I Seminario de Ciencias Sociales y Humanas del ICCI
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"MUSEOS, EDUCACIÓN AMBIENTAL NO FORMAL Y PARTICIPACIÓN"

Ana Catalina Juárez Oechler

 

Este texto es una reflexión sobre el encuentro que se da entre los principios básicos de la nueva museología y la pedagogía de un aprendizaje ambiental crítico, nos interesa subrayar el potencial que la práctica museística representa en la apertura de espacios para la participación al propiciar en su población una forma crítica de entender la problemática ambiental, de esta manera se promueven experiencias proambientales comunitarias. Sirvan tres experiencias para mostrar cómo desde un museo se promueve la participación de diversas comunidades para hacer un amplio monitoreo en el ecosistema del río San Lawrence, o la forma en que un proyecto de producción comunitaria regional y un museo rescatan el valor y la identidad cultural implicados en nuestro cotidiano consumo de café y por último, cómo organiza una comunidad la conservación de su patrimonio natural y gestiona un espacio de educación ambiental ligado a las iniciativas locales en apoyo al plan global de cambio climático.

Palabras clave: conservación del patrimonio, educación ambiental crítica, identidad, memoria colectiva, y nueva museología.

 

ABSTRACT

This is a reflection about the powerful meeting between the basic elements of new museology with critical environmental learning. We want to remark museum potential to open participation spaces when its public learn a critical way to understand the environmental problems. This has already developed some environmental community experiences, we show here just three examples, one about how a museum can set up the participation of the community in activities of Saint Lawrence River environmental monitoring, another example is about how a regional community organization and a museum rescue the value and identity culture involve in a simple cup of coffee, finally, the third one shows how a community organized their natural heritage conservation and how was managed an environmental education center in order to support the global plan of climate change.

Keywords: collective memory, critical environmental education, heritage conservation, identity and new museolgy.

 

INTRODUCCIÓN

 

Actualmente vivimos un momento histórico marcado por profundas transformaciones, muchos analistas han definido el fin de siglo y de milenio como un periodo de trance cultural y civilizatorio que alcanza todos los ámbitos de la vida privada y pública. El problema de la degradación ambiental y el ritmo actual de agotamiento de los recursos naturales aunado a la exclusión y polarización social, son tal vez los desafíos de mayor magnitud que deberá enfrentar el planeta en las primeras décadas de este siglo XXI.

También las categorías metafísicas en las que se funda el humanismo moderno están siendo cuestionadas. Se vislumbra una ruptura con tradiciones filosóficas que sustentan el ideal científico de la modernidad occidental y se pone bajo sospecha la idea de verdad como correspondencia con lo real. Las relaciones entre sujeto y objeto, el individuo y la sociedad, subjetividad y objetividad, globalización y nacionalismo, son algunas de las instancias que marcan de forma contundente, el campo problemático contemporáneo.

En este contexto se enfrentan por lo menos dos maneras de entender a la naturaleza, una que la interpreta como amenazadora y otra que da muestra de las "nuevas sensibilidades" en las que la naturaleza tiene una acción restauradora, ello parece demarcar el diálogo que establece la modernidad con su entorno ambiental. Se tiene la percepción de que la naturaleza; ese "otro" de la cultura, tiende a ser mas valorizada en tanto que las incumplidas promesas de la civilización desilusionan. Asistimos a la difusión de una nueva asociación entre el sentimiento antisocial y la sensibilidad ambiental representada por una denuncia ecológica del malestar en la civilización urbano-industrial.

Los cambios que se están desarrollando al nivel de los modos de producción nos obligan a cuestionarnos sobre la capacidad real de la educación existente para formar a la infancia y la juventud en la nueva cultura del trabajo polivalente, en el dominio de las competencias para la innovación, en el uso de las nuevas tecnologías de la información y en una apertura de valores hacia la justicia, la equidad y la sustentabilidad ambiental del planeta.

El campo de la educación y por ende el de los museos, es también interpelado por la crisis cultural y ambiental. Ambiente, educación y sus diversos ámbitos de aprendizaje son un campo en disputa, en cada caso nos vemos remitidos a una pregunta por la ética en tanto compromiso con la vida en su complejidad.

