El Cuento

El cuento y la novela

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Historia del cuento y la novela 

El cuento y la novela son formas de escritura bastante antiguas que han adoptado diferentes características a lo largo de la historia. La novela, por ejemplo, tiene ejemplares bien logrados ya desde el siglo XI, como el isleño Genji Monogatari, de Murasaki Shikibu o el posterior y europeo Don Quijote de la Mancha de Cervantes.

La novela no es tan antigua como los cuentos quizás porque su mayor extensión demanda un esfuerzo documental y una disponibilidad de tiempo posible en las aglomeraciones urbanas, pero no en el relativo aislamiento y constante trabajo físico de las sociedades agrarias o nómades. El cuento breve, en cambio, solía estar vinculado a las historias que se cuentan en el campo, al calor de las fogatas, o a las noches de ocio en los castillos de la nobleza guerrera rural. De hecho, muchos de nosotros hemos escuchado cuentos populares de aparecidos en boca de nuestros abuelos, lo que no debe extrañarnos pues nuestro pasado agrario no está tan lejano en el tiempo.

Sin embargo, tanto la novela como el cuento sufrieron grandes transformaciones con la industrialización de la sociedad. No sólo aparecieron temas nuevos, sino que la actitud de los escritores cambió : así, mientras los escritores profesionales europeos del s. XVIII estaban todavía ligados a las cortes cuyos miembros demandaban un tipo de literatura cortesana, los escritores del XIX dejaron de escribir por encargo y se dirigieron a un público cada vez más grande y más burgués. La literatura abandonó los temas pastoriles y heroicos y acogió las aventuras de Robin Hood; el amor perdió su carácter idealizado y ocupó su lugar la pasión arrebatadora, o la trivialidad de la vida cotidiana; la alabanza a Dios fue reemplazada por la misteriosa divinidad romántica; y los literatos, libres de las cortes, empezaron a experimentar con técnicas y concepciones del arte a favor o en contra del nuevo racionalismo que la revolución industrial ya había impuesto en Europa.

En buena cuenta, muchos escritores prefirieron experimentar con el lenguaje y hurgar en los recovecos del alma humana antes que crear personajes sin conflictos o reproducir las clásicas formas literarias del siglo XVIII. Algunos optaron por representar fielmente una realidad positiva, racional, con leyes naturales mientras que otros se rebelaron contra esa visión e intentaron lo contrario : poner en crisis la cómoda concepción de la realidad propia del nuevo mundo burgués y científico. Esta última posición puede apreciarse en La caída de la Casa Usher de E. A. Poe.

Aspectos formales del cuento y la novela 

  1. Extensión del cuento y la novela 
    Mientras que la mayor extensión de la novela obliga al autor a centrar su atención en el desarrollo de una serie grande de elementos parciales que se acumulan de modo que el lector construya el sentido del texto a partir de dicho conjunto de elementos, la menor extensión del cuento hace que el autor se vea en la necesidad de seleccionar unos pocos eventos significativos para lograr el mismo fin.

  2. Expansión y condensación del tema
    Imaginemos que queremos escribir una novela y escogemos como tema el pescador. Este aparentemente insignificante tema tiene en realidad un gran potencial pues podemos imaginar que nuestro personaje debe representar la lucha de un hombre. Entonces tenemos un mundo casi totalmente amoblado con mares, peces, hombres, climas, aparejos de pesca, familia, etc. Tenemos también un evento, la pesca, que debe poner a prueba el temple del hombre. Hagamos viejo a nuestro personaje para darle cierta fuerza -la sabiduría de la edad- y cierta debilidad -el deterioro físico. Démosle al viejo una atmósfera dramática : un aprendiz que duda de él y una opinión pública adversa. Pongámoslo en acción y luego de su victoria, borremos toda huella de su éxito :

    El viejo pescador convenció a su aprendiz de ir a pescar con él a pesar de que hacía tiempo que no pescaba nada y de que por eso el pueblo entero se burlaba y se apiadaba de él. A regañadientes, el muchacho fue con él y pudo ver cómo, después de esfuerzos sobrehumanos, el viejo pescó el pez más grande que jamás había visto. Agotados, volvieron al puerto pero, mientras navegaban, los depredadores marinos se comieron el pez y nadie sino ellos supieron de la hazaña.

    En estas pocas líneas tenemos una condensación libre de El viejo y el mar de Ernest Hemingway. Si seguimos agregando detalles a esta pequeña narración podemos expandirla hasta escribir una novela parecida a la arriba citada del mismo modo que si resumimos la novela del norteamericano es posible llegar una narración similar a la del párrafo anterior.
    La estructura narrativa es pues el soporte de la interpretación pero ésta requiere de más que eso : detalles, pistas ocultas, móviles. Podríamos, si quisieramos escribir una novela a partir del pequeño relato, pero haciendo del pescador un chiste : un viejo incontinente, de pantalones sucios, tartamudo, que regresa al puerto maldiciendo con voz chillona a los peces que se devoran los no sé cuántos dólares que el pescado le iba a reportar en la pescadería que su mujer tiene en el mercado del pueblo. Claro que esa información no estaría dicha así en la novela, sino que estaría en la descripción efectiva de los eventos y en los parlamentos de los personajes. En lugar de decir que el viejo maldice, mejor es mostrarlo maldiciendo. El detalle.

Alfredo Elejalde F.
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