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LAS NUEVE NOBLES VIRTUDES
mayo 2006

 

Cuando asumió la presidencia de Bolivia dentro de un entorno que reivindicaba antiguas tradiciones indígenas Evo Morales prometió, entre otras cosas, que su gestión estaría signada por los tres antiguos principios de la cultura aymara: ama sua (no seas ladrón), ama quella (no seas flojo) y ama hulla (no seas mentiroso).

Por supuesto: toda la intelectualosidad mediática se tiró inmediatamente al piso frente a semejante profundidad filosófica. Nuestros insignes periodistas y columnistas repitieron la consigna hasta casi el hartazgo y no faltó tampoco quien subrayó la “ancestral sabiduría” del Presidente boliviano.

Es curioso. Estamos ya tan alejados de nuestros propios principios; nuestra ignorancia ética y moral ya se ha vuelto tan supina, que no nos acordamos de nuestros propios valores y llegamos a admirar en otros la afirmación de unos principios que nuestra cultura debería dar por sobreentendidos si no fuera porque la decadencia nos ha carcomido la memoria y las costumbres. Así es como, por ejemplo, cuando queremos destacar a algún hombre público, lo mejor que se nos ocurre decir de él es que “es honesto” – cuando, en realidad, dicha cualidad debería ser la condición mínima indispensable para ser un hombre público.

Con la casi ilimitada admiración expresada ante las palabras de Morales, lo único que algunos han puesto de manifiesto es su ignorancia respecto de los valores que han sido el fundamento principal de la cultura de Occidente. Por supuesto, podríamos citar aquí los valores cristianos y enumerar las tres virtudes teologales de Fe, Esperanza y Caridad. Y, si eso no fuese suficiente, podríamos todavía agregar las cuatro cardinales de Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza. Pero en el contexto actual me sospecho que eso no sería bien recibido ya que últimamente está de moda autoflagelarnos y considerar a la Conquista de América como una masacre perpetrada por unos españoles criminales cuyo deporte favorito era exterminar a los buenos y pobres indios que, según las interpretaciones predominantes, los superaban en moralidad y sabiduría por años luz. Además, implicaría rescatar los valores de un cristianismo que tampoco parece ser muy bien recibido en estos tiempos. De Mahoma no se pueden hacer ni siquiera caricaturas sin desatar una tormenta de furia e indignación universal; pero de Jesús de Nazaret se podrían hacer hasta películas pornográficas que resultarían defendidas por los eternos campeones de la libertad de prensa, la libertad de opinión y por lo menos una docena más de otras libertades.

De modo que dejemos el cristianismo de lado por ahora. Vayamos para atrás en la Historia de Occidente, hacia las épocas pre-cristianas en las que Occidente se hallaba representado por unos brutos y bárbaros paganos.

Resulta ser, sin embargo, que nos encontramos con sorpresas. Estos supuestos brutos salvajes sustentaban valores notablemente sofisticados. Por ejemplo – y más o menos por la misma época en que los antecesores de Evo Morales formulaban sus tres principios – la  antigua moral de los pueblos del Norte de Europa afirmaba nueve valores supremos. Se los conoce como las Nueve Nobles Virtudes y son:

  • Coraje
  • Verdad
  • Honor
  • Lealtad
  • Disciplina
  • Hospitalidad
  • Laboriosidad
  • Decisión y
  • Perseverancia. 

No sé qué pensarán ustedes pero a mí me parece que no están tan mal; sobre todo teniendo en cuenta que estos valores fueron formulados en Occidente hace más de mil años. Por supuesto: desarrollar cada uno de ellos podría llevar varias páginas y hasta un libro entero. Incluso, hoy en día no estaría de más comenzar con una definición de cada una de las palabras porque, pongamos por caso, el concepto del Honor ya es casi una magnitud desconocida para muchos. Para no hablar de la Disciplina que casi-casi resulta un término prohibido.

Pero, sea como fuere, si tuviésemos políticos realmente comprometidos con estas antiguas Nueve Nobles Virtudes, a lo mejor no tendríamos que obnubilarnos tanto con uno que simplemente prometió no ser ni ladrón, ni cobarde, ni mentiroso.

 

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