Sebastián Jans |
¿ES POSIBLE UN AMBIENTE HUMANO? |
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LA CRISIS DEL ESTADO-NACIÓN.
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Uno de los efectos más significativos que presenta la globalización, es el debilitamiento de los Estados Nacionales, aún cuando, en algunos casos haya una reactividad de parte de los etnonacionalismos y de los Estados de las potencias. A pesar de esa reacción, la multilateralidad y la movilidad financiera, así como el efecto de las tecnologías de las comunicaciones, hacen que los dominios de los Estados Nacionales se hagan cada vez más relativos. En
el caso de Europa, los orígenes de los primeros grandes Estados Nacion Durkheim,
al analizar ese proceso, habla de la "perdida de identificación y
adhesión", respecto de las referencias anteriores – familia,
clan, tribu, señor feudal -, cuando sobreviene la modernidad, las que
son reemplazadas por el nacionalismo. En lo concreto, la idea de Nación
sustituye los lazos perdidos y la tradición. Esto
se acentuará con los procesos unificadores llevados a cabo por la
burguesía, en los siglos XVIII y XIX. De hecho, la historia europea del
siglo XIX estuvo marcada por tres grandes procesos fundacion La
afirmación del Estado Nacional, por parte de la burguesía y producto
del desarrollo del capitalismo, que se impone en las relaciones económicas,
generará en el continente europeo otros fenómenos posteriores,
t En tanto, el origen de los Estados Nacionales en América, obedece al proceso de emancipación del colonialismo español, inglés o portugués, donde el factor aglutinante lo constituyó la clase terrateniente. En Asia, en la constitución de los Estados Nacionales, primó, por sobre todo, el factor religioso o tradicional, representado por monarquías que personificaban una expresión divina terrenal o guerrera. Cuando
sobrevino la emancipación de África, a mediados del siglo XX, los
Estados Nacion De este modo, el concepto de nacionalidad es obra de la burguesía y del liberalismo clásico, aunque haya sufrido vastas mutaciones, producto de los nacionalismos que surgen del mundo multipolar, a fines del siglo XIX y en el primer tercio del siglo XX, donde, bajo el concepto nacionalista, se dieron expresiones de diversa raíz ideológica o de clases, tan dicotómicas como el nazi-fascismo en Europa o los movimientos de liberación nacional en el llamado Tercer Mundo. Contemporizando
respecto de las definiciones, visto el concepto desde el punto de vista
del derecho, la nacionalidad es una condición civil del individuo, con
respecto del Estado que rige una dimensión geográfica y/o territorial,
que genera derechos y obligaciones, que se adquieren por nacimiento o de
un modo derivativo (por adopción). Esta definición, permitiría
inducirnos a creer entonces que, la Nación, es básicamente una entidad
de derecho que une un territorio con un Estado, donde la determinación
originaria de la nacionalidad está conferida por los derechos de sangre
(ius sanguinis), ya que somos hijos de nacion Sin embargo, el tema ha sido más complejo, en la medida que la relación con un territorio está marcado por condiciones subjetivas (morales, ideológicas, doctrinales, etc.) adquiridas o inducidas. Adquiridas en el medio cultural y local en que nos desarrollamos como individuos y como colectividad social. Inducidas por la estructura ideológica predominante en una sociedad, producto de factores de hegemonía específicos que se hacen presente en toda formación social, donde aquellos que ejercen el poder establecen elementos de cohesión y de conducción que deben ser comunes a todo el cuerpo societario regido por el Estado. Gellner
plantea que la idea de Nación está íntimamente ligada a quienes
detentan el poder del Estado, dentro de un espacio geográfico y
cultural. En ese espacio hay un conjunto de factores que tienen que ver
con las relaciones entre el Estado y la sociedad civil, donde se
conjugan además factores de identidad cultural y de legitimidad.
Quienes ejercen el poder en una comunidad, deben establecer lazos entre
la entidad que gobierna y los gobernados, entre los que mandan y
obedecen. Para ello se ha requerido un vínculo que una al súbdito con
el que rige. A través de los tiempos estos lazos han evolucionado: el
lazo de sangre, el lazo del credo, el lazo étnico, el lazo lingüístico,
el lazo corporativo, hasta el lazo jurídico-político que impera en
nuestros tiempos. De
allí lo anacrónico que puede ser que, en un territorio o espacio geográfico,
se produzca el exclusivismo étnico como condición para dar sustento a
un concepto de Nación, a pesar de que, bien sabemos, algunos han
defendido nuevamente, en el último tiempo, esa condición
(territorio-Estado-cultura-raza) como un elemento ideológico
fundamental, como ha ocurrido con los etnonacionalismos euro-orient Más
allá de estas consideraciones ideológicas que hemos aludido, para
determinar la condición nacional, deben considerarse tres aspectos
fundament La
crisis de la soberanía o de la expresión de dominio jurídico-política
de un Estado sobre un territorio, se expresa, como ha venido ocurriendo
históricamente bajo el desarrollo capitalista, por la presencia de la
penetración económica de los Estados más poderosos, y luego por la
transnacionalización del capital, que ahora se vuelve más difusa ante
la movilidad financiera de
los llamados capit Sin
embargo, hay otros aspectos, que tienen que ver con las condiciones que
impone la globalización, como son la cada vez mayor interdependencia en
los mercados, la universalización de las problemáticas nacion La
cultura es otro aspecto que está sufriendo un impacto transformador,
como consecuencia del proceso de globalización. Cuando hablamos de
cultura, estamos hablando de la forma como se organiza y se expresa la
vida cotidiana de una sociedad. La potencialidad de sobrevivencia de una
cultura, reside en la capacidad de transmisión que ésta tenga, hacia
el entorno y hacia sus componentes. Es decir, los conductos
comunicacionales necesarios para transmitirse en un tiempo y en un
espacio. El
tercer gran aspecto fundacional de una nación es la identidad. Demás
está decir, que éste último componente es el más subjetivo de todos,
y la causa de las grandes mutaciones nacionales, que han provocado el
nacimiento y la muerte de las naciones, de los pueblos y de grandes
asentamientos humanos, a través de los tiempos. En la conciencia de la
identidad está radicada la enorme capacidad espiritual que el individuo
pone al servicio de la sobrevivencia de su grupo, y que lo lleva,
conscientemente, al sacrificio de lo personal en función de lo
colectivo. La identidad tiene que ver con la forma como nos relacionamos, de un modo subjetivo, con la sociedad de la que somos parte. Ello tiene que ver con lo emblemático, con lo simbólico, con lo tradicional, con la sensación de pertenencia a un grupo humano, que presenta condiciones y características determinadas que hacen que un individuo se sienta parte de él. En ese contexto, hay factores de propiedad, de relación filial, de desarrollo personal, de asentamiento, de arraigo, que hacen posible el reconocimiento del vínculo espiritual y la aceptación de la pertenencia, que genera la sensación de una perpetua dependencia, porque nos sujeta a reglas de conducta y de pensamiento. Sin
duda, en el relativo a la identidad, la propia realidad cultural,
dimensionada y distorsionada por los medios tecnológicos de
comunicaciones, ha ido relativizando los componentes simbólicos que
hacen la identidad y la tradición. La sustitución de las éticas y las
estéticas, por opciones de tipo transcultur Referencias: 1)
"Cultura, identidad y política". Ernest Gellner. Gedisa, España.
1998 2)
"Naciones y Nacionalismos". Ernest Gellner. Editorial Alianza,
1988. 3)
"Las formas elementales de la vida religiosa". Emile Durkheim.
Edit. Colofón, México.
* Sebastián Jans * ¿Es posible un ambiente humano?
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