ALLENDE MASÓN

 

Presentación del libro de de Juan Gonzalo Rocha

 

El 09 de septiembre de 2008, en el Salón Marco Bontá del Club de la República de Santiago,

se realizó el lanzamiento de la segunda edición del libro "Allende Masón", en una ceremonia en que la presentación fue efectuada por Maya Fernández Allende, Sebastián Jans y su autor, el periodista 

Juan Gonzalo Rocha.

PRESENTACIÓN DE SEGUNDA EDICIÓN

DEL LIBRO “ALLENDE MASÓN” DE

JUAN GONZALO ROCHA.

 

Sebastián Jans

volver al índice

Maya Fernández Allende

Juan Gonzalo Rocha

Sebastián Jans

En primer plano, Carmen Paz Allende Bussi

 

Me ha correspondido el honor hoy, por invitación de la Respetable Logia “Salvador Allende” # 191, de ser uno de los presentadores del libro de Juan Gonzalo Rocha “Allende Masón”, un texto que tiene particularidades únicas en la amplia bibliografía allendiana.

Es difícil tener una particularización en la bibliografía que deriva de la personalidad histórica de Salvador Allende. A modo de referencia, puedo decirles que lo que se ha escrito sobre Allende, a través de libros, revistas, monografías, folletos, discursos, etc. en distintas partes del mundo, es algo imposible de mensurar en toda su magnitud.

Hice el ejercicio, hace diez días, de buscar en esa infinita fuente referencial que es Internet, información sobre lo que se ha escrito sobre Salvador Allende. A través del buscador Yahoo, encontré 4.240.000 referencias, de las cuales 180.000 estaban en la categoría biography y 208.000 eran biografías en español. En el buscador Google, encontré 2.760.000 referencias de las cuales 6.190 aludían a biografías en español, 69 en inglés y 141 en francés.

A través del mismo medio, me introduje en el catálogo de nuestra Biblioteca Nacional, donde pude constatar la existencia de 643 referencias bibliográficas. En la Biblioteca Nacional de España hubo 116 referencias, en la de México 40, en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos 215 referencias.

Cuando vemos la bibliografía de este libro, hay 23 textos que titularmente se refieren a Salvador Allende, algunos de los cuales ni siquiera están en los catálogos de las bibliotecas mencionadas.

Efectivamente, sobre Salvador Allende se ha escrito mucho, y es el personaje histórico chileno sobre el cual más se ha escrito en el mundo, sin duda alguna, y seguramente casi en todas las lenguas. Resulta entonces inconmensurablemente hacer una definición acotada sobre la bibliografía allendiana.

De allí que escribir sobre Allende, desde una particularidad, es un desafío de suyo audaz y extraordinario. Y el desafío que asumió Juan Gonzalo Rocha, hace algunos años, y que hoy se hace presente en esta segunda edición, ampliada y consolidada con nuevos aportes, tiene la importancia de enfocar a Salvador Allende desde una particularidad, desde una perspectiva de la cual, pareciera que mucho se ha escrito, pero, objetivamente, poco se ha hecho con conocimiento de causa, con profundidad y con apego a las fuentes efectivas de información.

Salvador Allende es una figura histórica que la propia historia hace crecer día a día. A medida que pasan los años, pareciera que la interpretación de los hechos y las circunstancias que marcaron su trayectoria en la historia de Chile, en la historia de América Latina, y en la historia del mundo, convergen hacia una dimensión que linda en la casi inexistente frontera de la tragedia y el heroísmo, pasando por la más amplia gama de los alcances éticos y valóricos que se desprenden de los ejemplos humanos superiores.

La mezquindad de sus adversarios cada día se va empequeñeciendo ante las consecuencias de los actos de quienes le defenestraron, e implantaron la negación de los valores y los principios que hacen de las actividades humanas acciones revestidas de valores centrados en el hombre. El personaje chileno que le sigue en la referencialidad a través de Internet, es precisamente Pinochet, pero como expresión mayoritaria de felonía, de violaciones a los derechos humanos, como parte de ese segmento abominable de individuos que están en la conciencia universal del Derecho y de la Moral para recordarnos que el crimen existe, que muchos hombres están en los márgenes de la Humanidad, acechando con la impiedad, con la inmisericordia y con la barbarie.

Le correspondió a Salvador Allende ser contemporáneo de una época en la historia de la Humanidad, en que las constantes de las contradicciones estaban marcadas planetariamente, en el escenario que impusieran las potencias victoriosas en la Segunda Guerra Mundial, y donde se repartieron las zonas de influencia en la geografía mundial.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

De aquella conflagración abierta contra el eje militarista-nacionalista-fascista, representado por los regímenes políticos que gobernaban a Alemania, Italia y Japón, se pasó a una guerra soterrada, de toma de posiciones, de escaramuzas oscuras, de prepotencias solapadas o groseramente directas e inapelables, que se conoció como la “guerra fría”, y que en definitiva, tuvo a Estados Unidos y la Unión Soviética como los actores determinantes.

