Las jaculatorias
son oraciones vocales breves que ayudan a mantener la presencia de Dios
a lo largo del día. Son palabras de amor, expresión de cariño
vivo que salen naturales. Aparte de las que salgan espontáneamente,
hará falta aprenderse algunas de memoria.
— Cor mundum crea in me,
Deus. Ps 50,12
— Cor contrítum, et humiliátum, Deus non despícies. Ps 50,19 — Deo omnis glória. — Diligéntibus Deum ómnia cooperántur in bonum. Rom 3,28 — Quia tu es, Deus, fortitúdo mea. Ps 42,2 — Illum oportet créscere, me autem mínui. Jn 3,30 — Ecce ego, quia vocásti me. 1 K 3,6 — Sancta Maria, spes nostra, sedes sapiéntiæ, ora pro nobis. — Sancta Maria, spes nostra, ancílla Dómini, ora pro nobis. — Sancta Maria, stella maris, filios tuos ádiuva. — Omnia possum in eo qui me confórtat. Phil 4,13 — Credo, sed ádiuva incredulitátem meam. Mk 9,23 — Ago tibi grátias pro univérsis benefíciis tuis, étiam ignótis. — In te, Dómine, sperávi; non confúndar in ætérnum. Ps 30,2 — Adauge nobis fidem. Lk 17,5 — Iesu, fili David, miserére mei peccatóris. Mk 10,47 — Iesu, Iesu, esto mihi semper Iesus. — Dómine, tu ómnia nosti; tu scis quia amo te. Jn 21,17 — Dómine, ut vídeam! Lk 18,41 — Dómine, quid me vis fácere?. Acts 9,6 — Mater pulchræ dilectiónis, fílios tuos ádjuva. — Dóminus meus et Deus meus! Jn 20,28 |
— Crea en mí, ¡oh
Dios!, un corazón puro.
— Un corazón contrito y humillado, ¡oh Dios!, Tú no lo desprecias. — Para Dios toda la gloria. — Para los que aman a Dios, todo es para bien. — Porque tú eres, oh Dios, mi fortaleza. — Conviene que Él crezca y yo disminuya. — Aquí me tienes, porque me has llamado. — Santa María, esperanza nuestra, asiento de la sabiduría, ruega por nosotros. — Santa María, esperanza nuestra, esclava del Señor, ruega por nosotros. — Santa María, estrella de Oriente, ayuda a tus hijos. — Todo lo puedo en aquel que me conforta. — Creo, Señor, pero ayuda mi incredulidad. — Te doy gracias por todos tus beneficios, también por los ignorados. — En ti, ¡oh Dios!, confío; no sea yo nunca confundido. — Auméntanos la fe. — ¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí, que soy pecador! — Jesús, Jesús, sé para mí siempre Jesús. — Señor, Tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo. — ¡Señor, que vea! — Señor, ¿qué quieres que haga? — Santa María, Madre del amor hermoso, ayuda a tus hijos. — ¡Señor mío y Dios mío! — No se haga mi voluntad, sino la tuya. — Corazón sacratísimo de Jesús, danos la paz. — Corazón dulcísimo de María, prepárame un camino seguro. — Hágase, cúmplase, sea alabada y eternamente ensalzada la justísima y amabilísima Voluntad de Dios, sobre todas las cosas. Amén — Señor, Dios mío: en tus manos abandono lo pasado y lo presente y lo futuro, lo pequeño y lo grande, lo poco y lo mucho, lo temporal y lo eterno. — Dios mío, te amo… pero ¡enséñame a amar! — Señor, tómame como soy, pero haz que sea como Tú quieres que sea. — Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que Él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor (Santo Tomás Moro, antes de su martirio). — Reina de los Apóstoles, ruega por nosotros. — Muestra que eres madre. |