MILITARES CHILENOS. LA DELIBERANTE DECADA 1924-1933.

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19. La derrota del militarismo.

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Milicias Republicanas.

A la izquierda, Julio Schwarzenberg, su jefe supremo.

A la derecha, milicianos en instrucción.

Las milicias republicanas fueron la fuerza armada con la que Alessandri derrotó el militarismo en los años 30.

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El proceso que vivía el país, tenía a la oligarquía conmocionada, ante el riesgo que significaba para su patrimonio, y la certeza de sentirse rezagada como clase dirigente, que había perdido con la caída de Montero. La brusca interrupción, en el mes de junio, de la transición encabezada por aquel jurista, un gran hombre de leyes, pero, incapaz de imponer un liderazgo, obligó a los sectores tradicionales a buscar un compromiso con quien representaba dentro de la clase dirigente la carta más efectiva para encarar al militarismo: Arturo Alessandri Palma.

El pacto entre los sectores conservadores y el alessandrismo, buscaría restituir la potestad del poder civil y restablecer el equilibrio institucional, administrando de la mejor forma la grave crisis económica que abatía al país. Esto significaba poner en movimiento todas las relaciones políticas y sociales en una perspectiva abiertamente conspirativa. Se estimuló el sentimiento anti-militar y anti-ibañista, haciendo latente en la percepción popular el temor al regreso del ex dictador. Blanche fue etiquetado como un paréntesis con el único propósito de esperar el regreso de aquel. Favorecía a esa campaña la constatación de que, prominentes ibañistas, ocupaban cargos de relevancia dentro del gobierno, entre ellos el coronel Caupolicán Clavel, que se desempeñaba como Intendente de Santiago.

La persistente campaña fue dando frutos en el corto plazo, al punto de que el breve segundo retorno de Ibañez al país, precipitó la puesta en marcha de los planes conspirativos, creando un ambiente popular favorable para desestabilizar el gobierno provisional del general Blanche. Así, el 26 de septiembre de 1932, el ex dictador regresó al país procedente de Argentina. Al día siguiente, un telegrama del comandante de la I División de Ejército, general Pedro Vignola, llegaba al Ministerio de Guerra, dando a conocer "la preocupación de la I División ante el sentimiento civil" ante la posibilidad de una nueva dictadura militar, poniendo en claro que la ese cuerpo militar, que controlaba todo el norte del país, no compartía lo que hipotéticamente pudiera resolver la Guarnición Militar de Santiago. A ese planteamiento se sumaba la exigencia de un inmediato gobierno civil y el retiro de las FF.AA. de toda función de gobierno.

Respaldando el pronunciamiento de Vignola, se constituyó en Antofagasta un Movimiento Civilista, integrado por conspicuos alessandristas, entre los que se destacaban Benjamín Aguirre, Julio Asmundsen, Osvaldo Hiriart y otros, que, además, formaron una "guardia cívica" a disposición del jefe militar rebelde.

El gobierno de Blanche respondió administrativamente, dando órdenes para que el general Armando Marín se trasladara inmediatamente a Antofagasta a sustituir al general Vignola. El enviado debió regresar a Santiago, sin haber podido cumplir con sus órdenes, ya que no hubo ningún oficial que estuviera dispuesto a reconocer su mando. En el intertanto, Vignola enviaba telegramas explicativos de su posición a las diferentes unidades del país y al general Pizarro, comandante de la III División de Ejército, con asiento en Concepción.

La situación se mantuvo en compás de espera hasta el sábado 02 de octubre. Durante la jornada, en el Regimiento "Tacna" se llevó a cabo una reunión de la oficialidad de Santiago, donde ésta se pronunció por la continuidad del gobierno encabezado por el general Blanche, mientras en las calles se producían violentos incidentes, durante las manifestaciones anti-gubernamentales, a las que concurrieron no solo los alessandristas, sino toda la oposición a Blanche. Uno de esas manifestaciones se inició en el Club Radical y culminó frente al Regimiento "Buin", donde los militares una vez mas fueron agredidos verbalmente, lo que provocó un pugilato entre manifestantes y oficiales, que terminó en una balacera, con varios civiles heridos a bala.

En Concepción, el movimiento civilista salió también a las calles, lo que el general Pizarro trató de impedir, decisión que provocó que dos regimientos desobedecieran sus órdenes, sumándose al general Vignola: el "Chacabuco", cuyo mando asumió el mayor Alarcón, y el Batallón de Artillería "Velásquez". Horas después, se sumó el Regimiento Andino "Lautaro" de la ciudad de Los Angeles. Estos regimientos abrieron sus puertas para recibir voluntarios de la reserva, lo que dejó prácticamente a la III División en poder de los rebeldes, ya que el resto de las unidades de ese cuerpo se encontraban en ciudades más distantes (Temuco, Angol, Valdivia).

