EN TORNO A LO QUE QUEDA AL FINAL DEL DÍA.

Una e-conversación con Eduardo Engel

 

 

Sebastián Jans

 

Publicada en Revista "Occidente" (Chile) en marzo de 2006

volver

 

 

 

Una de las disponibilidades de la era de la información, el correo electrónico, nos ha permitido establecer una e-conversación con Eduardo Engel , uno de los académicos más relevante de nuestro país, quien actualmente se desempeña como profesor de la Universidad de Yale, una condición inédita para un hombre de ciencia que ha desarrollado gran parte de su trayectoria en su país de origen, y que es llamado a uno de los centros de estudio e investigación más importantes de Estados Unidos.

Es una e-conversación, por dos variables: porque se genera en el medio electrónico, y porque nuestro tema central es la economía chilena. Contactado a través de su correo electrónico en Yale, respondió sentirse honrado por la solicitud de desarrollar esta conversación. Diversas contingencias retrasaron el contacto, y de paso por Chile a fines de febrero, ofreció reunirnos una tarde de viernes en mi oficina, para conversar sobre algunos de los temas económicos que preocupan a los chilenos, en algo más de una hora frente a una grabadora.

De ese modo se gesta esta aproximación al pensamiento de un chileno de excepción, cuyas ideas han traído más de alguna polémica, sobre todo cuando ellas se proyectan hacia las decisiones políticas de un país que, en lo fundamental, parece no sentirse cómodo con un modelo económico que, sin embargo, constituye un referente para América Latina y para muchos países en desarrollo.

Llegó a mi oficina en taxi, de la misma forma como se fue, con la sencillez ciudadana digna del hombre de ciencia que es, ante lo cual es bueno repasar su trayectoria: Ingeniero civil matemático de la Universidad de Chile, graduado en 1980, realizó posteriormente dos doctorados: uno en Estadística, en la Universidad de Stanford (1987) y otro, en Economía, en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en 1991. Académico en el Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile y fundador del Centro de Economía Aplicada, ha tenido una relevante participación en consultorías que han influido en las decisiones de política económica chilena y latinoamericana. En el 2002, una encuesta realizada entre 122 economistas, por la sección “Economía y Negocios” del diario “El Mercurio”, le permitió ser reconocido como el “Economista Chileno del Año”, superando a otros destacados especialistas.

Sus líneas de investigación se proyectan fundamentalmente en torno a la macroeconomía donde ha sido reconocido internacionalmente, obteniendo hace tres años la Frisch Medal, que lleva el nombre de Ragnar Frisch, Premio Nobel de Economía 1969. La distinción le fue entregada por un trabajo realizado junto al profesor Ricardo Caballero, del Departamento de Economía del MIT, publicado en 1999, considerado el mejor trabajo en la disciplina en cinco años.

  Gusta la música de Mozart y Sibelius, pero, por sobre todo declara su predilección por el teatro. En la música popular sus gustos son predominantemente sesenteros, donde destaca Serrat. Dice que su vida en Yale ha sido muy buena y enriquecedora, permitiéndole hacer investigación en un lugar donde se valora mucho esa labor, a lo que dedica una buena parte de su jornada. Sin embargo, plantea que está muy conectado con lo que pasa en Chile, a través de sus viajes permanentes al país.

 Iniciamos nuestra conversación del modo más contingente, preguntándole su percepción, por aquella sensación predominante que caracterizó los debates entre la clase dirigente chilena, en la campaña presidencial de 2005, donde se expresó una visión autoflagelante y  una visión autocomplaciente respecto del modelo económico chileno.