La sociedad como portadora de un patrimonio cultural siempre está en el centro del trabajo de los museos. Aún así la dimensión humano ecológica, en su sentido subjetivo, es decir, el de la interacción entre la gente y su entorno, ha sido constantemente negada en la práctica museológica. Es hasta que se produce una demanda social para lograr la democratización de la cultura, cuando se genera un movimiento que busca hacer cambios radicales en los métodos de trabajo, el contenido y la estructura de los museos tradicionales. De ahí surge la Nueva Museología, fundamentada en la idea de que la cultura puede ser al mismo tiempo tema e instrumento del proceso emancipador y educativo dirigido hacia un cambio social democrático, ecológico y equitativo.

Desde el nuevo museo se piensa que la identidad en el sentido de un saber histórico, de respeto mutuo y como representación de la pertenencia a un grupo sociocultural es una precondición básica para poder producir comportamientos y actos responsables en la comunidad, por ello creemos que, se debe incluir explícitamente al medio ambiente en su esfera de responsabilidades.

Aunque el movimiento de la nueva museología ha permeado el trabajo de muchos museos (en Canadá, Estados Unidos, Australia, México, entre otros) existen museos que trabajando desde esta perspectiva se dirigen exclusivamente hacia aspectos socioculturales de la realidad e ignoran las cuestiones ecológicas que afectan a sus poblaciones. Aunque esta sería una de las áreas en que el trabajo del museo podría mejorar la calidad de vida y representar un significativo avance en la realización de los objetivos de la nueva museología, pareciera que, los museos muestran un sesgado punto de vista al pensar que la naturaleza no corresponde a los requerimientos de una sociedad post industrial amenazada por un colapso ecológico. No sólo la contaminación, el gasto excesivo de energía, el manejo de residuos y de basura, la descontrolada explotación de los recursos naturales, el bajo control nutricional de los alimentos, como problemas clásicos de la ecología actual, sino también cuestiones de identidad, equidad de género, respeto y encuentro entre generaciones, integración y multiculturalidad, deben ser incluidos cotidianamente en el trabajo de los museos. Un asunto que tiene un origen multidimensional requiere de un enfoque multidisciplinario, y el museo es un espacio en el que múltiples disciplinas trabajan con el fin de producir un lenguaje en común.

En la medida en que hay una conexión entre la identidad y la totalidad de imágenes que un grupo tiene de sí mismo, de su pasado, su presente y su futuro, el papel del nuevo museo, ayudara a ubicar a la población en una posición que le permita visualizar y nombrar dichas imágenes, mismas que se manifiestan en el ámbito material y/o intangible en su vida cotidiana. Con esto, la población identifica su derecho a una identidad local y regional, así toma "posesión" de su mundo y gana cierto control sobre él. Cuando el museo está comprometido activamente en presentar y discutir las imágenes actuales y locales, no sólo lo que es hermoso y tradicional sino también las inquietudes sociales, la existencia diaria, la apertura hacia el exterior reconociendo las correlaciones y dependencias, entonces es capaz, de involucrar a la gente en el entendimiento de su relación con el entorno. De tal manera que los nuevos museos, como centro nodal de encuentro social, representan un espacio de trabajo con un potencial ambientalista poco explotado.

 

EDUCACIÓN Y MEDIO AMBIENTE

Si nos ubicamos en la perspectiva de una ética ambiental, el respeto a los procesos vitales y a los límites de la propia capacidad regenerativa de la naturaleza, deberían ser los principios que orientaran las decisiones sociales y cuestionaran los estilos de vida y los hábitos colectivos e individuales, desgraciadamente esto no sucede así. Se trataría entonces de que al mismo tiempo que se configura una educación ambiental con esa tendencia ética, también se produzca una racionalidad y un sujeto ambiental para poder responder ante una ética de los beneficios inmediatos que emergen del utilitarismo económico y de la acumulación en las sociedades capitalistas industriales.

La educación ambiental, esta inmersa en la esfera de relaciones conflictivas entre diversas orientaciones políticas, éticas y formas de organización de la vida en sociedad, debe entonces, buscar influir en una cierta dirección sobre la manera como la sociedad dispone de la naturaleza y produce determinadas condiciones ambientales. En conjunto con otras prácticas sociales, debe intentar construir, en sus diferentes niveles y espacios de actuación, un acceso comprensivo a la problemática ambiental y al plano de acción política en torno de ella. Su orientación debe ser dirigida hacia la problematización de los diferentes sentidos, intereses y fuerzas sociales que se organizan en torno a las cuestiones ambientales.

