¡¡CRISTO REY DE REYES!!

 

 

CRISTO REY, AUTOR Y FIN DE LA CREACIÓN

"En el principio era le Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios. El estaba en el principio en Dios. Todas las cosas por El han sido hechas, y nada de lo que existe ha sido hecho sin El".
Pero si es principio del universo, el Verbo es también su Fin.
Nada tiene ésto de extraño: la primera causa eficiente es también la última causa final; la armonía de las cosas quiere que el Alfa sea el Omega, principio y fin, y que todo se termine y vuelva finalmente a su primer principio. ?Cómo no habría de ser el heredero y el término de los siglos aquél por quién los siglos comenzaron?
Ya desde el segundo versículo de su Epístola a los Hebreos, San Pablo lo enseñan vigorosamente: es el mismo hijo de Dios quien ha hecho los siglos y en quien los siglos terminan como en el heredero de su obra común. Y que todas las cosas acaben en El, que en El encuentren su término y su consumación, proviene de que el Padre Le ha instituido heredero de todas las personas y cosas. Filiación y herencia van juntas: la una es consecuencia de la otra. Y esto significa igualmente que toda la historia se orienta hacia El, que es le heredero del largo esfuerzo de los siglos, y que todos han trabajado para El.
¿Acaso Sócrates, Platón y Aristóteles no han pensado para El? ¿Es que la Iglesia no ha venido, a su hora, para recoger como bien suyo, como una riqueza preparada por Dios para ella, todo el fruto de la inteligencia antigua? ¿Para quién sino para la Iglesia, han hablado la Ley y los profetas, la religión judía se ha desarrollado, las escuelas socráticas han discutido, los pueblos se han mezclado, los judíos han sido puestos en contacto sucesivamente con todas las grandes monarquías, el Imperio Romano adquirió su poderosa estructura? El Señor es le heredero de todo; a El, primero en el pensamiento de Dios, se han ordenando todas las obras de Dios.
Por tanto, Jesucristo es Rey.
No hay ni un Profeta, ni un Evangelista, ni uno de los Apóstoles que no le asegure su cualidad y sus atribuciones de Rey.
"Un niño nos ha nacido y un hijo nos ha sido dado", Escribe Isaias en su visión profética. "El imperio ha sido asentado sobre sus hombros..." Daniel es aun más explícito: "Yo miraba en las visiones de la noche y he aquí que, sobre las nubes, vino como un Hijo de hombre; él avanzó hasta el anciano y le condujeron ante él. Y éste le dió el poder, gloria y reinado, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su dominación es una dominación eterna que no acabará nunca y su reino no será nunca destruido..."
"Príncipe de los reyes de la tierra" le llama San Juan en el Apocalipsis, y sobre sus vestiduras como sobre El mismo, pudo leer el Apóstol: "Rey de los reyes y Señor de los señores".

 
CRISTO ES REY UNIVERSAL

Por tanto, Jesucristo es Rey. Rey por derecho de nacimiento eterno, puesto que en Dios.
Pero también por derecho de conquista, de redención y de rescate.
"Omnia potestas data es mihi in coelo et in tierra", "Todo poder me ha sido dado en el cielo y en la tierra.
En el cielo y en la tierra..., que es como decir: en el orden sobrenatural y en el orden natural.
Sí, todo poder ha sido dado a Cristo en el cielo y en la tierra. Verdad que esta en la base misma del catolicismo.
Jesucristo ha pedido y Su Padre le ha concedido. Todo desde entonces le ha sido entregado. Está a la cabeza y es le jefe de todo, de todo sin excepción.
"En El y rescatados pro Su sangre", escribía San Pablo a los Colosenses, "tenemos la redención y la remisión de los pecados; que es la imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque en El fueron creadas todas las cosas del Cielo y de la Tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades; todo fue creado por El y para El. El es anterior a todo y todo subsiste en El es la cabeza del cuerpo de la Iglesia. El es el principio, el primogénito de los muertos, para que tenga la primaria sobre todas las cosas: Y plugo al padre que en El habitase toda la plenitud de la Divinidad, y por el reconciliar consigo, pacificando por la Sangre de su Cruz todas las cosas, así las de la tierra como las del cielo, en Jesucristo Nuestro Señor".
No establezcáis, pues, en modo alguno excepción allí donde Dios no ha dejado lugar a la excepción -exclama Monseñor Pie-. El hombre individual y el jefe de familia, a el simple ciudadano y el hombre público, los particulares y los pueblos, en una palabra, todos los elementos de este mundo terrestre, cualesquiera que sean, deben sumisión y homenaje al hombre de Jesús.

 

