I Seminario de Ciencias Sociales y Humanas del ICCI
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"ME LO ENSEÑARON EN MI CASA"

La Familia Tradicional Propiciadora de Inequidad de Género

 

Hernando Muñoz Sánchez

Lic en Administración y Supervisión Educativa

Esp. En Trabajo Social Familiar

Esp. En Investigación Social

Docente – Investigador Facultad de Ciencias Sociales y Humanas. Universidad de Antioquía

Candidato a Master en Desarrollo y Cooperación Internacional. Universidad de Barcelona.

 

Resumen:

Es importante darle una mirada diferente a la familia, objetiva y acorde a los cambios que ha experimentado en el tiempo y a las nuevas dinámicas de las relaciones en su interior, donde se hace esencial incorporar, cualquiera sea su tipología los elementos de género, generación y edad; parámetros estos que permitirán familias democráticas, equitativas y justas, que aporten a la formación de ciudadanos que construyan una sociedad diferente.

Palabras claves: familia-sociedad-género-violencia-equidad.

Abstrac:

It is necesary to give a new view to the family, in an objetive way, and in accordance to the changes experience through the times, and a new dynamics inside it self, where it is essential to include –no matter the tipology- the elements of gender, ganeration and age; these parameters will permit the families to be democratic, equitable and fair. That help to educate citizens who build different societies.

Key words: Family-society-gender-violence-equitable.

 

A Modo de Introducción:

Lo que pretendo es recorrer con ustedes un corto tramo de un camino al que le queda mucho por andar…es sólo un tramo de partida con el fin ojalá de propiciar la construcción de una familia y una sociedad equitativa, democrática y justa.

A la familia como ya muchos lo han dicho se le han dado todas las valoraciones, roles y responsabilidades, se ha dicho que es lo mejor y se ha dicho que es lo peor; se le ha satanizado y se le ha sacralizado. Pero por sobre todo se le ha idealizado y uno de los efectos ideológicos más fuertes de haberla idealizado, es la capacidad de insertar la conciencia colectiva en la mirada que se hace de ella como un grupo social homogéneo, con intereses, metas y proyectos iguales para todos sus miembros; escondiéndose de esta manera la estructura jerárquica y de dominación que posee.

Yo voy a hablar hoy, - más bien a esbozar algunas ideas- sobre cómo se han formado los hombres y las mujeres de nuestras familias "tradicionales" en cuanto a lo que significa ser hombre ó ser mujer. Al decir tradicionales me estoy refiriendo a las familias en general, sobre todo de tipología extensa y nuclear, con principios conservadores, en las cuales se repiten modelos tradicionales de educación.

Ante todo es necesario darle una mirada a la familia contemplando su relación con el entorno social y político. La familia no es un sistema cerrado a las influencias de la dinámica social, ni de ninguna manera se pueden pasar por alto los aportes que ella hace a la sociedad. La familia es entonces la principal receptora de los cambios ideológicos, políticos y culturales que ha experimentado el mundo contemporáneo y éstos son determinantes para el análisis de las posibilidades de subsistencia de esta en lo que se denomina la sociedad posmoderna.

Hoy no se puede pensar en concebir la familia con los valores viejos de la sumisión de uno de los cónyuges al otro, o con la dependencia incondicional de los hijos a los padres, en un mundo que presiona constantemente por un paradigma de la equidad y libertad de todos los seres humanos en dignidad y en derechos. En consecuencia, las relaciones familiares tienden a ajustarse a estos parámetros y no a los emanados del autoritarismo y la discriminación entre los componentes del grupo familiar.

La familia es un campo de fuerzas en que se enfrentan categorías biológicas antitéticas. En todas la épocas y colectividades, el sexo y la edad constituyen la base de distinciones culturales con importantes consecuencias para los propios afectados. Las ideas y representaciones asociadas con los hombres y las mujeres o con los jóvenes y los viejos tienen contenidos muy diversos en las sociedades que conocemos, pero en la totalidad de ellas dichas características biológicas son usadas con objeto de establecer rangos y derechos sociales. (Flaquer 1998)

Por lo tanto, tampoco podemos seguir mirando la familia sin tener en cuenta las categorías de género y edad, que son esenciales en todo sistema familiar y que involucran a todos sus miembros; hombres y mujeres, niños, jóvenes, adultos y viejos, los cuales son actores fundamentales en la escena familiar.

