Ortografía

La Narratividad

Agregar a Favoritos.

Aquí buscamos mostrar de qué modo la estructura de la acción narrada le permite al lector tener una base a partir de la cual elaborará su(s) interpretación(es) de un texto que puede o no ser literario.

Estructuras narrativas 
La acción de los personajes es el eje del relato; es decir, el esqueleto a partir del cual el lector construye su interpretación. Esto es posible porque los eventos cobran sentido al relacionarse unos con otros. Pacheco señala, refiriéndose al cuento, que las acciones de los personajes son el armazón del cuento. La narración no es una categoría literaria, sino que penetra el uso del lenguaje en la medida en que concebimos el mundo en función de la ley de causalidad : un cambio en el mundo es antecedido por una serie de cambios y seguida por otra serie de cambios cuyas relaciones son más o menos previsibles. Esta previsibilidad obedece a nuestra concepción de la realidad : por ejemplo, el humo en el horizonte es efecto de un fuego en la distancia.

Las estructuras narrativas, en tanto estructuras de la acción, no pertenecen solamente al ámbito de la literatura. En clase examinamos caricaturas, historietas e iconografías prehispánicas con el fin de mostrar que la narratividad es parte constitutiva de nuestra forma de pensar.

Podemos comparar la estructura narrativa de un cuento con la estructura argumentativa de un ensayo : ambas constituyen los esqueletos de sus respectivos textos.

Interpretación de estructuras narrativas: narratividad y ficcionalidad 
Una vez que los personajes y los eventos han sido identificados, el lector puede enfocar su atención en los móviles de los personajes (¿Quién hace qué y por qué ?). Comprender estos móviles permite identificar los valores ideológicos que entran en conflicto en los eventos; dicho de otro modo, es una de las maneras del lector de comprender qué específicamente problematiza el texto, y así enfrentarse con la naturaleza problematizadora del texto literario moderno.

El cuento, según Pacheco, es una representación ficcional con predominio de la función estética. Y la ficción, claro, es un fingimiento, es hablar de mundos que no existen sino sólo en el lenguaje. Desde esta perspectiva, los referentes cotidianos de las palabras no son importantes pues ellas adquieren sentidos nuevos en el cuento. Pero ¿dónde queda la realidad "real", la cotidiana en la que nos movemos nosotros y no los personajes de las historias? La realidad es sólo un eje de referencia para evaluar los mundos ficticios del cuento. Esto es, así como podemos enlistar los objetos mencionados en un cuento y las leyes que rigen los cambios que los afectan, podemos enumerar los objetos de nuestra realidad y las leyes que los rigen. Y así, la única manera que tenemos de comprender un mundo ficticio es comparándolo con la descripción del mundo real.

De hecho no hay acuerdo sobre lo que la realidad es (así es que podríamos decir que vivimos una ficción que nos permite vivir en alguna realidad...). Por eso, solemos recurrir a la noción de realidad más extendida, la racionalista y empirista de la ciencia, la mercantil del capitalismo moderno, y la burguesa de los hábitos mentales de los usuarios normales de la literatura. Note que esto no quiere decir que toda la literatura esté intrínsecamente de acuerdo con estos modos de concebir el mundo. Hay también una buena cantidad de escritores que, con diversas suertes, han usado la comodidad de la cosmovisión tradicional para atacarla. En este último grupo podemos situar a la literatura fantástica. Paradójicamente, la industria cultural se apropia del arte que la ataca, y así, la rebelión, el cuestionamiento literario, se aburguesa y se torna mercancía para aquéllos a los que precisamente critica.

Marcas textuales 
La identificación de las estructuras narrativas debe partir siempre de lo que el texto efectivamente dice, no de lo que el lector imagina más o menos libremente durante la primera lectura. El lector debe fijarse especialmente en aquellas palabras, frases o signos de puntuación que, distribuidos a lo largo del texto, proporcionan pistas y direcciones. Y así como un detective analiza los detalles ocultos para encontrar al verdadero culpable, el lector de literatura los examina para crear una interpretación legal.

Pero esta concepción entre jurídica y policial de la lectura literaria no debe hacernos perder de vista que tanto el lector como el detective parten de intuiciones, de hipótesis nacidas durante la primera lectura, que esta primera lectura suele ser más emocional que las siguientes y que el arte moderno suele involucrar tanto la racionalidad como la emocionalidad del lector. Y aunque depende de cada uno el darle énfasis a una u otra de las facetas de la interpretación, hay textos cuyas estrategias buscan que sus lectores actúen principalmente de una de esas maneras.

Trama, fábula y estructura narrativa formal 
La organización de los eventos de un relato es un proceso que el lector realiza durante la lectura. Cuando se enfrenta a las primeras palabras del texto, el lector reordena las acciones del modo que le parece más de acuerdo con el sentido común primero, y con las leyes que rigen el comportamiento de los seres y objetos que conforman el mundo ficcional. Es decir, primero reconoce las acciones en el orden en que aparecen en el texto (trama); después reordena esas acciones distinguiendo las más importantes (fábula), y finalmente, identifica los conflictos más importantes y se los representa de manera más formalizada y abstracta que concreta y figurativa (estructura narrativa formal). Por ejemplo, la trama de Baby Schiaffino comienza cuando Taquito Carrillo está en Buenos Aires, recién casado, instalándose en su primer trabajo. Luego recuerda su historia con Baby desde la secundaria hasta el presente, finalmente, otra vez en Buenos Aires, se enfrenta con la frustración de su presente. En cambio la fábula está conformada por esos mismos eventos pero dispuestos en orden cronológico : Taquito conoce a Baby en la secundaria, la corteja hasta el final de la universidad pero Baby se casa con otro y luego viaja a Buenos Aires con su esposa. Si quisiéramos representar formalizadamente los eventos de la fábula, tendríamos que recurrir a algún lenguaje formal, tal vez a uno como el desarrollado por la semiología greimasiana :

PNB => [ (S U O) -> (S U O) ]

La fórmula anterior nos dice que S, el sujeto Taquito Carrillo, en el estado inicial de la historia, está separado del objeto de su deseo, el amor de Baby; y que al final de una serie de transformaciones entre estados, en el estado final de la historia, el sujeto S, sigue separado de su objeto O.


Recapitulación 
Podemos decir entonces que un texto literario tiene dos aspectos fundamentales, la estructura narrativa y el mundo ficticio que instaura. La primera consiste en el ordenamiento de los eventos relatados de modo que éstos estén jerarquizados en función de su mayor o menor importancia. Este ordenamiento de eventos se realiza por medio de una serie de abstracciones que llevan del texto a la trama, y de ésta a la fábula, que puede ser representada formalmente. Este ordenamiento permite decidir qué conflictos son los pertinentes para la interpretación. El mundo ficticio instaurado por el texto, en cambio, consiste en la serie de objetos, personajes, lugares, tiempos, eventos y leyes que rigen las relaciones entre ellos. Estos muebles que constituyen el mundo ficticio no existen sino sólo "verbalmente", independientemente de si alguien cree o no que existen objetivamente. Es decir, desde el punto de vista psicológico pueden ser considerados "fantasías", pero desde el punto de vista de los estudios del lenguaje sólo pueden ser considerados "ficciones" en tanto son "construcciones verbales".

Alfredo Elejalde F.
[email protected]

Atrás

Quieres que te envíe un E-mail cada vez que actualice ésta página?

Críticas ó Sugerencias

Hosted by www.Geocities.ws

1