EN
TORNO A PRINCIPIOS Y VALORES PARA ENTRETEJER LA MALLA DE LAS
RELACIONES HUMANAS. Una
conversación pública con Juan José Oyarzún. Sebastián
Jans Publicada en Revista "Occidente" (Chile) en Septiembre de 2006 |
Ha
asumido el liderazgo de una de las principales instituciones éticas del
país don Juan José Oyarzún Oyarzún, al tomar posesión del cargo de
Gran Maestro de la Gran Logia de Chile, máximo órgano de dirección de
la Masonería nacional. La Gran Logia, para comprensión de nuestros
lectores, viene a ser como los consejos generales de los partidos, o
como una asamblea de delegados de cualquier organización democrática.
La diferencia es que solo la integran quienes han sido presidentes de
logias, es decir, de la instancia local en que participan los masones o
francmasones. Ambas denominaciones son válidas, así como los vocablos
análogos: Orden Masónica o Masonería Simbólica. Todas se refieren a
lo mismo. De allí que existe un error cuando en la prensa se dice “Gran
Maestro de la logia masónica”, debiendo decirse “Gran Maestro
de la Gran Logia de Chile” o “Gran Maestro de la Masonería
Chilena”. Don
Juan José fue electo por votación de todos los presidentes y ex
presidentes de logias del país, en un proceso tan democrático como los
de cualquier institución que se precie de tal, es decir, a través de
un proceso electoral informado, donde hubo el concurso de tres
candidaturas, junto a las candidaturas de todos aquellos que postulaban
a los cargos que integran el gobierno de la Masonería chilena: Grandes
Dignatarios, Grandes Oficiales, Consejo y Tribunal; una estructura
solemne, pero, según asegura su nuevo conductor, necesariamente
operativa y de gran exigencia en su gestión, que le demandará 4
intensos años de dedicación exclusiva. Estudió
en escuelas y liceos públicos y en la Universidad de Chile, está a un
año de celebrar sus Bodas de Oro, y es padre de cuatro hijos. Por
cuarenta y cuatro años estuvo vinculado a ENDESA (Empresa Nacional de
Electricidad), cumpliendo funciones de jefatura en diferentes divisiones
y gerenciales o como integrante de directorios en filiales regionales.
Mientras residió en Santa Cruz (Colchagua)
fue un activo integrante del Cuerpo de Bomberos de la ciudad, llegando a
ocupar la Superintendencia. Ingresó al Rotary Club en 1961, donde tuvo
una destacada participación, cumpliendo diferentes cargos incluido el
de Gobernador del Distrito 4320 en 1979-1980. Se retiró de esa
organización al asumir la Gran Secretaría General de la Gran Logia de
Chile, en 1998. Es
aceptado en la Masonería en 1959, participando en diferentes logias,
debido a razones laborales que lo llevaban a distintos lugares del país.
Su ejercicio del cargo de Gran Secretario General de la Masonería,
realizado con una intensa e incansable actividad, le significó el
agradecido reconocimiento de parte de las logias del país.
Su ejercicio de la Secretaría Ejecutiva de la Confederación Masónica
Interamericana, entre 1999 y 2000, proyectó su figura de manera
significativa entre los masones del continente. Iniciamos
nuestra conversación, cuando ya comenzaba a oscurecer, en un lluvioso día
de julio, en su despacho en el tercer piso del Club de la República, el
cual tenía las cortinas de las ventanas hacia la calle Marcoleta
absolutamente abiertas, a la vista de las miradas desde los edificios
vecinos. Una señal de cómo la Masonería se ha ido abriendo en los últimos
años a la sociedad chilena, producto de los cambios culturales que ha
experimentado nuestra sociedad, en los que la Masonería ha hecho un
significativo aporte, con muy bajo perfil comunicacional, como siempre
ha sido su tradición. En
ese escenario tan expuesto a las miradas exteriores, comencé a hilvanar
las primeras preguntas para enrutar nuestra distendida conversación. A
los pocos minutos, advierto que mi interlocutor, siendo un hombre de
mucho bagaje filosófico, sin embargo, no se deja llevar por la pasión
verbal, y mide mucho sus conceptos. En ningún momento se advierte un
desborde de ideas que es típico en cualquier condición de liderazgo en
que las ideas son importantes. Cuando, en medio de nuestra conversación
le hice notar aquello, me contestó con el típico tono paternal y
severo de un docente: “El hombre, mi amigo, es amo de sus silencios y
esclavo de sus palabras”. Iniciando
nuestra conversación le pregunto qué significado personal tiene haber
asumido esta tarea. ¿Cuáles son sus sueños personales, sus grandes
esperanzas, para la sociedad en la que vivimos, y a las que le gustaría
aportar desde su alto cargo? “Sueños
personales es una cosa, proyectos personales es otra.