 

El Devenir de la Familia: el ejemplo de Colombia

En una sociedad y una cultura ajustadas a una organización jerarquizada de los géneros en el manejo del poder y la autoridad y dividida en roles asignados tajantemente a cada género, con valores diferenciales acordes con el status de cada uno frente al ambiente sociocultural. La familia se ha desarrollado en un mundo que tradicionalmente se ha sustentado en el orden "natural e incuestionable" de la rígida división del trabajo, en la concepción patriarcal de la separación entre lo público y lo privado, y en la definición de unos estereotipos de identidad masculinos y femeninos que justificaban posiciones de dominación y subordinación.

Sin embargo, no se puede dejar de reconocer que se han dado y se están dando cambios que se observan al transcurrir del acontecer histórico, algunos muy lentos y otros acelerados, que dan cuenta no de la perdida de valores o de la extinción de la Institución Familiar, - Como se dijo en el Congreso Internacional para la Familia en Lucerna Suiza, en 1999- sino de la profunda necesidad de que la familia se acomode a su entorno sociocultural.

Cambios estos que en el caso de Colombia la antropóloga Virginia Gutiérrez de Pineda plantea con suficiente claridad:

"Pasamos en pocos decenios de ser un país agrorural a otro de estructura urbana industrial y de servicios. Y en estos años finales abrimos las puertas al intercambio continental en campos económicos y culturales. La economía albergó a la mano de obra femenina que poco a poco escaló posiciones; la religión católica apenas es mayoritaria, se desacralizó en la ciudad, desdibujó su imagen y perdió su proyección ética; la educación recibió a la mujer que ahora reparte equitativamente su presencia en las aulas con el hombre; ante la ley se igualaron los géneros en derechos y obligaciones; los partidos políticos desdibujaron sus imágenes y afrontan procesos críticos de indefinición; los medios masivos de comunicación se tomaron la vida nacional y pusieron el mundo al alcance de cada colombiano. El cambio institucional arrastró el cultural conexo y se reflejó sobre la familia, que debió adaptarse y moldearse a sus influjos". (I Congreso Latinoamericano: "Familia Siglo XXI" 1994)

 En otros términos, estos nuevos interrogantes aluden a encontrar la lógica de los cambios relacionales entre los hombres y las mujeres que aparecen en la cotidianidad familiar y social moderna. Cambios que no corresponden a las características de un sujeto en particular sino a la forma y sentido de relación con los demás.

La familia tradicional como agente socializador:

La familia tiene el deber de cumplir con varias funciones en pro del desarrollo de sus miembros: la de socialización y crianza, la función económica, la función sexual, la inserción de los nuevos miembros en la sociedad, educación y aprendizaje del trabajo, mantenimiento económico de niños y viejos, producción y adquisición de bienes, y funciones religiosas entre otras.

Poco a poco la familia ha ido desplazando parte de esas funciones, pasando a ser desempeñadas por otras instituciones. El caso de la educación es el más común en la actualidad.

Aunque una de las funciones más afectadas han sido la formadora y la socializadora, la familia continua siendo un poderoso agente socializador. Voluntaria o involuntariamente le transmite al niño/a las normas sociales que van enlazadas a la transferencia de ideas, creencias y valores.

Hay un proceso que se inicia en el momento del nacimiento, "cuando la cultura patriarcal posa su mirada en los genitales" en palabras de la socióloga María Cristina Palacio. En este sentido, al varón se le induce en un proceso de hacer de él lo que la sociedad espera. Se le asignan los roles que corresponden al ejercicio del poder y la dominación, y a las mujeres se les demanda "que deben cumplir los mandatos de los hombres". Pero no solo se establecen los roles y los estereotipos de las identidades de género, sino que también se asignan los sentidos de pertenencia a los espacios. De esta manera, al hombre, a lo masculino, se le otorga la circulación por los espacios llamados públicos y a la mujer, a lo femenino se le asignan los privados. Es como si la familia tradicional no pudiera cuestionar este modelo y parece seguir sus requerimientos al pie de la letra. Lo cual lleva a que se orienten todos los dispositivos hacia la formación de comportamientos, prácticas, símbolos, signos, formas de pensar y de relacionarse con los otros/as de acuerdo a los modelos que la sociedad y la cultura patriarcal reconocen como tal.