Es necesaria la construcción de un saber ambiental que rebase el campo de la ciencia, de sus racionalidades y de la objetividad del conocimiento, planteando la revalorización de un conjunto de saberes sin pretensión de cientificidad.

Por lo tanto la educación ambiental debe liberarse de la presión de sólo "informar" para desarrollar además las funciones pedagógicas que organicen la socialización del conocimiento, la democracia cognitiva y el diálogo de saberes, haciendo de la práctica educativa una experiencia reflexiva y transformadora..

Cuando hablamos de saber ambiental, hacemos referencia a un "saber-hacer" que permite propiciar la construcción de posibilidades, sin recurrir a textos totales y cerrados, donde lo central está en el reconocimiento de la constitución plural de los sujetos y en la elaboración de acuerdos éticos producidos en diálogos sociales cada vez más integradores.

La educación ambiental debe deconstruir la relación de poder que diversas instituciones sociales mantienen con el ambiente y debe crear dispositivos pedagógicos democratizantes.

Estos principios básicos permitirán que la educación ambiental, sobre todo la de carácter no formal, pueda constituirse como una esfera pública, abierta a los discursos y a los imaginarios de los diversos actores sociales, haciendo emerger de ellos un liderazgo público e influyente.

En síntesis, hablamos de una educación ambiental que propone valores, acciones y formas de intervenir socialmente sobre el orden prevaleciente para conseguir su transformación, debe elaborar finalidades, objetivos, contenidos y formas de concretarlos.

 

NUEVA MUSEOLOGÍA

El discurso de la nueva museología es esencialmente cultural y político, no científico, nace a finales de la década de los 70's y ha tenido como consecuencia el surgimiento de diversas maneras de abordar el trabajo en los museos, este movimiento ha originado museos de barrio, museos participativos, ecomuseos, museos integrales y museos comunitarios, entre otros. En ellos se presenta una visión global de la realidad, se realiza un trabajo de investigación que satisface los requisitos y las necesidades sociales, se promueve una acción que se adapta continuamente a su población y a su territorio; sus enfoques, investigación y acciones contribuyen al desarrollo social e individual.

El enfoque del nuevo museo no sólo tiene la finalidad de registrar, documentar, conservar e investigar sobre el pasado por ejemplo del patrimonio natural y cultural, se trata también de hacer del museo algo útil en el presente y con posibilidades de intervenir en la concepción de futuro.

Los objetivos del nuevo museo buscan establecer un nexo continuo con la vida diaria de su población y trabaja para propiciar el desarrollo social, a diferencia del museo tradicional cuyo principio básico es la protección de los objetos, el nuevo museo esta orientado hacia una población específica y al territorio que esta ocupa. Su estructura y organización se caracterizan por ser poco institucionalizados, busca fuentes de financiamiento alternativas, es descentralizado, promueve la participación activa de la población y cuenta con un equipo de trabajo horizontal, es interdisciplinario, está orientado hacia un tema, y trata de hacer red y de fortalecer el tejido social al propiciar proyectos de cooperación con organizaciones locales y regionales, busca hacer una lectura profunda de la realidad en toda su complejidad.

Podríamos definir al museo convencional como la relación entre cuatro elementos: Una colección, en un edificio para un público a través del trabajo de unos especialistas. El nuevo museo redefine estos elementos constitutivos planteando que la colección es la totalidad del patrimonio, el edificio la totalidad del territorio y el público la totalidad de la población, es un espacio sin barreras arquitectónicas, sin barreras disciplinarias y sin barreras para el acceso público.