Responde que toda esta discusión sobre “el modelo” – donde recalca el entrecomillas – renace, a su juicio en la campaña interna de la Democracia Cristiana, y cuyo origen se encuentra en la discusión que marca los debates de la Concertación en 1997. Que  renace cuando Adolfo Zaldívar la reflota para diferenciarse de Soledad Alvear, y luego la toma Joaquín Lavín, para atraer votos de centro que eran claves para su candidatura presidencial. “Más allá de los motivos para introducir ese tema, es una de las discusiones más confusas y poco claras, que se han dado para discutir políticas públicas en Chile, en tiempos recientes. Fue una discusión pobre, frustrante”. Dice que costó un mundo identificar los temas que estaban en juego, dado la cantidad de conceptos que se usaron, algunos con dobles significados, otros con significados múltiples, y que la única forma de ir aclarando un poco el tema es ir tomando algunas cosas muy concretas. “El mismo concepto de que diablos es ser neoliberal, que es el modelo, son cosas que realmente se prestan para distintas lecturas, y mientras más confusas más se benefician los grupos de poder del país, quienes encuentran un nuevo Caballo de Troya para promover sus agendas”.

Le acotamos que, sin embargo, no podemos dejar de reconocer que los niveles de desigualdad en el ingreso en nuestro país son notables, aspectos que, más allá de las cifras, genera un consenso en los diagnósticos. Categóricamente expresa que comparte dicho diagnóstico, agregando al mismo tiempo, que los problemas de desigualdad no son culpa del modelo, no son culpa de la estrategia de desarrollo que ha seguido Chile. “El problema distributivo es un gran desafío, hay un acuerdo amplio a esta altura sobre eso. Y no solo en la distribución del ingreso y la riqueza, sino que también en la distribución de las oportunidades y del poder en la sociedad chilena. En Chile hay ciertos grupos que influyen mucho más que otros, cuando se trata de poner la agenda pública”.

Insiste en que ello no tiene nada que ver con el modelo, y propone que veamos datos concretos: “Los grados de desigualdad en el ingreso que tenemos hoy en Chile, son similares a los que había hace 15 años. Era mala en 1990, cuando se produjo el retorno a la democracia, y son malos hoy. En la mayoría de los países industrializados, la distribución de la riqueza ha empeorado en los últimos 15 0 20 años. Es un tema de gran preocupación en Estados Unidos y en varios países europeos, donde se comprueba un deterioro en la distribución del ingreso, y aún cuando no hay consenso sobre la importancia relativa de diversos factores, uno de ellos se refiere a los cambios tecnológicos que se han producido en décadas recientes, cambios que llevan a que se premie más que en el pasado a los trabajadores mejor formados. Porque siempre hubo un mayor ingreso para la gente más preparada, pero, la diferencia ha ido creciendo debido al tipo de cambio tecnológico”.

“Esto no tiene nada que ver con ningún modelo –señala con seguridad - , esto simplemente es un factor, y en ese contexto, comparativamente en Chile, el hecho que no haya empeorado la distribución del ingreso con un crecimiento impresionante, no es tan mala noticia. Yo creo que ha llegado el momento de enfrentar el tema distributivo. No me entienda mal, pero, hay que hacerlo en serio, con medidas que realmente mejoran la distribución de la riqueza y del poder, no con medidas que favorecen a grupos de interés que siempre ha sido favorecidos. Todo el discurso a favor de la clase media que escuchamos durante la campaña presidencial, tanto de algunos líderes concertacionistas como de líderes de derecha, tenía mucho de oportunismo, para favorecer a grupos específicos, en desmedro de las grandes mayorías”.

Frente a ello se pregunta que es la clase media y si todos somos clase media, “porque en este momento cualquier grupo de presión se inscribe como clase media, y tenemos allí a  grupos que históricamente se han beneficiado a costa de todos los chilenos”.

Explica que si tomamos el ingreso que la gente recibe antes de pagar impuestos - uno trabaja, y recibe su ingreso antes que el fisco recaude, sin impuesto del IVA ni nada, - esa distribución es muy mala en Chile. “Grosso modo, el 20% más rico está ganando 15 o 16 veces lo que gana el 20% más pobre. Esos son los órdenes más o menos. Ahora, lo que sucede en todos los países, incluido Chile, -explica - es que ese ingreso no es el que tenemos para gastar, porque ese ingreso paga un impuesto, que es recaudado por el Estado, y en que una de las razones fundamentales de recaudar dicho impuesto, es que después el Estado gasta en bienes y servicios, como por ejemplo educación, salud, infraestructura, y todos estos servicios vuelven y benefician a los ciudadanos”.

