MILITARES CHILENOS. LA DELIBERANTE DECADA 1924-1933.

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12. El carácter de la dictadura de Ibañez.

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La Aviación - luego llamada Fuerza Aérea de Chile - surgió como rama independiente de las fuerzas armadas chilenas, bajo la dictadura de Ibañez. Caída la dictadura tuvo activa participación en los hechos inmediatos, especialmente en la instauración de la República Socialista y en el ataque a la Escuadra de la Armada, sublevada en la bahía de Coquimbo.

La estrategia política de Ibañez y la camarilla militarista tuvo coherencia y pragmatismo para su ejecución. No fue la toma del poder por parte del militarismo de la época, bajo ningún aspecto, obra de un punsh, sino que fue una gradual conquista de posiciones que no dejó detalle al azar. Con acierto, Alain Joxe (1), señala que "el itinerario político seguido por Ibañez le permitió ganar, primero, las tendencias de izquierda; después, los temores de la derecha". Efectivamente, cuando Ibañez estaba en el Ministerio de Guerra, trató de simbolizar en su máxima expresión el espíritu y la voluntad del movimiento reformista de la Juventud Militar. Su solapado apoyo a la candidatura de José Santos Salas no fue sino obra de una sapiente espera del momento adecuado para asaltar el poder, en la plena conciencia de la imposibilidad real de que aquel candidato ganara las elecciones. Y cuando ya pudo imponer sus términos a la oligarquía, no vaciló en desatar una violenta represión contra el movimiento obrero y los trabajadores, en general.

Ya en el Ministerio de Interior, Ibañez inició de inmediato una escalada represiva que buscaba, en primer lugar, desarticular la capacidad de respuesta de la oligarquía, para cuyo efecto recurrió sin vacilar a las deportaciones, que afectó a destacados personeros de la plutocracia local: Rafael Luis Gumucio, Gustavo Ross Santamaría, Elías Errázuriz, Agustín Edwards, Manuel Rivas Vicuña, etc.

Poco después enfrentó directamente al Poder Judicial, bastión hasta entonces intocable de las clases dominantes, imponiendo presiones insostenibles a la Corte de Apelaciones de Santiago, y luego, a la Corte Suprema, para terminar enfrentándose con el Presidente de la República, quien, como Alessandri, optó por abandonar su cargo a través de un permiso constitucional, para luego, renunciar de manera definitiva, quedando transitoriamente como Vicepresidente el poderoso Ministro de Interior.

Cuando la oligarquía ya no tuvo figuras que levantar, Ibañez se ofreció como alternativa frente al ascendente y concertado movimiento social. La historiografía tradicional y los escritores conservadores, han querido demostrar que Ibañez le arrebató el poder a Emiliano Figueroa, lo cual, no es realmente cierto, Por el contrario, como los sectores oligárquicos no tenían a quien acudir para controlar el poder, pues, estaban demasiado divididos en sus pugnas internas, y cuando ya no tenían una alternativa concreta en términos de liderazgo, no vacilaron en aceptar el Estado policiaco que ofrecía Ibañez, ya que el sistema parlamentario defenestrado en 1925 estaba demasiado desprestigiado para reponerlo como opción de orden institucional.

El 22 de mayo de 1927 se efectuaron las elecciones presidenciales, donde el único candidato fue el Vicepresidente en ejercicio, quien obtuvo mas de un 95% de los votos emitidos. Por cierto, ese no fue mas que un acto formal, ya que la unanimidad Ibañez la había logrado cuando los sectores tradicionales habían aceptado que relevara a Figueroa. Prueba de esa unanimidad será el gesto de la Armada, bastión oligárquico, institución que saludó al nuevo Presidente, a través de la revista que editaba su Estado Mayor, donde se expresaba: "El mandatario que acaba de asumir (...), inspirado en la rectitud, honradez y energía que todo el país le reconoce, es una segura garantía, que hace esperar tiempos más venturosos de completa regeneración para la Nación, que un día llegó a encontrarse casi al borde del abismo".

Con el todo el poder en sus manos y revestido del necesario marco constitucional, el militarismo pudo iniciar la puesta en práctica de su proyecto, pues, Carlos Ibañez representaba la aproximación efectiva hacia el Gleichschaltung. Elegido con los votos de los conservadores y de la USRACH, incluyendo a José Santos Salas, que incluso participó inicialmente en el gobierno, con un apoyo internacional favorable, sin contrapesos dignos de mención, Ibañez podía actuar sin cortapisa alguna como "el gran conductor de la Nación". Su accionar se centró en cinco aspectos fundamentales:

 

  1. Un modelo dependiente en lo económico, especialmente respecto de los capitales norteamericanos.
  2. Un vasto plan de obras públicas, para absorber mano de obra y estimular la trastabillante economía nacional, sustentado en un creciente endeudamiento.
  3. Intervención del Estado como expresión de la nacionalidad. Desarrollo de un estatismo regulado, que asumía una directa gestión en la economía.
  4. Gobierno autoritario fundado en formas militares de relación, aún cuando no se advierte una hegemonía de las instituciones armadas en la sociedad, como ocurre con los Estados de excepción de los años 70, que afectaron a América Latina
  5. Modernización legislativa sobre la base de un sistema omnipresidencial.

