I Seminario de Ciencias Sociales y Humanas del ICCI
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La experiencia de la tecnocratización

 

Helena Torres Sbarbati                

 

Resumen

Durante el siglo XX se constituyó la metáfora del cuerpo como un proceso de producción. La medicalización del parto se justificó en la necesidad de optimizar al máximo ese proceso eliminando los riesgos y de salvaguardar su producto cargándolo de un interés social. Este ensayo hace un recuento de los principios de una investigación que intenta dar cuenta de cómo viven las mujeres este proceso y cómo afecta las definiciones de su cuerpo y su sexualidad.

 

Palabras clave: tecnocratización, parto, epistemología feminista, cuerpo de la mujer.

 

Abstract

The body as a production process is a metaphor that was built during the XX century. The medicalization of birth was therefore justified in the need of the optimitazion of that process. The product of that process was considered of social interest and, consequently, reducing the possible risks became the first goal of medicine. This essay is an attempt of explaining the beginning of a research aimed at the lightening of how women live this process and how it affects their concepts of their bodies and their sexuality.

 

Keywords: technocracy, childbirth, feminist epistemology, female body.

 

Introducción

Cuando comencé a trabajar sobre lo que la tradición de los estudios británicos y norteamericanos llama medicalización del parto, tenía bastante claro el trasfondo político y ético de la cuestión. Las herramientas conceptuales a contrastar eran la biomáquina de la medicina cartesiana, por un lado, y el cuerpo-texto producido por el discurso del poder -patriarcal-, por otro. A partir de estas dos perspectivas pensaba rastrear las experiencias del embarazo y el parto de aquellos cuerpos tan conceptualizados. Creía, ingenuamente, que escribiendo las narraciones de esas voces sobre sus experiencias de las interacciones entre cuerpo y tecnología obtendría un mapa con el que guiarme hacia nuevas conceptualizaciones, surgidas a partir de viejas críticas y, eso sí, nuevas combinaciones.

Comencé con la lectura de una serie de estudios etnográficos y antropológicos sobre la experiencia de la medicalización y las explicaciones de la medicina sobre los porqués y para qués de la supertecnología aplicada a los procesos de embarazo y parto. Luego realicé algunas entrevistas a mujeres para recoger aquellas voces que más adelante narraría a partir de mis propias interpretaciones y filtros, para configurar un camino hacia un concepto "liberador" del cuerpo que demostrara, una vez más, la "realidad" benéfica y restauradora de la Integridad. Pero entonces vinieron Matrix, Donna Haraway y unas mujeres que lloraban la enajenación de haber sido penetradas, manipuladas e ignoradas en función de La Máquina médica que, finalmente, las había salvado de las garras del dolor, de los impulsos y reacciones de su propio cuerpo irreconocible e incontrolable y quizás también de la muerte.

Primero, impulsada por las feministas (Irigaray, Bordo, Young, Butler) y por algunos teóricos posmodernos como Fox, descarté a Descartes, que cayó arrastrando casi todo el dominó completo de mi pensamiento occidental. Fue como quemar una gran biblioteca. No más sujeto-objeto ni mentes separadas de los cuerpos, adiós a los pensamientos lineales y totalizadores. Me quedaba el cajón de sastre de mi multidisciplinariedad: ciencias políticas, filología, economía, sociología, psicología social; disciplinas disciplinadas a un solo lado del río de las ciencias. Mientras iba pasando las páginas de Haraway saltaban cosas como proteínas, linfocitos, citotóxico, linaje celular, macrófagos, sistemas linfáticos… Algo me estaba faltando.