“Entonces, hay una segunda distribución del ingreso, aquella posterior a cuando el Estado realizó sus gastos, cumpliendo su rol distributivo... Esa distribución es más complicada de calcular porque hay que empezar a valorar lo que el Estado hace por uno. Sin embargo, esa segunda distribución es la que importa para efectos de bienestar de las personas, porque los bienes y servicios a que la gente accede, sea con recursos propios o mediante el Estado, depende de esta segunda distribución. Y esta segunda distribución en Chile es notablemente mejor que la primera. Chile es uno de los países donde la distribución del ingreso más mejora, entre esa primera distribución y la segunda. No hay consenso en el número exacto, porque hay que empezar a valorar lo que da el Estado, pero, los rangos en que uno termina moviéndose, indican que el quintil más rico, es decir, el 20% más rico termina con un ingreso entre 8 y 10 veces mayor que el quintil más pobre... Llegamos así a una distribución de ingreso que no dista mucho a la de un país desarrollado. La distribución del ingreso – insiste -, no el nivel de ingreso”.

Hace recuerdos los años 90, cuando los índices de pobreza en Chile bajaron rápidamente en los gobiernos de la Concertación. “Partimos en el año 1990 con alrededor de un 40% de la población viviendo bajo la línea de la pobreza, y hoy en día ese índice está en el 17%, lo que es un éxito notable... Yo recuerdo que cada dos años, cuando salía la encuesta Casen, y el Ministro de Mideplan salía anunciando esos datos, siempre partía diciendo: bueno, la pobreza bajó otra vez cuatro o cinco puntos, y después se pasaba la restante media hora de la conferencia de prensa, dando todo tipo de excusas porque el nivel del ingreso no había mejorado. Es decir, la reducción de la pobreza apenas se mencionaba. Y, aún cuando los dos temas son importantes, la trascendencia relativa que se le daba en la Concertación, a mi juicio era la equivocada, porque claramente era tremendo mérito estar bajando la pobreza en esa forma. Era un éxito que no tiene comparación con ningún país de Occidente. Ningún país del hemisferio ha bajando la pobreza como lo hizo Chile durante los 90. Las únicas experiencias similares son del sudeste asiático”.

“Y teníamos que el gobierno que había logrado esto, estaba excusándose porque la distribución no mejoraba, y no estaba valorando lo que hacía, hasta que viene la crisis de fines de los 90, y allí, de repente, la Concertación se empieza a acordar que, bueno, después de todo, no era tan terrible esto que venía bajando la pobreza: la pobreza ahora baja mas lentamente, tenemos recesión, tenemos años más difíciles. En ese momento, una parte de la Concertación descubre la importancia que tiene el crecimiento económico, de que es clave para reducir la pobreza y de que, en algún sentido, no se había valorado lo suficiente todos los avances que se habían producido en la década de los 90. Ese es entonces un primer matiz al tema de la distribución”.

“Ahora, creo que Chile ha alcanzado niveles de desarrollo en que el tema de la distribución, efectivamente, se puede comenzar a atacar, cosa que habría sido un desastre a principios de los 90. Porque si a principios de los 90 atacamos el problema distributivo, ni crecemos ni distribuimos, y terminamos como varios de países latinoamericanos en que las fluctuaciones son enormes en los últimos 10 o 15 años, la inestabilidad política es significativa, y la pobreza es igual o mayor que hace 15 años”.