"Vengo de una familia tradicional, en la cual mi papá era el único jefe, daba las órdenes y mi mamá las hacía cumplir. El fue muy vigilante de la educación de sus hijos hombres, porque era su responsabilidad que saliéramos bien varones y de pronto los mimos de mi mamá nos torcían el camino…A pesar de esto, yo no soy machista…considero que a las mujeres se les debe otorgar el mismo reconocimiento que a los hombres, claro con ciertos límites" (hombre Joven Grupo Focal Investigación sobre Masculinidad. María Cristina Palacio 1999)

La familia tradicional ha adoptado entonces un modelo de socialización basado en la cultura patriarcal, que mutila, que castra, que divide los sentimientos y los deseos más íntimos de hombres y mujeres, en el que aparentemente se privilegia a unos –los hombres- y se castiga a otros –las mujeres- porque es que a ellas también se las ha socializado sobre las bases de esta cultura. Y digo aparentemente porque no se a cuál de los dos este proceso le ha significado más dolor y ruptura interior.

Uno de los hombres de la investigación sobre masculinidad de María Cristina Palacio dijo lo siguiente:

"Responder a la imagen de hombre y de masculino que esta sociedad demanda, es aceptar la castración afectiva y emocional. Por eso no quiero que mi hijo responda a unas exigencias que antes de fortalecerlo, lo que van a producir es el asesinato de su alma"

 LO QUE PASA HOY:

 La realidad es que la familia esta experimentando cambios como todos sabemos, "Debido a las transformaciones objetivas del sistema socio económico, los roles femeninos han cambiado drásticamente y el autoritarismo masculino dentro de la familia ha perdido su razón de ser.

Si bien la familia patriarcal caracterizada por ser una estructura jerárquica basada sólo en la autoridad del padre va desapareciendo lentamente, sigue siendo el modelo ideal de nuestras instituciones y coexiste con una serie de modalidades familiares que surgen como resultado de los cambios socioeconómicos e ideológicos, aumentando y evolucionando hacia unas relaciones más igualitarias tanto entre la pareja, como entre padres/madres e hijos.

En estas nuevas familias, las tensiones y los conflictos son mayores, porque cada día se exige más de ellas en el terreno afectivo y personal: aumenta el índice de trabajo femenino remunerado, con serias repercusiones en la vida cotidiana y social del país, ya que al mejorar el status femenino se hace necesaria una repartición más equitativa de los roles domésticos y laborales entre hombres y mujeres. Si ello no ocurre, el conflicto conyugal es más frecuente y al menos durante un tiempo, será la causa de más separaciones y rupturas y sobre todo de violencia domestica.

Otro factor importante del cambio funcional en la familia se relaciona con las nuevas generaciones, educadas en un país abierto a las influencias culturales planetarias gracias al avance de los medios de comunicación. Para los jóvenes de hoy la sociedad reprime la creatividad a través de la familia, y en ésta los padres ya no son los modelos de comportamiento, pues estos modelos se encuentran en las imágenes de la televisión o el cine. Este factor, sumado a los nuevos roles femeninos, abre paso al derrumbamiento de la figura del padre, y en muchos casos, a la mitificación de la figura de la madre, con consecuencias no suficientemente valoradas por los académicos o los políticos encargados de orientar las políticas sociales" Ligia Echeverry

De ninguna manera quiero ser pesimista, "ave de mal agüero", mas sí realista. Yo creo que nosotros aquí, en esta sociedad tan fragmentada, -me refiero a nuestras sociedades iberoamericas- no tenemos todavía una solución al problema es decir, no tenemos una construcción clara de hombre y de mujer, ni en el imaginario ni en el discurso. Hay unas prácticas sociales que están llevando a cabo los hombres que tradicionalmente no realizaban, frente a las cuales con frecuencia existe una actitud vergonzante de los hombres mismos. Que el hombre entre a desempeñar roles en el mundo doméstico mucho más protagónicos, que inclusive acepte que no es la figura que aporta económicamente la mayor parte del ingreso familiar, que ahora es un ingreso familiar y no un ingreso personal, no es todavía claro. Pienso que el panorama es aún un tanto oscuro, que hay mucha resistencia. Algo en la práctica esta mostrando eso pero apenas existe una asomo en la teoría, y en la verbalización, de los hombres, y de las mujeres.

