EN TORNO A LA MATRIZ BIOLÓGICA DE
LA EXISTENCIA HUMANA” Una conversación cerrada con Humberto Maturana.
Sebastián
Jans Entrevista publicada en Revista "Occidente". Chile, 2005. |
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En
un pequeño departamento de Providencia, a trasmano de dos de las
principales vías del Santiago “high-middle”,
mantuvo “Occidente” una
conversación con Humberto Maturana, uno de los más trascendentes científicos
chilenos del siglo XX, en medio de sus actividades diarias relacionadas
con el Instituto Matríztico. Hacer
un rápido perfil introductorio de nuestro interlocutor es una tarea difícil,
considerando la trascendencia de su obra. Estudió Medicina en Chile, para
luego hacer estudios de postgrado en Biología tanto en Inglaterra como en
Estados Unidos, para obtener finalmente su doctorado en Biología, en la
Universidad de Harvard. En 1994 obtuvo el Premio Nacional de Ciencias. Es
autor de varios libros de gran difusión y debate en el mundo científico
del extranjero. Su
preocupación y aportes en los ámbitos de la biología del conocer, donde
formula su decisiva noción de la autopoiésis,
ha tenido un impacto en el pensamiento del transmilenio que no puede
ignorarse, y cuyos alcances se proyectan al estudio sistémico, a las teorías
de las comunicaciones, a la filosofía, a la psicología, a la sociología,
en fin, a todos los ámbitos del pensamiento que permiten reflexionar al
hombre, tanto en su íntima individualidad como en torno a su transcurrir
biológico y social. Fueron
sus proposiciones efectuadas ante el gobierno chileno, por medio del
Ministro Insulza, respecto a como cambiar la visión para enfrentar la
problemática de la delincuencia en los jóvenes, lo que nos motivaron a
conversar con este homo sapiens sapiens chilensis, (matrízticamente, un homo
sapiens-amans) que se siente muy chileno en su cotidianidad, con todos
los defectos y virtudes que ello implica. Mozartiano en sus preferencias
musicales, señala que su tiempo libre lo ocupa preferentemente en lo que
es su trabajo científico y en la reflexión. La
conversación transcurre en un pequeño espacio del instituto, que sirve
de sala de clases, suerte de sala de estar, sala de conferencias y bodega,
en uno de cuyos rincones se apila quizá un cincuentena de baldes plásticos
blancos, cuyo propósito no nos atrevimos a preguntar, y que perturban la
apreciación integral de un hermoso cuadro sobre seda realizado por su
esposa, donde serpentean colores en ondas predominantemente azuladas.
Cierto, hay mucho del modus
chilensis en ese Instituto Matríztico, que consume las horas y los
esfuerzos de este científico, que insiste en diluirse en el equipo de
investigadores que trabaja en ese pequeño lugar, para formular y difundir
el concepto matríztico. Antes
que ser el líder de un equipo, se siente uno de sus componentes, y en
esta conversación, su vocero. Sin embargo, fieles al propósito
establecido con el director de nuestra revista, buscamos algunos
resquicios para burlar el férreo compromiso del “doctor”
con su equipo y con el proyecto que ellos encarnan, para conversar
con Humberto Maturana. El
Instituto Matríztico es un espacio de trabajo en torno a la Matriz Biológica
de la Existencia Humana, determinado por un cambio de pregunta en el
pensar científico y filosófico, en torno al conocimiento del ser.