“Ahora, es el momento de lidiar con el tema redistributivo, y es lo que se está haciendo. El programa del nuevo gobierno tiene propuestas para enfrentar este tema, y son propuestas en la línea correcta. Pero, hay un riesgo en el tema redistributivo, y dicho riesgo es optar por políticas con efectos secundarios sumamente negativos. El programa de Michelle Bachelet resistió dicha tentación. De hecho, la presentación que hizo la entonces candidata presidencial en CasaPiedra fue notable”.

 “Un primer tipo de medidas que no sirve es forzar al empresario a pagar mejores salarios. No sirve porque el empresario simplemente va a contratar menos gente. Lo que si se puede hacer, por ejemplo, en un momento en que hay recursos, como en Chile ahora, es decirle: mire, Ud. contrate gente, especialmente entre jóvenes que tienen un alto índice de cesantía. Ud. los contrata, y yo, el Estado, le voy a pagar una contraparte de esa gente o le voy a financiar sus cotizaciones previsionales. Es decir, el Estado le abarata los costos al empresario, sin forzarlo a pagar lo que no quiere pagar. Con este apoyo estatal uno está ayudando a los jóvenes que están empezando a trabajar, para que ganen experiencia, y después no tengan que depender del subsidio”.

Le hacemos el alcance si acaso ello implica que se trata de un subsidio de mano de obra barata, tal vez teniendo en mente los planes municipales de empleo básico, para bajar los índices de cesantía, desarrollados en los años de la crisis.

“Más que mano de obra barata, lo que uno tenemos en este momento es que los índices de desempleo entre los jóvenes son muy altos. En parte, porque en todo el mundo es así, porque están empezando, o porque las empresas estiman que no están dispuestos a contratarlos porque el salario que deben pagarles es mayor que lo que contribuyen a la productividad de la empresa. Eso está pasando. Y la respuesta es hacer más atractivo para las empresas contratar a trabajadores jóvenes”.

“Hay otras medidas más, que también apuntan en la dirección correcta, y que son sumamente importantes, como es la masificación de la educación pre-escolar. Las diferencias en Chile, y en todo el mundo, no parten en la cuna; parten antes de la cuna, porque se nace de mamás bien alimentadas y de mamás mal alimentadas, y por lo tanto, ya a la edad de siete años la diferencia es enorme”.

Cuenta que hay una secuencia de películas inglesas, filmadas cada 7 años, partiendo en 1964, siguiendo a un grupo de niños ingleses de extracción social muy diversa. La primera fue a los siete años, luego, se hizo a los 14 años, y así, sucesivamente. La última muestra cuando tenían 42 años. Las películas se llamaban “7 Up”, “14 Up”, “21 Up”, etc. Y la conclusión central es que el destino de estos niños ya estaba determinado a los 7 años. “A esa edad ya estaba claro como le iba a ir a cada uno de ellos”.

“Uno ve que la visa está bastante determinada, La forma de cambiar este determinismo es tratar de mejorar las oportunidades desde el comienzo. Sabemos por la psicología, que muchos de los elementos formativos importantes en los niños, son antes de los 5 años. Aprovechemos eso, y la forma de aprovecharlo es un fuerte gasto estatal para asegurar educación pre-escolar a todos los niños de Chile. Los que tienen menos acceso a la educación pre-escolar son los niños más pobres. Esa es una forma sumamente inteligente de dedicar recursos para mejorar en el tema distributivo. Además,  tiene la virtud que para las mujeres de ingreso medio bajo, les permite ir a trabajar también, ya que tienen donde dejar sus hijos… Parte de la pobreza de esas mujeres es que integran parejas en que uno solo trabaja, y cuando quien trabaja queda cesante, la pasan muy difícil. Bueno, van a poder trabajar los dos, y con un poco de suerte, cuando uno esté cesante no estará cesante el otro, y con eso se sale de la pobreza automáticamente; se gana por el lado de mayores oportunidades, porque los niños más pobres tienen acceso a una mejor formación desde el comienzo, cuando más importa; y se gana en mejor acceso al trabajo para las mujeres, que en Chile es muy poco, comparado con otros países; y se gana en igualdad de derechos frente a los hombres; en fin, se gana por todos lados, y se termina con menos pobreza y mejor distribución”.