¿Qué hacer? Pensé: la clave no está en encontrar respuestas, sino en saber formular las preguntas. Y escuché: "todo pensamiento es fractal" (del latín fractus, romper: línea curva, curvatura; entidad geométrica aparentemente caótica o irregular generada por la repetición, de acuerdo a una fórmula matemática, de subdivisiones cada vez más reducidas de una figura geométrica básica). En la búsqueda de romper con el paradigma cartesiano, aunque sólo fuera porque para encontrar algo nuevo hay que cambiar de paradigma, busqué y encuentré distorción, asimetría, desequilibrio, desigualdad, contorsionismo, multiplicidad infinita y no idéntica. En Haraway vi una ética provocadora y un optimismo desconcertante en medio de la fiesta apocalíptica del postmodernismo y el final de milenio (¿por qué no principio de?). Desde su "Manifiesto para cyborgs" (1984), Haraway nos sugiere cómo ser cyborgs y revolucionar en el intento. Ahora busco entre el baile de máscaras de cuerpos-activos (Burkitt), cuerpos-star-wars (Martin), Cuerpos-sin-Órganos (Deleuze y Guattari), cuerpos-sin-fronteras (Toombs) y cyborgs (Haraway), conceptos, metáforas, vivencias, enchufes y cables que me ayuden a entender lo que cada día veo, siento, toco, huelo, lavo, rechazo y admiro y todavía no he alcanzado a comprender.

 

Por qué tecnocratización

Tecnocracia (del griego techne: arte, habilidad): gobierno o administración por expertos técnicos; cuerpo de técnicos expertos en control político.

 

"Technocracy is a culturally specific system of myth and ritual, developed and disseminated in Europe and North America from the 17th to the 21st century".

REYNOLDS, P.C. Stealing Fire: The Atomic Bomb as Symbolic Body. California: Iconic Anthropology Press, 1991.

 

Robbie Davis-Floyd, antropóloga norteamericana especialista en la medicalización del parto, llama tecnocracia a la mitología occidental

contemporánea dominante. La mitología dominante de una cultura se despliega en los rituales que rodean el nacimiento. El sistema de valores de una sociedad no se ve en ningún lugar mejor que en el tratamiento cultural del cuerpo humano. En nuestra sociedad, esa mitología se pone en práctica a través de los procedimientos obstétricos llevados a cabo en los hospitales (R. Davis-Floyd, 1994).

En Birth as an American Rite of Passage, Davis-Floyd (1998) sostiene que el modelo tecnocrático es un poderoso agente de control social que funciona en el nacimiento a través de unas prácticas que actúan como rituales que intentan dar respuesta a ciertos dilemas que la sociedad se plantea frente al nacimiento. Según esta perspectiva, la tecnocracia, en tanto mitología central de nuestra cultura, tiene un rol central en la definición de nuestro modelo de realidad. Hablar de tecnocracia supone hablar, entre otras cosas, de tecnología, riesgo, "saberes expertos" (Giddens), y control último y trascendente sobre la naturaleza. La tecnocratización es, en resumen, el modelo de medicina que define al cuerpo como una máquina.

Según Reynolds (1991) lo que llamamos progreso tecnológico consiste en la transformación ritual de la naturaleza para adaptarla a nuestras imágenes culturalmente construidas. Para Beck, el discurso sobre el progreso deja de lado al sujeto, orientándose para la acción en el objeto, a saber, el "dominio de la naturaleza" y el consecuente incremento de riqueza social.

 

"El dominio de la naturaleza al generalizarse se convierte, en el propio sentido del término, en dominio técnico del sujeto. La estructura de la acción del 'progreso' (en medicina) por su normalidad causa una transformación silenciosa de las condiciones de vida sociales. (Beck 1998, 261-262)

 

Tenemos a un sujeto -nosotras- dominado, monitoreado, condicionado y transformado por otros sujetos -los y las tecnócratas de la tecnocracia- cuyo objetivo es "controlar la naturaleza" para, en última instancia, sujetar a las sujetas. Sujetadas estamos. Pero, ¿es esa tecnocratización completamente impuesta, coercitiva y externa a nuestras construcciones, reconstrucciones y deconstrucciones del cuerpo? ¿Estamos hablando de un control externo, no deseado, y por la tanto, en algún lugar, contestado, repelido o repudiado? ¿Hay tensión entre esas prácticas tecnocráticas y nuestro sentido de cuerpo? ¿Cómo se articulan el riesgo, el control y la tecnociencia? ¿Hasta dónde esa mitología de la tecnocracia es constitutiva y constituyente de nuestra propia concepción de cuerpo? ¿Hay algún tipo de conocimiento intuitivo, ilegítimo, marginal, silenciado, enfrentándose a un otro saber científico, reconocido, sostenido y legitimado en esos rituales? ¿Cómo vivimos, encarnamos y redefinimos este circo de domadores y dominadas?