Sostiene el pensamiento matríztico que la matriz patriarcal-matriarcal de
nuestra cultura, nos ha sometido a relaciones y conversaciones de
autoridad, desconfianza y control, donde lo predominante es enfrentar la búsqueda
del conocimiento como un observador. La
idea matríztica no es preguntarse por el conocimiento del ser, sino
preguntarse por la explicación de la experiencia, es decir, más que las
definiciones en torno a como es el ser humano, lo que importa es como éste
experiencia su vida y su
realidad. Esta
Matriz Biológica de la Existencia Humana se sostiene en dos concepciones
de la biología: la Biología del Conocer y la Biología del Amar. “La
Biología del Amar es parte de nuestra biología – nos explica con su
tono reposado y doctoral, - y cuando hablo de la Biología del Conocer
también estoy hablando de nuestra biología. Cuando aquí en el
Instituto, me encuentro con la visión antropológica, cultural, de Ximena
Dávila, generamos, o genera ella, principalmente, y después
conjuntamente, esta visión de la Matriz Biológica de Existencia Humana,
lo que estamos hablando es de biología, biología cultural. Tiene que ver
con los seres biológicos que somos”, afirma ante nuestras primeras
indagaciones. “Somos seres biológicos, querámoslo o no. Yo, en mi
santidad espiritual, si me muero, mi santidad espiritual desaparece, no
tiene presencia. Los seres vivos existimos en el vivir, los seres humanos
existimos en el vivir. Nuestro vivir es un fenómeno biológico. Es biológico
cualquier suceder que implica la realización del vivir por lo menos de un
ser vivo. La Biología de Amar no es que sea un fundamento o un camino
para acabar con la delincuencia o algo por el estilo, sino que el
entendimiento de la Biología
del Conocer y la Biología de Amar, lo que nosotros llamamos la Matriz
Biológica de la Existencia Humana, nos muestra la dinámica de los
procesos, nos hace tomar en serio lo que sabemos de los seres vivos en
general, y de los somos los seres humanos, en particular, como entes biológicos”.
“Cuando
un bebé nace - continúa -, nace amoroso, nace listo para ser acogido,
nace en la confianza, porque hay un lugar o entorno que lo acoge. Si ese
entorno lo acoge se transforma en un ser que crece, que se respeta a si
mismo, que tiene confianza en si mismo, que puede atender, puede valorar,
y le pasan todas esas cosas siempre que esa confianza fundamental no haya
sido negada por alguna de las acciones que hacemos. Entonces, no es que la
Biología del Amar o la Biología del Conocer sean un instrumento para,
pero, son el fundamento para que pudiese pasar alguna conducta que,
efectivamente, a través del entendimiento de lo que ocurre, pudiese tener
efectos que corrijan, que disminuyan, para que no ocurra, para que, en último
término, eviten esta marginalización de la gente joven que los lleva a
transformarse en delincuentes o en drogadictos. Marginalización que puede
pasarle también al adulto”. Nos
propone como ejercicio considerar que, obras como “El
misántropo” de Moliere, o “Simón
de Atenas” de Shakespeare, muestran la transformación de un hombre
adulto, cuando su confianza de que tenía amigos, se ve completamente
destruida cuando descubre que sus amigos no son sus amigos, sino que están
interesados en su fortuna. “Eso tiene que ver con la Biología del
Amar”, afirma con seguridad. “Una cultura, esa confianza fundamental,
en la convivencia, en el mutuo respeto que constituye lo social” Consultamos
sobre que modalidades de implementación planteaba la propuesta, pero,
precisa que no fue una propuesta, sino que la manifestación de las
investigaciones que está haciendo el Instituto Matríztico. “Estamos
trabajando, por ejemplo, en el proyecto de “Amar Educa”, generado aquí
en el Instituto, especialmente con la colaboración de Patricio García,
un integrante del Instituto, que tiene experiencia en niños maltratados y
marginados. Más que una propuesta, es una invitación a que, tal vez,
debiéramos darnos cuenta, de que muchos jóvenes, hombres y mujeres, que
viven una vida que los marginaliza, que los empuja a la periferia de la
comunidad social, y cada vez
que hay una marginalización, ese ser marginal se vuelve delincuente. Él
quiere volver, pero, como no es acogido, se mete, ataca. Está
descoordinado, pero, lo que quiere es ser partícipe, quiere tener
presencia”. “El
niño del colegio – ejemplifica - que aparece como inquieto, movedizo,
desatento, molestoso, no es un niño enfermo, sino que es un niño que está
siendo negado en alguna parte importante de su vida. Cuando uno es negado
– señala -, hay un efecto”. Luego
nos ejemplifica que, si uno en la calle es pasado a llevar
accidentalmente, no hay un efecto, porque es algo circunstancial. Pero, es
distinto si uno permanentemente es pasado a llevar, porque, lógicamente,
uno se pregunta que pasa conmigo. Allí uno se enoja y se inicia una búsqueda
para tener presencia, para ser valorado, para ser respetado. La
conversación continúa con el ruido lejano del martilleo proveniente de
unos trabajos que se hacen en la parte externa del edificio en que nos
encontramos. Derivamos a otro tema. No son indiferentes a “Occidente”
ciertas apreciaciones que se expresan en el mundo académico chileno,
sobre cierto abandono de Maturana de lo más fuerte de su aporte científico.