Los
primeros son utopías, los segundos son cuestión de planificación,
ejecución, control y análisis de resultados. Alguna vez soñamos
llegar a ser un buen escritor, y escribir alguna obra que nos permita
perdurar cuando ya no estemos en esta realidad.
Un
día llegará en que podamos dedicarnos a ello.
Nuestro
proyecto inmediato es el cuadrienio por venir, en el que esperamos
lograr un crecimiento significativo de nuestra institución
y sus miembros, especialmente con una extensión a los rincones
del país en que no hay una presencia significativa, consolidada
institucionalmente.
El
centro de nuestro quehacer se aplicará a vigorizar en el quehacer de
nuestras actividades el interés por estudiar y conjugar el ejercicio de
la Ética dentro y fuera de la institución, con su aplicación
consecuente en la vida privada y pública de sus miembros”. “Nuestras
esperanzas apuntan a contribuir en forma consistente a la construcción
de una nueva sociedad, con la incardinación de nuestros principios y
valores en las cuestiones nacionales del día a día.
Confiamos
en poder seguir aportando una nueva visión del propósito de vida para
nuestros conciudadanos, en el que predominen los valores espirituales
por sobre el flagelo del materialismo”. Uno
de los objetivos fundamentales, propuesto en su programa para el
ejercicio de la Gran Maestría para el periodo 2006-2010, fue prometer
consolidar y acentuar lo obrado por la Francmasonería en la acción
laica en los últimos años. En atención a ese antecedente, partimos
consultando su opinión sobre cuales con los grandes desafíos que debe
enfrentar el laicismo en la sociedad chilena de inicios del siglo XXI. Con
firmeza, no vacila en responder que los principales desafíos tiene una
naturaleza conceptual, por el impacto cultural que ello provoca: “El
principal desafío es rechazar la proclividad del fundamentalismo
religioso de inducir a la confusión del laicismo con el
anticlericalismo. Hay una conducta histórica por urdir una analogía
tendenciosa entre ambos conceptos. El segundo, es la proclividad a
convertir el concepto de laicismo en un término muy manoseado por
muchos, comprendido por muy pocos, y practicado por menos, a pesar de su
importancia en una sana construcción social. El tercero, no menos
importante, es promover el debate del liberalismo filosófico en los
programas de los centros de estudios en que tenemos presencia, y derivar
hacia un verdadero liberalismo político en los medios de acción en que
tengamos activa participación”. Ante
nuestro deseo de precisar más este último planteamiento, agrega: “La
solidaridad y el humanitarismo, la aspiración de justicia, son valores
propios de liberalismo. El hombre es un animal social, cuya existencia
se funda en la pertenencia a la sociedad humana. Sin embargo, es de
vital interés para esta sociedad y su equilibrio, el derecho a la
autodeterminación, a disponer de sí mismo. Por otro lado, esta
libertad en todas sus expresiones tiene su contrapartida en la
responsabilidad del individuo frente a su sociedad. La simbiosis entre
libertad y responsabilidad es la esencia propia del liberalismo. Esta
característica se extrapola a las naciones, y que también generan
expectativas de mayor calado, por ende, con mayores responsabilidades.
