2 de agosto de 1979.
Fiesta de San Alfonso.
Señor Director:
El nº VIII de vuestra revista "FIDELIDAD A LA SANTA IGLESIA" cae providencialmente en mis manos.
Vuestra preocupación es exactamente la misma que la nuestra. En efecto, desde hace más de seis meses la idea que el concilio Vaticano II podría ser aceptado con tal que sea interpretado conforme a la Tradición ha sido difundida y desarrollada por "Itinéraires", a partir del 15 de diciembre de 1978, después de que Mons. Lefebvre, sobre su entrevista con Juan Pablo II declaró que él firmaría voluntariamente un texto en ese sentido.
Nosotros habíamos supuesto que esta declaración de Mons. Lefebvre no tenía otro motivo que probar su buena voluntad de pacificación, y que era también "captado benevolentiae". Solamente que esta declaración enseguida se ha vuelto pública por Mons. Lefebvre, y alentada por "Itinéraires" que precisa, en suma, que es necesario tomar las declaraciones como ellas son, sin hacer suposiciones.
Desgraciadamente, esta declaración instala en los espíritus de muy numerosos fieles y sobre todo de clérigos, la idea de que sería "católico" decir que se puede aceptar un concilio como el Vaticano II con tal que se lo interprete a la luz de la Tradición.
1°) Hay ante todo una contradicción con las declaraciones anteriores:
El libro de Mons. Lefebvre Yo acuso al Concilio:
—"Un Papa digno de ese nombre y verdadero sucesor de Pedro no puede declarar que él se dará a la aplicación del Concilio y de sus reformas. El se coloca, por ese mismo hecho, en ruptura con todos sus predecesores y con el Concilio de Trente en particular." (Carta de Mons. Lefebvre a 40 Cardenales, incluido el Card. Woytyla antes del cónclave del 6 de octubre de 1978.)
A comparar con Juan Pablo II en la "Redemptor Hominis":
3: "Con una plena confianza en el Espíritu de verdad yo entro entonces en la rica herencia de los recientes pontificados. Esta herencia está fuertemente enraizada en la conciencia de la Iglesia de una manera enteramente nueva y desconocida hasta ahora, gracias al Concilio Vaticano II, convocado y comenzado por Juan XXIII y después
concluido de una manera feliz y puesto en práctica con perseverancia por Paulo VI.
Y todavía: 7: "Los caminos sobre los cuales el concilio de nuestro siglo ha puesto a la Iglesia y que el llorado Papa Paulo VI nos ha indicado (...) seguirán siendo por largo tiempo los que todos nosotros debemos seguir."
—"Este concilio contradijo lo que la Iglesia nos había enseñado antes que él." (Jean Madiran; "Itinéraires", n? 221, pág. 135.)
—El decreto sobre la libertad religiosa es "enteramente contrario" a lo que la Iglesia había enseñado precedentemente. ("Itinéraires", nº 224, pág. 183.)
2º) Pero hay sobre todo una cuestión grave concerniente a la autoridad del magisterio ordinario, que se manifiesta con el texto sobre la "libertad religiosa".
Nuestra "Association Saint-Hermenegilde" acaba de fundar los "Cahiers de Cassiciacum" precisamente para abordar estas cuestiones en el plano teológico y en toda su profundidad.
El n° 1 de los "Cahiers de Cassiciacum", que acaba de aparecer, publica el estudio del Rvdo. P. Guérard des Lauriers: "¿La Sede Apostólica está vacante?".
Desde la advertencia, la cuestión de la infalibilidad del magisterio ordinario
universal es celebrada a propósito de "Dignitatis humanae personae" que es la obra del concilio promulgada por Paulo VI.
El Rvdo. P. Guérard des Lauriers muestra que este texto depende de suyo del Magisterio ordinario universal infalible y entonces se impondría a la Fe de todos los fieles si estuviera realmente dado por la Autoridad. Ahora bien, este texto contradice la doctrina de la Iglesia sobre la libertad religiosa. Es necesario entonces admitir que la autoridad ubicada en aquel momento no era la Autoridad asistida divinamente según la promesa de Nuestro Señor Jesucristo.
Todo el estudio de este primer número de los "Cahiers de Cassiciacum" analiza los elementos confirmando esta conclusión que se impone como única pudiendo justificar una oposición que debe permanecer católica.
Así, una interpretación tradicional del Vaticano II no es más que una hipótesis encarada a causa de una situación de hecho, pero cuyo enunciado comporta ora una tautología, porque no puede haber otra interpretación posible de un verdadero concilio que la tradicional, ora una contradicción, porque si el concilio no tiene Autoridad, es absurdo darle un sentido conforme a la Tradición.
Es, por tanto, una ambigüedad suplementaria de la que nosotros hubiéramos hecho de buena gana economía.
P.D.: Porque el objeto de la querella es la misa, es necesario agregar, en cuanto a la eventualidad de un "permiso" de celebrar la misa (llamada de San Pío V) junto con la nueva misa (llamada "sinaxis") que si la posición de "Itinéraires" parece haber cambiado desde el 15 de diciembre, nosotros tenemos siempre firmemente por verdad lo que estaba declarado antes.
"No se puede dar un lugar a la Misa tradicional y al sacerdocio de siempre en el seno de un pluralismo donde todas las celebraciones están permitidas (...) la verdadera religión es la única que no puede aceptar la coexistencia en pie de igualdad y con el mismo título, con las otras «religiones» " ("Itinéraires" n° 206 pág. 286).
Y nosotros suscribimos siempre eso que el Sr. Madiran, retomando por su cuenta un texto de Alexis Curvers, admitía hace poco más de un año:
(La demanda): "Déjenos hacer la experiencia de la Tradición" es metafísica-mente absurda." ("Itinéraires", nº 27, pág. 194.)
El medio más eficaz que puede utilizar el demonio es ciertamente en este momento el liberalismo llevado hasta la tolerancia de la Verdad.