Rosemary:
Una Mirada Satánica
A Una de las Películas
Más Aterradoras de Todos los Tiempos

—Matt G. Paradise—

Es gracioso —y hasta irónico —ver qué poca atención Satánica se le ha dado a esta película. Claro, hay esas tres escasas menciones en el libro de la Suma Sacerdotisa Barton [The Church of Satan por Blanche Barton] y tal vez en algún viejo boletín Satánico haya una o dos breves reseñas, pero es muy rara la fuente, Satánica o no, que le dan a esta gema la reseña que se merece. (Aunque, para ser justos, cierto magazín de TV la catalogaba como una de las películas más aterradoras de todos los tiempos). Espero remediar aquí tamaña omisión.

Pero primero pongamos a algunos de nuestros pobres y desinformados lectores al corriente de lo que estoy hablando (Haré referencia tanto a la novela como al filme, ya que ambos son merecedores de elogios considerables).

'El Bebé de Rosemary' nos presenta a uestros dos personajes, Rosemary y Guy Woodhouse, implicados en lo que lentamente se revala a sí misma como una conspiración Satánica para traer al mundo de la carne al hijo de Satanás. Sin embargo, Rosemary se halla sin saberlo en el centro de este plan, y es su paulatino descubrimiento de estos actos ocultos lo que da el escenario para las 2 horas y 14 minutos que dura la adaptación para el celuloide.

El epicentro de la historia yace en una casa de apartamentos localizada en Central Park West, a la cual, tanto en la novela como en la película, se le llama "La Negra Bramford". La misma Bramford añade un aura tenebrosa al argumento, con sus corredores estrechos y oscuros, y sus altos techos Victorianos, casi hasta el punto de hacer del edificio un personaje real.

La apariencia del apartamento no pasa desapercibida para nadie, mucho menos para Rosemary. Poco después de que ella y Guy se han mudado a su nuevo hogar, ella procede a hacer pintar de blanco el apartamento, tal vez como un exorcismo inconsciente para quitar el residuo histórico de la Bramford: el fantasma errabundo de dos ancianas caníbales/asesinas de niños y las actividades sanguinarias y posterior muerte del líder de una secta. La esterilización de facto del apartamento de los Woodhouse aparece ampliamente contrastada con la atmósfera menos homogeneizada del apartamento propiedad de la anciana pareja que pronto conocerán.

Estos vecinos, Minnie y Roman Castevet, son una rimbombante pareja bastante peculiar y quienes, como pronto se descubrirá, también son los líderes de un conventículo Satánico, y quienes no sólo propulsan la difícil carrera actoral de Guy gracias a su devoción al Diablo, sino que también lo convencen de ayudarles a tomar prestado el vientre para que sea posible la concepción y nacimiento del hijo de Satanás. (Como dato curioso, Ruth Gordon ganó un Oscar en esta película por su interpretación de Minnie, la única persona de la cinta que fue galardonada).

A medida que se desarrolla la trama, Rosemary da ciertos pasos para proteger a su hijo del grupúsculo, un hijo del cual cree que su sangre va a ser utilizada como ofrenda al Diablo, y no que es producto de la genética diabólica. a semejanza de la pintura simbólica de su apartamento, todos los esfuerzos de rosemary por escapar del Diablo y sus acólitos son en vano: personas en las que confiaba resultaban ser parte de la secta, mientras que otros morían por causas inexplicablemente, o estaban 'hecizados'.

El bebé nace y, sin que lo sepa Rosemary, es cuidado por la secta. A Rosemary se le informa que su niño murió durante el trabajo de parto. Después de numerosos incidentes —como por ejemplo, el llanto lejano de un bebé —Rosemary decide investigar. Cuchillo en mano, atraviesa un pasadizo secreto que comunicaba su apartamento al del matrimonio Castevet, y es allí donde se enfrenta a la verdadera conspiración: que el conventículo no quería matar a su bebé, sino alabar y celebrar su existencia. Este concepto, junto con unas cuantas referencias aparentemente oscuras, difícilmente era algo coincidencial.