Comprobando que estaba perdiendo apoyo militar de manera vertiginosa, Blanche prefirió renunciar, resignando el mando el presidente de la Corte Suprema, Abraham Oyanedel, que asumió la jefatura del gobierno con el rango de Vicepresidente de la República, hasta que asumiera el jefe de gobierno que el país debía elegir en las elecciones del 30 de octubre. Oyanedel llamó a retiro a los generales Otero y Veloso, quedando al mando del Ejército el general Ricardo Ludwing, que el 8 de octubre decretó el traslado de todos los jefes de unidades del país. En la Armada, pasaron a retiro Jouanne de la Motte y Julio Merino Benitez, asumiendo su jefatura el contralmirante Calixto Rogers. El proceso de desarticulación de la Aviación fue suspendido, se redestinaron los oficiales, y asumió la Subsecretaría de Aviación el comandante Diego Aracena. En Carabineros se mantuvo Arriagada. En el Ministerio de Guerra fue nombrado el general Carlos Sáenz y en el Ministerio de Marina el almirante Arturo Swett, ambos en retiro. Estos llevaron los cambios y las reestructuraciones necesarias para preparar a las FF.AA. para el nuevo régimen que surgiría luego de las elecciones de fines de ese mes.

Los sufragios se llevaron a efecto en un clima bastante inestable, presentándose cinco candidatos: Arturo Alessandri Palma, que representaba el consenso oligárquico; Héctor Rodríguez, candidato de un grupo conservador; Enrique Zañartu, respaldado por sectores terratenientes; Marmaduque Grove, abanderado de los sectores socialistas que habían respaldado la Junta Revolucionaria del 04 de junio; y Elías Laffertte, candidato de la fracción comunista stalinista. Triunfó Alessandri, que tuvo como formidable adversario a Grove, el que fue vencido por estrecho margen, a pesar de no haber podido hacer campaña electoral, ya que se encontraba aún confinado en Isla de Pascua.

Ya en el gobierno, una de las primeras medidas de Alessandri en relación con los militares, fue la designación de Diego Aracena como comandante de la Fuerza Aérea Nacional ( ex Aviación) - que luego pasó a denominarse Fuerza Aérea de Chile (FACH) - quien inició un largo periodo al mando del arma, que culminaría en 1939. Aracena fue nombrado por expresa voluntad del Presidente Alessandri, el que prodigó especial respaldo al crecimiento de la FACH, logrando su afianzamiento institucional. En la Armada, Calixto Rogers pasó a retiro, siendo reincorporado el vicealmirante Olegario Reyes del Río, que inició un profundo proceso que purgó a toda la oficialidad militarista. En el Ejército, el mando fue asumido, obviamente, por el general Pedro Vignola, con el mismo propósito. En cuanto al Cuerpo de Carabineros, el general Humberto Arriagada se acopló decididamente al nuevo régimen, a fin de asegurar la sobrevivencia institucional.

Respecto de esta fuerza policial, el sentimiento popular era fuertemente refractario respecto de su continuidad, al considerarla - por sus prácticas y trayectoria - como una institución identificada con la dictadura ibañista, por lo que, en el ámbito de la clase política, incluso entre los colaboradores más cercanos del Presidente, había una fuerte voluntad en cuanto a la conveniencia de disolverla y crear un cuerpo policial no militarizado. En ese contexto, el asesinato del periodista socialista Luis Mesa Bell, director del semanario "Wiken", había sido el corolario de la acción brutal de la policía, contra aquellos que discrepaban con el ibañismo, y con las prácticas policiales en contra de opositores. Mesa Bell había desarrollado, a través del periódico que dirigía, una sostenida acción de denuncias contra la corrupción policial. Tres días antes de que Alessandri asumiera su cargo, el periodista fue asesinado, descubriéndose posteriormente, que sus victimarios eran miembros de la policía civil, vinculados administrativamente a Carabineros.

Los esfuerzos del general Arriagada, por profesionalizar a la institución policial, permitieron que ésta se legitimara, en los años subsiguientes, ante el régimen político y ante la ciudadanía, como una verdadera fuerza policial, alejándola de la percepción de guardia pretoriana del ihañismo, que tuviera desde su fundación hasta 1932.