 

Respecto del primer aspecto, la dictadura de Ibañez, representó en el ámbito de la gestión macro-económica, un abrupto viraje respecto de la influencia de los imperialismos en Chile, que bajó la intensidad del dominio inglés y de su competidor alemán, permitiendo la irrupción norteamericana. Ibañez había establecido relaciones con los capitalistas norteamericanos mientras fue asesor e instructor del Ejército de El Salvador, donde incluso participó directamente en el conflicto guatemalteco-salvadoreño, que se originó por la disputa de intereses monopólicos extranjeros, que acicatearon los conflictos locales entre los caudillos de ambos países. En esa guerra, Ibañez tuvo un destacado papel en la batalla de El Platanar.

Su llegada al Ministerio de Guerra fue determinante para la presencia de la Misión Kemmerer, cuya tarea fue realizar un estudio de factibilidades que tendría importantes consecuencias en los años siguientes, ya que la inversión proveniente de ese país creció significativamente. A modo de ejemplo, en 1928 la inversión norteamericana en Chile llegó a 451 millones de dólares, mientras en 1930, la cifra se elevó a 700 millones (2). El capital norteamericano tomó el control directo del salitre, el que, hacia 1930, adquirió una condición de predominancia al crearse la Compañía Salitrera de Chile (COSACH), que llegó a tener el 50% de la propiedad en la explotación y de las reservas salitreras. Así también los capitales de ese país afianzaron su dominio sobre la explotación del cobre, iniciada en 1915; controlaron la producción del bórax y todo el comercio de minerales, la energía eléctrica y los tranvías, así como parte importante del comercio exterior. Paralelo a la vasta apertura a los capitales norteamericanos, se produjo un creciente endeudamiento, para financiar las obras públicas: pavimentación de calles, agua potable, alumbrado, edificios públicos, alcantarillado urbano, caminos, puentes, etc. amén de la colonización de Aysén y otros proyectos.

Un segundo gran aspecto dice relación con la forma como se construyeron las ideas-fuerzas que la dictadura buscó proyectar a la ciudadanía. Como hemos visto, el verbo militarista asumía un nacionalismo con proyecciones esencialmente internas, predominando conceptos básicos como "la Nación", "la raza", "el orden", etc. Por cierto, el populismo que mostrará entre los años 1927 y 1928, se afianzará sobre la base de considerar que era necesario imbuir a las masas de un sentimiento de nacionalidad, que los aproximara a una armonía social donde las fuerzas armadas fueran la expresión superior de la paz social emanada de la Nación monolítica. El vasto plan de obras públicas buscaba dar una sensación de progreso y pujanza nacional, que demostrara que los conflictos sociales eran una manifestación desnaturalizadora de la Nación, promovida por agitadores extranjeros. Mas empleo, mas paz social, mas progreso, eran la tónica de los objetivos perseguidos por el plan de obras públicas, aún cuando ello conllevara un alto endeudamiento exterior. El Estado era, pues, el articulador de toda la política económica, abandonándose el "dejar hacer" del liberalismo, que no se compatibilizaba con un proyecto de Estado y de sociedad como el que proponía el militarismo.

A fin de dar apoyo social al régimen, el joven oficial militar René Montero, que ejercía el cargo de Secretario Jefe de la Presidencia - equivalente al actual Ministerio Secretaría General de Gobierno -, propuso implementar la formación de un movimiento social que reuniera "en una unidad sólida al Partido Democrático, a las organizaciones obreras agrupadas en una poderosos confederación, a los hombres de avanzada de todos los partidos, y a los elementos independientes afectos al gobierno, en un gran partido revolucionario, inspirado en los ideales de los movimientos militares y en la dinámica del Ejecutivo" (3). Así, junto a dirigentes políticos y sociales, en que tuvieron activa participación Humberto Martones, Luis Moreno y otros, Montero dio vida a la Confederación Republicana de Acción Cívica (CRAC), que pasó a dirigir la movilización popular a favor de la dictadura. Paralelo a esos esfuerzos, se desató una dura represión contra los dirigentes obreros, siendo deportados una gran cantidad de ellos, entre los cuales destacaban los emblemáticos nombres de Manuel Hidalgo, Elías Laffertte y Carlos Alberto Martínez.

En el plano internacional, las relaciones con los países vecinos se llevaron de manera muy pragmática, especialmente con Argentina, tanto con el gobierno que encabezara Yrigoyen, y con mayor razón con el gobierno que encabezara su sucesor, el general Uruburi. Las relaciones con las potencias (EE.UU., Inglaterra y Alemania), fueron óptimas. Con Italia, gobernada ya por el Primer Ministro Benito Mussolini, se mantuvieron estrechas relaciones, que se manifestaron, en 1927, con la firma de un "tratado de conciliación" para resolver toda divergencia que pudiera presentarse en el futuro.