Hacemos el comentario que un economista de la Universidad Católica, Claudio Sapelli, en estudio conocido en septiembre de 2005, cuestionó los instrumentos de medición que señalan la desigualdad en Chile, indicando que se está viendo el problema con los datos equivocados. En síntesis, Sapelli señalaba que se puede debatir el grado de mejoramiento de la distribución del ingreso, pero, que no se puede decir que no hay avances. Le preguntamos si son confiables los instrumentos de medición existentes para aseverar que hay una inequidad en la distribución del ingreso, al punto de poder sostener que Chile, efectivamente es uno de los países con mayor desigualdad.

Responde que Sapelli propone ver los distintos grupos etéreos, respecto a como entraron al mercado laboral,  y lo que cree haber concluido es que las generaciones más jóvenes tienen una mejor distribución que las más viejas, por lo que habría que esperar 10 o 15 años, para que esperar que la distribución del ingreso mejore solita, sin intervención del Estado.

“Dos comentarios sobre ese trabajo. El primero, es que tiene un problema metodológico, porque no incorpora el hecho que si Ud. considera como partieron sus compañeros de curso en el colegio, donde todos partieron más o menos igual, cuando después de 10 años se juntan, las diferencias van a ser mayores, porque uno tuvo una enfermedad seria, porque otro tuvo mejor suerte. El trabajo de Sapelli no corrige por este factor, es decir, no corrige el hecho que la distribución, al interior de un grupo etáreo, se va haciendo más desigual con los años.. Dicho eso, hemos estado mirando los datos, con Juan Pedro Eberhard, un alumno chilenos del doctorado de Yale – no tenemos aún listo el trabajo –, pero, nuestros resultados preliminares sugieren que cuando se emplea la metodología correcta, parte del estudio de Sapelli sigue siendo válido, es decir, la distribución del ingreso en los grupos etéreos más jóvenes, en la actualidad, es mejor que aquella de quienes ingresaban a trabajar hace dos décadas. Pero, aún si existe una tendencia hacia una mejora del ingreso en Chile, cuando los países cuando alcanzan ciertos umbrales del ingreso per cápita y desarrollo, y se está llegando a esto en Chile, las políticas públicas pueden promover activamente una mejora más rápida en la distribución de la riqueza, con medidas con las que hemos señalado hace un rato. Son caras, no son políticas baratas, pero, hemos llegado a un momento en que eso se puede hacer”.

Frente a las sensaciones que se advierten en distintos grupos o sectores económicos, especialmente a nivel de los pequeños y medianos,  le preguntamos si  la ciencia económica puede aportar soluciones que ayuden a quitar el componente anímico que presentan extrapolaciones tan drásticas que van desde el mayor optimismo y el más rotundo pesimismo, aún en esta fase de bonanza económica.

Recuerda que una vez, Roberto Zalher, cuando presidía el Banco Central, calificó a los chilenos como maniaco-depresivos, por sus oscilaciones de estado de ánimo tan fuertes. Dice que una parte es un tema de psicología, de la naturaleza humana,  pero, también hay una parte que la economía ayuda a entender, que es relativamente novedoso, y es que, en los últimos 20 años, hay un montón de evidencia que como le va a las distintas empresas es muy variable.

