnica» (cf.
Sal 133.2).
En varios
pasajes peh significa filo de espada, tal vez porque con ello se
consume y/o muerde: «Y a Hamor y a Siquem su hijo los mataron a filo de
espada» (Gn 34.26).
Varias
expresiones idiomáticas dignas de mención incorporan a peh. En Jos
9.2 «concertar» o «de común acuerdo» es literalmente «con una sola boca»:
«Se concertaron para pelear contra Josué e Israel». En Nm 12.8 «cara a
cara», la frase que traduce el hebreo «boca a boca», describe la insólita
comunicación divina. Una construcción semejante aparece en Jer 32.4 (cf.
34.3, que tiene la misma fuerza): «Y Sedequías rey de Judá no escapará de la
mano de los caldeos, sino que de cierto será entregado en mano del rey de
Babilonia, y hablará con él boca a boca, y sus ojos verán sus ojos». La
frase «de boca en boca» o «boca a boca» puede significar «de punta a punta»:
«Y entraron en el templo de Baal, el cual se llenó de extremo a extremo» (2
R 10.21 rva). La frase «a boca llena» hace hincapié en el consumo egoísta:
«Del oriente los sirios, y los filisteos del poniente; y a boca llena
devorarán a Israel» (Is 9.12). «Taparse la boca con la mano» es un gesto de
silencio (Job 29.9). «Preguntar a la boca de alguien» es indagarle
personalmente: «Vamos a llamar a la muchacha y a preguntarle su opinión
[preguntar a su boca]» (Gn 24.57 nbe).
Este
vocablo también puede representar «palabra» u «orden»: «Tú estarás sobre mi
casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo» (Gn 41.40). «Por dicho
[boca] de testigos» significa «testimonio»: «Cualquiera que diere muerte a
alguno, por dicho [boca] de testigos morirá el homicida» (Nm 35.30). En Jer
36.4, «de boca de» significa «dictar»: «Y escribió Baruc de boca de
Jeremías, en un rollo de libro, todas las palabras que Jehová le había
hablado».
Peh, cuando se usa con varias preposiciones, tiene
significados particulares. (1) Con ke, significa «según».
En Lv 25.52 esta misma construcción se matiza como «conforme a»: «Y si queda
poco tiempo hasta el año del jubileo, entonces hará un cálculo con él, y
devolverá su rescate conforme [en proporción a] a los años que falten»
(rv-95). «Según» aparece también en pasajes como Nm 7.5: «Recíbelos de
ellos: serán para el servicio del tabernáculo de reunión. Los darás a los
levitas, a cada uno según [rv-95; «conforme a» rvr; «de acuerdo con» rva] su
ministerio». En Éx 16.21, peh, con el sentido de «cuanto», se traduce
como «según» en la mayoría de las versiones (rvr, rva, rv-95, bj, nbe). Un
matiz diferente se encuentra en Job 33.6: «Heme aquí a mí en lugar de Dios,
conforme a tu dicho [«como tú» bj, rva; «lo mismo que tú» rv-95, nbe; «igual
que tú» bla]». (2) Cuando a la palabra la precede un le,
tiene significados bastante parecidos a los anteriores. En Lv 25.51
significa «conforme a». Jeremías 29.10 le da al vocablo el sentido de
«según»: «Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años», puede leerse
literalmente «según el cumplimiento de los setenta años de Babilonia». (3)
En relación con >al, el vocablo significa «según» o «en proporción a»
(Lv 27.18).
La frase
pi senayim (literalmente, «dos bocas») tiene dos acepciones diferentes.
En Dt 21.17 quiere decir «doble porción» (dos partes): «Reconocerá al hijo
de la mujer aborrecida como primogénito para darle una doble porción de todo
lo que tiene» (rva). La misma frase también puede significar «tres partes»:
«Y acontecerá en toda la tierra, dice Jehová, que dos tercios serán
exterminados y se perderán, mas el otro tercio quedará en ella» (Zac 13.8
rv-95).
Brazo
zeroÆa>,
«brazo; poder; fuerza; ayuda; socorro». Hay cognados de zeroÆa> en
los lenguajes del noroeste y sur semítico. Son 92 los casos de zeroÆa>
a través de todos los períodos del hebreo bíblico. Un cognado, >ezroÆa>,
aparece dos veces (Job 31.22; Jer 32.21). En el arameo bíblico encontramos
los términos dra> y >edra una vez cada uno.
Zerôa`
significa «brazo», una extremidad del cuerpo: «Dijo acerca de Gad: ¡Bendito
el que hizo ensanchar a Gad! Como león habita, y arrebata el brazo y aun la
coronilla» (Dt 33.20 rva). En Gn 49.24 (primera mención), el vocablo se
refiere a brazos: «Mas su arco se mantuvo poderoso, y los brazos de sus
manos se fortalecieron». La fuerza de sus brazos le permitió tensar el arco.
