Sebastián Jans

¿ES POSIBLE UN AMBIENTE HUMANO?

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LAS DOS CARAS DE LA GLOBALIZACIÓN.

                          

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Hay afirmaciones de que la ideología que sustenta a la globalización son dudosas: que es discutible que es una oportunidad para todos, que existen enormes oportunidades para el desarrollo de las empresas, que las relaciones económicas están determinadas por la competitividad. Solo una cosa parece ser incuestionable: en la globalización son las empresas, no los gobiernos, los que toman la iniciativa y el protagonismo de la economía mundial.

Quienes promueven la globalización a rajatabla, señalan que sus  ventajas son evidentes: mayor fluidez de capitales, mejores niveles de vida, nuevas oportunidades. Sin embargo, es obvio que las ventajas se han distribuido en forma muy desigual, el mercado global no se ha estabilizado con reglas basadas en objetivos sociales compartidos, y, lo que es peor, en el caso de darse una camino hacia el desarrollo para los países pobres, a través de la globalización, siguiendo éstos el camino de los que ahora son países desarrollados, pronto se agotarán los recursos de nuestro planeta.

Percibo, sin embargo,  que la globalización, en su concepto mundializador, no es un negativo para las naciones, para las personas, para quienes buscan abrirse camino en ella. El problema reside en quienes están controlando su desarrollo y sus ventajas, y en la brecha existente entre quienes partieron antes, en la carrera por los mercados, y entre quienes están imposibilitados aún de partir. Lo negativo radica en que el mundo global sigue siendo una utopía, a pesar de su tendencia a la globalización. En los hechos, gran parte de la Humanidad está y estará al margen de la globalización, ya sea por razones de mercado, por razones culturales o por la fuerza excluyente que impone toda hegemonía de poder.

Estos son los aspectos que abren el debate profundo sobre este tema decisivo para entender el mundo de hoy. Las minorías, los ecologistas, los postergados, los intelectuales, los pobres, los marginados, etc. empiezan a manifestarse contra quienes hegemonizan el proceso de globalización. No en vano, se señala, con justa razón, que la Conferencia de Davos y la Cumbre de Porto Alegre, han sido las dos caras de la globalización. Para quienes participaron en ésta última, no existe la globalización de la riqueza, pues, no hay ningún un mecanismo que redistribuya los beneficios económicos que ella importa, prevaleciendo, en cambio, la globalización de la pobreza.

Esto se hace patente en informes técnicos de las Naciones Unidas (PNUD), que indican que el 20 por ciento más rico de la población mundial controla el 86 por ciento del PIB mundial, y el 82 por ciento de las exportaciones de bienes y servicios. El 20 por ciento más pobre, apenas llega a controlar el 1 por ciento del PIB mundial y de las exportaciones. En América Latina, según CEPAL, a inicios de los 1980, los pobres sumaban 135 millones de personas. A fines de los 1990, la cifra había subido sobre 210 millones. En el año 2000 la cifra alcanza a 224 millones de pobres, lo que significa que un 36% de los latinoamericanos vive en situación de pobreza y un 14% en condiciones de indigencia.

Las cifras de CEPAL para el periodo 2002-2003, hablan de que el porcentaje de pobreza ya estaría en un 43,4%, lo cual expresaría una aceleración de la marginación y la pauperización, paralela a una desaceleración de la economía regional en su actividad productiva, debido a su integración a la economía global.

Hasta hace pocos años atrás, toda política de crecimiento, en los países económicamente rezagados en el concurso económico mundial, se consideraba que dependía de los flujos de inversión, de la tasa de ahorro interno, de los grandes proyectos de infraestructura y del dinamismo del sector exportador. La crudeza de la economía globalizada indica que el factor determinante es la tecnología.

Sin innovación tecnológica, sin capacidad de manejo de variables en ese ámbito, es imposible concursar con éxito en la economía global. Ello requiere esfuerzos significativos que solo se pueden hacer efectivos, en la medida que se produzca un cambio radical en la educación. Desarrollar nuevas destrezas y habilidades en los ámbitos locales, es un desafío que solo se pueden alcanzar con cambios profundos en las políticas nacionales y con muchos más tiempo para obtener éxitos.

 

* Sebastián Jans * ¿Es posible un ambiente humano?

 

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