No diré, aunque me gustaría, así que lo diré negándolo, que intentaré desenredar la madeja haciendo una relación de las dicotomías que me han traído hasta aquí y de las que me gustaría poder bajarme alguna vez.

 

  1. Dicotomías molestas
  1. Sujeto-objeto:

Hay un sujeto que mira y en virtud de su mirada constituye un objeto. El conocimiento es pues especular en la triple acepción del término: 1) mirar atentamente una cosa; 2) comerciar; 3) meditar, considerar. Es decir, traficar con la mirada o de cómo la especulación reflexiona. Alicia cayendo por la madriguera a través de espejos especuladores.

 

 

"The subject, outside all objects, fixed the object in its gaze, mastering and knowing it with unambiguous certainty. The object is determinate and definable, with clear boundaries, separated from other objects. The object is the correlate and construct of a self-identical subjetc, outside nature, detached and originary. The object is property".

Young (1992), Breasted Expierence: The Look and the Felling, en Leder, D. (1992) The Body in Medical Thought and Practice, Kluwer Academic Publ.

 

Cuerpos-objeto definidos, delimitados, contorneados y posicionados por el estandarizante Sujeto-medicina . Todas somos iguales, a igual estado corresponde igual síntoma, a igual proceso corresponden iguales resultados, a un mismo estado fisiológico corresponden las mismas emociones. Las máquinas nos codifican para que los expertos nos decodifiquen, cuando pueden. Las y los tecnócratas leen los textos que creen que somos. En un estudio etnográfico sobre la experiencia de la maternidad, una de las mujeres entrevistadas decía sobre la consulta ginecológica:

 

"Every time I went to her clinic the only thing she did was to ask me to lied down and do an ultrasound. If you don’t know how to check on a patient you would resor to machines that will show what is there".

 

CAMPBELL, O. et al. (2000); Women’s experiencies of Maternity Care, Social Science and Medicine.

 

Sujeto-médico auxiliado por La Máquinas a mirar y descubrir el qué y el cómo de su objeto-mujer en tal medida que ya no ve nada sin las gafas de la tecnología. Mirada mediada por los instrumentos que codifican el texto que es el objeto monitoreándolo y cuadrándolo en las fronteras de lo visible para que la foto no salga fuera de foco.

 

2.Humanos-máquinas:

Máquina: cualquier medio o artefacto artificial; cualquier instrumento para la conversión del movimiento; motor; persona incapaz de acción independiente.

 

Emily Martin (1989) describe cómo durante el siglo XIX la máquina se constituyó como metáfora del cuerpo. El siglo XX sustituyó la máquina por el proceso de producción. La mujer es así una fábrica, y la medicalización del parto se justifica en que el producto de esa fábrica tiene un interés social. Nacer es un riesgo que no hay que correr. Dejad que la tecnocracia se ocupe de controlar el peligro, de asegurar y optimizar el proceso de producción.

 

Al final de mi quinta entrevista empecé a percibir que las mujeres sentían que la tecnomedicina trataba a sus cuerpos como robots estropeados. Compuestos por piezas separables, independientes, que se arruinaban con el paso del tiempo perdiendo su función útil. El motor se desgasta, la máquina es productiva pero mortalmente defectuosa, mal adaptada a la vida moderna, a las necesidades económicas y sociales del capitalismo avanzado o no. Escribe Haraway:

 

"Los cuerpos se han convertido en cyborgs -organismos cibernéticos-, híbridos compuestos de encarnación técnico orgánica y de textualidad. El cyborg es texto, máquina, cuerpo y metáfora, todos teorizados e inmersos en la práctica en términos de comunicaciones". Haraway 1995, p. 364

 

Nuestros cuerpos transformados en campos de batalla social de los que todos tienen algo que decir, pero nada que escuchar.