En algunos pasajes, zeroÆa> se refiere específicamente al antebrazo:
«Será como cuando el segador recoge la mies y con su brazo siega las
espigas» (Is 17.5). En otros casos, el vocablo representa el hombro: «Pero
Jehú tensó su arco e hirió a Joram por la espalda» (2 R 9.24 rv-95).
ZeroÆa> connota el «origen de la fuerza»: «Quien
adiestra mis manos para la batalla, para entesar con mis brazos el arco de
bronce» (Sal 18.34). En Job 26.2, los pobres que no tienen poder son como
brazos sin fuerza.
La fuerza
de Dios se describe metafóricamente mediante antropomorfismos (atribución de
partes del cuerpo humano), tales como «brazo extendido» (Dt 4.34) o «brazo
fuerte» (Jer 21.5). En Is 30.30, el término pareciera representar
relámpagos: «Y el Eterno hará oír su majestuosa voz, mostrará el descenso de
su brazo, con ira encendida y llama de fuego consumidor; con torbellino,
tempestad y granizo» (nrv; cf. Job 40.9).
Con
frecuencia, el brazo es símbolo de fuerza, tanto del hombre (1 S 2.31) como
de Dios: «Aun en la vejez y en las canas, no me desampares, oh Dios, hasta
que proclame a la posteridad las proezas de tu brazo [«tu poder» rv-95,
nrv], tu poderío a todos los que han de venir» (Sal 71.18 rva). En Ez 22.6
zeroÆa> puede traducirse «poder»: «He aquí que los príncipes de
Israel, cada uno según su poder, se esfuerzan en derramar sangre». «Ayuda»
(«socorro») es un tercer matiz: «También el asirio se ha juntado con ellos;
sirven de brazo a los hijos de Lot» (Sal 83.8).
El término
puede también representar fuerzas políticas o militares: «Y las fuerzas del
sur no podrán sostenerse, ni sus tropas escogidas, porque no habrá fuerzas
para resistir» (Dn 11.15; cf. Ez 17.9).
En Nm 6.19
zeroÆa> es el muslo o espaldilla de un animal: «Después tomará el
sacerdote la espaldilla del carnero cocido» (cf. Dt 18.3).
Buscar
Verbo
baqash, «buscar, procurar, consultar». Este verbo
aparece en ugarítico, fenicio y hebreo (tanto bíblico como posbíblico). Se
encuentra en la Biblia unas 220 veces y en todos los períodos.
Fundamentalmente baqash significa «buscar» con el fin de hallar algo
que está perdido o que falta, o al menos cuya ubicación se desconoce. En Gn
37.15 un hombre le pregunta a José: «¿Qué buscas?» Un matiz particular de
esta acepción es «buscar dentro de un grupo; escoger, seleccionar» a algo o
a alguien aún no identificado, como en el caso de 1 S 13.14: «Jehová se ha
buscado un varón conforme a su corazón». Buscar el rostro o cara de alguien
es «procurar» entrar en su presencia o tener una audiencia favorable con él;
todo el mundo «procuraba ver» la cara de Salomón (1 R 10.24 nrv). En un
sentido similar uno puede «consultar» el rostro de Dios orando en la
presencia de Dios en el templo (2 S 21.1).
El sentido
de «procurar para asegurase» enfatiza la búsqueda de un deseo o el logro de
un plan. Moisés preguntó a los levitas que se habían rebelado en contra de
la posición privilegiada de Aarón y sus hijos: «¿Procuráis también el
sacerdocio?» (Nm 16.10). Esto puede tener un matiz emotivo (antes que
informativo), tal como, «aspirar o dedicarse a» y «estar preocupado por».
Dios pregunta a los hijos de los hombres (seres humanos): «¿Hasta cuándo
volveréis mi honra en infamia, amaréis la vanidad, y buscaréis la mentira?»
(Sal 4.2). En un contexto cultual se puede «procurar» o «asegurarse» del
favor o ayuda de Dios: «Y se reunieron los de Judá para pedir socorro a
Jehová» (2 Cr 20.4). En estos casos, el elemento intelectual no es, por lo
general, de interés primordial; no es información lo que se busca. Hay una
excepción en Jue 6.29: «Y buscando [baqash] e inquiriendo [darash],
les dijeron: Gedeón hijo de Joás lo ha hecho». En contadas ocasiones el
verbo se usa con el sentido de buscar información de Dios (Éx 33.7). Con un
sentido parecido se puede «buscar» el rostro de Dios (2 S 21.1). En este
caso baqash claramente connota procurar información (una búsqueda
cognitiva). Véase también la búsqueda de sabiduría (Pr 2.4).