El territorio y la población determinan la naturaleza del nuevo museo y se constituyen como el contexto local, la interacción humana con el entorno natural y cultural es el foco de sus tareas. Debido a que generalmente el contexto local es heterogéneo, el museo debe procurar ser una fuerte influencia de integración y de enlace entre la diversa población de grupos para trabajar por el interés de la población como un todo

La memoria colectiva, los valores comunitarios y los patrones de identidad forman parte fundamental de la práctica del nuevo museo. Es la comunidad la que decide qué es lo que los identifica y con qué se identifican, esto determina también qué es lo que debe conservarse. La memoria colectiva guía el proceso de reconstrucción de la historia comunitaria y esta definida por la totalidad del patrimonio intangible de los grupos. Es la población de determinada región cuya memoria colectiva determina cual es el patrimonio a conservar. Aquel saber que esta vivo en la memoria, que es significativo y útil en el presente determina al patrimonio. Es, entonces, un patrimonio vivo que cambia constantemente y de creación continua, pertenece esencialmente a individuos, familias, pequeños colectivos, puede ser usado por la comunidad en lo que sea necesario y en toda clase de situaciones o acciones.

Si se trata al medio ambiente y a las expresiones culturales tangibles e intangibles como el patrimonio para conservar, esto ayuda ha establecer la identidad local y su potencial de cambio. El patrimonio material desempeña una función ilustrativa del patrimonio intangible, como por ejemplo del saber tradicional o de la historia oral. Entonces la colección tangible vale en la medida en que representa la historia de vida de la población.

 

NUEVO MUSEO, SABER AMBIENTAL Y PARTICIPACIÓN

Las transformaciones educativas estratégicas que se pueden producir al lograr que la educación ambiental no formal tome los espacios museísticos tendrán relación directa con la capacidad de desarrollar liderazgos locales y globales que gestionen eficientemente el uso de sus recursos y de su patrimonio colectivo al mismo tiempo que estarán orientados al aprendizaje continuo de todos y durante toda la vida.

De la misma manera, la concepción de historia que propone la nueva museología nos indica que no debe quedar relegada al pasado, debe ser usada con el fin de mostrar el desarrollo histórico de la realidad en constante actualización. Preguntar continuamente a la memoria colectiva permite reconocer que sólo cuando se procede relacionando al pasado con base en el presente se podrá tener la oportunidad de cambiar el futuro, esta forma de hilvanar la historia es una campo fértil para el aprendizaje ambiental crítico.

Considerando la naturaleza compleja e indeterminada de la realidad y, particularmente de la realidad socioambiental, con el establecimiento de un diálogo entre le nueva museología y la educación ambiental no formal se contribuiría a la conformación de un proyecto político - pedagógico sensible al encuentro entre los saberes de la tradición y de la modernidad, de la ciencia y de otras formas de conocimiento.

Otra favorable consecuencia de este diálogo, es que permitiría desarrollar nuevas formas de investigación sobre el aprendizaje ambiental y la implementación de metodologías que lo articulen con la educación ciudadana, para la salud comunitaria, de los derechos humanos, de la mujer y de la educación intercultural, entre otros, todas estas formas están vinculadas implícitamente en el trabajo comunitario que propicia la nueva museología.

Su mayor contribución estaría en el fortalecimiento de una ética socioambiental que incorpore valores políticos emancipatorios y que junto con otras fuerzas que integran el proyecto de una ciudadanía democrática refuerce la construcción de una sociedad justa y ambientalmente sustentable.

Si se desea promover la participación, tanto la educación ambiental no formal como la nueva museología, basan su trabajo en el conocimiento y la energía de las "fuerzas vivas" de la población, incluyéndolo en todas las acciones, siendo al mismo tiempo actor y objeto, es través de su conocimiento y su fuerza viva que la población es convocada a participar y a involucrarse en un desarrollo sustentable de su territorio, con mejoras posibles a nivel social, cultural, ambiental y económico. Dicha práctica representa un saber - hacer sistematizador e interpretativo de los contenidos y las modalidades de acción de la comunidad y de las interrelaciones de dependencia con otras comunidades y otros territorios.

Finalmente consideramos que la llegada de la educación ambiental no formal desde la perspectiva aquí desarrollada al ámbito y la práctica de la nueva museología propicia que el museo vaya más allá de su función como formador de identidad y le permite hacer una contribución concreta a la vida diaria de la población, mostrando los problemas y sus posibles soluciones; convirtiéndolo en un lugar en el que se puede y se debe reflejar las preguntas y cuestionamientos que personas y grupos sociales se hacen a sí mismos, no para proporcionar soluciones dirigidas desde el exterior que a la larga son intervencionistas, sino para establecer la problemática en conjunto con la población, apuntar alternativas y ofrecer espacios y materiales que sean herramientas para la toma de conciencia y de decisión sobre las actitudes que deben propiciarse para mejorar la forma de vida.

