Dénes Martos -
El Planeamiento Político
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Prefacio El Destino colectivo de los argentinos - y también de los pueblos hermanos del continente - depende del uso inteligente que hagamos de las cuotas de Poder que disponemos, por cuanto el gran drama argentino hoy puede sintetizarse en dos simples palabras: insuficiente Poder. Resulta vital comprender esto en momentos en que nuestro mundo se torna crecientemente violento y peligroso, a medida que los poderosos promueven sus objetivos e intereses aplicando el uso eficaz del gigantesco poder que han sabido construir y concentrar en compactas estructuras, desde las cuales ejercen un amplio control sobre los asuntos humanos, incluso sobre los Estados nacionales de los países industrializados. El fracaso de la dirigencia política
argentina consiste en no haber sabido construir, aumentar y consolidar
el Poder colectivo necesario para promover en forma eficaz e inteligente
los intereses de nuestro pueblo. Esta dirigencia no ha conseguido entender
que el mundo globalizado del Nuevo Orden Mundial, impuesto desde los centros
de poder mundial privado, se maneja no por el poder de la Ley, sino por
la Ley del Poder. Quién tiene Poder lo utiliza para promover sus objetivos e intereses, y quienes no lo tienen deben conformarse con sufrir las consecuencias de las acciones de aquellos que ejercen su Poder para promover sus propios objetivos e intereses. Es una realidad dura y fría; pero es
la realidad, nos guste o no. De forma tal que la gran asignatura pendiente
de la Argentina surge clara y simple: debemos construir Poder. Ironía del Destino, pues, ha sido precisamente, la Argentina la que le ha dado a los pueblos del continente excelentes doctrinas y ejemplos de voluntad soberana. Generadora de doctrina, la Argentina no supo, sin embargo, crear escuela para garantizar la aplicación de esa doctrina - en forma continua y sostenida - a la solución de los problemas reales y concretos que plantea un mundo peligroso e injusto. El mérito de este ensayo de Martos es el aporte que hace para suplir esta falencia, poniendo a nuestro alcance los métodos, los procedimientos y las herramientas que permiten la construcción de proyectos políticos, desde su etapa de diseño y pasando por la fase de puesta en marcha, hasta la previsión de los riesgos que podrían llegar a hacerlos fracasar. Dicen que una de las manifestaciones más peligrosas de la locura es cuando existe falta de concordancia entre los objetivos y los medios para lograrlos. Es entonces cuando se construyen "castillos en el cielo", sin asidero ni viabilidad. Cuando se reemplaza la realidad por las maquinaciones de la imaginación el deseo y el voluntarismo se apasionan en desmedro del pensamiento lógico, coherente y secuencial. Pero ocurre, también, que la realidad rápidamente se impone, pues la Señora Lógica no admite de buena gana que se vulneren sus preceptos. Soportará que se los tuerza por algún tiempo pero, a la larga, terminará imponiendo sus principios con mucho dolor y daño para aquellos transgresores que se dejan seducir por vacuas palabrerías. Así, nuestros "dirigentes" políticos creen que todo puede lograrse aplicando crecientes dosis de voluntarismo y declamaciones - que a menudo no hacen más que encubrir caprichos ignorantes y mentiras flagrantes. Pero tarde o temprano la realidad se impone y, debido a los múltiples, inesperados y crecientes fracasos, las frustraciones comienzan a erguir sus cabezas monstruosas. En una última y decadente etapa, al final se impone el "pensamiento mágico"; último refugio de quienes han ignorado toda razonabilidad y lógica. Carente de una base realmente sólida, el supuesto "dirigente" recurre al escapismo de lo mágico, escondiendo su total esterilidad creativa detrás de frases tan grandilocuentes como vacías: "síganme, no los voy a defraudar ", "con democracia se come, se cura y se educa", "si quieren venir, que vengan ", "¡se puede! " Pero en Política debe guardarse una adecuada consonancia entre objetivos logrables y los medios para llegar a ellos, pues: otra ley de hierro: En Política se hace lo que se debe y no lo que se quiere; con lo que el secreto del éxito consiste en saber qué es posible y que no es posible, para luego hacer posible lo necesario. Naturalmente, todo ello es mucho más
complejo de lo que nuestras "clases dirigentes" creen. Es que
las cosas no siempre son lo que parecen. A menudo, uno puede claudicar
por ignorancia; o sea: por no saber que aún dispone de fuerzas
y oportunidades no identificadas ni explotadas. Algo así como aquél
hombre que se murió de sed en medio del desierto, sin saber que
apenas 40 cm debajo de dónde se dejó caer vencido yacía
enterrada una cisterna repleta de agua fresca. De haberlo sabido, fácilmente
hubiera transformado una situación de muerte en otra de supervivencia.