La
connotación de «buscar seguridad» puede referirse a la búsqueda de la vida (nepesh).
Dios dijo a Moisés: «Vé y vuélvete a Egipto, porque han muerto todos los que
procuraban tu muerte» (Éx 4.19).
Baqash puede usarse con este mismo matiz, pero sin
nepesh (como cuando Faraón «procuró matar a Moisés» [Éx 2.15]). Solo hay
dos casos en que este matiz del vocablo se refiere a procurar el bien, como,
por ejemplo, en Sal 122.9: «Por amor a la casa de Jehová nuestro Dios
buscaré tu bien» (en general se usa darash cuando se trata de
procurar el bien propio).
Unas 20
veces baqash tiene la acepción de responsabilizar a alguien por algo
sobre lo cual el sujeto tiene un derecho legal (real o imaginario). En Gn
31.39 (el primer caso del verbo en la Biblia) Jacob se defiende con Labán:
«A mí me lo cobrabas», refiriéndose a animales destrozados por fieras.
Muy pocas
veces baqash se refiere a buscar o trasladarse hacia algún lugar.
José «buscó dónde llorar; y entró en su cámara, y lloró allí» (Gn 43.30).
El verbo
puede usarse teológicamente, no solo en el sentido de procurar un espacio
delante del Señor (o sea, estar delante de Él en el templo buscando su
bendición), pero también puede referirse a una actitud: «Pero cuando desde
allí busques a Jehovah tu Dios, lo hallarás, si lo buscas de todo tu corazón
y con toda tu alma» (Dt 4.29 rva). En casos como este donde el verbo se usa
en un paralelismo sinónimo con darash, ambos verbos tienen el mismo
significado.
darash, «buscar, indagar, consultar, preguntar,
requerir, frecuentar». Este verbo es un término semítico común que se
encuentra en ugarítico y siríaco, y también en el hebreo de varios períodos.
En hebreo moderno se usa comúnmente en los verbos, «interpretar» y
«exponer», y también en los derivados de los nombres «sermón» y
«predicador». Darash aparece más de 160 veces en el Antiguo Testamento,
comenzando con Gn 9.5: «Porque ciertamente demandaré la sangre de vuestras
vidas». A menudo tiene la connotación de venganza por ofender a Dios o por
derramamiento de sangre (véase Ez 33.6).
Un uso
bastante frecuente del término es en la expresión «consultar a Dios», que a
veces indica una búsqueda en oración privada de la dirección divina (Gn
25.22); a menudo se involucra un profeta como instrumento de la revelación
divina (1 S 9.9; 1 R 22.8). En otras ocasiones la expresión se usa en
relación con el Urim y el Tumim cuando el sumo sacerdote procuraba descubrir
la voluntad de Dios lanzando las piedras sagradas (Nm 27.21). Exactamente lo
que esto involucraba no está claro, pero suponemos que las respuestas serían
«sí» o «no» según cayeran las piedras. Los pueblos paganos y aun israelitas
apóstatas «indagaban» de dioses paganos. Por lo que el rey Ocozías instruyó
a sus mensajeros: «Id y consultad a Baal-zebub dios de Ecrón, si he de sanar
de esta enfermedad» (2 R 1.2). En flagrante violación de la Ley Mosaica (Dt
18.10–11), Saúl acudió a la adivina de Endor para «consultar» (rva) con
ella, lo cual en este caso implicaba convocar al difunto profeta Samuel (1 S
28.3ss). Saúl procuró a la adivina de Endor como último recurso, diciendo:
«Buscadme una mujer que tenga espíritu de adivinación, para que yo vaya a
ella y por medio de ella pregunte» (1 S 28.7; «consulte» rva).
Con
frecuencia, el vocablo se usa para describir la «búsqueda» del Señor en el
sentido de establecer con Él una relación de pacto. A menudo los profetas se
valieron de darash mientras convocaban al pueblo a dar un giro
completo en sus vidas, diciendo: «Buscad a Jehová mientras puede ser
hallado» (Is 55.6).
Nombre
Midrash puede significar «estudio; comentario;
historia». El vocablo aparece unas pocas veces en el hebreo bíblico tardío
(2 Cr 13.22); se usa corrientemente en el judaísmo posbíblico para referirse
a los diversos comentarios tradicionales por los sabios judíos. Un ejemplo
de cómo el término se encuentra está en 2 Cr 24.27: «En cuanto a los hijos
de Joás, y la multiplicación que hizo de las rentas … he aquí está escrito
en la historia [comentario] del libro de los reyes».