A medida que se afianzó el régimen civilista impulsado por la oligarquía, se fue robusteciendo la tendencia "apolítica" o "neutral" dentro de las FF.AA., doctrinalmente definida como un profesionalismo apolítico, que fue erradicando paulatinamente las tendencias deliberativas. En esa perspectiva, tuvo destacada participación el Ministro de Defensa del gobierno de Alessandri, Emilio Bello Codesido, que con mucha habilidad desarticuló las camarillas ibañistas y militaristas. Este Ministro puso especial énfasis en la erradicación de las jefaturas militares de toda actividad pública, y los comandantes en jefe pasaron a ser los interlocutores entre las instituciones y el gobierno para todos los efectos. Se eliminó de este modo, cualquier participación de militares en los Ministerios - fueran éstos de Guerra o Marina, o de otro tipo - por el carácter político que aquellas instancias tenían. Esta perspectiva se rompería solo 40 años mas tarde, cuando los tres comandantes en jefe y el Director General de Carabineros, fueron designados por Salvador Allende como Ministros, ante la crisis provocada por las huelgas empresariales contra su gobierno,

Pese a los drásticos cambios emprendidos por el nuevo gobierno, en el ámbito de las FF.AA., ello no garantizaba que éstas no se vieran envueltas en nuevas aventuras golpistas. Por lo cual, la oligarquía prefirió imponer ante los militares una fuerza capaz de equilibrar, e incluso superar cualquier acción militar contraria al nuevo régimen. Esta fuerza fue la Milicia Republicana, cuerpo paramilitar que, en los hechos, se constituyó en un ejército paralelo.

Su núcleo fundador fue una cincuentena de hijos de familias de la oligarquía, que se constituyó en julio de 1932, amparándose en un resquicio legal, generado en el breve gobierno de Montero. Hacia octubre, previo a las elecciones presidenciales, ya existía un Estado mayor organizado, y sus actividades se hacían públicas.

En ningún momento del Estado chileno moderno, se advierte un cuerpo de naturaleza subversiva, que se legitimara jurídica y políticamente en forma paralela a las FF.AA, como ocurrió con esta Milicia. El monopolio de la violencia legítima y la responsabilidad de las FF.AA. como sostenedores del poder del Estado, fue roto, y éste y el orden jurídico emanado de la Constitución - no solo el gobierno -, descansaron durante mas de tres años en el poder de fuego y de movilización de la Milicia Republicana.

Aquella fue un ejército paralelo en el más amplio y exacto sentido de la palabra. Tuvo regimientos, divisiones, batallones, sistema de abastecimiento, unidades sanitarias, logísticas e de infraestructura, además de un escalafón rigurosamente observado. Contaron no solo con armamento liviano, sino también con artillería, aviación y sofisticados equipos de guerra y apoyo.

Por ser un ejército de voluntarios, su crecimiento fue espectacular, llegando a contra con mas de 50.000 hombres en armas, a lo largo de todo el país, cubriendo no solo las grandes ciudades, sino pueblos y localidades menores, superando en número y presencia a las FF.AA. y Cuerpo de Carabineros. Entre sus jefes se contaron a Ricardo Küsher, E.Altamirano, Jorge de la Cuadra, A.Wiederhold, S.Munich, Italo Alessandrini, Sótero del Río Gundián, J.Errázuriz, F.Steeger, Diego Sutil, Andrés Prado, E.Iturra y otros, que formaron parte de su Estado mayor. Como comandantes en jefe se desempeñaron los "generales" Eulogio Sánchez y Julio Schwarzenberg, sucesivamente. Todo el cuadro de oficiales milicianos provino de las clases terrateniente y burguesa y estratos medios acomodados (comerciantes y profesionales). Sus vinculaciones políticas eran básicamente con los partidos Liberal, Conservador y Radical. Alessandri era uno de los más entusiastas promotores de la Milicia Republicana, y participaba en los desfiles y actos más importantes de ella, donde recibía los honores en su condición de Presidente de la República. Sus arengas a los milicianos eran piezas del más rimbombante chauvinismo.

La situación de ilegalidad que planteaba la existencia de la Milicia, constituida de hecho y funcionando con la anuencia del gobierno de Oyanedel, primero, y luego, de Alessandri, llevó a Carlos Vicuña Fuentes a presentar un proyecto de ley en la Cámara de Diputados, en 1933, que declaraba a la Milicia Republicana "disuelta y a sus jefes procesados por sediciosos". Sin embargo, la moción no prosperó, siendo derrotada por amplia mayoría. A favor de la moción votaron los socialistas, los ibañistas y los democráticos. En contra, dando continuidad a la Milicia, los distintos componentes del consenso oligárquico. Ese mismo año, en Talca, se llevó a cabo un proceso debido a una querella presentada contra la Milicia por dos profesionales, donde se demandaba el carácter ilegal de sus operaciones. El caso llegó hasta la Corte de Apelaciones, donde el jurista y ex Presidente Juan Esteban Montero alegó en defensa de la Milicia. La Corte Suprema, sin mayores abundamientos, emitió un veredicto en que se señalaba que "las actividades de la Milicia Republicana no son ilegales". Alessandri, expresamente señaló en su momento, que "el gobierno no ve en las Milicias Republicanas ningún peligro, y, por el contrario, ve en ellas una base de seguridad institucional, autoriza su existencia y le presta su apoyo".

