GÉNESIS DE LA INSURGENCIA La insurgencia social contra Pinochet. Sebastián Jans

 

La lucha social antes de mayo de 1983

La convocatoria de la CTC

¿Por que se produce el levantamiento social contra Pinochet?

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Pobladores, estudiantes, jóvenes, mujeres, trabajadores, expresan su rechazo a la dictadura cuando cayo la noche del 11 de mayo de 1983. Algunos alegremente, otros con rabia. De una u otra manera, aquella noche la dictadura pudo comprobar que el pueblo chileno comenzaba a repudiarla.

¿POR QUÉ SE PRODUCE EL LEVANTAMIENTO SOCIAL CONTRA PINOCHET?

El fenómeno social que se produce en Chile, a partir de Mayo de 1983, puede ser enfocado desde muchos puntos de vista, desde el antropológico hasta el político. Ello, porque hay muchos factores que gravitan en el carácter de la insurgencia que se manifiesta en los suburbios de las urbes más importantes del país, y que se proyectan hacia los barrios residenciales con un carácter distinto.

¿Quiénes desencadenaron la lucha insurgente? ¿Quiénes la condujeron? ¿Quiénes la organizaron? ¿Quiénes participaron en ella? ¿Cuál es su carácter?

Es común que la valoración de una multitud insurgente puede variar, de acuerdo al prisma con el que se la mire. Para algunos será una turba, un grupo de maleantes, una pandilla extremista; mientras, para otros será el pueblo disconforme, las masas conscientes.

Es común que quienes analizan o interpretan los fenómenos sociales, se sienten inclinados a tratar a la multitud insurgente como "una minoría militante", que debe ser diferenciada de una masa de ciudadanos mucho mayor, que no desempeña un papel activo en los hechos. Por otro lado, existe otra tendencia que percibe un involucramiento general de aquello que vagamente se define como pueblo.

Nuestra primera interrogante se manifiesta en torno a quienes son los que participan en la lucha social contra Pinochet. Al respecto, se pueden percibir dos acciones: una, protagonizada por las clases medias, e incluso ciertos estratos burgueses importantes, y otra, protagonizada por los sectores proletarios. La primera tiene una naturaleza semi-legal, en tanto la segunda adquiere una condición claramente insurgente. La primera se expresa en los barrios residenciales, la segunda, en las poblaciones y en la periferia de las ciudades. La primera tiene conducción política y posee liderazgos nacionales concretos; la segunda carece de dirección única, es multidireccional, y sus líderes son locales. Obviamente, hay dos formas de luchar: la primera es una lucha opositora, la segunda es claramente insurgente.

La insurgencia se produce en las poblaciones, y la protagonizan los sectores proletarios que habitan el cinturón poblacional que rodea a Santiago, los cerros de Valparaíso, las barriadas de Concepción. Sus activistas son generalmente jóvenes de 18 a 30 años, de extracción proletaria, que responden a una estado de ánimo colectivo, antes que a una dirección política. Muchos de ellos han recibido una fuerte influencia religiosa durante los años de la dictadura, y en las parroquias de los barrios pobres se han formado como líderes de grupos. Muchos son cesantes, otros trabajan en los Programas de Empleo Mínimo (PEM) o en el Plan de Ocupación para Jefes de Hogar (POJH), de las Municipalidades. Muchos tienen títulos de técnicos o de obreros calificados, pero, jamás han podido ejercer su oficio por falta de oportunidades de trabajo; una gran mayoría egresó de la Enseñanza Media y se quedó sin ningún futuro ni esperanza; muchos han trabajado ocasionalmente; una gran cantidad ha debido trabajar como vendedores callejeros para obtener algunos pesos, y vencer el hambre. Ellos serán los activistas de la lucha social contra la dictadura.