CRISTO ES REY DE LAS NACIONES

Jesucristo es Rey universal... y, por tanto, Rey de los reyes, Rey de las naciones, Rey de los pueblos, Rey de las instituciones, Rey de las sociedades, Rey del orden político como del orden privado.
¿Cómo podría ser de otro modo? Si Jesucristo es rey universal, ¿Cómo podría esa realeza no ser también realeza sobre las instituciones, sobre el Estado: Realiza social? Sin embargo,, ¡cuántos se dejan engañar!
A quienes se obstinan en negar la autoridad social del cristianismo, San Gregorio Magno da la respuesta. En ele comentario del Evangelio en que se cuenta la adoración de los Magos, al explicar el misterio de los dones ofrecidos a Jesús por estos representantes de la gentilidad, el Santo Doctor se expresa en estos términos: "Los Magos -dice- reconocen en Jesús la triple cualidad de Dios, de hombre y de Rey. Ofrecen al Rey oro, al Dios incienso, al Hombre mirra. Ahora bien, hay algunos heréticos que creen que Jesús es Dios, que creen igualmente que Jesús es hombre, pero que se niegan en absoluto a creer que Su reino se extiende por todas partes".
"Hermano mío -dice Monseñor Pie-, dices que tienes la conciencia en paz, y al aceptar el programa del liberalismo, crees permanecer en la ortodoxia, ya que crees firmemente en la divinidad y humanidad de Jesucristo, lo que te basta para considerar tu cristianismo inatacable. Desengáñate. Desde el tiempo de San Gregorio, había "algunos heréticos" que, como tú, creían en esos dos puntos; pero su herejía consistía en no querer reconocer en el Dios hecho hombre una realeza que se extiende a todo... No, no eres irreprochable en tu fe, y el Papa San Gregorio te inflige la nota de herejía, si eres de los que considerando un deber ofrecer a Dios el incienso, no quieren añadirle el oro...", es decir, reconocer y proclamar Su realeza social.
En nuestros días, Pío XI, con particular insistencia, ha querido recordar al mundo la misma doctrina en dos encíclicas especialmente escritas sobre este tema: "Ubi arcano Dei" y "Quas primas".
Esta es, pues, la enseñanza eterna de la Iglesia, y no una determinada prescripción limitada a una sola época.
 

REALEZA, NO "DE ESTE MUNDO", SINO SOBRE ESTE MUNDO
 

Sin embargo, ¿no está escrito: "Mi reino no es de éste mundo?". Su reino, ciertamente, no es de éste mundo, es decir, no proviene de éste mundo: "non est de hoc mundo"; y porque viene de arriba y no de abajo, "regnum meum non est hinc", ninguna mano terrestre podrá arrancárselo.
Dicho de otro modo, la fórmula "de este mundo" no significa en modo alguno que Jesús se niegue a reconocer el carácter de realeza social de Su soberanía.
Mi reino no es de este mundo; es decir, mi realeza no es una realeza según éste mundo, no es mi reino como los reinos de la tierra, que están limitados, sujetos a contratiempos... Mi realeza es mucho más que ésto. Mi reino no conoce fronteras; no depende de un plebiscito ni del sufragio universal. La buena o mala voluntad de los hombres no puede nada contra él.
Mi realeza no es una realeza que pasa. Mi trono no es un trono que tenga necesidad de soldados para conservarse, ni que una revolución pueda derrocar.
No soy un rey de este mundo, porque los reyes de este mundo pueden engañar y ser engañador; se puede uno librar de ellos; se puede huir de su justicia... Nada de ésto es posible a mi respecto.
No es, pues, sin manifiesto abuso que la respuesta de nuestro Señor a Pilatos es interpretada casi siempre en un sentido restrictivo para hacer creer en una realeza exclusivamente espiritual, realeza sobre las almas, y no una realeza sobre los pueblos, las naciones y los gobernantes Si "mi reino no es de éste mundo" significara que la realeza de Nuestro Señor no sobrepasa el orden de la vida interior de las almas, sería necesario admitir que aquella otra frase de Jesús, "todo poder me ha sido dado en el cielo y en la tierra", no es más que una amable jactancia, Sería preciso decir que muchos otros pasajes del Antiguo y del Nuevo Testamento son fórmulas huecas y sin valor. Habría que decir, sobre todo, que la Iglesia no ha cesado, desde hace veinte siglos, de equivocarse en este punto.

EL DIOS-HOMBRE: REY DE REYES

Volvamos a los evangelios, en el capítulo del interrogatorio de Pilatos... Para lo sucesivo, y a través de Pilatos, Jesús ha querido dar la lección completa a los políticos de todos los tiempos. Observemos cuidadosamente la admirable progresión de la lección divina. En primer lugar, y por caridad, Jesús se esfuerza por disipar el equivoco fundamental que podría asustar y, por ésto mismos, cerrar el corazón al mismo tiempo que entenebrecer el espíritu: "Mi reino no es de este mundo..."
Pues Pilatos no piensa más que en un posible complot, en una simple agitación del tipo político más sórdido. Jesús lo tranquiliza. Y para dar de ello un argumento particularmente claro: "si mi reino fuese de este mundo, mis gentes habrían combatido para que no cayese en manos de los judíos..." Dicho de otra manera, lo está viendo ahora claramente, tras lo que acabo de decir y por el mismo hecho de que no haya habido motín, maquinación ni revueltas políticas... MI reino no es de los que se ven aquí abajo.
Pero la sorpresa de Pilatos aumenta. En su pobre cerebro de romano pragmático no alcanza a comprender que en tales condiciones alguien pueda declararse rey. "Ergo rex es tu"... Luego, no obstante, a pesar de todo... ¿tú eres rey...? ?tú te llamas rey?
"Tù lo has dicho, yo soy rey. He nacido para ésto y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad escucha mi voz".
Jesús, pues, ha nacido para ésto. Y Su Realeza consiste esencialmente en eso mismo: el restablecimiento de la Verdad. Restablecimiento tanto en el orden natural como en el orden sobrenatural. Su realeza es, por esencia, la realeza de la Verdad... Realeza universal de una enseñanza. Realeza universal de la doctrina católica. Doctrina y enseñanza que tiene repercusiones sociales y políticas.

[Revista CRISTO REY FSSPX. octubre/1990
 

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