TERRORISMO:  LA FÓRMULA INFALIBLE DE PINOCHET La insurgencia social contra Pinochet . Sebastián Jans

El nuevo diseño de Jarpa  

El terrorismo de Estado en acción   

El agitado despertar de 1984  

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EL TERRORISMO DE ESTADO EN ACCIÓN.

Luego de ocho meses de grandes convulsiones sociales y políticas, el verano de 1984 sirvió para un recuento que, los dirigentes y las organizaciones de oposición, debían hacer, producto de las profundas divergencias existentes, sobre la forma de enfrentar a Pinochet y poner fin a la dictadura,

A nivel de la Alianza Democrática (AD), no pocos expresaban su preocupación sobre el interregno que se había producido después de septiembre 1983. El demócrata cristiano Genaro Arraigada, hombre clave en la directiva de Gabriel Valdés, el gran desafío de la AD, era como inventar y aplicar mecanismos de lucha antidictatorial, que estuvieran “fuera del sistema y fuera de la violencia” (Revista HOY, Nº 337).

Efectivamente, el aspecto central era como enfrentar el sistema y como hacerlo sin estimular el enfrentamiento violento. En el Partido Comunista, el debate no era menor. El dirigente Patricio Hales, en una entrevista planteaba: “No tenemos grupos armados. Históricamente, los comunistas chilenos somos demócratas y nunca hemos sido violentistas. Siempre hemos querido ahorrarle al pueblo la mayor cantidad de sacrificios”. En esas palabras se observaba la preocupación del ala histórica del PC, que veía con inquietud como la dirección partidaria, se comprometía cada día más con una política de rebelión, que se alejaba aceleradamente del campo de acción natural del PC.

Porque era lógico que los trabajadores y pobladores, se preguntaran el 02 de marzo, respecto de quienes habían hecho detonar 20 bombas durante la noche anterior, derrumbando postes eléctricos y dejando varias poblaciones sin servicio de energía. ¿Favorecía eso a la oposición, a la acción popular por la democracia? ¿O permitía a Pinochet obtener ventajas, ante el temor de las personas de una escalada violentista que solo traería más víctimas entre los opositores? ¿Había una relación real, tangible, entre esas acciones y la insurgencia que durante el año recién finalizado habían protagonizado los pobladores y jóvenes?

Como pocas veces, el régimen necesita del terrorismo y de los atentados nocturnos. Jarpa, luego de su capitulación ante el dictador, requería buscar un quiebre opositor, para aventar las posibilidades de una alianza de centro-derecha, lo más cercana a lo que había sido la Confederación Democrática (CODE) de 1973. Para ello, era necesario provocar un quiebre en la alianza DC-PS. De allí que, focalizó la acción de sus agentes, contra el Partido Socialista presente en la AD.

En diciembre de 1983, la CNI había logrado introducir un informante en una de las tendencias socialistas, que formaban parte del PS unificado, identificado como Grupo para el Consenso o Convergencia 19 de Abril. En el contexto de las fracciones que habían concurrido al proceso unitario de abril de 1983, ese sector era la estructura orgánica más relevante, y desde enero de 1974 había funcionado clandestinamente, casi sin sufrir embates de la represión, producto del desconocimiento de los organismos de seguridad respecto de las diversas corrientes socialistas.

Durante 1983, esta tendencia había establecido su dirección en un colegio de educación diferencial, que utilizaba el método Montessori, donde trabajaban algunos dirigentes, siendo el más importante, el ex Secretario General de la Juventud Socialista, Juan Gutiérrez Soto, ahora miembro de la Comisión Política del PS unificado.

La tendencia había tenido, durante 1983, influencia significativa en el movimiento poblacional, a través de Gustavo Meneses y Marcelino Collío; uno de sus miembros había sido el organizador del cabildo de San Bernardo; habían mantenido un activo trabajo en el área cultural, a través de la Agrupación del Cantar Latinoamericano; participaban en la lucha por los derechos humanos, a través de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos;  y tenían presencia orgánica en las principales ciudades del país. Asimismo, mantenían un significativo esfuerzo en propaganda, cuyo mayor exponente era el periódico ilegal “Pueblo”, que se repartía en las distintas actividades opositoras públicas. A través de ese equipo de trabajo se produjo la infiltración.

En virtud de ello, se convirtieron en un objetivo de los servicios de inteligencia de la dictadura, que montaron una gigantesca escenificación para atacar al PS, y producir el quiebre de la AD. El propósito era demostrar que el PS estaba en una posición violentista, y el Colegio Montessori sería utilizado para ponerlo en evidencia.

El miércoles 07 de marzo, debía realizarse en el colegio una reunión de dirigentes del Comité Central, con dirigentes de las estructuras juvenil, poblacional, de mujeres y sindicales, para tomar medidas concretas para un acto del Bloque Socialista, a efectuarse el 23 de marzo en el Teatro Caupolicán, que había sido autorizado por la Intendencia de Santiago.

Mientras la mayoría de los convocados se encontraban esperando el inicio de la reunión, en torno al colegio se ponía en práctica un gigantesco operativo de la CNI y Carabineros, que abarcó varias cuadras a la redonda. Cerca de las 16:00 hrs, un grupo de la CNI ingresaba al colegio, deteniendo a 24 personas, algunas de las cuales estaban recién llegando al lugar. Los varones detenidos fueron introducidos a una sala de clases, y las mujeres quedaron en la oficina del director, mientras, desde un vehículo de la CNI, una furgoneta celeste, eran bajados varios bultos con armas incriminatorias, para acusar a los detenidos de poseer un polvorín. Incluso, un agente detonó un petardo, para que los vecinos del sector se convencieran de que habían hecho detonar una bomba.