De tal forma que, la derrota del militarismo y de la deliberación como actividad normal de los miembros de las FF.AA., se consiguió sobre la base de la fuerza operativa militar discrecional de la Milicia Republicana, y de la derrota jurídica de las FF.AA. regulares, al perder éstas la exclusividad de la violencia legítima dentro del Estado.

Consolidado el nuevo régimen, lo que se vivió en los años siguientes, fue una dictadura civil revestida de un constitucionalismo formal, con un gobierno que hizo uso indiscriminado contra el movimiento social de las Facultades Extraordinarias entregadas por el Congreso Nacional, en abril de 1933. Su gestión fue inflexible contra las manifestaciones del descontento social, y las libertades democráticas fueron postergadas. Federico G.Gil (1) señala que Alessandri "enfrentó fuerte oposición, y como las fuerzas de izquierda exigían constantemente reformas sociales y económicas, ellas mismas resultaron víctimas principales de una política de represión".

La gestión económica la encabezó el hombre fuerte del gobierno, Gustavo Ross Santamaría, que se caracterizó por una política que buscó regularizar la desbastada economía chilena, bajo el intervencionismo del Estado, factor correspondiente a una tendencia internacional en ese sentido. Grandes escándalos caracterizaron la dirección económica de Ross, que contó con el apoyo social y político de los terratenientes, los banqueros y los grandes comerciantes. En ese contexto, el grupo social que creció de manera significativa, fue la burguesía financiera, a la cual Ross pertenecía, como magnate de la industria azucarera.

El férreo manejo del gobierno de Alessandri, donde hubo graves excesos contra las libertades y los derechos de las personas, logró someter a los militares. Sin embargo, ello no significó que no se presentaran algunos conatos, en que la sombra del militarismo y de la deliberación no estuvieran omnipresentes. Sin embargo, ellos correspondieron a situaciones aisladas, que no lograron poner en riesgo las bases institucionales y al gobierno. De ellos, los más relevantes fueron los indicados a continuación.

El primero, fue en intento de golpe del 28 de febrero de 1936, que buscaba poner nuevamente a Ibañez en el poder. En este conato estuvieron involucrados el mayor Oscar Zagal, los capitanes Eliecer Parada y Edgardo Andrade, y el teniente René Morales Beltrami, además del oficial retirado Raimundo Pohler, junto algunos civiles, entre los cuales fueron mencionados Juan Antonio Ríos y René Silva Espejo.

En segundo, el mas trascendente, fue en plena campaña electoral por la sucesión de Alessandri, producidos el 5 de septiembre de 1938, en el cual participaron varios oficiales retirados y algunos activos, coordinados por Caupolicán Clavel, que junto a miembros del Movimiento Nazi chileno, encabezado por Jorge González von Marees, trataron de crear una situación de hecho que obligara a los militares a tomar el poder, para entregárselo a Ibañez. Jóvenes nazis se tomaron el Seguro Obrero y la Universidad de Chile, siendo reducidos después de un intercambio de fuego, siendo pasados por las armas en el edificio del Seguro Obrero, frente al Palacio Presidencial, por expresas órdenes del Director General de Carabineros, general Humberto Arriagada.

En 1938, las elecciones fueron ganadas por Pedro Aguirre Cerda, líder del centro-izquierdista Frente Popular, en el cual participaban radicales, socialistas y comunistas. Con su llegada al gobierno, de una manera importante, los objetivos de la Juventud Militar de 1925, vinieron a hacerse realidad, entrando en aplicación por primera vez, de manera efectiva, los objetivos de la Constitución de 1925. Los distintos aspectos políticos, sociales y jurídico-institucionales, entraron por primera vez en aplicación de manera integral, permitiendo una consolidación republicana que perduraría hasta 1973, cuando una nueva intervención militar provocaría cambios profundos en dirección inversa a la de 1924 y 1925.

 

Notas

1 "El sistema político chileno"


Sebastián Jans ©

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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