Allí, los problemas principales se aprecian en dos dimensiones
elementales: los que son propios históricamente de la realidad e
idiosincrasia de cada nación, y los problemas mundiales que estamos
soportando bajo el apremio del fenómeno de la globalización”. Agrega
que “nuestra generación ha crecido en una sociedad a caballo de dos
siglos, cuyos cambios en un par de decenios, el anterior y el presente,
han sido más acelerados y categóricos que los de los 90 años
anteriores. A pesar de los contrastes que nos entrega la historia, que
configuran un panorama a veces contradictorio, es nuestro compromiso
edificar una esperanza en el futuro, y una confianza en el destino de la
Humanidad. Nuestros principios y valores nos impelen a entretejer la
malla de las relaciones humanas, entre los individuos y las naciones,
con la materia prima de la fraternidad universal”. En
Bolivia y España se ha iniciado un fuerte debate en torno al proyecto
de laicización del Estado y de la educación. Ello ha generado
reacciones conservadores que se han manifestado con mucha intensidad.
Quisimos saber cual era su opinión al respecto. “Así
es, mi amigo. En ambos países, se ha iniciado un fuerte debate en torno
al proyecto de laicización del Estado y de la educación, que hemos
seguido con mucho interés. Mi opinión al respecto, es que
la
historia de la Humanidad no es sino un constante proceso de laicización,
que dista mucho de haber concluido aún.
Nuestra
historia es un proceso de cambios cuya secuencia tiene a acelerarse con
el correr del tiempo, y los acontecimientos van tejiendo la urdimbre de
las relaciones de los hombres y las comunidades nacionales en períodos
cada vez más breves. Esta aserción se manifiesta en dos campos
principales, lo que es propio y perteneciente
a la idiosincrasia de cada nación, y los fenómenos que son universales
en el imperativo no solo socio-económico, sino también axiológico y
cultural, que produce la globalización. Bolivia y España van por el
sendero de poner fin a predominios de larga data, y son una demostración
viviente que no es posible detener las agujas del reloj de la historia.
Hoy, el buen juicio exige un correcto establecimiento de las relaciones
humanas, donde se institucionalice la pluralidad espiritual de las
sociedades, donde no haya hegemonías constituidas en torno a la exclusión,
no tan solo desde el punto de vista de los ideales, sino también desde
el aterrizado ángulo de la praxis”. Le
pido que haga un diagnóstico frente a la sociedad chilena actual, la
que califica con cinco definiciones categóricas: “Competitiva,
elitista, materialista, trivial y excluyente”. Inmediatamente explica:
“La competitividad que estimula un sano esfuerzo por ser mejores, en
un escenario determinado por las condiciones del mercado ha sido elevada
a la categoría de praxis social, en que ella pasa a erradicar conceptos
como la solidaridad, el espíritu de comunidad, que hace posible
enfrentar problemas en forma común. La competitividad exacerbada ha
llevado a buenos éxitos, pero, también, a ausencias solidarias para
enfrentar desafíos comunes, impostergables como sociedad. Hay una
fuerte tendencia a constituir grupos de privilegio, que dominan y
controlan el poder, y que constituyen elites que pasan a dominar todas
las decisiones importantes de la sociedad. Hay una fuerte tendencia a
que todo se convierta en opciones materiales, que solo se busque los éxitos
económicos o los grandes logros materiales, abandonando o relegando a
planos irrelevantes aquello que aporta al crecimiento espiritual de
nuestra sociedad y de sus miembros. En ello hay mucho de responsabilidad
en quienes, sosteniendo visiones valóricas u opciones espirituales que
pretenden hegemonizar el alma de la sociedad, han fracasado en sus
contenidos, precisamente, por ser co-partícipes de una acción
cotidiana de índole materialista, economicista, pauperizando los
valores y las necesarias inspiraciones del espíritu”. “Y
bien, una sociedad en la que abunda la pobreza espiritual, tiende a la
trivialidad, al empobrecimiento de las discusiones y de las
preocupaciones del día a día, a la vaguedad o carencia en los
contenidos. Los medios de comunicación, ventanas a través de las
cuales se puede ver el estado de nuestra sociedad, son fieles
expresiones de lo trivial, de lo insustancial. Es fácil comprobar
quienes tienen la propiedad de tales medios para comprobar nuestra
