MILITARES CHILENOS. LA DELIBERANTE DECADA 1924-1933.

volver al índice


5. Los bastiones germinales del militarismo en el Ejército chileno.

policia.gif (39167 bytes)

Militares en la policía (1904)

Hasta 1927, la policía territorial chilena, en sus cuadros de oficiales, estuvo siempre integrada por militares. Estos recogían la fuerte influencia de la instrucción alemana, encabezada por Körner.En la fotografía, se observa un grupo de oficiales de policía, asignados en Valparaíso, para reprimir las huelgas obreras de ese año.

 El Ejército chileno ha sido marcado doctrinalmente por dos grandes influencias. A fines del siglo XIX, como hemos visto, por el militarismo alemán, y a partir de 1960, por el Ejército norteamericano y su doctrina de Seguridad Nacional. Cada periodo le entregó su visión ideológica y su visión respecto del rol a cumplir en la Nación y en la sociedad. No hay otros periodos en que los contenidos doctrinales hayan tenido tanta intensidad y tanta relevancia en el debate militar. En el primer periodo, el desenlace estará marcado en el fracaso. En el segundo, predominará la sensación del éxito.

El militarismo, en el Ejército chileno, surgió aventado por la instrucción de los oficiales alemanes, bajo el influjo de hombres de la nobleza, tales como Von Bischoffshausen, Von Bellow y Von Bieberstein, o plebeyos de la casta militar, como Félix Dienert, Frederick Sipman y Hans Bertling. Estos desarrollaron su labor en las unidades a que fueron destinados, en la Escuela Militar y en la Academia de Guerra. Pero, sin duda, fue en ésta última donde se creó el caldo de cultivo para la emergencia del militarismo.

Por la Academia de Guerra pasó una buena cantidad de capitanes que, luego, tendrían una destacada participación en los hechos de 1924 a 1933, y que, también, fueron enviados a Alemania a perfeccionarse: Arturo Puga, Alfredo Ewing y Ambrosio Viaux (1906), Manuel Bulnes (1911), José María Barceló (1912), Félix Urcullú (1913), Bartolomé Blanche y Marmaduque Grove (1914), Arturo Merino Benitez (1915), etc.

El otro bastión del militarismo fue, sin duda alguna, el Club Militar, entidad institucional informal, a la que pertenecían todos los oficiales de la Guarnición de Santiago, lugar de esparcimiento y inter-relaciones que no tenía las limitaciones de los regimientos o de la Academia de Guerra, donde primaba el conducto regular y las normas disciplinarias. Fundado en 1910, se fue abriendo paso como el lugar natural de recreo de la oficialidad, y donde conversaban con entera libertad los más diversos temas, especialmente los relacionados con las cuestiones doctrinales, y, desde luego, temas más conflictivos, como era lo relativo a los ascensos. Ironizando sobre las preocupaciones de los oficiales, durante el primer cuarto del siglo XX, el general Carlos Saenz (1), señala que "los oficiales hemos tenido - dejando de lado el cumplimiento de nuestros deberes -, tres grandes preocupaciones: la organización del ejército, el uniforme y la ley de ascensos".

En el Club Militar, sin embargo, no solo se conversaba, sino también había un estímulo al estudio de las materias militares, mediante concursos de trabajos y escritos, en los cuales participaban muchos oficiales, y cuyo fin era servir de canal de expresión de aquellos que, incentivados por los temas de discusión cotidiana, pudieran llevarlos al papel y servir para una reflexión mas colectiva de temas tales como: la estrategia, la táctica, la organización militar, el armamento, los militares frente al país, etc.

De este modo, si la Academia de Guerra fue la cuna del militarismo, sin duda, el Club Militar fue su templo de adoración. Sin embargo, en el seno mas abierto, más informal, de éste último, se incubó también la antítesis del militarismo, como veremos mas adelante.

Pero, así como el militarismo tuvo sus bastiones institucionales donde nació, creció y se alimentó; también tuvo portavoces en los cuales se personificó su presencia. Los hubo de dos tipos: doctrinarios y pragmáticos. Entre los primeros destacaron Francisco Javier Díaz, Rafael Ortíz, Arturo Ahumada, Domingo Terán, etc. Entre los segundos, los nombres son más abundantes: Carlos Ibañez del Campo, Arturo Merino Benitez, Arturo Puga, Félix Urcullú, Bartolomé Blanche, José M. Barceló, etc. De entre ellos, descollaron dos nombres: un doctrinario - Francisco Javier Díaz - y un pragmático - Bartolomé Blanche -.

El primero fue el más intelectual y culto oficial de su tiempo. Discípulo del coronel alemán Víctor Von Harttrott, con quien cultivó una estrecha amistad, tuvo una carrera militar privilegiada que lo llevó a ocupar, en 1926, el máximo cargo de ese tiempo dentro del Ejército: Inspector General, equivalente al ahora cargo de Comandante en Jefe. Prolífico escritor, publicó varios libros, entre los cuales están: "Escritos Militares sueltos", "Artículos sobre la organización militar de Chile", "Páginas periodísticas", "El problema del armamento", etc. así como colaborador en otras publicaciones, tales como "La instrucción militar alemana en Chile". También fue traductor del alemán al español de varios trabajos de autores militares, entre ellos el libro "El desarrollo del arma de aviación". Durante la dictadura de Carlos Ibañez del Campo, cuando ya estaba en retiro, se desempeñó como Subsecretario de Guerra, y en 1931 era uno de los articulistas y fundadores de la revista "La Defensa Nacional", vocero del militarismo chileno. De esa época data su admiración por el nazismo y su apoyo a la expresión chilena de ese movimiento fascista, que lo llevó incluso a hacer la traducción del "Programa de Hitler", publicado luego por la editora "La Cruz Svástica", de la cual era uno de sus propietarios.

Planche, en cambio, fue el más pragmático, el hombre que impuso el militarismo en la sociedad chilena, al punto que, sin su desempeño, lo más probable es que la dictadura de Carlos Ibañez del Campo no hubiera sido posible. Blanche fue alumno de la Academia de Guerra entre 1912 y 1914, junto a Ibañez y Grove, cuando tenían el grado de capitán. Por sobre éstos, obtuvo el segundo lugar de la promoción, por lo que, en premio, fue enviado a Alemania, junto a Grove. Ibañez, en tanto, era enviado como instructor del Ejército de El Salvador. En 1924, Blanche era un asiduo miembro del Club Militar, en su condición de comandante del Regimiento de Cazadores. Al constituirse la "Junta Militar", en 1924, ocupó el cargo que la encabezó. Luego, durante la dictadura de Ibañez, de la cual fue su principal gestor, se desempeñó como Ministro de Guerra, el cargo de real poder dentro del Gabinete de Ministros.

 

Notas

1) "Recuerdos de un soldado". Carlos Saenz M. Biblioteca Ercilla, 1933. Santiago, Chile.


Sebastián Jans ©

 

Hosted by www.Geocities.ws

1