Es claro que los museos no podrán resolver los problemas de la comunidad y tampoco es esa su tarea, aún así, creemos que ambientalizando su relación con la población y su territorio entonces puede reconocer que tiene un lugar específico y propio en el proceso del desarrollo sustentable.

 

ALGUNAS EXPERIENCIAS.

De unos años a la fecha se han desarrollado experiencias de educación e intervención ambiental promovidas o relacionadas con los museos cuya práctica esta enmarcada en las propuestas de la nueva museología, presentaremos tres de esas experiencias exitosas, una de carácter global, otra regional - nacional y una más de carácter local, llevadas a la práctica por iniciativa de museos, organizaciones y comunidades en Canadá y México.

 

1.- RED DE ECO-OBSERVADORES (Ecowatchers) del Museo de la BIOSFERA de Montreal en Canadá.

Esta Red es una de las actividades fundamentales de la Biosfera y tiene la finalidad de actuar sobre el medio ambiente y de proveer información valiosa sobre los ecosistemas del Río San Lawrence y los Grandes Lagos en donde se produce aproximadamente el 20% del agua potable para todo el planeta.

Esta red cuenta con más de 70 socios trabajando en diferentes áreas del río y de los lagos, algunos de sus proyectos forman parte del trabajo de otras redes especializadas con las que se colabora activamente, destacan la Red de Observación del Pez de agua dulce, la Red de Calidad del Agua de los más de 100 municipios ubicados a lo largo de la ribera del río (abarca Canadá y Estados Unidos), la Red "Adopta un río" que promueve la participación de las escuelas en realizar análisis de la calidad del agua del río y sus afluencias y la Red de Mamíferos Marinos formada por más de 10 grupos de ecoturismo.

El tema principal es el agua, su calidad, sus propiedades dependiendo de la época del año, los organismos que viven ahí, peces y vegetación que hay a lo largo del río y de los lagos y por supuesto la actividad humana como un componente más del ecosistema.

Uno de los beneficios que provee esta red es poder integrar la información científica con la experiencia popular y la construcción de una base de datos en continuo enriquecimiento sobre el agua y los ecosistemas del río y de los lagos.

A través de esta red, los científicos tienen acceso a la observación de campo que realizan individuos y organizaciones. La Biosfera ayuda considerablemente a expandir el radio de influencia de los laboratorios internacionales en labores de monitoreo ambiental. En el mismo sentido los observadores de campo pueden hacer uso de los resultados de las investigaciones científicas o integrar sus actividades de observación a proyectos de investigación más específicos, trabajando ya sea para probar la efectividad de una metodología, o convertirse en trabajadores de campo de una determinada investigación. Estas actividades son más importantes en la medida en que se logra cubrir más territorio pues el ecosistema del río San Lawrence y de los Grandes Lagos es enorme.

Un eco-observador puede ser un individuo, organizaciones o agencias gubernamentales, interesados en participar y trabajar juntos por la protección y conservación del río, esto incluye a ONG's, industrias, comercios, municipalidades, escuelas, socios federales y regionales, universidades, centros de investigación, museos locales y regionales, centros de interpretación, etc.

El trabajo que realizan los socios es vital en la planeación y organización de los proyectos de eco-observación que involucran el monitoreo, la observación, limpieza de litorales y rehabilitación del medio ambiente y son enlaces de comunicación que transmiten la información a la Biosfera. De tal manera que un socio es a la vez un observador que "colecta " información de los ecosistemas, comparte su saber, ayuda a encontrar soluciones y acciones para mejorar o proteger el ecosistema en donde vive.

Entre todos estos socios llevan a cabo distintos proyectos agrupados según la temática de observación, existen 10 proyectos sobre agua, 16 sobre flora y fauna, 14 sobre actividades humanas y 3 sobre asuntos mundiales.

Formar parte de esta red no es nada complicado, basta con contactar a la Biosfera y proponer un proyecto de eco-observación, o bien un plan de acción organizado sobre un tópico específico, otra manera es participar en proyectos que ya existen actualmente.