Salvador Allende emerge a la historia de Chile, en la lucha por la democracia y los derechos sociales, justamente cuando en Chile afloran las reproducciones fascistoides locales, y cuando las latencias del pasado se imponen como solución de poder, ante un país que trataba de encontrar su rumbo en medio de una herencia socio-económica que lo anclaba al siglo XIX y a las deudas de un proyecto nacional que había sucumbido con el Presidente Balmaceda, que representó por primera vez la dignidad nacional ante las potencias predominantes a escala planetaria.

Allende fue parte del movimiento democrático que surgió sólidamente frente al nazismo y al fascismo, y como tal llegó a ser Ministro de un gobierno que supo representar los mejores valores de nuestra sociedad, dejando una huella que no ha borrado el tiempo de la memoria, ni de la conciencia cívica de este país. Fue el gobierno de Pedro Aguirre Cerda, la expresión de una convergencia de valores democráticos, sociales, libertarios, humanistas, y morales, como no se había dado en la historia de Chile. Fue un momento de consenso social y político de una diversidad a toda prueba. No olvidemos que José María Caro, el pertinaz anti-masón, es uno de los primeros en reconocer el triunfo electoral del masón,  recién electo Presidente de la República. Y no se trataba de un masón cualquiera, sino que de uno que había sido un dignatario de la Gran Logia de Chile, y que públicamente había sido identificado en esa condición.

Allí, al lado de ese Presidente de la República, estuvo Allende, dando forma a su trayectoria democrática, social, ética y republicana. La misma que exhibió como candidato en muchas jornadas electorales, en las victorias y en las derrotas. La misma que exhibió como parlamentario, y como Presidente del Senado.

Pero, agregó algo más: un componente que lo llevará a trascender, cuando se desencadena el drama y la tragedia: por un lado, en lo interno, establecerá su compromiso con la emancipación de los desposeídos y los postergados de su patria, y como tal asumirá una posición anti-oligárquica y socialista,  y por otro, en lo externo, declarará su abominación a los imperialismos y a la intervención extranjera en los procesos políticos y económicos de los pueblos y naciones.

Como consecuencia de ello, será enfrentado por el poder económico local, y por el poder militar-económico-político de una nación que reclamaba su hegemonía geográfica sobre nuestro país, como consecuencia de la división del mundo por parte de las potencias victoriosas en la Segunda Guerra Mundial.

Esos son los determinismos que llevarán a Allende a convertirse en un personaje histórico a escala planetaria, y que conciben su trascendencia hacia la muerte y a la inmortalidad.

Tomar toda la envergadura de su figura histórica, es un desafío enorme e inabordable. De allí el enorme valor que tienen los esfuerzos parciales, honestos, singulares, como el que en este acto estamos abordando. Nadie pretende que los distintos  esfuerzos historiográficos apunten a la exaltación de la figura de Allende. Por el contrario, las distintas visiones y los esfuerzos analíticos deben abordar todas las complejidades, porque ello es lo que permite comprender y aprender de los procesos históricos y el rol de los personajes.

Así, cuando nos deslizamos por la páginas de este libro, podemos ir conociendo una parte del ser de Allende, que muchos chilenos no conocen, y que refleja una de sus particularidades, con las complejidades propias que todo ser humano de acción tiene al asumir sus fortalezas y debilidades. Porque Allende, más allá del mito y del peso de su historia, fue un hombre y un masón.

De la  convergencia de ambas definiciones - hombre y masón -, surge la impronta que hace ambivalente ambos conceptos, que separan del acontecer del homo sapiens toda pretensión de naturaleza extra-humana en el transcurrir cotidiano e histórico del hombre.

Efectivamente, los actos humanos están determinados por las decisiones humanas, y el ser humano es perfectible a través de la experiencia y del deseo a mejorar aquellos aspectos que constituyen sus defectos de herencia, aquello que la cultura determina en  cada uno de nosotros.

Allende no fue un hombre perfecto. Fue un hombre con grandes defectos y grandes aciertos. Pero, fue un hombre de convicciones éticas acendradas, las que fueron  sublimadas por su pertenencia a la Orden Masónica, medio en el que encontró la reflexión necesaria para estimularlas, consolidarlas y proclamarlas fuera de los Templos.

