Todo cristiano cree en la Magia.

Sí, en efecto, el cristiano cree en la magia, ¿pero cómo es posible si la magia es un concepto “precientífico” desechado por el hombre moderno?, ¿cómo es posible si Dios mismo ha prohibido a los hebreos el uso de las mancias y de la misma magia?

Antes de dar respuesta a tales preguntas habría que definir magia, mucha gente cree que la magia es invocar al diablo, o que se trata de los trucos con cartas y conejos en el sombrero, sin embargo esto no es del todo cierto. Sócrates sostenía, sabiamente, que para conocer lo que las cosas son, gran cuestión de los máximos exponentes de la filosofía griega, debemos definirlas, pues si definimos qué es una cosa seremos capaces de reconocerla o de diferenciarla. Así pues, ¿cómo definir la magia? Sabemos ante todo que la magia es alguna especie de operación, como un experimento pero sin la parte científica, por lo que ese será nuestro primer rasgo característico, la magia es una actividad, que algo pretende, ¿qué pretende la magia?
Alterar o modificar fenómenos naturales. Sin embargo algo nos falta, pues no podemos diferenciar así entre magia y ciencia, cuando sabemos que la ciencia es radicalmente distinta de la magia. La diferencia no radicaría en el método, pues los magos tenían un método, por ejemplo, en la obra de Fausto leemos como el personaje principal traza una serie de símbolos en el suelo, o podemos observar a los chamanes como hacen una serie de cantos, unos golpes y unos movimientos para atraer la lluvia, por lo que sí hay un método, sin embargo este difiere del método científico, ¿cuál es el método de la magia?

La magia pretende que alterando algo, o haciendo algo, se alteren los fenómenos naturales o que ocurra algún fenómeno, en el vudú se tiene la creencia que si se tiene un muñeco y algún objeto personal de una persona en particular, se puede dañar a esa persona enterrando alfileres en el muñeco, sin embargo existen operaciones mágicas donde no se tiene una reproducción a escala de aquello que deseemos modificar, lastimar o beneficiar, por ejemplo los romanos escribían el nombre de su enemigo en una tablilla y la rompían, creyendo que así podrían lastimar a su enemigo, esto nos muestra un rasgo característico de la creencia en la magia, que las cosas poseen, de alguna manera, relaciones con otras distintas, relaciones que no son espaciales ni temporales, de modo que un muñeco y un cabello están en relación, de algún modo “mágico” valga la redundancia, y al alterar uno se altera el otro, más aún los romanos que creían que en el nombre estaba la persona, que el nombre guardaba una relación especial con el nombrado. Así pues, con observar como es el universo según la magia, donde el universo es un conjunto cuyos elementos mantienen entre sí correspondencias intencionales, no espaciales, ni temporales, podemos ahondar en el método.

El mago, partiendo de que los elementos del Universo están interconectados de modo intencional, no espacial ni temporal, es capaz de operar rituales que alteren el mundo sensible, a través de esas correspondencias. Cada mago ha visto, o deducido sus propias teorías de correspondencias, algunos ven en los astros una explicación del mundo, como si el movimiento de los planetas tuviera algo que ver con los fenómenos sensibles, como si las letras fuesen números y los números fuesen conceptos con características diversas, algunos números son “de la suerte”, otros serán de la mala suerte, el parimpar de Pitágoras por ejemplo, el ocho como concepto del infinito, según aquella teoría de las correspondencias, las letras de los nombres, convertidos en números, de algún modo afectarán al nombrado.

Así pues podemos definir la magia como: “Operación según la cual el Hombre trata de interactuar con las relaciones de correspondencia con la finalidad de procurar resultados que afecten de algún modo a la Naturaleza, situación o a un sujeto en particular”, aquellas relaciones de correspondencia, como decía anteriormente, son las que supuestamente, desde la cosmovisión del mago, guardan los elementos del universo de modo no espacial ni temporal, es decir, contrario a las relaciones que estudia la ciencia. De este modo podemos ya diferenciar entre magia y ciencia, y somos capaces de distinguir un acto de magia de cualquier otro.