De allí que le consultamos si la Biología del Amar debemos entenderla
como una profundización o una complementación de su trascendente reflexión
sobre la Biología del Conocer. “Es
una ampliación del entendimiento que lleva a lo que llamamos la Matriz
Biológica de la Existencia Humana. Yo, hasta 1999, decía, y esta escrito
en más de algún lugar, que la mayor parte si no la totalidad de las
enfermedades humanas, tiene que ver con el desamor. Y cuando me
preguntaban como se corrige, yo decía amando.
Y cuando me volvían a preguntar como, yo decía amando”. Le
planteamos que es una lógica que tiene sus dificultades para entenderla,
pero, nos replica: “Claro, porque no está indicado el hacer. Yo
amo a mis hijos, puedo decir, pero, ellos
me odian. Quiere decir que el yo
amo a mis hijos, no revela lo
que yo hago en relación a mis hijos. Tal vez los niego, los maltrato,
no porque los quiera maltratar, sino porque no se como relacionarme con
ellos, porque esto del amar no se entiende”. A
fines de los 1990, señala, se produce el encuentro con el trabajo que
realizaba Ximena Dávila, con quien fundará el Instituto Matríztico,
quien le cuenta su experiencia como Orientadora en Relaciones Humanas y
Familia, y lo que sucede con
sus pacientes y la forma como los trata. Allí descubre Maturana que, lo
que ella estaba haciendo, era poner en movimiento la Biología del Conocer
y la Biología del Amar, es decir, estaba haciendo lo que él no sabía
hacer, es decir, poner en acción esto del amar desde el entender la
Biología del Conocer. “Ella
descubrió que el dolor por el cual se consulta siempre es de origen
cultural, de esta cultura patriarcal-matriarcal, de dominación,
sometimiento, desconfianza. Las tramas relacionales de las experiencias
que transmitían los pacientes, en la consulta de Ximena Dávila,
mostraban ese trasfondo cultural. Nuestra cultura es muy autoritaria,
pues, si Ud. se equivoca lo castigan. Los seres humanos decimos que somos
racionales, pero, no actuamos desde la razón, actuamos siempre desde la
emoción. No es el argumento lo importante”. “¿Cual
es el concepto de amar, como se hace el amar?” pregunta con insistencia,
ante algunas de nuestras aseveraciones argumentativas, para tratar de
definir una idea del amar. “No es el servir a los demás, porque cuando
hace un servicio, espera un reconocimiento. El amar es unidireccional, no
entrega nada. Es un modo de estar en la relación”. “En
nuestra cultura nosotros hablamos del amar que entrega, del amar
solidario, del amar generoso, del amor desinteresado. Cada vez que Ud.
tiene esos objetivos, quiere decir que no sabe, porque en nuestra cultura
no existe el amar. Un observador va a decir que existe que existe el amar
cuando ve una conducta, a través de la cual, el otro o la otra, uno
mismo, en particular, surge como legitimador de una convivencia común, resulta
de lo que uno hace, no de la intención, no del propósito, no del
objetivo de la acción. Si nosotros tenemos un propósito al amar, si
tenemos un objetivo, lo que hacemos es generar tensiones. Si yo le digo a
mi hijo yo he hecho todo por tu bien, no sirve de nada. Yo
te estoy entregando todo lo que puedo de mí,
no sirve de nada. A veces, sí, claro, pero, por otros motivos, no
por lo que le estoy entregando”. “La
Biología del Amar tiene que ver con el
ver. Tiene que ver con la trama relacional en la cual el otro se
encuentra, en la negación, y establece una conversación con esa persona,
que no es cualquier conversación, lo que implica un entender, y un guiar
la reflexión, de modo que esa persona pueda salir de esa trampa, no
porque yo la ayudo, sino por lo que sabe de ella. Por eso se llaman conversaciones
liberadoras. A esa trama relacional, que hace posible la existencia
humana, y el origen de lo humano, en último término, su realización y
conservación es lo que llamamos Matriz Biológica de la Existencia
Humana. Y ese es el tema que guía todo lo que hacemos en el Instituto”.
