Ambrose Bierce no sólo ocupa un lugar preponderante en la literatura norteamericana, sino que forma parte de un selecto grupo de escritores, verdaderos "Abogados del Diablo", que dedicaron gran parte de su obra no solo a criticar las vacas sagradas de su tiempo, sino que satirizaban y hacían burla de las mismas, o bien tenían una predilección por el lado oscuro de la naturaleza humana, aquello de lo que nadie quiere saber. Swift, Sade, Lautremont, Poe, Lovecraft, Shaw, Twain, etc.

Entre los relatos, fábulas, novelas y aforismos de Bierce, sobresale este "Diccionario del Diablo" —llamado en un principio "Diccionario del Cínico" por los editores timoratos de aquel entonces; título sobre el cual Bierce decía no haber tenido el poder de rechazar ni la alegría de aprobar— Bierce se muestra en esta obra como un tocador de llagas, vicios, debilidades y taras. Leed... y aprended.

Abstemio, s. Persona de carácter débil, que cede a la tentación de negarse un placer. abstemio total es el que se abstiene de todo, menos de la abstención; en especial, se abstiene de no meterse en los asuntos ajenos.

Absurdo, s. Declaración de fe en manifiesta contradicción con nuestras opiniones.

Amistad, s. Barco lo bastante grande como para llevar a dos con buen tiempo, pero a uno solo en caso de tormenta.

Bailar, v.i. Saltar a compás de una música alegre, preferiblemente abrazando a la esposa o la hija del vecino.

Belladona, s. En italiano, hermosa mujer; en inglés, veneno mortal. Notable ejemplo de la identidad esencial de ambos idiomas.

Bruja, s. (1) Mujer fea y repulsiva e perversa alianza con el demonio. (2) Muchacha joven y hermosa, en perversa alianza con el demonio.

Cañón, s. Instrumento usado en la rectificación de las fronteras.

Celoso, adj. Indebidamente preocupado por conservar lo que sólo se puede perder cuando no vale la pena conservarlo.

Cínico, s. Miserable cuya defectuosa vista le hace ver las cosas como son y no como debieran ser.

Cristiano, s. El que cree que el Nuevo Testamento es un libro de inspiración divina que responde admirablemente a las necesidades espirituales de su vecino. El que sigue las enseñanzas de Cristo en la medida que no resulten incompatibles con una vida de pecado.

Desprecio, s. Sentimiento que experimenta un hombre prudente ante un enemigo demasiado temible para hacerle frente sin peligro.

Destino, s. Justificación del crimen de un tirano; pretexto del fracaso de un imbécil.

Egoísta, s. Persona de mal gusto, que se interesa más en sí mismo que en mí. | Adj. Sin consideración por el egoísmo de los demás.

Elogio, s. Tributo que pagamos a realizaciones que se parecen a las nuestras sin igualarlas.

Escrituras, s. Los sagrados libros de nuestra santa religión, por oposición a los escritos falsos y profanos en que se fundan todas las otras religiones.

Espalda, s. Parte del cuerpo de un amigo que uno tiene el privilegio de contemplar en la adversidad.

Eucaristía, s. Fiesta sagrada de la secta religiosa de los Teófagos. En esta secta surgió una vez infortunada disputa acerca de lo que comían. Dicha controveria ha causado ya la muerte a quinientas mil personas, sin que la cuestión se haya aclarado.

Evangelista, s. Portador de buenas nuevas, particularmente (en sentido religioso) as que garantizan nuestra salvación y la condenación del prójimo.

Excentricidad, s. Método de distinción tan vulgar que los tontos lo usan para acentuar su incapacidad.

Famoso, adj. Notoriamente miserable.

Fe, s. Creencia sin pruebas en lo que alguien nos dice sin fundamento sobre cosas sin paralelo.

Fidelidad, s. Virtud que caracteriza a los que están por ser traicionados.

Filántropo, s. Anciano caballero, rico y generalmente calvo, que ha aprendido a sonreír mientras su conciencia le roba los bolsillos.

Gato, s. Autómata blando e indestructible que nos da la naturaleza para que lo pateemos cuando las cosas andan mal en el círculo doméstico.

Gota, s. Nombre que da el médico al reumatismo de un paciente rico.

Habeas Corpus, s. Recurso judicial que permite sacar a un hombre de la cárcel cuando lo han encerrado por el delito que no cometió, y no por los que realmente ha cometido.

Hábitos sacerdotales, s.p.l. Traje abigarrado que usan los payasos de la Corte Celestial.

Hiena, s. Bestia reverenciada por algunos pueblos orientales, gracias a su costumbre de saquear los cementerios. Lo mismo hacen los estudiantes de medicina.

Hipócrita, s. El que profesando virtudes que no respeta se asegura la ventaja de parecer lo que desprecia.

Historia, s. Relato casi siempre falso de hechos casi siempre nimios producidos por gobernantes casi siempre pillos o por militares casi siempre necios.

Hogar, amargo hogar.

Hombre, s. Animal tan sumergido en la extática contemplación de lo que cree ser, que olvida lo que indudablemente debería ser. Su principal ocupación es el exterminio de otros animales y de su propia especie que, a pesar de eso, se multiplica con tanta rapidez que ha infestado todo el mundo habitable, además del Canadá.

Humildad, s. Paciencia inusitada para planear una venganza que valga la pena.

Humillación, s. Actitud mental decente y habitual en presencia del dinero o el poder. Peculiarmente apropiada en un empleado cuando se dirige a su patrón.



Para leer "El Diccionario del Diablo", de Ambrose Bierce, acude a la Biblioteca de tu Colegio, Universidad o Ciudad... estar tanto tiempo en Internet es nocivo! =)



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