“En un mismo sector productivo Ud . tiene empresas que les está yendo fantástico, y a otros les esté yendo pésimo, sin que sea muy fácil saber por que la diferencia. Esta idea de que en un mismo sector, a todo el mundo le va igual, simplemente no es cierta. Las diferencias que hay son mucho más grandes de lo que antes creíamos. Entonces, parte de estas diferencias de ánimo, están reflejando realidades distintas. Siempre hay gente que está pasando por un mal momento, mientras otros están pasando por un buen momento. Si uno mira el peor momento de la economía chilena, en los últimos 25 años, que fue la recesión de 1982, el producto cae en un 14% en un solo año; ese año, en el sector manufacturas, hay una tremenda caída del empleo, pero, hay empresas que están contratando gente en plena recesión. Los conceptos económicos, en este caso, son “creación y destrucción de empleo”.  Creación cuando aumentan la contratación y destrucción cuando despiden. La destrucción en ese periodo fue más de un 20%. Pero, hubo un 8% de creación  en plena recesión, en el momento de mayor crisis. Y al revés, en el momento de mayor crecimiento, en los 90, cuando Chile crecía a un 8% anual, en esos años había un montón de destrucción de empleo. Obviamente, había más creación, pero, nuevamente la realidad económica a nivel micro, presenta un montón de diferencias. De modo que no porque el país crezca a un 5 %, todas las empresas crecen un 5%. Unas crecen un 20 y otras caen un 5, hay mucha heterogeneidad”.

Considerando su experiencia académica, le señalamos que los tres últimos gobiernos han realizado un gran esfuerzo en educación, aumentando el gasto público de manera significativa. Sin embargo, lo que se advierte como resultado es que tales políticas no arrojan un resultado esperado en la calidad de la educación. Le preguntamos donde han estado los aciertos y los errores de la política educacional impulsada por estos gobiernos, desde el punto de vista del análisis económico.

Medita para luego señalar que se trata de un tema muy complicado, porque se pisan muchos callos en grupos bastante poderosos, pero, la evidencia a estas alturas está clara, y no lo estaba claro hace 15 años: “Uno de los problemas esenciales es la calidad de los profesores. Obviamente, no todos; hay excepciones notables, pero, en general, la calidad de los profesores en Chile, es parte del problema. La evidencia es la siguiente: hay unas pruebas estandarizadas de la OECD, que permiten medir distintas aptitudes necesarias en el mundo de hoy, desde comprensión de lectura hasta entender instrucciones, lectura de un manual o interpretar tablas y gráficos, etc.; todas las cosas necesarias para enfrentar el mundo de hoy, y lo que se ve para Chile  es que si partimos a los 5 o 6 años peor que los países industrializados, y esa brecha se mantiene en las enseñanza básica, media y universitaria. La distribución de resultados está corrida hacia el lado negativo, tal como lo muestran los trabajos de Patricio Meller y David Rappaport del CEA. Nunca recuperaremos esa mala partida. Los mejores colegios del país, son peores que los mejores colegios de Europa o estados Unidos.... Y ahí está la evidencia clave sobre la calidad de los profesores. Hay otros problemas, por ejemplo, la gestión de los colegios públicos, donde los profesores no son premiados si lo hacen bien. Pero, si ese fuera el único problema, bueno, los colegios privados no tendrían ninguna excusa para no tener niveles de rendimientos en sus alumnos comparables a los mejores colegios de los países desarrollados. Ahí no hay ningún impedimento para premiar a los buenos profesores y despedir a los que no le ponen empeño. Sin embargo, nuestros mejores colegios entregan una educación que no es buena”.

En este periodo de bonanza, donde el cobre hace un aporte sustancial, le expresamos la preocupación respecto a como podemos crear condiciones que no hagan a nuestra economía tan dependiente de esa fuente de recursos. Rebate indicando que nuestra dependencia del cobre ha bajado, aunque sigue siendo un elemento importante en nuestras exportaciones. Cuando el cobre está alto, es una fuente muy importante de ingresos del Estado, porque la mitad del cobre en Chile es estatal.

“Sin embargo, si tu miras lo que ha sido la economía chilena, desde los 90 hasta ahora, saquemos todo el crecimiento del sector minero, y veamos que pasó con el resto, y el 90% del crecimiento no fue del sector minero, como lo fueron los otros sectores estrellas como el vino, la fruta y la madera. Claramente, sin esos sectores estrellas, todos los sectores fueron creciendo, los servicios más variados fueron creciendo. Uno se centra en algunos de estos sectores estrellas, porque son los sectores que permiten volar nuestra imaginación, pero, hay un montón de otros sectores menos rutilantes, que no aparecen en la prensa, que también se están desarrollando, que también están produciendo más. Ha sido un crecimiento bastante armónico en los distintos sectores de la economía”.