Prácticamente ninguno había recibido alguna formación política. Cuando se entroniza la dictadura, la mayoría tenía entre 10 y 15 años de edad. En ellos, el concepto de democracia es vago, e incluso adquiere características utópicas: la democracia será la solución para todos los problemas. El concepto de libertad es sublimado. Pero, hay cosas que conocen en profundidad: la miseria, las necesidades insatisfechas, el efecto de la represión y de los abusos.

En atención a ello, las pretensiones de "apadrinar" o reclamar la iniciativa o la conducción de las movilizaciones contra la dictadura, chocan con lo que realmente ocurría. Tal es así que, con diferentes convocantes, la movilización social se produce inevitablemente con los mismo resultados. En el fondo, los convocantes cumplirán con la tarea de uniformar el llamado a la protesta. Tanto el PRODEN, como el Manifiesto Democrático, o el Comando Nacional de Trabajadores, o el Cardenal Silva Henríquez, cuando llama a su Jornada por la Vida, tendrán similar acogida.

Pero, ¿qué buscan las masas insurgentes, cuando se lanzan a la lucha contra la dictadura? Dijimos en la primera parte de este capítulo, que es en las poblaciones donde se manifestaban las dramáticas condiciones socio-económicas que afectaban a Chile. En las poblaciones se expresaba el hambre, la cesantía, la pauperización extrema, las lacras sociales, la marginación, las postergaciones, las frustraciones más dolorosas, tanto individuales como colectivas. Esto fue creando las condiciones psicológicas y sociológicas para el violento despertar de la multitud poblacional.

Cuando esas multitudes se lanzaron a manifestarse, lo hicieron contra el estado de cosas vigente, contra la dictadura que las había generado, y contra las fueras represoras. La consigna más hondamente sentida es "¡Fuera Pinochet!". Ni siquiera, objetivamente, está la exigencia de la democracia, en forma extendida.

Esas masas se precipitan a la calle y se enfrentan a la policía, no porque tengan claro el perfil del reemplazo del régimen. Saben que el causante de todos sus males es Pinochet, y que cayendo el dictador las cosas tendrán que cambiar. Son personas con distinta formación, distintos oficios, distintos estados anímicos, distintas ideas políticas, de distintos intereses, pero, que han sufrido la misma agresión, la misma miseria, la misma opresión.

Las reinvindicaciones especificas afloraran solo cuando la lucha insurgente va madurando. Las primeras jornadas son la demostración del descontento. Solo cuando se superan las primeras etapas vienen las demandas. Realmente en agosto es cuando viene a observarse una clarificación de las metas entre los manifestantes, y la idea de democracia se impone.

¿Qué ocurría con los otros sectores sociales? La burguesía, en general, se sentía a gusto con el modelo librecambista y con la dictadura, salvo excepciones menores, y aceptaban los excesos como "un mal menor". Las clases medias y la pequeña burguesía, en tanto, consideraban como su principal problema la política económica, y progresivamente, estaban por contribuir a cualquier salida que les devolviera su status perdido. Pero, esa salida, no la veían como consecuencia de una acción de masas, sino como consecuencia de la evolución política.

Sin embargo, para las multitudes de los barrios proletarios, que actuaban precisamente como multitud, las condiciones de la lucha las ponía la dictadura, porque Pinochet era como Sísifo, tenía que recomenzar siempre, con los mismos argumentos, con la misma lógica. Y ante la vehemencia de los manifestantes, la dictadura extremaba su violencia. Los detenidos se multiplicaban, los muertos aumentaban, los presos políticos seguían creciendo en número.

La multitud no tenía experiencia y aquella expresión social de descontento no le era propia en su vivencialidad, por lo que debieron aprender en el curso mismo de los acontecimientos. Su capacidad organizativa aumentó, hasta el punto que el lumpen pudo ser controlado por la propia organización social, y, en aquellos lugares en que se descarriaron, se crearon grupos de choque para mantenerlos a raya. Los saqueos a los comerciantes de las poblaciones, los protagonizó el lumpen, precisamente, en aquellos sectores donde la organización poblacional era muy débil o donde no existía.

 

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La insurgencia social contra Pinochet

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