Coloquemos un ejemplo para acercarnos más al tema que nos ocupa, los católicos van a misa, son parte de un ritual en el cual el sacerdote hace una serie de movimiento y dice algunas palabras especiales, en virtud de las cuales lo que antes era un pedacito de pan, una oblea, ahora es una hostia consagrada, ha ocurrido el milagro de la transubstanciación. Pero, ¿no es diferente hablar de un milagro a un acto de magia? En efecto, el milagro es cuando Dios interviene en la Naturaleza para generar alguna situación específica, por ejemplo, el milagro de los panes y los peces, sin embargo los milagros provienen de Dios específicamente, mientras que la magia es una operación humana que pretende invocar tal poder, desencadenar ese poder oculto para afectar algo, ¿pero no es Dios la causa de la consagración de la hostia? En efecto, pero no olvidemos que Dios es causa última y primera de todas las cosas, como Dios creó el mundo, Dios es causa de las mareas e incluso de mi nacimiento, ya que si Dios no hubiese creado el Universo, yo no hubiese nacido, la diferencia radica en que si el sacerdote no hubiese seguido el ritual como indica la tradición, la hostia no se hubiese consagrado, el sacerdote a desencadenado, a jugado un papel activo en el suceso, y en todo caso la causa sería la magia, mientras que el efecto sería el milagro.

Otro ejemplo común a todas, o casi todas, las denominaciones cristianas, el bautismo, donde se cree que cuando se sigue el ritual, la persona bautizada cambiará de algún modo, como si no fuese exactamente la misma persona, con excepción de haber quedado empapado. Algunas denominaciones incluso insisten en la importancia del nombre sobre el cual se bautiza alguien, como si durante el bautismo alguien dijese “Jesús”, “Jehová”, o “corceles rojos por la pradera una mañana fría” alterara de alguna manera el fenómeno de empapar a una persona. Precisamente eso es un ritual, una operación mágica, aunque no sea nombrada como tal, sea el bautismo, la consagración de la hostia, la confesión de los pecados o la extremaunción, se tratan de actos de magia.

Alguno podrá decir, “Dios me perdona los pecados cuando yo los confieso en soledad y oro con todo mi fervor”, sin embargo aún cuando no se encuentre un hierofante, o sacerdote (pues el sacerdocio es el chamanismo institucionalizado), vestido de manera especial, aquel cristiano que en soledad confiesa sus pecados es el mago, sí efectivamente los pecados son perdonados en virtud del perdón de Dios, pero Dios no le hubiese perdonado si aquél no le hubiese invocado. Y he ahí otra característica de la magia cristiana, la invocación, aquellos que al leer esto duden de lo que digo les pido reflexionen y contesten, si ustedes en la soledad de su habitación encienden una vela negra y repiten el nombre del diablo varias veces mientras con un carbón hacen la señal de la estrella de cinco puntas inversa sobre el suelo, ¿qué creen que ocurra? La gran mayoría de cristianos no harían tal cosa, temen desencadenar algún poder oculto y perverso, pues bien, he ahí la magia.

La invocación juega un papel muy importante en el cristianismo, se tiene la creencia que invocar a Dios a través de oraciones, o de padrenuestros y demás rezos, durante, digamos, un período de tribulación, podría de hecho alterar en algo la situación. Cuando estamos en graves aprietos, o sufrimos una herida muy dolorosa, solemos regarle a Dios que nos perdone, o que nos quite el dolor, incluso yo lo he hecho, inconcientemente creemos que de alguna manera Dios lo hará, “Dios oye a quienes el hablan, si no le hablas, no te oye” reza el dicho por ahí. Pero yendo más allá, existen varios tipos de invocaciones, por un lado tenemos el “Dios te bendiga” como un “buena suerte”, con la creencia que el decir esas palabras, Dios de hecho habrá de bendecir al otro, o ayudarle en sus problemas, de hecho, no recuerdo la cita exacta pero Cristo decía que, donde quiera que dos o más se reunieran a orar, Él estaría presente, es un argumento escritural de la magia cristiana. Otra clase de invocación ocurre en el casamiento, por ejemplo católico, cuando el hierofante une a dos personas y “aquello que une Dios, que no lo separe el Hombre”, es capaz de bendecir el agua, como si fuera agua mágica, distinta del resto del agua, en fin, que el sacerdote católico posee las llaves del reino con las cuales abre y cierra a voluntad el reino de los cielos para perdonar las faltas, unir y desunir, interceder e incluso perdonar luego de que el otro haya muerto.