Interpretando supuestamente la extremadamente breve parte del Diablo, y actuando como 'asistente técnico' del film, encontramos a nadie menos que Anton Szandor LaVey, Sumo Sacerdote y fundador de la Church of Satan (pero, tal vez ustedes ya sabían eso). Lavey habla de lo que sucedió en el cine donde él y otras personas veían la película: "La gente se enfureció mucho —golpeaban el suelo con sus pies, y mostraban unha desaprobación general. Para las personas, la realidad del Satanismo es a veces mucho más aterradora que las fantasías de lo que se supone que es. Por primera vez se hallaban frente a un Diablo que respondía sus ataques" (Barton, p. 24). En esencia, los asistentes al teatro no tuvieron su predecible final de "el bien triunfa sobre el mal" —el conventículo logra su objetivo, y la película termina con una Rosemary aceptando tácitamente a su niño y las circunstancias adyacentes, casi con un dejo de placer en su rostro. Tal vez éste es el verdadero terror de "El Bebé de Rosemary", y la razón por la que se le considera una de las películas de horror más aterradoras de todos los tiempos: por primera vez en una película, y para variar, ganan los supuestos "malos".

La influencia de LaVey en la cinta también aparecen de forma muy sutil. Según el libro de Ira Levin (el cual, hasta el verano de 1968, había vendido 2.3 millones de copias) y el film de Roman Polanski, el hijo de Satanás nace en 1966, el cual es también el año en el que LaVey fundó la Church of Satan, un año antes de que Levi escribiese la historia. (Esto sugiere que Levin había investigado o sabía de LaVey, ya que después de 1966 este aparecía constantemente en los medios. En una de las primeras escenas de la película (que también aparece en la novela) durante la fiesta de Año Nuevo Roman Castevet exclama orgullosamente "A 1966, el año Uno". Aunque en aquel tiempo muchos críticos de cine pensaron que esto era una parodia a la utilización del "Anno Domini" en referencia al nacimiento de Cristo, esa es una suposición errónea. En la Church of Satan, 1966 se conoce como el "Año Uno", en tributo al año de fundación de la Iglesia; un año antes de la novela de Levin. Para los iniciados, esto podía atribuirse al suspense del film, o bien como un gracioso juego de palabras para Satanistas.

Y a juzgar por las obras anteriores de Polanski, (Repulsion, Cul-de-sac, y The Fearles Vampire Killers) el suspenso parecía un pre-requisito definitivo para esta película. Esto puede explicar por qué omitió deliberadamente una escena específica en el libro de Levin: cuando Rosemary se va de la ciudad y pasa unos cuantos días a solas en una cabaña en el bosque para meditar sobre su situación, relajarse, y aliviar la tensión en la que Polanski tanto se esforzó por incluir. Mucho más cuando una pausa así hubiese sido extraña, y tal vez desastrosa.

Exceptuando la escena omitida, la novela de Levin se ajusta casi como un guión para la pelicula, casi como si hubiese previsto que su historia sería trasladada a la Pantalla Grnade. El texto está casi todo en forma de diálogo, y por lo tanto, eran fácilmente adaptables al cine. Esto dice mucho, ya que Levin ha visto muchos de sus libros adaptados al cine, incluyendo The Steprford Wives (1975), Los Niños del Brazil (1978), y Sliver (1993), para nombrar unos cuantos. Esto sugiere que Levin puede escribir tendiendo en mente la posibilidad de ver sus obras en el cine, lo cual, a su vez, hacía el trabajo de Polanski más fácil.

Since Polanski did use the book in a largely verbatim sense, this is much of the reason why the first half of the film comes under scrutiny. At least one critic at the time felt this half to be ineffective, referring to it as "the cumbersome building-block method" that wasn't as effective as the saving grace of the last half (Kauffmann 26). The first half does indeed move slowly: many scenes of Rosemary and Guy's daily life, decorating the apartment, discussing careers, having dinner with the neighbors and other seemingly mundane matters. It is my contention that this is necessary for character and plot development. In order for the story to work, the viewer must care about the characters, and this doesn't come by thrusting stock figures into a scary script, unless you're attempting to make another Friday the 13th or Temple of Set. The terror in this film is beyond such ham-handed and product-oriented tactics. Rosemary's Baby shuns the now-clichŽ hack-and-slash game in favor of psychological warfare. (Perhaps unintentionally, it would be this film that would spawn a barrage of cinematic gorefests throughout the 1970s and, most notably, the 1980s.)

And, with few exceptions, many of these 90-minute bloodbaths have been relegated to the bargain bin at video stores while Rosemary's Baby remains a classic. I would say that the longevity of Polanski's masterpiece lies in the immutable reality that visual shock value cannot adequately compete on equal ground with psychological tinkering. For example, it is one thing to show an audience footage of the dead bodies of Nazi concentration camp victims; it is another to ponder the ideology behind the extermination of an entire group of people. To know that the latter has greater impact in the long run is to understand the intelligent effects of this film.