aseveración anterior”. “Digo
también que es excluyente, porque hay una sociedad en que abundan los
privilegios para unos pocos y las privaciones para muchos. No hablo solo
de la distribución del ingreso, sino de lo que señala el acceso a la
educación, las oportunidades laborales, la igualdad de los géneros,
las oportunidades desde la cuna. Tenemos una sociedad que excluye desde
el momento en que se nace. Eso no puede estar bien. Hay una parte
importante de la inteligencia nacional que se pierde por la exclusión;
y la inteligencia es, sin duda, la mayor de las riquezas de un país, de
una sociedad”. “Hay
muchas tareas que abordar, para resolver estas situaciones. De ellas, es
urgente enfrentar la inequidad en la distribución de la riqueza y la
abulia frente a la participación en las decisiones que afectan a
nuestra sociedad. Hay que poner también un marcado acento en la
urgencia de enfrentar la calidad de la educación, la que se encuentra
en una peligrosa crisis. De la misma forma, hay otros problemas que
atacar decididamente: las señales de corrupción y de inseguridad
ciudadana, por los efectos que ellos tienen en la organización social
en la medida que se vuelven cotidianas”. Frente
a sus últimos dichos, nos interesó que profundizara en torno a su
percepción sobre el estado de la corrupción en Chile, y si el tema de
la delincuencia es percibido con la misma intensidad que lo señalado
por las encuestas, el primero por su efecto ético y el segundo debido a
su efecto social. “La
corrupción, es decir, la práctica consistente en la utilización de
las funciones y medios de organizaciones públicas o privadas, en
provecho de sus gestores, es un fenómeno social tan viejo como el
mundo. En nuestro país existe desde las crónicas de la conquista, pero
en los tiempos modernos la alfombra mágica de “Estas
agresiones a la ética pululan en la actualidad en los medios de
comunicación, y baste citar en el pasado mes de agosto las denuncias
sobre conspiraciones para presuntos arreglos de los partidos de fútbol
, las estafas con la venta de queso artificial, las acusaciones de uso
indebido de las asignaciones de empleos de emergencia, las ingratas
noticias sobre irregularidades en realización de peritajes y servicios
policiales, los cargos formulados por miembros de “El
tema de la delincuencia, en tanto, es motivo de profunda preocupación
para todos los ciudadanos, a la cual nos unimos, por las consecuencias
que tiene en la sensación de inseguridad que se apodera de los barrios
y de las ciudades. Más aún cuando paralelamente hay un creciente
cuestionamiento al nuevo sistema procesal-penal, en que las personas
piensan que los tribunales tienen puertas
giratorias.
El
tema del aumento del delito, sin duda, tiene sus hontanares en la
inequidad que caracteriza a nuestra sociedad contemporánea, y nos
asiste la certeza que, más allá de la represión del delito, su solución
de fondo efectivamente se halla en la educación, en dar más
oportunidades a los pobres, más trabajo a los jóvenes de los barrios
que están bajo la presencia dominante del delito. Desgraciadamente, las
soluciones de orden socio-económico vienen siendo un antídoto de
mediano y largo plazo, no es inmediato. Insisto, sin una educación que
conduzca a mejores oportunidades de trabajo, que de un espacio social
digno a los jóvenes, que permita la movilidad social, la delincuencia
no tendrá una baja significativa en sus guarismos”. Sin
embargo, su reflexión sobre lo que ocurre en nuestro país, la conecta
con un contexto global, en que emerge una visión de la Humanidad, por
sobre lo puntualmente local. “Nuestra
obligación es trabajar para que la sociedad, nuestra comunidad
nacional, se consolide y se integre a una comunidad internacional, no
solo en la confianza propia, sino también en una sincera comprensión
recíproca, en la convicción de postular a correctos objetivos
mundiales en pro de la paz y la convivencia civilizada entre los pueblos
y naciones, en pro de una concepción de Humanidad que se centra en el
hombre”. “La
mayoría de las personas – dice – piensa hoy en términos
excluyentes, lo que se proyecta al comportamiento nacional. Exigen lo
mejor para ellos, sin importarles lo que eso implique para otras
comunidades. Optan por sus opciones de conciencia, y se encierran en
ellas, sin abrir espacios efectivos para el diálogo y para el respeto a
la diversidad. No se percatan que subyacen odios y prejuicios que no