En especial el catolicismo es la denominación que más elementos mágicos posee, la tradición apostólica es, según la Iglesia, una tradición que data desde los apóstoles de Cristo, el sacerdocio se inicia en esa tradición iniciada por Dios mismo con el fin de dirigir los rituales, es por ello el chamanismo institucionalizado, es un hierofante que ha sido iniciado en la tradición dada por Dios a los Hombres, un mago.

La magia posee una tradición, no es lo mismo hablar de la tradición vudista que la tradición de los romanos, o griegos y el asunto de los nombres en las tablas de arcilla, la diferencia en el cristianismo es que la tradición no ha sido dada por una persona, sino por Dios mismo, lo cual la eleva sobre toda otra tradición, cuando Simón el mago quiere los poderes del apóstol Pedro podemos apreciar como un mago se dirige a otro, de distintas tradiciones por completo, y Pedro le declara que los dones de Dios no se compran, en efecto, Cristo nos da su tradición, nos la revela a todos, y no a unos cuantos.

Los dones de sanidad, el hablar en lenguas, expulsar demonios, perdón de los pecados, el poseer al Espíritu Santo, etc., son algunas de las capacidades mágicas del iniciado en la tradición cristiana, tiene acceso y dirige sus operaciones mágicas a través de la fe en Cristo y del corazón contrito y de las que tenemos registro, los católicos se maravillan con los prodigios de sus santos, apaciguar a las bestias, vaticinar el futuro, y varias más.

A medida que el cristianismo se fue consolidando, las religiones y tradiciones distintas se fueron, no solo relegando, sino atacando como enemigas de la fe verdadera, de la tradición, de modo tal que la magia se convirtió en algo perverso, la única tradición válida era la de la Iglesia, los máximos hierofantes se les llamaron santos, a los prodigios milagros y pretendieron desentenderse de la magia, mientras en su seno guardaban con celo la tradición de los iniciados. Y hasta la fecha, no solamente los católicos, sino todos los cristianos en general rechazan apasionadamente cosas tales como la magia, mientras ensalzan algunos las virtudes de los dones para profetizar y sanar, mientras que bendicen y bautizan.

Es muy común el argumento de ¿no había Dios en el AT prohibido la magia? Ante todo guardemos proporciones, después de todo las leyes hebreas, y no me refiero solo a los diez mandamientos (resumibles en uno solo), eran dados a un pueblo en situaciones precarias, más fácil era prohibir el consumo del cerdo que explicar las reglas de la higiene, de modo tal que no debemos olvidar que aquellos mandatos no iban dirigidos a una sociedad con conocimiento científico y profundo de las cosas.
Los hebreos, aún cuando tenían prohibida la magia realizaban holocaustos, y los rituales son magia, ¿no se contradice aquello? No, en lo absoluto, en realidad la prohibición de la magia, y a la vez el mandato de diversos rituales, se deben a la tradición, como escribía anteriormente, la importancia de la tradición es fundamental, la tradición de los hebreos no debía perderse con todas las demás que habían a su alrededor, por lo que se prohibieron las mancias, y diversas consultas mágicas.

Así pues podemos concluir que todo cristiano cree en la magia, los católicos más que ningunos otros, y que la diferencia entre la magia de los griegos y la de los cristianos, es que ha sido dada por Dios, a los apóstoles y su tradición según los católicos, en los evangelios según los protestantes.

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