Apenas controló el poder y tuvo dominada la situación dentro de las FF.AA., a fin de dar un marco de legitimidad constitucional a su régimen, negoció con los sectores políticos afines - de procedencia radical y democráticos - la instauración de un Congreso designado, que se conocerá como Congreso termal, por haber sido resuelto durante un cónclave en las Termas de Chillán, el cual se constituyó con parlamentarios designados de entre los grupos proclives al régimen.

Estos elementos - parlamento designado, un movimiento de masas de apoyo (CRAC), un marco constitucional formal y un ejercicio autoritario-policial del poder - establecieron las condiciones que no hicieron de la dictadura de Ibañez un régimen específicamente militar, aún cuando las formas militares de relación dominaron el ejercicio real del poder. Un ejemplo de esto, lo constituye el hecho de que en el Boletín Oficial del Ejército se publicaban todos los nombramientos ministeriales, incluso aquellos correspondientes a civiles. Eso permite advertir la gravitación cierta de las instituciones armadas en el régimen, pero, no demuestra que ellas cumplieran una función determinante respecto del modelo aplicado. Es realmente, la fracción militarista la que tiene esa condición, la que igual que un partido político, domina el escenario político y el ejercicio del poder.

Exponentes del dominio del militarismo sobre el gobierno fueron, en el campo militar, Bartolomé Blanche y Carlos Frödden como personeros mas destacados, donde también hay que considerar la camarilla íntima de Ibañez, en que se encontraban el general Aníbal Parada, que encabezó el reorganizado Cuerpo de Carabineros, que fusionó la policía territorial con la policía de las ciudades, en 1927; Tobías Barros Ortíz, un pulcro oficial relacionado familiarmente con la clase terrateniente, quien tuvo una activa participación en la solución limítrofe con Perú, en 1929, que, en 1925, ejerció como secretario de la Junta de Gobierno, y bajo que la dictadura fue secretario privado de Ibañez; René Montero, la más notoria cara pública del régimen, al que, uno de los denostadores de Ibañez (4), llama "el orador oficial del régimen", puesto que, generalmente, le correspondía hacer los discursos oficiales en los actos presididos por Ibañez, a pesar de su juventud (era menor de 30 años).

Con relación al apoyo civil al militarismo, aparte del nucleado a través de la CRAC, hubo muchos miembros de la clase dirigente que se vincularon estrechamente al régimen, siendo, en general personas que provenían de la mesocracia, entre los cuales podemos citar a Pablo Ramírez, uno de los civiles más influyentes del régimen y artífice de su política económica, el que ganó fama como hombre corrupto, al punto que el propio Tobías Barros Ortíz, lo calificaría como "inescrupuloso" (5). Respecto de esta calificación, es bueno indicar que la dictadura dio lugar a una basta corruptela administrativa, donde el lucro fácil permitió varias nuevas fortunas, y donde se hizo normal giros de recursos del Estado sin señalar destino ni objeto, facilitando el dolo y el plagio.

Otros civiles relevantes fueron: Guillermo Edwards, que ejerció el Ministerio del Interior; Conrado Ríos Gallardo, un diplomático de carrera que manejó hábilmente las relaciones exteriores, y que, en el plano interno, estuvo relacionado con varios escándalos; Alberto Edwards, destacado intelectual de influencia portaliana, que ocupó varios cargos, entre ellos el Ministerio de Educación; Juan Antonio Ríos y Leonardo Guzmán, dirigentes del Partido Radical; el ya citado Humberto Martones, dirigente del Partido Democrático, etc.

Hacia 1928 y 1929, el régimen había establecido plenamente sus características fundamentales, y la represión constituía una de ellas, afectando tanto a la clase dirigente, especialmente alessandrista, a las organizaciones obreras, y a los miembros de las fracciones rivales dentro de las fuerzas armadas. Las deportaciones y el exilio se hicieron regulares, mientras el soplonaje y las detenciones arbitrarias se dieron con particular intensidad. Dentro de ese contexto represivo jugaron roles esenciales el Cuerpo de Carabineros - con el general Parada a la cabeza, sucedido posteriormente por el general Viaux - e Investigaciones de Chile, la policía civil - dirigida por Ventura Maturana Barahona -, quienes llevaron a cabo la permanente represión de los opositores.

 

Notas

"Las fuerzas armadas en el sistema político chileno".

2 "Ensayo crítico del desarrollo económico-social de Chile" Julio César Jobet. Centro de Estudios del Movimiento Obrero Salvador Allende, 1982. México.

3 "Confesiones políticas". René Montero, Editorial Zigzag, 1958. Santiago, Chile.

4 "Ibañez, césar criollo". Aquiles Vergara Vicuña. Imprenta Sud América, 1931. Santiago, Chile.

5 "Testigos del Siglo XX: Tobías Barros". Claudio Orrego y otros. Editorial Aconcagua., 1979. Santiago, Chile.


Sebastián Jans ©

 

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