 Al respecto el antropólogo Hernán Henao afirmaba:

"Entrar al mundo de lo doméstico para el hombre implica un trabajo de filigrana, pero eso viene en la socialización desde la familia. No sería tan difícil si se incluyera en la vida cotidiana…los cambios tan profundos no se decretan, eso viene en tu formación".

Tampoco los cambios que se están dando son fenómenos de todas las clases sociales, es decir, el fenómeno de las clases sociales es diferencial. Hay cambios que vienen calando diferencialmente según los grupos de edad, niveles educativos y por supuesto por adscripciones de clase. Se ha dicho que las clases más dinámicas, con mayores capacidades de transformación son las clases medias, siendo más renuentes al cambio de patrones en su comportamiento de género los sectores populares y las clases altas, las elites.

Un factor especialmente relevante es que no se han introducido las dinámicas pedagógicas-ni en la familia, ni en la escuela- que permitan una transformación de los modelos de enseñanza, de los patrones culturales con los cuales se configuran hombres y mujeres en nuestras sociedades, y por supuesto el desempeño de los roles, la maternidad, la paternidad.

La familia esta viviendo entonces una etapa de transición, una etapa donde los cambios se dan muy lentamente, donde persiste la pelea por el lugar de cada quien. Esto es lo que nos muestran por lo menos en Colombia, las últimas investigaciones sobre el tema de familia: los patrones de la familia tradicional siguen estando presentes, muy marcados sobre todo en lo que se refiere a la relación entre hombres y mujeres, o como se diría en términos populares, "que bueno lo de los cambios, mientras no me toquen a mi…"

A manera de Reflexión:

En mi opinión y por el trabajo que he venido desarrollando en el área de familia, estoy seguro de que hasta que esta no se pregunte de verdad sobre su papel democrático, sobre su papel en la construcción del respeto a la diferencia y de respeto a la diferencia de verdad, no a marcar las diferencia entre hombres y mujeres sino a incentivarla como elemento integrador, a hacerse la pregunta por el yo, por la generación y construcción de la vida de cada uno de sus miembros como sujeto. A ser un espacio que propicie la mediación de los encuentros con los demás, el encuentro entre el hombre y la mujer y no el desencuentro generado por la competencia, la desigualdad o el deseo a la igualdad perse.

Hoy existe el sentir, en algunos de los estudiosos de la familia, con el cual me identifico plenamente, que hay que incentivar la individuación como proceso sanador y catalizador de relaciones más libres y equitativas. Concluyo con las palabras de María Cristiana Palacio, a las cuales me uno con todo mi corazón.

"Ante esto, solo queda insistir con urgencia, en un cambio en los imaginarios culturales, en el tejido social, en la familia donde los encuentros entre hombres y mujeres sean para fortalecer la sabiduría de la vida humana, no su destrucción. Hombres y mujeres con una dimensión distinta de la vida, cansados de la lucha por el poder, de privilegios agobiantes. Que se encuentran a la espera de una sociedad, una familia y una identidad democrática".

  

BIBLIOGRAFIA:

 BADINTER Elizabeth. 1993. XY La Identidad Masculina. Editorial Norma. Bogotá.

GIDDENS Anthony. 1997. Modernidad e Identidad del Yo. Editorial Península. Barcelona.

PALACIO V. María Cristina.1999. La Socialización Masculina: El Drama Oculto del Ejercicio de la Violencia. (Articulo Inédito).

GALVIS O. Ligia. 1999. Consideraciones epistemológicas para una Pedagogía de la Familia. Ponencia Presentado en La Universidad de los Andes. Bogotá.

FLAQUER Lluís. 1998. El Destino de la Familia. Editorial Ariel, S.A. Barcelona.

GUTIERREZ DE PINEDA Virginia+. 1994. Familia Colombiana Finisecular. Conferencia presentada en el I Congreso Latinoamericano de Familia. Medellín.

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KIONIS. Aaron R. 1993. Los Príncipes Que No Son Azules. Javier Vergara Editor S.A. Buenos Aires.

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LUBICH. Chiara. 1999 "La familia es el futuro" 19 Congreso Internacional para la Familia. Organizado por la Fundación Suiza para la Familia. Lucerna.

PROFAMILIA. Encuesta Nacional de Demografía y Salud. 2000. Bogotá-Colombia

 


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