MILITARES CHILENOS. LA DELIBERANTE DECADA 1924-1933.

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6. Antecedentes del periodo previo a la deliberación militar de 1924.

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Juan Luis Sanfuentes

Presidente de Chile, entre 1915 y 1920. Su gestión estuvo marcada por conflictos sociales y por escándalos derivados del parlamentarismo. Los primeros antecedentes de la deliberación militar se incubaron bajo su mandato.

El fin de la Gran Guerra (1914-1918), marca el inicio de grandes conflictos sociales y políticos a escala mundial. Los sistemas socio-económicos entran en un periodo de mucha anarquía, que será el convulsionado preludio de una periodo aún peor: la debacle financiera de 1929.

Europa cae en profundas agitaciones sociales, especialmente Inglaterra, Alemania, Francia y Rusia. En ésta última, las masas obreras radicalizan sus planteamientos y aspiraciones, dando paso a una revolución socialista. En el centro europeo millones de personas son afectadas por el hambre y la desesperación. Violentas manifestaciones populares se producen en las ciudades industriales y la sombra de la revolución de los soviets rusos hace tambalear los regímenes de hegemonía burguesa.

América no es ajena al curso explosivo de un mundo en crisis. El golpe militar, las manifestaciones obreras, el desorden económico y político, la violencia y la miseria, constituyen los ingredientes de una convulsionada realidad continental. México aún se encuentra en el apogeo de su revolución político-social iniciada en 1911, y las fuerzas insurgentes se enfrentan al poder de Carranza. Leguía se toma el gobierno del Perú por la fuerza de las armas, mientras, las luchas políticas en Colombia adquieren nuevos bríos al manifestarse fuertes disputas entre las facciones conservadoras, que obligarán al Presidente Marcos F. Suárez a resignar el poder en el general Holguín. En Venezuela, el dictador Juan Vicente Gómez, instaurado presidente de la república mediante un golpe militar, seguía usufructuando el poder de manera omnímoda, en tanto, Brasil enfrentaba profundas contradicciones sociales y políticas, a causa de numerosos conatos revolucionarios, varios de ellos promovidos por los magnates caucheros o por revolucionarios europeos que traían los aires de la insurrección social desde el Viejo Continente.

Estados Unidos se lanzaba a una escalada abiertamente intervencionista e imperialista, en el contexto de su política de Destino Manifiesto, especialmente en la zona del Caribe, donde había destacamentos militares de ese país interviniendo directamente en los asuntos internos de países como México, Nicaragua, Guatemala, Puerto Rico, Cuba, etc. En el plano interno estadounidense, se manifestaban los mismos conflictos que se producían en Europa, sobre todo en los estados industriales del Este.

En ese contexto, la situación chilena no fue diferente, pues, concluida la guerra en Europa, el país enfrentó una gravísima recesión económica que paralizó a gran parte de la industria salitrera, fundamental para el sostenimiento de su economía. Europa, saliendo de una guerra devastadora, no tenía campos que sembrar, por lo que no necesitaba salitre para su agricultura. Al haber terminado la guerra tampoco había demanda de éste producto para la industria bélica. Sobrevino la paralización de muchas oficinas salitreras y la economía chilena quedó a la deriva. La situación más grave se vivió en 1919, pero, en los años siguientes la tendencia no fue posible remontar.

Así, por ejemplo, Alberto Cabero (1) señala que el año 1922 "fue el más triste de la historia financiera de Chile. Por un momento pareció que el derrumbe hacia la insolvencia era inevitable: crisis de producción sin precedentes, empleados sin pago, compromisos sin cumplir, cuentas por servicios prestados y suministros que se aglomeraban sin esperanzas de ser cubiertos, especulación desenfrenada en papeles de dudoso valor, depreciación de la moneda". Sin embargo, de ésta situación, los capitalistas extranjeros seguían sacando ventajoso provecho, según denuncia ese analista, quien plantea que, en 1923, se produjo un saldo favorable en la balanza comercial chilena del orden de los 304 millones de pesos, sobre exportaciones de un total de $ 543.000.000.- Cabero indica que ése superhabit no existió, porque "de las exportaciones del salitre hay que rebajar un 40% y casi la totalidad de la exportación de cobre, por pertenecer la propiedad de esos productos y, por consiguiente, las utilidades a extranjeros". Vale recordar que en la segunda década del siglo XX, se instalaron en Chile las empresas norteamericanas explotadoras del cobre (Braden Cooper en El Teniente, Andes Cooper en Potrerillos y Chile Exploration en Chuquicamata). Estas empresas no pagaban ningún derecho por la extracción y exportación de ese metal, a pesar de que, en 1915, ya se producían mas de 83.000 toneladas, cantidad que diez años después se había duplicado.