 

3.Cuerpo-mente:

u"In a village in Bengal, I watched a very powerful ceremony called the Chauu. The participants, people from the village, act out battles, moving forward in little jumps. They stare in front of themselves as they jump, and there is in their gaze an incredible strengh, an unbelievable intensity. I asked their teacher, ‘What do they do? On what are they concentrating to have such a powerful look?’ He answered: ‘It’s very simple. I ask them to think of nothing. Just to look forward and keep their eyes wide open.’ I realised that this intensity would never have come if they had been concentrating on: ‘What am I feeling?’ or if they had filled the space with ideas. This is hard for the Western mind to accept…"

Brook, Peter. There are no secrets. London: Methuen, 1993.

 

La anestesia epidural es un ejemplo de cómo actúa en la tecnocratización el dualismo mente-cuerpo. El uso de la epidural funciona de acuerdo a la lógica de la separación entre intelecto y cuerpo. Algo que surgió en las entrevistas fue el darme cuenta que las mujeres que habían parido en el hospital describían lo que les habían hecho mientras parían. Curiosamente, la única que describía el momento en que había nacido el niño era la mujer que había parido en casa. En los hospitales, la mujeres, sin llegar a ser extras, no son las protagonistas de la película. Ni ellas ni su mente separada, desplazada, olvidada, abandonada en la sala de espera. Esther, una de las mujeres con quienes nos entrevistamos, me relató asi su experiencia:

 

Me tuvieron tanto tiempo con anestesia que estuve horas temblando, temblando, la barbilla y todo, es que no podía controlarme. Yo me decía "respira, tranquila, tranquila, controla’t" Como cuando tienes frío y tiemblas y dices "a ver, me voy a controlar" y te controlas, pero es que no podía controlarme. Hasta que no me dijeron que era normal, que la anestesia me lo provocaba, pensaba que estaba loca, no entendía qué me estaba pasando, porqué no controlaba mi cuerpo.

 

Y más adelante, ella misma dice sobre el dolor:

 

El dolor era muy fuerte, muy fuerte, muy fuerte. Recuerdo, porque la gente te lo pregunta, es curioso, recuerdo que el dolor era muy fuerte pero no recuerdo el dolor en sí.

 

Intentamos disciplinar nuestros cuerpos conduciendo nuestras conductas y deseos. Pero corremos hacia al tecnología cuando se nos revela como incontrolable. La criatura era finalmente marginal, descontrolada, violenta, sucia, cambiante, rebelde. Entonces, ayudadas por el saber científico-médico-tecnocrático, separamos lo inútil del proceso, y a nosotras mismas de nuestros cuerpos. El dolor se vuelve algo ajeno y anulable por una fuerza exterior. No sabemos vivir con él, es improductivo.

El parto de Esther acabó en una cesárea, después de haber andado por el camino de occitoxinas, epidurales, rotura de bolsa y el consecuente sufrimiento fetal:

 

 

 

Yo quería que me la pusieran encima enseguida, pero me dijeron que no, que primero tenían que limpiarla bien, controlarle y ponerle el tubo ese en la nariz por si tenía mucosidades o algo, que todo eso se tenía que hacer y que cuando la tuvieran lista ya me la darían. La niña ya salía pero yo no la veía, porque a ti te ponen como una cortinita para que no puedas ver; yo no veía y ya había nacido. Entonces ellos la cogieron y la pusieron en un sitio desde el que yo podía ver cómo la limpiaban y le ponían el tubito. La había cogido todo el mundo antes que yo. Ella lloraba como una condenada, y a mí me supo muy mal porque aunque ellos fueran los médicos, era mi hija.

