DISYUNTIVAS EN LA CONDUCCIÓN POLÍTICA La insurgencia social contra Pinochet . Sebastián Jans

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Los cabildos: un paso frustrado

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LOS CABILDOS: UN PASO FRUSTRADO.

Cuando se planteó la idea de los cabildos, estaba claro que ellos tendrían que implementarse en la base social, lo cual significaba que, siendo una iniciativa de la Alianza Democrática, los que tuvieran capacidad organizativa en las comunas estarían en condiciones de implementar el proyecto.

A pesar de que en la AD hubo acuerdo en cuanto a la iniciativa, muy pocos tenían claro cuales iban a ser sus propósitos concretos y su estructura. Muchos de los dirigentes de la AD, eran de una experiencia política exclusivamente cupular, lo que les impedía ver más allá sobre aspectos de forma. Quienes se preocuparon de darle más forma en su fueron los socialistas y… Jaime Castillo Velasco, el ideólogo tras Valdés.

En una reunión en que participaron Gabriel Valdés, Raúl Troncoso y Jaime Castillo, por el PDC, y Ricardo Lagos, Víctor Sergio Mena y Juan Gutiérrez, por el PS, se intercambiaron puntos de vista sobre la forma de concebir los cabildos. En ella, Castillo delineó concretamente su visión, en torno a dar paso a lo que, ironizando, llamó “una especie de soviets”, señalando que debían ser organismos de la base social, que fueran capaces de canalizar y guiar las reivindicaciones del pueblo, de modo unitario. Pensaba que, en cada comuna, debía haber uno, acogiendo las diversidades locales en la lucha por la democracia y por los derechos del pueblo.

Los socialistas estaban por una idea de esa naturaleza, y trabajaron en función de ello, a partir del momento en que Ricardo Lagos asumió la presidencia de la AD. Esto, como consecuencia de las presidencias rotativas, donde cada mes, un líder de partido se turnaba para presidir la alianza. Valdés fue en septiembre, Hugo Zepeda en octubre, Silva Cimma en noviembre. En diciembre le correspondía al líder del Partido Socialdemócrata, Luis Bossay, pero, renunció a ese derecho por razones de salud, por lo que asumió el socialista Lagos.

Este no era presidente del partido, ya que el Comité Central socialista aún no elegía un Secretario General (como era la usanza de esa época), ya que habían decidido que esa autoridad partidaria saldría de un congreso. Para elegir a quien ejercería la presidencia de la AD por los socialistas, se presentaron dos candidatos: Ricardo Lagos, y Julio Stuardo. Se impuso el primero con el apoyo brindado por los sectores históricos y por su propia tendencia.

Así, Lagos asumió la presidencia el 01 de diciembre, lo que, para las bases del socialismo constituyó una sorpresa, ya que no era un personero conocido en las filas del partido, y muchos de los antiguos militantes lo identificaban más como un ex radical o como uno de los tecnócratas que había girado en torno a Allende.

Lo cierto es que Lagos había tenido una distante militancia en el Partido Radical, al que había renunciado en 1964, integrándose a la campaña presidencial de Allende, ese mismo año, donde mantuvo también una relación más bien tangencial. Vinculado al allendismo logró cargos universitarios de representación, y en el gobierno de la Unidad Popular fue designado interventor del Banco Edwards. Luego del golpe militar de 1973, pasó a desempeñarse en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), institución que ayudó a formar, y en la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), organismo de las Naciones Unidas.

Su presidencia de la AD, en diciembre de 1983, fue decorosa, y le puso un sello socialista, contando para ese efecto con el apoyo del sector histórico del socialismo, que fue el que aportó los esfuerzos en terreno, promoviendo la idea de los cabildos. Así, se logró la primera y única experiencia relevante en términos de esa propuesta de organización. Esta tuvo lugar en San Bernardo, al sur de Santiago.