Claramente, el conocimiento es Poder; y el primer conocimiento es el auto-conocimiento.
Saber lo que uno puede y lo que no puede hacer; conocer las propias limitaciones
y potencialidades. Toda fuerza propia no descubierta o identificada, para
nada sirve pero, una vez descubierta, se transforma en Poder y a menudo
con una proyección sorprendente. Para acrecentar el Poder, es necesario conocer las fuerzas propias, desarrollándolas al máximo, al tiempo que se identifican las debilidades del adversario para atacarlo dónde y cuando menos lo espera. En este ensayo, Martos propone un método riguroso, secuencial y coherente para diseñar un proyecto político y, además, para determinar si los objetivos de ese proyecto se condicen (o no) con las posibilidades ofrecidas por una realidad que incluye fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas. Así, el método no solamente le hace honor a la máxima de que la única Verdad es la Realidad sino que obliga, además, a incluir en esa Realidad también al adversario con todas sus fortalezas y debilidades. Con ello, lo que obtenemos es una herramienta que permite aumentar al máximo las posibilidades de éxito en la Política. En la Argentina es necesario que la opinión pública aprenda a diferenciar los proyectos bien estructurados de las simples propuestas. Un proyecto no solamente se compone del objetivo sino, además, de todos los caminos y de todas las alternativas viables para lograrlo. A modo de ejemplo, si una persona que vive en Buenos Aires se propone almorzar mañana con un amigo en Tucumán, no basta con que exclame, exultante y convencido, "¡mañana almorzaré en Tucumán!", - al estilo de nuestros politiqueros con sus frases huecas al estilo de "¡vamos a sacar al país adelante!" "¡vamos a mejorar la economía y el nivel de vida del pueblo!", y las consabidas promesas de "¡vamos a levantar las persianas de las fabricas!" o "¡haremos la revolución productiva!". Pues, hecha la enunciación de algún objetivo - el famoso "Vamos a ." - el punto clave es determinar cómo se lo va a lograr. Siguiendo con nuestro amigo que se propone almorzar mañana en Tucumán, queda claro que deberá saber elegir inteligentemente entre las opciones que tiene para trasladarse de Buenos Aires a Tucumán. En teoría, puede hacerlo en bicicleta, o incluso caminando, pero ello le demandará un enorme esfuerzo que seguramente no se condice con la importancia del objetivo y, desde ya, le llevaría semanas de tiempo. Si debido a sus limitados recursos económicos, decide realizar su viaje en ómnibus, entonces tendrá que moverse rápido y embarcarse esta misma noche, soportando la incomodidad de dormir en una incómoda butaca; pero al menos llegará a tiempo a su cita. Por último, le queda la mucho más atractiva opción de dormir cómodamente en su cama y emprender su viajar a la mañana siguiente por avión. Sin embargo para ello deberá antes determinar si dispone de los medios financieros para solventar el alto costo de un pasaje aéreo. Y también deberá tener en cuenta que, mientras un viaje más extenso y barato en micro le garantiza que su viaje difícilmente se verá desarticulado por un eventual mal tiempo, si decide ir en avión bien podría ocurrir que su vuelo se frustre a raíz de alguna adversidad meteorológica; lo que haría que no llegue a Tucumán en absoluto. Como se ve, cada opción tiene sus pro y sus contra en términos de recursos en dinero, tiempo, riesgos y otros aspectos. Cada uno, representa un camino lograble en marcos diferentes y se deberá decidir cual de ellos se ha de transitar. El planeamiento, verificable en un ejemplo tan prosaico de la vida privada, aumenta enormemente en su complejidad cuando se lo aplica a la Política de toda una nación. Por eso, cuando oímos a nuestro políticos
enunciar sus consabidas manifestaciones de lo que "van a hacer",
una opinión, pública esclarecida debería exigirles
que nos digan "cómo" lo piensan hacer. Si no consiguen
explicar eso, sus propuestas no serán más que castillos
construidos en la arena, prontos a ser barridos por la primera ola de
Realidad... Adrián Salbuchi - Buenos Aires, Enero
2003
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Dénes Martos -
El Planeamiento Político
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