Sebastián Jans

¿ES POSIBLE UN AMBIENTE HUMANO?

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LA OPCIÓN DEL MULTILATERALISMO.

                          

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          Desde mediados del siglo XIX, y hasta la Segunda Guerra Mundial, el mundo se caracterizó por una relación multipolar, determinada por la presencia de varias potencias, que ejercían o se disputaban la influencia en zonas geográficas específicas del planeta. Rusia proyectaba su influencia hacia Europa oriental, y hacia el norte asiático y que impusieron el colonialismo como forma de relación entre naciones y territorios. Inglaterra se proyectaba trans-oceánicamente en África y Asia. Francia disputaba con Alemania el centroeuropeo, y ante las limitantes del espacio, buscaban disputarle a Inglaterra en aquellos otros continentes. EE.UU. reclamaba su influencia en América Central y el Caribe, proyectándose hacia América del Sur, donde también establecían presencia Inglaterra, Francia y Alemania. Italia reclamaba un parte de África, junto a Bélgica. En tanto Portugal y Holanda, mantenían sus logros conseguidos dos siglos antes. Austro-Hungría basaba su proyección hacia el sur-oriente europeo, y en la parte oriental mediterránea y el Levante, se hacia presente el poder otomano.

Dramático episodio de aquella lucha de poderes, lo constituirá la Primera Guerra Mundial, expresión objetiva de las contradicciones de un mundo multipolar, que deberá dar cuenta de una segunda guerra mundial, para terminar por derrumbarse de un modo estrepitoso.

 La post-guerra, a partir de 1946, establece la presencia del bi-polarismo, producto de la presencia de dos potencias hegemónicas o rectoras - Estados Unidos y la Unión Soviética -, que obligan al mundo a optar entre el poder o la influencia de una u otra. Los acuerdos entre ambas potencias, al término de la Segunda Guerra Mundial, se dividen al mundo en zonas de su predominio, quedando espacios indefinidos, que darán paso a disputas permanentes, expresados en conflictos region ale s, durante los cuarenta años siguientes.

Ambas potencias representarán no solo un poder político, económico y militar, sino también una propuesta ideológica, un modelo y un relato de índole doctrinario, respecto a la forma como estructuraban la sociedad.  

 Los esfuerzos del llamado “tercermundismo”, promovido especialmente por la India y Yugoeslavia, y algunos líderes africanos, resultará infructuoso frente a la avasalladora presencia de las dos potencias. Ni siquiera la naciente Unión Europea, en la post-guerra, pudo escapar a la fuerza de aquel bipolarismo.

El derrumbe de la Unión Soviética y el desarrollo de la globalización, impusieron una nueva rearticulación de las relaciones internacion ale s, que se ha debatido una cierta tendencia al multipolarismo y, dicotómicamente, una creciente opción hacia el multilateralismo, de parte de los países más pequeños.

El multipolarismo representa la idea de diversos polos o potencias, que articulan zonas de influencia, y que, como en las experiencias pre-guerras mundi ale s, crean condiciones de inevitables riesgos de conflictos. El mundo regido por super-potencias, ha dejado una secuela de conflictos, desigualdades y agresiones, que muestran la imposibilidad de lograr, a través de esa opción, la estabilidad, la negociación, el equilibrio político, y el respeto a las autonomías, a las identidades y a los procesos evolutivos de las culturas y las sociedades, sobre la base de la autodeterminación y la paz.

Tendiendo hacia una regulación uniforme a nivel mundial, el multipolarismo busca una misma lectura de la globalización, un acuerdo entre 7, 8 o 9 grandes potencias, que fijan las reglas para todos, en mérito de su poder económico y su capacidad de influir sobre países satelizados por las reglas del comercio internacional y por el manejo de los recursos.

El multilateralismo, contrariamente, refleja una política que reconoce la existencia de Estados diferentes y diferenciados, que aceptan la idea de una interdependencia entre todos ellos, donde las acciones de unos afectan a otros, y donde todos deben tratarse como pares. La polución que produce la gran industria, no es un problema de los países ricos, sino de todos los países. Los problemas ambient ale s no tienen solo un impacto local, sino en todo el planeta. Las crisis financieras que se producen en un punto del globo producen efectos en todas las economías.

No pretende borrar o ignorar los conflictos entre los Estados, sino que busca hacer de esos conflictos un problema de todos. No ignora los conflictos internos de los países de la comunidad internacional, sino que busca hacerse parte de ellos, porque hay derechos humanos que son reconocidos por todos, los cu ale s son la base de toda relación humana.

El multilateralismo se potencia con las instancias que la comunidad internacional ha ido generando, para garantizar los derechos de todos los Estados, y que crean obligaciones y derechos insoslayables para todos ellos; léase, Tribunal Internacional, Comisión Interamericana de Derechos Humanos, etc. De la misma forma, obliga a replantearse la institucionalidad internacional que emergiera en la post-guerra, y que no es capaz de dar cuenta de la realidad del mundo globalizado, y de la multilateralidad y multidimensionalidad que este crea. Es el caso de las Naciones Unidas, cuyo Consejo de Seguridad, por ejemplo, mantiene condiciones de equilibrios que responden a una etapa superada por la realidad histórica.

Por último, hay que tener presente que la mutilateralidad no solo contempla como actores a los Estados o las Naciones, no solo a los gobiernos, sino también considera la presencia de sectores de interés, variados y múltiples, incluso en contradicción con los Estados, incluyendo al propio. Quien entra en conflicto con su gobierno, o con el sistema jurídico que rige su país, puedo actuar ante instancias que permitan corregir aquello que el poder constituido produce perjuicio sobre sus súbditos.

De este modo, su alcance es mucho más significativo que aquellos que le ven solo una arista económica, pues, una visión genuinamente multilateral contempla derechos y obligaciones, que se desprenden de la amplia variedad de identidades e intereses concursantes, de quienes son parte de la realidad global.

 

* Sebastián Jans * ¿Es posible un ambiente humano?

 

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