corresponden a los avances que hoy caracterizan a la especie humana. Un
desmesurado criterio de identidad sectario – intolerante y jactancioso
– caracteriza a los ciudadanos de los países modernos”. “Nuestra
especie se halla en el umbral de una crisis de oportunidades. Están
asomando nuevos valores en el horizonte de las ideas. El buen juicio
exige un correcto establecimiento en las relaciones humanas, no tan solo
desde el punto de vista idealista, sino también desde el aterrizado
escenario de la praxis”. Con
tono categórico, agrega: “Creemos sinceramente – e invitamos a
trabajar por la convicción que surge de esa creencia – que los
postulados de colaboración y participación, irán desplazando
paulatina e inevitablemente a los de una despiadada competencia y la
inhumana codicia. Cualquiera puede pensar que semejante perspectiva es
optimista en exceso, pero, la carta de garantía de su posibilidad
radica en el efecto multiplicador de miles de hombres y mujeres pensando
y actuando en la idea de un mundo mejor, en los diversos campos del
quehacer humano”. Siendo
la institución que dirige esencialmente ética, le preguntamos cuales
son los temas éticos más acuciantes a ser enfrentados por las
instituciones éticas y morales, así como por los distintos sectores de
nuestra sociedad. “La
búsqueda del equilibrio entre el pragmatismo y el neopositivismo,
procurando establecer juicios de valor coherentes con los problemas del
mundo contemporáneo, ya que la moral es un conjunto de normas que
estructuran la conducta de la sociedad humana, destacando las jurídicas
y sociales, que deben prevalecer sobre las ideológicas y religiosas. Es
de capital importancia evaluar en forma permanente el contrapunto entre
las ciencias y la ética, ya
que aquellas no son neutrales. Especial atención debe aplicarse al
campo de las investigaciones sobre el origen de la vida, la genética,
la eugenesia y la eutanasia. Importancia también especial debe
otorgarse a la ética en el manejo de las comunicaciones, tan relevantes
en el mundo de hoy, las cuales siempre son vulnerables a
interpretaciones o manipulaciones, sobre todo por la influencia de la
desmedida competencia comercial, que no pocas veces atropella todo
aspecto ético, para obtener ventajas en el posicionamiento corporativo.
Ocurre así, por ejemplo, que es degradante el uso y abuso del
sensacionalismo de la televisión, que es tremendamente magra en la
entrega de cultura y educación, pero, excesivamente abundante en
trivialidad, chabacanería y lenguaje coprolálico”. Sabemos
de la permanente preocupación de los masones chilenos por la educación,
y que, en su condición de Gran Maestro, participa en la Comisión
Presidencial para la Calidad de la Educación, destinada a buscar
propuestas que permitan solucionar la crisis que afecta los objetivos
nacionales de contar con una calidad en la enseñanza adecuada a los
objetivos de la comunidad y del país, en virtud de ello, le preguntamos
cuales son las expectativas y objetivos que se ha planteado en torno a
esa instancia. “La
educación debe impulsar la confianza en la perspectiva humana, en la búsqueda
de la propiedad del conocimiento y la realidad. Nuestros principios y
valores nos permiten considerar al ser humano como una persona,
privilegiada por aspectos físicos, espirituales y sicológicos, con
conductas establecidas por medio de patrones en el ámbito de una
existencia que es captada por los sentidos, una persona indudablemente
gregaria, con necesidades de alimentación, cobijo y preservación, que
necesita de la educación para su adaptación e incorporación efectiva
al medio social. La característica de ese medio debiera ser
esencialmente democrática y con una moral en que prime la idea de que
el derecho de un hombre termina donde empieza el derecho de otros
hombres. Con una idea de libertad que sea un atributo cuya realidad,
validez, posibilidad y ejercicio esté relacionada directamente con el
control de sí mismo. En fin, la educación debe inducir la definición
del espíritu humano como expresión representativa de una esencia de la
experiencia consciente. Tiene por esencia una función esclarecedora. No
se trata de entregar solo conocimientos que el educando muchas veces no
logra unir en torno a su propósito de vida”. “Esa
es una visión sobre el tema, que hay que confrontar. No es una cuestión
fácil de abordar en una instancia como esta, tan granada y variopinta.