Entre los detenidos estaba prácticamente la columna vertebral del PS unificado: Juan Gutierrez, miembro de la Comisión Política; Carlos Vera, artífice del cabildo de San Bernardo; Alicia Lorca y Eliana Pozo, dirigentes nacionales femeninas: Patricio Meza y Gonzalo Reyes, miembros de Comité Central de la Juventud Socialista; Pedro Sandoval y Juan Sepúlveda, del departamento sindical; Marcelino Collío y Filemón Santander, dirigentes de pobladores del área sur de Santiago; Nelson Soto, de Ñuble;  Lindor Maldonado, de Puerto Montt; y el dirigente poblacional Gustavo Meneses.

Al atardecer, los medios de comunicación daban a conocer la versión oficial de los organismos de seguridad y del Ministerio del Interior: “un grupo socialista, miembro de la Alianza Democrática, había sido descubierto con armas y explosivos en su poder,  mientras preparaba un “siniestro Plan Marzo”, que contemplaba atentados contra cuarteles policiales y la propiedad privada”. Los noticiarios de TV mostraron armas, explosivos, planos y otros elementos “de claro corte subversivo”. Se recalcó en cuanto al carácter terrorista del grupo, que estaba “infiltrado en la AD”, y que Juan Gutiérrez iba a ser el próximo presidente de esa entidad opositora.

La intención del régimen era obvia: primero, demostrar que el PS unificado desarrollaba una doble política (una pretendidamente democrática y otra derechamente terrorista); segundo, que la directiva del PDC, encabezada por Valdés, estaba haciendo el papel del tonto útil; y tercero, que el gobierno tenía la razón al endurecer la mano, reprimiendo duramente la subversión.

Sin embargo, la respuesta de la AD y del PS, fue firme y decidida, denunciando activa y diligentemente la farsa de la CNI, y la acción del gobierno que buscaba desprestigiar a la oposición. Como un solo bloque, los dirigentes de la Alianza Democrática pusieron en evidencia el propósito groseramente incriminatorio; actitud resuelta que incluso evitó la tortura de los detenidos. Más aún: dos días después, catorce detenidos fueron dejados en libertad, y luego, antes de una semana, otros tres. Al cabo de algunas semanas, solo se mantendría la detención y procesamiento de solo tres: Juan Gutiérrez, Juan Sepúlveda y Eliana Pozo, con el solo propósito de no dejar a la CNI en un pie insostenible de ilegalidad.

Frustrados en su propósito, Jarpa y los organismos de seguridad, una semana después de las detenciones del colegio Montessori, arremetió contra el grupo socialista “La Chispa”, que reivindicaba el nombre de “24 Congreso”, y que había sido aliado de los altamiranistas (renovados) al producirse el quiebre entre Almeyda y Altamirano en el Congreso de Berlín (1979). Después del quiebre, el sector liderado por Altamirano, realizó en España un congreso, donde el sector más radicalizado se impuso sobre los leales a Altamirano, y logró establecer una presencia orgánica en Chile, que se hizo conocida por el periódico clandestino que publicaban: “La Chispa”.

Buscando vincular a los sectores renovados, liderados por Ricardo Nuñez, que estaban presentes en el PS unificado, con el discurso revolucionario promovido por el grupo “La Chispa”, la CNI efectuó detenciones de algunos de sus miembros, con gran despliegue publicitario, acusándolos también de actividades terroristas. Lo cierto es que el grupo mencionado, aparte de sus planteamientos de marxismo-leninismo ortodoxo, no tenía compromiso ninguno con alguna actividad terrorista concreta.

Pero, la escalada del terrorismo de Estado no se detuvo allí. La CNI reflotó, a través de sus informantes e infiltrados, la existencia de un grupo denominado Ejército de Liberación Nacional (ELN), que había existido al interior del Partido Socialista, en los años 1960, y que tuvo su mayor importancia en el Congreso de La Serena (1971). Ese grupo promovió las tesis del foco guerrillero, sostenidas por Ernesto “Che” Guevara, fracasadas en definitiva con el triunfo de Allende. Sobrepasado por la realidad política conocida como ELN desapareció, y sus representantes murieron defendiendo el gobierno de Allende o se incorporaron a otras visiones tendenciales socialistas, en el exilio.

Reflotar el ELN por parte de la CNI, correspondía a un nuevo propósito de vincular a los socialistas con prácticas violentistas o terroristas. El estreno de este engendro se produjo mediante una carta acusadora contra Juan Gutiérrez, publicada por el periodista Raúl González Alfaro, en el diario “Las Últimas Noticias”. Poco después, murió Eduardo Long Alessandri, vinculado a uno de los sectores ampueristas que participaba en el PS unificado. Como buen Alessandri, siguiendo la tradición dinástica del apellido, la vinculación de Long con los socialistas era más de presencia pública que de vida partidaria. Por ello, su viuda, desconociendo los verdaderos vínculos políticos de su marido, cándidamente aceptó que unas personas que dijeron venir del partido, le hicieran una guardia de honor al féretro de su esposo muerto. Las fotos mostrarían después a unos individuos con un brazalete que decía “ELN”, rindiendo honores a Long. En los textos de esas fotos, aparecía que los socialistas le habían rendido honores.

Desde luego, Jarpa y la CNI estaban hilando muy fino para destruir a la Alianza Democrática, sin embargo, los groseros procedimientos quedaban a la vista por su propia naturaleza. Pero, esa era solo una cara del terrorismo de Estado.   

 

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La insurgencia social contra Pinochet

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