Una de las partes más reveladoras de la novela de Levin que Polanski no sólo incluye sino a la más de una vez hace referencia es la visita del Papa a Nueva York, que tiene lugar en la época en que Rosemary concibe a su hijo. Levin pensó que sería un contraste bastante intrigante, y lo añadió al drama. Durante la escena del ritual/inseminación —que aparece en el libro —Rosemary pide la absolución de una figura similar al Papa, y la recibe. Es interesante notar que en esa época, los medios se referían a Anton LaVey como "El Papa Negro". (Tambiés es una extraña coincidencia que los nombres LaVey y Levin suenan bastante parecidos. Tómenlo como quieran).

Pero como muchas cosas en la vida, esta película no es perfecta. Aunque la presencia de las escenas del sueño de Rosemary fueron explicadas en el libro de Levin, la versión que dio Polanski de las mismas escenas fue más bien vaga, surreal, y rayando en la imaginería de droga y psicodelia, algo muy común en las tendencias del cine de los 60's, influenciadas por una subcultura con la cual Polanski estaba íntimamente familiarizado. Si bien las escenas puedieron haber causado cierta fascinación entre la gente de la época, para la generación de cinefilos de los 90's parecerán escenas de masturvación visual, casi esquizofrénicas.

Y los críticos tenían razón cuando dijeron que los demás personajes de la película eran menos importantes para la trama. En cierto modo tenían razón. Claro, la historia gira en torno a Rosemary y su bebé (si no fuera así, la película tendría otro título), pero, en mi opinión, los demás personajes son algo más que simples aditivos. Roman y Minnie tienen un candor y simpatía (o sea, Magia menor) que sólo puede provenir de personas de edad, y mientras más se muestra esto, resulta más sorprendente (por lo menos para quienes no son Satanistas) el hecho de saber que la dulce pareja de ancianos son devotos del Diablo. Guy, el marido de Rosemary, está representado de manera bastante consistente como un mal actor (en contraposición al hecho de que John Cassavetes sea un mal acor, lo cual por cierto dista mucho de ser). La cuidadosa revelación que se nos hace a lo largo de la película, de que Guy no solo es un mal actor en escena sino que fuera de ella también es un pésimo mentiroso está magistralmente equilibrada, y para que fuese creíble, fue necesaria una actuación convincente por parte de Cassavetes.

Sin embargo, los críticos exageraron mucho en lo que se refiere a las actuaciones poco memorables de Ralph Bellanty como el obstreta que también forma parte de la conspiración, así como de Maurice Evans en el papel de Hutch, el confidente de Rosemary. Estos personajes eran necesarios pero bien pudieron haber sido interpretados por actores la mitad de competentes que los dos arriba mencionados sin que se dañase mucho la historia. Es más, los demás personajes pudieron haber sido interpretados por actores menos experimentados, quizás incluso por extras.

Considerando que la novela y la película son bastante similares, diría que ésta última es superior, pero no por mucho. La omisión de la escena de la casa de campo, la experiencia de Polanski con el género, el uso apropiado de la música (brillante y hasta innovadora la composición hecha por Cristopher Komeda, famoso por sus bandas sonoras para muchas de las películas de Polanski), a la vez que permanecía fiel a la obra de Levin, ponen a la película apenas por encima de su predecesor lierario. Polanski ttambién mantiene vivo el espíritu del original con cierto subterfugio: la corriente de iniquidad y decadencia que fluye bajo una capa de encanto, respetabilidad y gracia que Levin utiliza acertadamente en su libro.

Quizás la conclusión definitva sea que El Bebé de Rosemary nos muestra ambos lados de la moneda humana, que somos tanto benévolos como brutales, y que éstas fuerzas son indivisibles, no importa cuántos rótulos dualistas y cuántos santurones religiosos se adhieran a ello. Cuando corremos toda revestidura, nos damos cuenta que la capa más profunda es el ser conscientes de la verdadera naturaleza humana.

Obras Citadas Barton,

Blanche. The Church of Satan. New York: Hell's Kitchen. 1990.
Kauffmann, Stanley. "Son of a Witch." New Republic 15 Jun. 1968: 26.
Levin, Ira. Rosemary's Baby. Greenwich, CT: Fawcett Crest. 1967.
"Rosemary's Baby." Time 21 Jun. 1968: 84.
Rosemary's Baby. Dir. Roman Polanski. Perf. Mia Farrow, John Cassavetes, and Ruth Gordon. Paramount, 1968. [Fin del Ensayo]

 

Material reimpreso de la publicación Satánica, Not Like Most #8 por cortesía de Matt G. Paradise, Sacerdote de la Church of Satan (CoS). ©1998 y más allá.
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