Uno de los aspectos más importantes es que a través de la Biosfera los datos recopilados por la población no sólo se ponen al alcance de los científicos, sino también del resto de la gente lo que permite incentivar a aquella población que no participa activamente a que tome conciencia de la importancia de involucrarse en el cuidado del medio ambiente, además gran parte de la información que aportan los eco-observadores es usada por el museo para documentar sus exhibiciones, por otro lado esto también permite que el museo se convierta en una interface de comunicación entre su población y aquellos tomadores de decisiones que muchas veces se encuentran muy lejos del ciudadano común.

Este es un claro ejemplo del trabajo ambiental de carácter global que puede desarrollarse desde un museo con estas características, haciendo importantes aportes a la comunidad científica y dando un valor inusitado a la participación de la gente.

 

2. "LA VIDA EN UN SORBO" Exposición temporal sobre el café promovida por la Coordinación Nacional de Organizaciones Cafetaleras (CNOC) y el Museo Nacional de Culturas Populares de México.

 

La CNOC se constituyó en 1989, basada en principios de acción conjunta frente a problemas comunes, para promover el apoyo mutuo, la democracia en la toma de decisiones, la pluralidad política y la autonomía.

Agrupa a 75 mil pequeños productores de café de 126 organizaciones regionales y locales de los estados mexicanos de Chiapas, Guerrero, Hidalgo, Oaxaca, Puebla, San Luis Potosí y Veracruz. Cerca del 80% de sus socios pertenecen a distintos pueblos indios de nuestro país.

Tiene como objetivos impulsar el desarrollo económico regional con capacitación colectiva, elevar los niveles de bienestar social y fortalecer organizativamente a las familias campesinas generando efectos multiplicadores. La estrategia para lograrlo es apropiándose del proceso de producción, industrialización y comercialización y controlar los instrumentos financieros, de tal manera que tiene básicamente cuatro ejes de acción: comercio, financiamiento, capacitación y asistencia técnica y organización.

Gran parte de la población del país desconoce que México es el 4° productor mundial de café, que existen 282 mil productores que cultivan el grano en una extensión de 760 mil hectáreas con una producción promedio en la primera década de los 90's de 276 millones de kilos (hasta antes de la crisis que afectó al sector cafetalero en los últimos años), 92% de los productores son campesinos minifundistas con predios menores a 5 hectáreas.

La producción global de la CNOC en el cultivo de 142 mil hectáreas ha llegado a ser de 876 mil quintales al año de los que se usan para exportación 143 mil. Comercializa en cinco mercados distintos: Solidario, Gourmet, Orgánico, Tradicional, de café verde y directamente tostado o molido.

La conservación del medio ambiente es un elemento central en su estrategia de organización, cerca del 10% de los socios son productores orgánicos, por ello es miembro de la Asociación Mexicana de Agricultores Ecológicos, algunos de sus socios formaron la red de Campesinos e Indígenas Ecológicos de México (ECOMEX) y varias de sus organizaciones pertenecen a la Federación Internacional de Agricultura Orgánica. Además se fomentan procesos de convergencia regionales, nacionales e internacionales, destacando las relaciones establecidas con Africa, Centro y Sur América.

Producto de un encuentro afortunado con el Museo Nacional de Culturas Populares, uno de los más grandes exponentes de la nueva museología mexicana, nace en 1996 el proyecto de la exposición temporal "La Vida en un Sorbo" que mostró a la población la compleja organización del trabajo que ha venido desarrollando la CNOC, al mismo tiempo que la Coordinadora de Organizaciones reivindicó la importancia del saber tradicional e indígena en la producción nacional de café y se hizo evidente el valor cultural que entraña en la vida cotidiana de la gente. Personal del Museo y miembros de la CNOC elaboraron un guión museográfico adecuado para transmitir a la población todo lo que hay detrás de la taza de café que tomamos a diario, las diversas circunstancias que invitan a tomarlo, el lugar que ocupa nuestro país como productor y la existencia de distintos tipos de grano, de muy alta calidad, poco conocido y consumido por el grueso de la población. Durante un año casi un millón de personas probó, olió, conoció, se encontró con plantas, con imágenes, con objetos, en fin, que se reunió en torno a la enorme riqueza cultural y a la vida que están involucrados en un sorbo de café.