En su implementación, tuvo activa participación un ex dirigente socialista de Arica: Carlos Vera. El cabildo de San Bernardo reunió a todas las organizaciones de base social que existían en ese momento en la comuna, y fue capaz de conducir las movilizaciones en los meses de enero y febrero, un periodo en que la actividad nacional y local se atenúan de un modo significativo, por el verano y la costumbre vacacional chilena.

Sin embargo, el éxito del cabildo de San Bernardo, lejos de estimular su proliferación, provocó temores y preocupación. Una de las preocupaciones tuvo su fundamento en la capacidad de influencia de los partidos. Era un hecho que no todos los partidos componentes de la AD tenían una estructura nacional. El Partido Radical, estaba recién reconstituyéndose, y tenían presencia solo en algunas ciudades. Por otro lado, ellos y el Partido Socialdemócrata tenían una raíz común, y en el fondo, estaban compitiendo por la misma base partidaria, lo que provocaba que, en una ciudad importante había una incipiente organización de uno o de otro, pero, no simultáneamente. Pero situación enfrentaba la Derecha Republicana, encabezada por los viejos tercios liberales, partido que prácticamente solo existía en Santiago, y que, para proyectarse al resto del país, tuvieron que recurrir a algunos amigos para integrar las directivas regionales o provinciales de la AD.

Planteadas así las cosas, solo los demócratas cristianos y los socialistas podían abocarse a crear los cabildos, pero, ambos discreparon en la forma. El PDC proponía que se debían articular a partir de las juntas de vecinos, considerando que aún, a pesar de la dictadura, seguían teniendo bastante presencia en esas instancias, lo que les permitiría dar liderazgo político. Los socialistas sostenían que los cabildos debían ser instancias alternativas a las estructuras legales existentes (como era el caso de las juntas de vecinos), que eran parte de la institucionalidad del régimen. Por lo cual, proponían que los cabildos se organizaran sobre la base de las organizaciones de base que estuvieran activas en las comunas (comités de pobladores sin casa, comités de cesantes, juntas de vecinos, grupos juveniles, sindicatos, etc).

Ambas visiones nunca se conciliaron y, aún más, se confrontaron en San Bernardo y en otros lugares donde se avanzó hacia la constitución de otros cabildos. Pero, también ocurrió otro hecho inesperado.

Apenas conocido el proyecto de los cabildos, el Movimiento Democrático Popular (MDP), lejos de sumarse a la idea, reaccionó promoviendo organismos paralelos, y se lanzó a crear “asambleas populares”. Si bien tuvo una mayor capacidad operativa que la AD, lo cierto es que tales “asambleas” nunca dejaron de ser asambleas del MDP. En tanto, el cabildo de San Bernardo fue capaz de congregar a todas las fuerzas sociales y políticas, incluyendo al MDP.

Como se puede constatar, una vez más, primó la onírica obsesión de las hegemonías por sobre la capacidad de sumar fuerzas contra la dictadura.

Pese a todo, la idea de los cabildos inquietó seriamente a la dictadura, al punto que trató de competir en el mismo terreno. Para contrarrestar la fuerza que podía tomar la idea, montó su propio cabildo en la comuna de Santiago. Recogiendo la práctica colonial, montó un cabildo, presidido por el alcalde designado de Santiago, Carlos Bombal, en que participaron los “notables”, elegidos a dedo entre sus parciales. Los medios de comunicación le dieron amplia cobertura. De la misma forma, el alcalde designado de San Bernardo, no escatimó recursos para montar una campaña publicitaria contestataria al flamante cabildo que la oposición creó en su comuna.

En el invierno de 1984, ya nadie se interesaba en los cabildos. El PS unitario se había quebrado y estaba enfrascado en una nueva lucha fraticida. EL PDC se había embarcado en el sueño de negociar una salida de Pinochet con el apoyo norteamericano. El MDP seguía enfrascado en crear alternativas a todo lo que viniera de la AD. Como el proyecto de los cabildos se había derrumbado…no formó nuevas “asambleas populares”. El régimen hizo otro tanto.

 

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La insurgencia social contra Pinochet

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