 

Un yo separado de sí mismo y del yo que lleva en su interior a través de un sólo acto que refuerza el poder y la necesidad del aparato médico, el saber tecnológico y los expertos decodificadores.

 

  1. Algunas invitadas al baile de máscaras
  1. Las Cyborgs
  2. Cyborg: a robot made of biological and machine components.

    La metáfora del cyborg acuñada por Haraway puede servirnos para alejarnos de las dualidades que dejan de lado la multiplicidad e intentan crear una imagen totalizadora y universalizante. También para intentar no pensarnos enfrentadas a la tecnología (Haraway, p. 181). No olvidemos que la apocalíptica guerra-fusión de Matrix viene con salvador incluído.

    Haraway reclama en cambio el goce de las experiencias fronterizas y la responsabilidad en la construcción de las fronteras. Transgresión y peligro, ironía y esperanza. Discurso plagado de oxímorons que nos invita a pensar desde otro lugar. Pero su seducción no alcanza a quienes su propia experiencia de cyborgificación no les permite ver la tecnologización de los cuerpos con un aire positivo. ¿Qué pasa con los peligros de la expansión de la tecnología, qué con el control sobre quiénes la utilizan, cómo y sobre quién? Ni la biomedicina ni la biotecnología, ni siquiera los tratamientos o diagnósticos médicos, se detienen en alguna de estas preguntas. La ciencia funciona con una política del hecho consumado y no está atada a ningún control externo que defina su práctica (Beck, 1998). Me pregunto cómo nos definen esa política y sus consecuencias, cómo nos situamos frente a esos peligros. Y si reconocemos el ser cyborgs como un hecho consumado y, a la vez, una posibilidad para el cambio, ¿qué relaciones se tejen entre la cyborgificación y el control, cómo se transforman los textos que somos a partir de sus diferentes codificaciones y lecturas? ¿En qué medida y de qué manera la metáfora del cyborg nos permite acabar de una vez con los dualismos, con la necesidad de un otro especular que me defina, con un espejo como condición constituyente del yo? ¿Cómo la alta tecnología desafía esos dualismos en los que ella misma se asienta, se justifica y reproduce? ¿Cómo vivimos esa hibridación, esa conexión con los instrumentos-que-han-dejado-de-serlo?

    Una joven embarazada que entrevisté, Verónica, me decía:

    Como tengo tan poca relación con mi cuerpo, el control médico me hizo sentirme bien, me dio seguridad. Antes de estar embarazada no me había hecho chequeos, ni tenía ni idea de mi estado de salud. Al quedarme embarazada y decidir tener el niño, comencé a plantearme por primera vez el que yo estuviera bien para que el niño no tuviera problemas de salud. Inclusive he pedido que me hicieran una ecografía vaginal para ver si tenía un nódulo, que los médicos al principio no me querían hacer porque la consideraban innecesaria.

    Sin embargo, Esther me contó así misma ecografía:

    La siguiente visita la ecografía fue vaginal, me tuvo que poner el tubo por dentro. Y yo le dije "bueno, seguro que ya no habrá más, no? Pero hubieron más, y hubieron más de todo.

    La realidad es tan múltiple como sus lecturas y textos. Las relaciones no están libres de contradicciones. Quizás el problema con la medicina es que no nos conecta con, sino que nos reemplaza por la máquina. Dice Mercedes sobre su parto:

    Cuando nació el niño, enseguida que salió me lo pusieron encima y nos dejaron unos momentos solos, un momento de intimidad. Luego lo pusieron en la máquina esa del calor, aunque lo podrían haber puesto conmigo y mi cuerpo le daba perfectamente calor.

    Otra vez juega aquí un papel definitorio el para qué de esa tecnología, el que la biotecnología no esté ahí para permitirnos hacer, sino coaccionándonos para que nos dejemos hacer.