Esta iniciativa de carácter nacional demuestra la importancia de unir esfuerzos para rescatar, difundir y conservar el patrimonio tangible e intangible, determinado por el saber tradicional y la memoria colectiva de estos pequeños productores de café. A raíz de esta experiencia se dio pie a que otras iniciativas de carácter permanente pudieran gestarse, entre ellas destaca el Café Museo Café de San Cristóbal de las Casas en Chiapas, conformado por pequeños productores indígenas agrupados en la asociación civil MAJOMUT, el espacio incluye exhibiciones, cafetería, áreas de reunión asociativa, espacios para actividades culturales y educativas, tienda, oficinas de venta, etc. y ha logrado constituirse como una importante área de reunión, no sólo para las comunidades productoras de esa región sino también para la población de la ciudad.

 

3. PARQUE TEPOZÁN, Centro de Recreación y Educación Ambiental de la Cooperativa Huehuecalli en el sur de la Ciudad de México

En 1998, se inician reuniones de trabajo entre el Comisariado Ejidal de San Andrés Totoltepec y un grupo de profesionales del programa "Energía y Ambiente" del Instituto de Ingeniería de la UNAM, a partir de entonces se estableció una relación de trabajo y cooperación para un proyecto de desarrollo sustentable: crear un parque de recreación y educación ambiental, comprometido con la conservación del bosque.

El Ejido de San Andrés Totoltepec, esta ubicado en el bosque del Ajusco Medio, en la delegación Tlalpán al sur de la ciudad de México y sus terrenos están ubicados en una superficie de conservación, lo cual indica que tienen una serie de restricciones legales para su libre explotación o para su venta, además estas tierras al ser ejidales, aunque reciben constantemente la presión de la urbanización por el crecimiento de la ciudad, no pueden ser fraccionados ni vendidos por partes, es una estructura compleja de tenencia de la tierra cuya propiedad es de todos y cada uno de los miembros del ejido.

Por otro lado el programa Energía y Ambiente ya formaba parte de los especialistas encargados de realizar el "Programa Tlalpan: iniciativas locales para el cambio climático" cuyos objetivos son: disminuir las emisiones de gases que influyen directamente en el cambio climático global, a través de proyectos piloto de uso eficiente y de fuentes renovables de energía y de la conservación forestal. Además desarrolla un Sistema de Gestión Ambiental para la delegación y realiza una cuantificación, seguimiento y monitoreo de la reducción de bióxido de carbono, también se incentiva el desarrollo continuo de nuevos proyectos y actividades de gestión ambiental con el fin de promover acciones locales que generen impactos globales.

Es importante subrayar que Tlalpán es la delegación más grande de la ciudad de México, tiene una extensión de poco más de 30 mil hectáreas de las cuáles 25 mil son áreas rurales y protegidas, de tal manera que ahí se ubican cerca del 30% del suelo de conservación de toda la ciudad, es un área estratégica para la producción de oxígeno, la preservación de flora y fauna nativas y para la recarga del manto acuífero, estudios recientes demuestran que por cada hectárea forestal que se pierde se dejan de infiltrar 250 millones de litros al año a los acuíferos subterráneos que surten de agua a la ciudad.

A partir de las reuniones de trabajo varios miembros del ejido constituyen la Cooperativa Huehuecalli con el objetivo de generar un proyecto que les permita conservar el bosque y poder hacer un uso adecuado de sus beneficios, destinan así 40 hectáreas de los terrenos que les corresponden a la realización del Parque Tepozán, que se constituye como el proyecto piloto en áreas rurales y la rama forestal del Programa Tlalpan, contando con financiamiento de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y con la cooperación de diversas instancias del gobierno local y federal involucradas en el medio ambiente.

La comunidad trabaja en conjunto con los profesionales de la Universidad en la concepción, el diseño y la planeación de las actividades del Parque, los objetivos que impulsan su trabajo tienen como fin conservar y ampliar la superficie forestal para aumentar la captura de carbono que realizan las plantas y con ello colaborar para evitar el cambio climático global, se pretende ayudar a conservar la flora y la fauna del lugar, aumentar la captación de agua para infiltración de los mantos acuíferos de la ciudad y al mismo tiempo ofrecer un espacio de recreación y educación, que promueva una cultura ambiental orientada hacia el conocimiento del bosque, de su importancia en nuestras vidas y las formas de cuidarlo, además, por supuesto se pretende desarrollar proyectos que brinden beneficios económicos a los ejidatarios.