Eso
es lo que tiene que ver con lo planteado al gobierno chileno, a través
del Ministro Insulza, para enfrentar la problemática de la delincuencia
juvenil. Le manifestamos que, como proposición, implica enfrentar un
cambio muy radical en las distintas concepciones, un cambio cultural muy
significativo, un cambio de mentalidad en los ámbitos académicos, donde
vamos constituyendo los consensos. “Esto implica un cambio que, o la
gente dice que es trivial, o la gente se da cuenta que no es trivial para
nada. Es que hay que cambiar muchas cosas. Es el entendimiento de cual es
la naturaleza del fenómeno, porque si lo entendemos, podemos actuar de
acuerdo a ese entendimiento”. Le
preguntamos si en el mundo académico chileno, advierte un efecto en este
tipo de reflexión, dada la importancia que ella puede tener en nuestra
sociedad, como forma abordar este tipo de problemas. “En algunas
personas seguramente, pero, en el ámbito académico, no. A veces la gente
me pregunta: pero, como, ¿un científico hablando del amor?…Entonces,
por eso es que invitamos a la gente a tomar nuestros cursos. Tenemos un
diplomado que dura un año, cursos intensivos, que duran una semana…” Derivamos
nuestras inquietudes hacia otros ámbitos, y le preguntamos derechamente
si es posible hacer ciencia de un modo trascendente en Chile. Su respuesta
es positiva, “porque lo trascendente tiene que ver con el tema que Ud.
escoge y la mirada con la cual lo exhibe. Hay muy buenos científicos en
Chile”, afirma. Sin
embargo, reconoce como uno de los problemas más difíciles, la
comercialización de la ciencia, “porque se hace cada vez más cara, por
los instrumentos, etc. entonces uno tiene que estar justificando
continuamente la calidad de su trabajo, porque tiene que estar vendiendo
las ideas… Yo fui afortunado. Porque yo trabajé en la Universidad de
Chile en una época - estoy hablando de la época en que fui estudiante en
la década del 50, y en la década del 60, cuando regresé del extranjero
-, donde me encontré con que la Universidad me proporcionaba todo el
espacio donde yo pudiera reflexionar. Yo trabajaba, era ayudante, hacía
clases, pero, resulta que estaba acogido por este espacio que respetaba lo
que yo hacía. No me estaba exigiendo mes a mes la justificación de lo
que estaba haciendo”. “La
Universidad todavía hace eso, afortunadamente, para ciertos grupos de
ciencias, pero, al mismo tiempo está esta exigencia de la producción.
Los ritmos de producción son distintos, no solamente por las
personas, sino por la naturaleza de las ciencias. Ahí tiene Ud. en bioquímica
puede hacer experimentos nuevos cada tres días, pero, en fisiología no
es tan rápido, en el ámbito de la conducta tampoco es a la carrera, se
necesita una mirada, un entender, un ver que sucede…Entonces, mientras
no le demos a los espacios en que se hace ciencia, e investigación científica
de distintas clase, una cierta estabilidad, que de facilidades en el
trabajo y en la reflexión, la
gente va encontrarse haciendo cosas que produzcan, que tengan resultados
para poder justificar después quizá, un subsidio nacional o extranjero
relacionado con lo que investiga”. Dado
que el profesor Maturana, ha aparecido en muchas ocasiones, a través del
tiempo, opinando sobre situaciones contingentes de la realidad nacional,
aprovechamos esta conversación, para preguntarle como percibe la sociedad
chilena actual. “Bueno,
yo soy chileno. No pretendo yo ser distinto, porque yo puedo reflexionar
sobre las cosas que muchas personas no reflexionan. Encuentro que estamos
en una trampa, que tiene que ver con la irresponsabilidad. No nos hacemos
responsables de las promesas y de los compromisos que adoptamos. Por
ejemplo, en este trabajo que estamos haciendo en el Instituto, en este
proyecto “Amar Educa”, hemos ido a un colegio en Buin, al cual se le
hizo un edificio que mejora ampliamente el espacio y las condiciones del
lugar, que no se puede usar
porque hay ciertos requisitos que no se han cumplido, que tienen que ver
con ser recepcionado técnicamente. De no ser recepcionado lleva meses, no
se cuantos, ¡meses! Están todos en este edificio mirando y diciendo que
bien vamos a estar cuando… Entonces, hay una discordancia entre las
promesas y las acciones. Seguramente, no por falta de sinceridad del que
hace la promesa, sino por no tener la responsabilidad de generar los
mecanismos que permitan realizar la promesa y hacer las fiscalizaciones
que sean legítimas para que esas promesas sean adecuadamente cumplidas.