    Davis-Floyd narra su propia experiencia de cyborgificación y cómo le hubiera ayudado en aquel momento la metáfora del cyborg para trascender su cuerpo tecnocratizado. Porque la tecnocratización es algo externo que separa, divide, externaliza, y nos cuesta entender, nos sentimos alienadas, seccionadas, parceladas. La madre antropóloga describe así el momento en que sostiene a su hija recién nacida sobre su pecho por primera vez:

    "At that time I did not need the language of holism to have the experience of being wholly one with my newborn child, as I would have needed the language of the cyborg to sense a transcendence in my body’s technocratization". (R. Davis-Floyd, 1994)

    Pensarnos como cyborgs no presupone resolver nada, sino más complejizar. Ser cyborg no es positivo ni negativo, simplemente es. Puede ser mutilador o reconstituyente, o las dos cosas a la vez. La cuestión es cómo hacemos de ello una herramienta de lucha política.

    La metáfora del cyborg nos permite pensar al cuerpo sin identidades rígidas ni fronteras infranqueables, no sólo en su relación consigo y con otros cuerpos, sino con la tecnología que nos constituye tanto como nuestros órganos. Hablamos de textualidades e interconexiones, de interacciones y fusiones. Si, como dice Butler, "the construction of stable bodily contours relies upon fixed sites of corporeal permeability and impermeability" (Butler 1990, Gender Trouble), el cyborg destruye esas fijaciones de permeabilidad e impermeabilidad. Pero la idea de fusión total es básicamente romántica y una amenaza para las identidades. ¿Cómo pensar la unidad ontológica de lo técnico y lo orgánico sin caer en la seducción de la integridad (Davis-Floyd), cómo alejarnos de las identidades separadas y no-permeables sin crear teorías universalizantes y totalizadoras (Haraway)?

  3. El campo de gravedad

En Written on the Body (Barcelona: Anagrama, 1994), Jeanette Winterson, en un intento de acentuar la interacción de las partes con los otros o dentro de un mismo cuerpo, utiliza la metáfora del cuerpo como campo de gravedad (del latín gravitas, -atis, de gravis pesado: fuerza de atracción entre los cuerpos, siendo directamente proporcional al producto de las masas e inversa al cuadrado de las distancias). Cuerpos que se interrelacionan a través de fuerzas frágiles y no estáticas, redefiniéndose y resituándose. Cuerpos uniéndose y repeliéndose, cambiantes y posicionados.

Esta metáfora es interesante porque nos permite pensar que los cyborgs que somos necesitan un lugar para ser en relación con los otros cyborgs y con un centro que los sostenga. Una posición en la tierra, y más allá no hay gravedad, si nos alejamos o permitimos que nos alejen nuestras partes se separan y se dispersan, nos fracturamos y volamos en pedazos.

Desde nuestro lugar nos movemos y reposicionamos, pero siempre conectadas con otros cyborgs y conectadas con un centro, aunque las conexiones sean frágiles.

 

Porqué experiencia

By the term "experience" I also wish to evoke a pragmatic context of meaning. Meaning subsists not only in signs and symbols, but also in the movement and consequences of action; experience carries the connotation of context and action.

Perhaps more important, with the term experience I wish to distinguish a certain mode of talk, a language-game. The experiential language-game is specifically first-personal, or subjective. Talk about experience expresses subjectivity, describves the feelings, motives, and reactions of subjects as they are affected by the context in which they are situated." Young, I. M, Throwing like a girl, en Burkitt, 1999.

 

Hablar de experiencia nos remite al sujeto, a la persona corporalizada, a un self, que vive, actúa, piensa, se emociona y cambia a partir de interacciones con las otras personas, dentro de un contexto y redefiniendo su posición. La acción es creación, quitar al personaje del contexto es quitarle su capacidad dramática, y sin drama no hay acción. Hablar de experiencia implica rescatar la posibilidad de agencia de las personas, la capacidad transformadora, de redefinición y cambio permanente.

 

"Everybody who tells a story tells it differently, just to remind us everybody sees it differently" Winterson (1991), Written on the Body.