“Lo que si es cierto, es que el precio del cobre tiene un efecto bien grande sobre lo que pasa en el resto de la economía, y eso se debe posiblemente a que nuestro mercado financiero no funciona tan bien como quisiéramos. El dólar responde más de lo que debiera a las fluctuaciones del precio del cobre, la liquidez del mercado financiero responde más de lo que debiera a los recursos que recibe el Estado por un mayor precio del cobre. Aún cuando tenemos uno de los mercados financieros más desarrollados de la región, queda mucho por hacer. La reforma del mercado de capitales, conocida como MKII, es una reforma importante que el gobierno de Lagos no alcanzó a abordar y que queda para el nuevo gobierno. El desafío, entre otros, es que los vaivenes del precio del cobre afecten a la economía chilena”.

“Se han hecho cosas interesantes respecto de esto…Un elemento clave es el superhabit estructural que permite mantener un gasto público relativamente estable en el tiempo, que va creciendo con el potencial crecimiento del país, pero, corrigiendo por los vaivenes de los precios del cobre y los otros precios de las exportaciones chilenas, y que es un esquema que ha sido imitado por varios países, porque ha funcionado bien. La idea central se remonta a los tiempos bíblicos: tenemos el sueño de José que ve siete años de vacas gordas y siete años de vacas flacas, y que ahorro en los años buenos para no sufrir en los años malos. Pero, la forma de llevarla a cabo en un mundo moderno, con presupuestos públicos, vino del gobierno de Ricardo Lagos, vino de Nicolás Eyzaguirre y de Mario Marcel, y es una forma simple, bien hecha, de llevar a la práctica esta idea de ahorrar en años de vacas gordas, para gastar la plata ahorrada en años de vacas flacas. Así que, la respuesta en parte es sí, las fluctuaciones en nuestra economía reflejan las fluctuaciones del cobre más de lo que quisiéramos. Queda mucho por hacer, pero, en el tema de la dependencia del cobre estamos mucho menos hoy que hace treinta años”.

Le señalamos que uno de los grandes vacíos de nuestro país, es la inversión en ciencia y tecnología. Es claro que darle valor agregado a los productos chilenos requiere mayor incorporación tecnológica, mayor creatividad, más investigación. El aporte del Estado, aún insuficiente, sigue siendo el más significativo, y el aporte privado es del orden del 30%. Preguntamos: ¿cómo es posible generar recursos más significativos – sean estos públicos o privados - para la ciencia y la tecnología, de modo de incrementar nuestras posibilidades de concurso en la economía global?

“Es un desafío grande – responde, mientras medita -. Parte del problema es el sector privado que todavía es reticente, renuente, que sospecha del mundo académico. Pero, parte es también del mundo académico que está demasiado centrado en su propio mundo, que no valora suficientemente desarrollar las aplicaciones que le interesan al sector privado. Porque un buen académico lo que quiere es publicar en las mejores revistas internacionales, y eso tiene poco que ver con el desarrollo tecnológico del país. Ha faltado un diseño institucional que contribuya más a que parte de nuestros ingenieros, los técnicos más destacados, más creativos, puedan contribuir a resolver los problemas de las empresas, a trabajar junto con las empresas. Y aquí son relevantes, entre otras cosas, los estímulos tributarios”.

“Se requiere un cambio de mentalidad, por lado y lado. No solamente por parte de los empresarios, sino también por el lado científico. Hay un desafío grande para un diseño institucional  nuevo. La buena noticia es que hay una comisión que ha trabajado este tema para gastar la plata del royalty en incentivos para el desarrollo tecnológico, comisión designada por el gobierno de Lagos, que presidió Edgardo Boenninger, que promete mucho para establecer una hoja de ruta en este tema”.