Técnicamente se realizan estudios especializados que permiten a la comunidad tener una información más precisa sobre las condiciones del bosque, tipo de suelo, mapas de vegetación y de zonificación, y un programa de restauración ecológica basado en los esquemas de sucesión típicos de esa zona.

Como es bien sabido la utilización de especies propias del lugar, es necesaria para no afectar la distribución de la flora y la fauna y también conservar las características del suelo del sistema que se pretende restaurar. A partir de ello se decide iniciar la restauración del bosque reforestando con un árbol endémico de zonas templadas de México conocido como Tepozán por considerarlo un buen captador de ozono, generador de microclimas adecuados para especies de crecimiento tardío, por ser generador de suelos, porque tiene propiedades medicinales y es productor de proteínas (gusano similar al del Maguey).

Al mismo tiempo se desarrollan los proyectos que conformarán las actividades educativas del Parque, los senderos que ya existían para evitar y controlar incendios serán usados para los recorridos guiados dentro del Parque, se ha elaborado un cuaderno de campo con actividades para ser realizadas en los recorridos, ya que no sólo se trata de transmitir información sino que la visita sea una experiencia significativa que involucre conocimientos, emociones y la promoción de actitudes que ayuden a la conservación del bosque. También se promueve la participación de la gente al involucrarlos en las actividades de reforestación, recolección de bellotas para ser usadas como semillas, elaboración de composta y se puede observar en los distintos viveros el desarrollo de las plántulas para reforestación y la producción de diversas plantas medicinales.

Igualmente se desarrollan varias actividades productivas que propiciaran beneficios económicos para la comunidad, se reconocen diversas maneras de aprovechar el bosque sin destruirlo, por ejemplo las plantas pueden usarse como alimento ya sea recolectado por cultivo o silvestres (hongos, frutas y semillas); pueden tener un uso medicinal como infusión, pomada, como extractos o esencias; las flores pueden usarse para ornato, se pueden desarrollar cosméticos, resinas y productos de limpieza, también tintes, recuperar leña y generar carbón vegetal, se pueden producir utensilios y herramientas como escobas, papel o mangos de madera, además de los múltiples artículos de producción artesanal que se pueden hacer de acuerdo a las tradiciones de la población.

El Parque cuenta también con una casa tradicional construida a la usanza de los antiguos habitantes del bosque, cuya técnica ayudaba a controlar los cambios de temperatura que ocurrían en la zona, en ella se muestran los utensilios de uso común, la forma en que se organizaba la vida cotidiana y la cocina, esta pensada para propiciar encuentros entre los visitantes al Parque y los miembros de la comunidad para que tengan un acercamiento con el saber local y de esa manera se difunda y conserve la memoria colectiva del lugar.

Son los miembros de la comunidad los responsables de guiar los recorridos y las actividades educativas, de realizar la mayoría de las labores de reforestación y de producción de los viveros, de la composta, la preparación y la venta de alimentos típicos y de las actividades en la casa tradicional.

Cuenta con un área para exhibiciones, un salón de usos múltiples, una tienda y una zona para venta de alimentos típicos, mismos que generaran ingresos que permitan hacer de este Parque un proyecto sustentable.

El Parque Tepozán muestra que también es posible que sea la comunidad la que decida organizarse para promover un proyecto en donde el saber ambiental local y el patrimonio natural que le corresponde además de ser valorado, conservado y difundido, pueda formar parte de importantes iniciativas locales contra el cambio climático global y constituirse como una fuente generadora de beneficios sociales, culturales, ambientales y económicos.

Basten estos ejemplos para demostrar que tanto los profesionales de la educación como las diversas disciplinadas involucradas en el medio ambiente tenemos en la nueva museología una generosa aliada que nos invita a hacer uso de sus postulados y su práctica, al mismo tiempo que al ambientalizar los discursos museográficos se lograría a su vez revitalizar la relación de los museos con sus comunidades. Estamos pues ante un horizonte por descubrir, por explorar, por aprovechar.

 

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