 

Ni el cuerpo ni las relaciones de poder son algo fijo. Dice Young:

 

"However alienated male-dominated culture makes us from our bodies, however much it gives us instruments of self-hatred and oppression, still our bodies are ourselves. We move and act in this flesh and these sinews, and live our pleasures and pains in our bodies". Young, id.

 

Los cambios en los cuerpos nos llevan a reformular nuestra situación, nuestra posición y por lo tanto, nuestra acción. Otra vez Haraway: todo conocimiento es situados. Conocemos porque cambiamos, el mundo actúa sobre nosotras tanto como nosotras actuamos sobre el mundo.

 

 

"The artifacts give us new powers, not only to change nature, but also to supplement and augment our bodies, making us into prosthetic beings or hybrids". Burkitt, id.

 

Es entonces en nuestros relatos sobre nuestras experiencias donde creo podemos rastrear los cambios. Y si allí esta el cambio está también la transgresión. Creo también que es en las narraciones donde podemos encontrar metáforas para poner en nuestra caja de herramientas. En las entrevistas la gente no habla de lo que le parece obvio, en la metáforas del río la única palabra prohibida es la palabra río. Buscar en el silencio de lo obvio y lo prohibido, de lo olvidado y temido. El conflicto y la creatividad son parte del proceso de definición y redefinición de la persona, de la construcción del self. La experiencia es el relato, la memoria, el hablante y el que escucha, la circunstancia en que se produce ese hecho de hablar algo. Por eso la experiencia es siempre nueva: cada vez que reproduzco el relato es diferente, cambian las circunstancias, los oyentes, mi memoria, yo misma, mi entonación, mis gestos, mis emociones, las emociones que busco provocar.

 

Memories are like raindrops: they come one after the other and the moment you feel them they go away. There are no cages for raindrops. Huma Depp.

 

La experiencia no es algo que esté fuera de nosotras, algo a lo que se pueda llegar de alguna manera aunque no conozcamos el camino. La experiencia nos atraviesa, nos hace ser.

 

Hasta aquí el relato de mi experiencia, de los caminos por los que buscando voy, buscando vengo y redefiniendo me entretengo.

 

 

 Bibliografia

 

BECK, Ulrich. La sociedad del riesgo. Barcelona: Paidós Básica, 1998.

 

BURKITT, Ian. Bodies of Thought. Embodiment, Identity and Modernity. London: Sage, 1999.

--, The Death and Rebirth of the Author: the Bakhtin Circle and Bourdieu on Individuality, Language and Revolution. En MAYERFELD BELL, M. and GARDINER, M. (ed). Bakhtin and the Human Sciences. No Last Words. London: Sage, 1998. p. 163-180.

DAVIS-FLOYD, Robbie. The technocratic Body: American Childbirth as Cultural Expression. Social Science and Medicine. 1994, 38(8): 1125-1140.

--, From Technobirth to Cyborg Babies. Reflections on the Emergent Discourse of a Holistic Anthropologist. En DAVIS-FLOYD, R. Y DUMIT, J. (ed). Cyborg Babies: from Techno-Sex to Techno-Tots. New York: Routledge, 1998: p.255-284.

HARAWAY, Donna. Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza. Cátedra,

1995.

 

KABAKIAN-KHASHOLIAN, T.; CAMPBELL, O.; SHEDIAC-RIZKALLAH, M;

GHORAYEB, F. Women’s experiencies of maternity care: satisfaction or passivity?. Social Science and Medicine. 2000, vol. 51, p. 103-113.

LUPTON, Deborah. Medicine and Culture. Illness, Disease and the Body in Western

Societies. London: Sage, 1996.

 

REINHARZ, Schulamit. The Social Psychology of a Miscarriage: An Application of

Symbolic Interaction Theory and Method. En DEEGAN, M. J. and HILL BOSTON,

M. R. (ed). Women and Symbolic Interaction. Boston [etc.]: Allen [and] Unwin, 1987.

 


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