No pudimos dejar de tocar uno de los aspectos que causó una relativa polémica, por sus planteamientos respecto de la flexibilidad laboral. Le señalamos que para el público común y corriente, aquel tema es un limbo difícil de penetrar, por los distintos contenidos, que se advierten en su formulación. Sus opiniones, vertidas hace algún tiempo – recordamos - fueron criticadas por distintos sectores.

“En esa polémica me sacaron de contexto, me tergiversaron lo que dije. Además yo no estaba acá, y me enteré muy tarde para aclararlo. Pero, también debo reconocer que no supe expresar lo que pensaba de un modo que fuera entendible para un público no especialista. A propósito de esa polémica, cabe notar que el programa del nuevo gobierno expresa muy claramente lo que yo no supe expresar bien”.

“Por ejemplo, quienes más sufren por falta de flexibilidad laboral son las mujeres, porque muchas veces esa falta de flexibilidad les impide conseguir trabajo, porque ellas quisieran una pega con jornada parcial y no con jornada completa, y esas pegas no existen porque tenemos una legislación que dificulta su existencia, que las encarece. Y por lo tanto, una agenda laboral a favor de las mujeres, que busca revertir que Chile sea uno de los países con menor participación laboral femenina – menos de un 40% -, mucho menor aún dentro de las mujeres más pobres, va a tener que hacerse cargo de las rigideces existentes”

 “Una mayor flexibilidad no significa trabajo más precario, simplemente significa que hoy en día, hay que gente que no tiene acceso al trabajo porque las empresas no encuentran atractivo hacer ofertas. Un ejemplo, es que hoy, cuando Ud. contrata a la mujer Nro. 20  en su empresa, debe instalar una sala cuna. Bueno Ud. no tiene por que ser ni machista ni mala onda cuando llega el momento en que tiene 19 mujeres contratadas, y prefiere contratar un hombre porque no quiere asumir el costo adicional asociado a contrarar la mujer número 20. Ello no significa que no se quieran tener salas cuna, solamente que la forma de financiar las salas cuna debe ser otra. Yo propuse eso en la presentación que hice y que generó esa polémica, pero, obviamente, ningún diario mencionó el ejemplo. Las salas cunas no tienen por que depender de la cantidad de mujeres que hayan en una empresa. Esa es una rigidez”.

En un plano más general, le preguntamos como ve a Chile, desde Yale, como percibe a este país que muchos en el extranjero ven como muy conservador. Dice que Chile ha mejorado y el mejor indicio es que elegimos a una mujer, jefe de hogar,  como Presidente de la República, algo que hace 5 años atrás era impensable. Hay una contradicción entre lo que somos y como actuamos realmente: se ha elegido a  una mujer que tiene características muy distintas al modelo católico, en un país con fuerte influencia de la Iglesia Católica. “Creo que estamos viviendo una etapa de transición”, asevera pensativo.

Terminamos preguntándole nuestro interés en conocer su opinión sobre la clase dirigente que tenemos, si está a la altura de los desafíos que el país pretende, si le falta madurar más. No vacila en afirmar que, mientras más le toca visitar otros países, en América Latina, más valora nuestra clase política. “Es muchísimo mejor, con todas la limitaciones que se le pueden encontrar en algunas cosas. Ha habido la capacidad, en momentos importantes, se sacar adelante políticas de Estado, de lograr acuerdos, y de que se cumplan las palabras con las cuales lograron acuerdos. En general, falta transparentar más, pero, realmente lo que queda al final del día es que existen instituciones que sacan informes anuales sobre calidad de gobierno, sobre transparencia y calidad de gobierno, y Chile tiene niveles de país desarrollado. Muy parecido a Estados Unidos, un poco mejor que España, lejos mejor que Italia y Francia, bastante mejor que Italia... Es algo que la gente tiende a olvidar que tiene”.

volver

Hosted by www.Geocities.ws

1