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Un taxista recoge a una monja. Ésta se monta al taxi, y durante todo el camino, el taxista no le quita los ojs de encima a la monjita. Ésta le pregunta por qué la mira tanto, y el taxista le responde:
— Tengo una pregunta que hacerle, hermana, pero no quisiera ofenderla
Ella le responde
— No creo que puedas ofenderme, hijo. Cuando llegas a la edad que tengo, has visto y oído cualquier cantidad de cosas. Estoy segura que no hay nada que puedas decir o preguntar que pueda ofenderme
— Bueno, siempre he tenido la fantasía de que me bese una monja.
Ella le dice
— Bueno, veamos qué podemos hacer al respecto... primer que todo, tienes que ser soltero, y segundo, has de ser Católico...
El taxista está que no cabe en sí de gozo:
— Sí, hermana...! Soy soltero, y también soy Católico!
La monja le dice:
— Ok, para en el próximo callejón que veas
El taxista detiene su auto y la moja satisface su fantasía. Pero cuando siguen el recorrido, el taxista comienza a llorar
— Pero hijo —dice la monja —¿por qué estás llorando?
— Perdóneme hermana, he pecado. Le he mentido, debo confesarlo; estoy casado, y soy Judío!
La monja le dice:
— No hay problema, hijo, mi nombre es Roberto y voy a una fiesta de disfraces...
Un tipo se dirige al confesionario y le dice al sacerdote:
— Padre, tengo 80 años, soy casado, tengo 4 hijos y 11 nietos, y anoche tuve una relación extramarital; hice el amor con dos chicas de 18 años, y lo hice dos veces con cada una
— Bueno hijo mío, ¿cuándo fue la última vez que te confesaste?
— Nunca lo había hecho, Padre, soy Judío.
— Entonces, ¿por qué me cuentas todo eso?
— Es que le estoy contando a todo el mundo.
Tres monjas estaban hablando. La primera monja dice:
— El otro día estaba limpiando el cuarto del padre, y ¿saben lo que encontré? Un montón de revistas de porno!
— ¿Y qué hiciste? —dijo la segunda monja
— Bueno, obviamente las tiré a la basura.
La segunda monja dice:
— Eso no es nada. El otro día estaba en la habitación del padre recoogiendo la ropa suucia y encontré un montón de condones!
— Oh Dios Mío! —dijeron las otras monjas —¿y qué hiciste?
— Pues les hice huecos a todos!
...y la tercera monja se desmayó!