Por ello, la reivindicación masónica de su esfinge es un proceso natural en el contexto de la Masonería Universal. Por circunstancias propias de los hechos que marcan su tragedia y su exaltación histórica, ello no ha sido un consenso en cada uno de los masones chilenos, y es natural que así sea, en un medio donde la libertad de conciencia y la libertad de opinión constituyen derechos inalienables.

En la Masonería no hay santos, ni nadie alcanza la condición divina, por los aciertos de su existencia. En la Masonería solo hay hombres, hombres perfectibles. Y los hombres que han engalanado su trayectoria institucional e iniciática, aún con la distancia del tiempo y la envergadura de su trascendencia, siguen siendo hombres de carne y hueso, con aciertos y errores, seres perfectibles que pudieron acercarse tal vez a ciertos grados de perfectibilidad, pero aún así, mantuvieron una parte de su cáscara primordial que les impidió la plenitud arquetípica de la perfección.

 Y en ese propósito de mirar al Allende masón, hay muchos episodios que sumar, y que, en el contexto de la Masonería chilena, merecen ser recordados, algunos de los cuales Juan Gonzalo Rocha, nos trae a colación en este libro.

Recuerdo en ese contexto, las jornadas realizadas por el  Centro de Estudios Fundadores del Socialismo Chileno (CEFUSCH), instancia de reflexión formada por masones socialistas, en los tiempos de la dictadura, donde se estudiaba el aporte al pensamiento social y democrático chileno de masones como Matte, Grove, Eugenio González y Allende, entre muchos otros. Y aún están en mi memoria las reivindicaciones de la figura de Allende y su pensamiento, realizadas por algunos que ya no están con nosotros, como Samuel Pérez, Nelson Núñez y Eduardo Paredes padre. No es una ironía decirlo, sino un dato de aquellos tiempos bajo la dictadura, que esa reflexión se hacía en un auditorio de la Parroquia Universitaria. No está demás decir que ello era demostración de lo que Allende significó, en tanto fiel exponente de la libertad religiosa que todo masón está llamado a preservar.

Quien nos presidía en ese centro de estudios, Renato Verdugo Haz, estableció un hito al exponer quizás la primera plancha masónica en una logia chilena sobre la importancia histórica de Salvador Allende, disertación que después fue difundida y ampliada en un sencillo pero referencial libro, que es parte de la bibliografía de este libro que hoy presentamos en su segunda edición. Era el momento en que el Gran Maestro de la Gran Logia de Chile de ese tiempo, Oscar Pereira Henríquez, llamaba al despertar de las conciencias.

No puedo dejar de recordar el homenaje que hiciera el Gran Maestro Marino Pizarro, la noche del día en que Allende tuvo su funeral oficial, y cuando sus restos fueron depositados en el mausoleo del Cementerio General, tal vez el momento institucional más esperado para quienes veíamos en su figura la representación ideal del arquetipo del masón que vive y actúa en su tiempo biológico, en la oportunidad de su vida.

Y no dejo de recordar, aquella cadena fúnebre, que por fin su logia “Hiram” # 65 pudo hacerle, después de volver a la regularidad masónica, el primer once de septiembre en que los restos fúnebres de Allende estaban en ese mausoleo, donde cada discurso fue expresión de reivindicación masónica y  de perfilamiento de su legado.

Por supuesto, otro momento trascendente será aquel 11 de septiembre, en que, en el Gran Templo de la Gran Logia de Chile, fue instalada la Respetable Logia “Salvador Allende” # 191, para perpetuar su memoria en el seno de la Masonería chilena, y también cuando, al celebrarse el centenario de su natalicio, su familia reconoció el legado del Allende Masón participando de las actividades conmemorativas organizadas por las logias “Hiram” # 65 y “Salvador Allende” # 191.

Son parte del apoyo bibliográfico del libro que hoy presentamos, trabajos realizados por masones de este tiempo, y que reconozco en su envergadura magisterial: Jorge Ibáñez Vergara, Tomás Sepúlveda Arévalo y Sady Delgado Chabouty.

  Esa tradición masónica que se hace símbolo y leyenda en Salvador Allende, y cuando digo tradición me refiero a aquello que se trae para ser enseñada a las nuevas generaciones, es la que nos presenta Juan Gonzalo Rocha, en esta perspectiva de abordaje a la figura de Salvador Allende.

¿Qué nos trae Juan Gonzalo Rocha en su documentado libro “Allende Masón”, que interiormente subtitula con sinceridad: “La visión de un profano”?

En primer lugar, se advierte el estilo de un buen periodista, donde la evidencia de sus afirmaciones busca siempre la confirmación a través del documento y la fuente original. En ese contexto, trata de mostrar evidencias antes que interpretaciones propias. La forma en que trata sus fuentes es respetuosa y cuidadosa, con una pulcritud que da la experiencia de vida en los ámbitos de la expresión periodística más genuina. No debemos olvidar que Juan Gonzalo Rocha es un dirigente de su gremio, integrante del Consejo Metropolitano del Colegio de Periodistas.