Los problemas del sistema vigente están siendo analizados por una
comisión multitudinaria de más de setenta personas, con puntos de
vista e intereses bastante disímiles. Esa es su virtud y su dificultad.
No es posible llegar a conclusiones por simples mayorías parciales.
Temas como si la subvención fiscal es o no suficiente, o si debe ser
respaldada con resultados, o cuales deben ser los resultados, si la
municipalización ha fracasado o no, las ventajas o inconvenientes de
modificar la LOCE, la controversia sobre una educación vista como un
negocio, los ambiguos productos de la Jornada Escolar Completa, las
pruebas de suficiencia nacionales e internacionales, y muy especialmente
el Estatuto Docente y la dignidad profesional del Magisterio, vapuleado
por más de medio siglo, nos permite ir configurando un panorama con
perfiles finales difíciles de definir. Nos preocupa determinar quien
asume el gran liderazgo nacional en la educación en términos
institucionales, cual es el rol del Estado, representando a todas las
sensibilidades de la sociedad, o a ninguna. Y nos está preocupando
seriamente la dilación en presentar bosquejos de resultados ante la legítima
impaciencia estudiantil, y la cercanía del final del año lectivo, sin
asomos de una idea central perceptible. Pero, nuestra voluntad de
perseverar está intacta, y queremos responder a la confianza y al desafío
que nos impusiera la suprema autoridad de la Nación”. No
dudo en preguntarle casi a quemarropa: ¿La Masonería solicitará a
través suyo el término de las clases de religión en los colegios?
Sonríe muy paternalmente y responde. “Las personas de espíritu libre
siempre persistiremos en nuestro empeño en terminar con cualquier
inducción de conciencia financiada por el Estado. Si yo como padre
quiero inducir a mi hijo a que tenga una formación confesional
determinada, debo tener ese derecho, pero, el Estado no tiene por que
tenerlo, porque este debe representar la pluralidad del país, de la
sociedad. Nada de lo que haga el Estado debe tener un color confesional,
porque ello atenta contra las libertades de conciencia. Si las clases de
religión tienden a favorecer a quienes tienen más recursos o por
condiciones de hegemonía en un colegio financiado con fondos públicos,
es preferible que no haya clases de religión, o que se enseñen los
valores de todas las religiones en condiciones de igualdad, por un
docente debidamente preparado para el efecto”. “Ahora,
la complejidad de los desafíos de la crisis en la calidad de la educación
chilena no solo tiene que ver con ese aspecto. Tiene que ver, primero,
con cual es el rol de las instituciones, entre ellas el Estado, en
asegurar calidad. En lo personal, me gustaría un Estado mucho más
proactivo en asegurar los logros de la calidad educacional, no solo en
lo relativo a lo cuantitativo. Desde luego, un Estado que asuma la
pluralidad de conciencia de la sociedad a la cual debe conducir y
administrar, antes que todas las demás tareas que le competen. Desde
luego, para cumplir con aquello, a ese Estado hay que proveerle de las
herramientas legales y los recursos necesarios”. Concluyó nuestra conversación con este mozartiano, apasionado por la música del genio musical, después que nos contara con orgullo el haber encabezado la comisión masónica que llevó adelante la conmemoración de los 250 años del nacimiento de Wolfgang Amadeus Mozart, que dejó como legado a la comunidad un busto del músico en la calle Tenderini, junto al Teatro Municipal de Santiago.
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