Por ejemplo, el edificio lo hace una empresa constructora, lo diseña una,
y lo hace otra, y otra lo revisa, y
si algo está mal nadie se hace responsable”. Cuenta
que, cuando era estudiante, en uno de los pasillos del hospital en que
trabajaba, había una franja que lo cruzaba y que siempre estaba sucia,
porque era el límite entre
los responsables de la limpieza de un sector y los de otro. De repente
alguien lo limpiaba, pero, nadie se hacía responsable de que esa franja
de suciedad desapareciera. “Por
ejemplo, fíjese Ud.: hay una promesa de un acuerdo que no se ha cumplido.
Hay huelgas, hay protestas, y al final de varios días de protestas, se
llega a la solución que es cumplir el acuerdo, que no se había cumplido
antes. ¿Por qué pasa eso? – pregunta
con vehemencia.- Si yo se que
al final voy a hacer lo que me están pidiendo, ¿por qué tengo que
esperar que pasen dos días de protesta? ¿Qué estoy tratando de sostener
yo, autoridad? ¿Por que no converso inmediatamente en serio y
honestamente y cumplo lo comprometido? Bueno, porque a lo mejor no tengo
todos los mecanismos a la mano para cumplir las promesas, pero, ¿como
puedo tener un gobierno, un Estado, una organización, que no tiene los
mecanismos a la mano para cumplir las promesas? Esa es nuestra
irresponsabilidad, estamos enfermos de irresponsabilidad. No quiero decir
de corrupción, porque sin duda no hay corrupción. Uno podría decir que
la irresponsabilidad es corrupción, pero, yo creo que son males
distintos”. “Tiene
que ver con esta lucha de que uno no puede hacer más, porque entonces le
va a facilitar la vida al otro, estamos compitiendo. Tenemos que ser tan
legalistas que, si no tenemos una ley que autorice una fiscalización
extrema, no podemos fiscalizar la obra, porque o estoy amarrado, o no me
hago responsable, porque si me hago responsable, entonces, si me equivoqué
voy a tener que pagar yo la equivocación. En vez de ser la equivocación
la oportunidad para revisar. Entonces, nadie se hace responsable. Es lo
que pasaba, por ejemplo, con las casas Copeva. Es vergonzoso”. “Tenemos
todo este juicio con Schaeffer. De pronto, Colonia Dignidad aparece
pidiendo autorización para poner un jardín infantil y una sala cuna. Hay
ahí una irresponsabilidad muy grande. No puede uno, simplemente, aceptar
como legítima esa petición, si ni siquiera se ha resuelto toda esta
historia que no tiene que ver con una sola persona, porque no puede ser
que haya sido una sola persona. Basta mirar como se movía la gente allí”.
“El
mismo hijo de Contreras, en una entrevista, él cuenta lo que vio como niño
allá en la Colonia Dignidad, y lo cuenta con el candor del niño, porque
no hace ningún juicio. Ve estos seres que simplemente trabajan, que
parece que no tuvieran ningún otro elemento, no son rostros alegres, se
ve una dureza, nadie es feliz allí. Entonces si Ud. mira esto sistémicamente,
se da cuenta que esto no es un problema de una persona, no es una manía
de Schaeffer, si no que es todo un sistema que estaba hecho para sostener
este tipo de cosas. Uno no
puede pensar que eso desapareció de la noche a la mañana. Entonces
frente a esa solicitud hay que tener más cuidado. No tener ese honesto
cuidado es lo que hace irresponsable a los chilenos, y después nos
encontramos que las cosas no funcionan bien. Yo creo que ese es nuestro
mal- concluye-, es no querer
ser responsable”. Siendo
nuestra revista un exponente del pensamiento laico chileno, no quisimos
perder la oportunidad de preguntarle al profesor Maturana, sobre como
percibe los problemas que tienen que ver con la discusión valórica en
nuestro país, en relación con la libertad de conciencia y el laicismo. “Yo
pienso que, desgraciadamente, aunque seamos un Estado laico, estamos
aceptando mucho la visión de la Iglesia Católica, no donde aporte a la
construcción sino donde impone el dogma. Por ejemplo, en el control de la
natalidad. Todo el discurso sobre el control de la natalidad es llevado
inmediatamente al aborto, cosa que es absolutamente ilegítima. Hay