Y como periodista, no pretende entregarnos una imagen de Allende propia del tratado o la interpretación histórica, sino que su tratamiento del personaje tiene toda la intencionalidad del gran reportaje, de la búsqueda del personaje a través de aquella mirada que solo el periodismo sincero puede alcanzar. En su índice no vacila en calificar su trabajo como una investigación periodística.

Así, nos trae en este “Allende Masón” un conjunto de hechos que determinan la vida del Presidente que murió en un transe histórico dramático de nuestro país y del mundo, y que encuentra su justificación en la consecuencia y la decencia que se expresan en valores superiores consensuados en el humanismo. Y Juan Gonzalo Rocha nos trae las aseveraciones en torno al personaje en su expresión más fidedigna.

Nos trae documentos históricos, que en esta segunda edición han sido ampliados; a través de la entrevista nos trae la mirada de quienes le conocieron; nos trae el respaldo curricular de sus fuentes y de quienes son tocados por sus indagaciones. Sin duda, una conjunto robusto de informaciones que ningún estudioso sobre la vida de Allende podrá obviar en el futuro.

Pero, lo hace con un respeto tremendo hacia la figura del extinto masón, y lo hace con un tremendo respeto hacia la Masonería.

La pulcritud de sus palabras, de su redacción, de su indagación, tienen el sesgo del cuidado y la búsqueda honesta de las verdades que trasuntan las referencias históricas, de la representación de lo historiográfico desde el ámbito del hallazgo del antecedente y su ordenamiento en un sentido lógico, lógica particular que surge de su condición de autor, y de un planteamiento editorial que se propone ordinalmente con la serenidad que da el manejo adecuado de la información recolectada y propuesta como una hilación de antecedentes coherentes con el propósito del libro: poner ante el lector aquello que relaciona a Allende con la Masonería, con los usos, valores y considerandos del ser masónico.

El respeto con el cual Juan Gonzalo Rocha aborda el tratamiento de esa conjunción entre el Allende histórico y su pertenencia a la Masonería, o la conjunción entre la Masonería y el luchador político y social que alcanza una dimensión planetaria, hace de este libro un referente no solo para el mundo profano, y al decir profano nos referimos al mundo no iniciado, sino también para cualquier masón que busque los necesarios antecedentes con los cuales reconstruir, interpretar o reflexionar sobre la leyenda masónica de Allende.

Una de las fuentes de Juan Gonzalo Rocha, y uno de mis Maestros en la búsqueda de una comprensión personal de la Masonería, Renato Verdugo Haz, señala en su libro sobre Allende y el momento político del año 1970, que “constituye leyenda masónica la historia legendaria, cuya simbología tiene por fin la elevación, purificación y  redención de la Humanidad, que debe servir como ejemplo de entrega y sacrificio digno de imitar”.

Y cuando reflexionamos sobre el contenido de las páginas de este libro, no nos cabe duda alguna que aquel masón que busque los arquetipos necesarios, para construir su Obra en bien de la Humanidad, tendrá en este volumen los antecedentes más sólidos para hacer de ellos herramientas útiles para los fines que le convoquen a hacer realidad los valores y doctrinas que la Masonería propone para bien del Hombre y su sociedad.

Lo medular para entender al Allende Masón, tanto en los Templos Masónicos como en su accionar masónico fuera de ellos, está en este libro que presentamos en su segunda edición. Y eso es mérito de este periodista que ha sido un testigo de la historia de nuestro país por 48 años, desde que se iniciara en su profesión en la desaparecida Radio Minería, apenas egresado de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile.

Como interpretar la información que nos entrega en su libro, corresponde a cada conciencia libre e ilustrada. Juan Gonzalo Rocha, como buen periodista, ha cumplido con su juramento gremial y con el rol de informar.

Y en ese informar, adjunta en su libro el testamento masónico de Salvador Allende, que firmara el día en que fue iniciado, donde expresa que la memoria que quiere dejar después de sus días, es “la de haber cumplido la obligación que me impusiera de haber sido útil a la sociedad, impulsando cada día su perfeccionamiento espiritual, moral y material”.

Juan Gonzalo Rocha testimonia en las páginas de su libro “Allende Masón”, que ese deseo de aquel joven médico, en la noche de su iniciación,  un 16 de noviembre de 1935, se cumplió de manera honesta e irrenunciable, y muchos masones de Chile y del mundo, señor Rocha, le agradecen su testimonio.

 

Muchas gracias.

 

 volver al índice

Hosted by www.Geocities.ws

1