La miseria y las necesidades dramáticas de mejores condiciones de vida, llevaron a los trabajadores a desarrollar un movimiento de vastas proporciones, que tuvo su expresión en los mítines del hambre de 1918 y 1919, a los cuales se plegaron los estudiantes universitarios, organizados en la Federación de Estudiantes de Chile, constituyendo uno de los movimientos sociales más amplios del siglo XX (2).

El movimiento obrero había tenido desde 1912 un actor nuevo, al constituirse el Partido Obrero Socialista, que, al tomar el control de la Federación Obrera de Chile (FOCH), en 1917, pasó a liderar las luchas de las masas en las principales ciudades del país y entre el proletariado salitrero, el mas radicalizado y organizado de esa época.

Al sobrevenir la crisis de postguerra, se multiplicaron las huelgas y los mítines del hambre, que se manifestaban en multitudinarios actos contra un impasible gobierno. Entre los años 1911 y 1920, dice Cabero (3) hubo en Chile 293 huelgas en que participaron casi 160.000 personas. De éstas, la mayoría tuvo lugar de 1918 en adelante. Entre 1920 y 1924 hubo 386 huelgas que involucraron a mas de 200.000 personas, en una población nacional de casi 4 millones de personas.

El descontento de 1918 y 1919 puso seriamente en jaque al sistema socio-político chileno. La crítica expresa a un ordenamiento injusto avanzó no solamente en dirección al gobierno de turno, sino en torno a todo el sistema oligárquico-parlamentario, que regulaba el ordenamiento institucional de la República. Los sectores antiparlamentaristas de la burguesía y de la clase terrateniente, hicieron énfasis en su crítica hacia el sistema político sindicado como responsable de los graves problemas del país, lo que les permitió asumir el liderazgo de la oposición contra el orden político, arrebatándole la conducción del descontento a las organizaciones populares. El caudillo liberal, Arturo Alessandri Palma, se transformó en el portavoz de esos planteamientos, agrupando a los propietarios descontentos, a las clases medias y a los trabajadores menos politizados. Su triunfo en las elecciones presidenciales de 1920, donde aún no existía el voto universal, significó la victoria de la crítica formal al estado de cosas vigente, pero, no una crítica de fondo, la cual si era expresada por los actores fundamentales del movimiento social, el cual, efectivamente no tenía derecho a voto, y que estaba agrupado en la socialista Federación Obrera de Chile, en la anarquista IWW - International Workers World - y en la Federación de Estudiantes. En ese periodo es cuando se manifiesta la emergencia de varios dirigentes sociales y políticos que tendrían gran trascendencia en los años posteriores: Eugenio Matte y Eugenio González Rojas (estudiantiles), y Luis Emilio Recabarren, Manuel Hidalgo, Augusto Pinto y Carlos A. Martínez (obreros).

Alessandri, político liberal que estuvo en el bando parlamentario contra Balmaceda en 1891, es decir, en las antípodas del presidencialismo, asumió un discurso demagógico y populista, que no se compatibilizó con su ejercicio de gobernante, donde, lejos de preocuparse del movimiento social que lo condujo al poder, centró su gestión en la agudización del conflicto entre el parlamentarismo y el presidencialismo. Así, el ayer parlamentarista, ahora se transformaba en el más acérrimo presidencialista. Lejos de darle un contenido político a lo que el movimiento social expresaba, solo se quedó en lo alegórico y en la conspiración presidencialista.

Las reformas prometidas quedaron a la deriva, en parte por la desidia del gobierno y en parte por el bloqueo opositor en el parlamento. Sería la llamada Juventud Militar, entonces, la que debió cumplir con las reformas prometidas, dando paso a las leyes sociales y democráticas de 1925, que venían a ser una respuesta, aunque fuera parcial, a las demandas sociales y políticas que emergieron en 1918.

Notas

1 "Chile y los chilenos". Alberto Cabero. Editorial Nascimento, 1929. Santiago, Chile.

2 Referencias de ese periodo se pueden encontrar en "Los movimientos sociales en Chile, entre 1910 y 1926" de Jorge Barría Serón; Ensayo Crítico del desarrollo económico social de Chile" de Julio César Jobet; y En desarrollo de las ideas socialistas en Chile de Sebastián Jans.

3 Ibid


Sebastián Jans ©

 

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