montones de formas de regulación de la natalidad que no tiene nada que
ver con el aborto”. “No
hacemos seriamente nuestra tarea de hacernos cargo de que somos un país
en el cual no todas las personas piensan igual desde el punto de vista
religioso. Hay una gran cantidad de personas que no están sujetas a una
opción religiosa, y que debemos poder actuar y generar una definición
que sea legítima para todos, dándole a uno la posibilidad de escoger, ¡uno
mismo!, desde su religión. Si yo pienso, porque que soy católico, que no
tiene que haber control de la natalidad, yo me encargo de eso, porque eso
me está condenado. Pero, las otras personas tienen que tener la
posibilidad de controlar su natalidad si lo quieren hacer. Nuestro
problema es que si somos ideológicos, y todas las ideologías, querámoslo
o no, todas, se vuelven tiranías, todas, porque pretenden tener acceso a
una verdad trascendente”. Hacia
el final de la conversación, quisimos conocer su opinión sobre lo que
considera su principal aporte al pensamiento contemporáneo. “Uno
tiene que ver con el entendimiento de los seres vivos. Si uno entiende la
naturaleza de los vivos, como sistemas autopoiéticos, que se producen a sí
mismo, saca el misterio a la vida. No le saca el misterio al vivir, porque
yo puedo vivir sin saber el futuro, sin saber lo que pasa, puedo no
aceptar esto, pero, desde el punto de vista científico se resuelve el
tema de la vida, no hay misterio. Los seres vivos son sistemas moleculares
cerrados que se producen a sí mismos. Estamos continuamente en la
producción de nosotros mismos. Aquí, ahora, Ud., todo el proceso de
crecimiento, toda la dinámica de los tejidos, toda la dinámica de los
procesos moleculares internos en el organismos tan gigantescos como
nosotros, se realizan de modo que el resultado es la conservación del
mismo. Y, la experiencia no está negada. Somos sistemas moleculares,
somos sistemas determinados en nuestra estructura, pero, eso no quiere
decir que estemos predeterminados. Y lo que nos sucede, la experiencia de
lo que nos sucede, constituye siempre una sorpresa. Allí tiene un camino
abierto para lo espiritual, para lo científico, para lo filosófico…
depende como viva Ud. lo que le pasa”. “La
otra cosa que yo he hecho, desde el comienzo de mi historia como científico,
es poner la responsabilidad ética en mi quehacer. Yo
no acepto que la ciencia es tal cosa, no. Los científicos hacemos esto o
aquello, la ciencia no es en si misma. Somos los científicos los que
somos o no responsables de las cosas que hacemos. No podemos predecir el
futuro, pero, yo se lo que estoy haciendo ahora. Las consecuencias de lo
que estoy haciendo, o pueda hacer, en algunas me puedo hacer cargo
directamente, porque puedo evitarlas. Esto no es trivial, depende como se
use. El verdadero tema son las personas. No es la ciencia, somos nosotros
los responsables directos”. Lo
otro que considera importante en su obra, es la formulación de la Matriz
Biológica de la Existencia Humana. Frente a ello, no podemos evitar
preguntarle si hay un Maturana distinto, entre aquel que escribe “De
máquinas y seres vivos”, a este Maturana involucrado en la Biología
del Amar. “No, Maturana no es distinto. Yo no soy diferente. Pero, he ampliado mi pensamiento, claro que si. Ahora, esta ampliación del pensamiento no niega lo anterior. Yo no estoy diciendo, fíjese, que yo estaba equivocado y ahora di vuelta, como Heidegger, cuando se da vuelta en algún momento determinado en su pensamiento. No, es una extensión. Claro, no la hice solo, surgió de la colaboración con Ximena Dávila, pero, que es, a su vez, el punto de partida para otras cosas. Ahora estoy pensando, por ejemplo, en lo que llamo la Arquitectura Dinámica, que es la constitución de los seres vivos, que es un modo distinto de hablar de las dinámicas de la reflexión de los seres vivos, que lo saca completamente del plano de la información. En eso sigo…-sonríe. - Sigo pensando”.
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