Los comienzos

La necesidad de la Taquigrafía apareció en Uruguay en 1829, a raíz de la primera Asamblea General Constituyente y Legislativa, es decir, cuando aún no tenía forma definitiva la primera Constitución de la República. A instancias del constituyente Ramón Masini, se consideró oportuno contar con taquígrafos para la difusión de los debates parlamentarios. En ese entonces, la sede se encontraba en la Aguada, fuera de la ciudad amurallada, en la actual intersección de la Avenida del Libertador Brigadier General Juan Antonio Lavalleja con las calles Cerro Largo y Galicia.

En febrero y marzo de ese año, Masini presenta una minuta de decreto solicitando la inclusión de un taquígrafo en los debates, que tuvo una respuesta favorable en los siguientes términos:

"Aguada, marzo 17/829.

La A. G. C. y L. del Estado, en sesión del día anterior, ha acordado el decreto siguiente.

Artículo 1o. - Habrá un taquígrafo para la redacción de las sesiones de la H. A. G. C. y L. del Estado"...

"Artículo 3o. - Encárgase al gobierno, su más pronta adquisición".

La aspiración de Masini, ahora concedida, no puede cumplirse inmediatamente debido a que no había taquígrafos en el país.

En 1830, en la sesión del 14 de julio de la Asamblea General, el constituyente Chucarro "recomienda al Gobierno la más pronta adquisición de uno o dos taquígrafos", propuesta que es recibida favorablemente.

Como todavía no hay taquígrafos que puedan ocuparse de esa tarea, se piensa en enviar a jóvenes a aprender en Buenos Aires, donde ya había profesionales actuando a nivel parlamentario, pero esta idea tampoco se concreta.

En todo este trámite nunca se hizo mención de ningún sistema en particular.

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