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"MI PRIMER AMOR"
Autor: Nelson D�vila Barrantes
                 Corr�a el a�o 1966. Con mis 15 a�os me cre�a el rey del mundo. No hab�a nada imposible que no pudiera hacer. Todo lo ve�a tan simple y al alcance de mis manos. En aquella �poca sonaban mucho las canciones de los "Beatles". Un joven "Leo Dan" hac�a suspirar a las muchachas de mi pueblo y las canciones de "Los Panchos" eran infaltables en las serenatas a las enamoradas para lograr una reconciliaci�n.
                   Cursaba el quinto a�o de secundaria, una vez terminado mis estudios ten�a pensado viajar a la capital para postular a la Escuela de Oficiales del Ej�rcito. Ten�a muchos amigos. En mi Barrio �Dos de Mayo� ten�a a mi "patota" con los que jug�bamos re�idos partidos contra el otro equipo rival de la calle �R�mpete el Alma�. Pero de un tiempo atr�s, esto hab�a dejado de interesarme. El motivo?... hab�a reparado que la ni�a de ojos color caramelo que viv�a en la calle �Urrelo �,  a unas cuadras de mi casa me interesaba mucho y esto no era ajeno tambi�n para ella, quien me dirig�a tiernas miradas a la hora de pasar con su madre al mercado del barrio.
Averig�� su nombre. Se llamaba MARIA, que pronunciado en mis labios me sonaban a coro de �ngeles. Que lindo se escuchaba, lo repet�a una y otra vez...Por intermedio de una prima consegu� hacerle llegar una misiva en la que le ped�a una cita. Esa noche no dorm� esperando la respuesta para el d�a siguiente.
                    Efectivamente, Carmencita mi encantadora prima cumpli� con el encargo. Sab�a que si no lo hac�a, nunca m�s le har�a el favor de hacerle �el bajo� para que se vea con su enamorado, un gran amigo m�o. Cuando obtuve la respuesta me sent� el hombre mas feliz de la tierra. Las manos sin embargo me temblaban y mi coraz�n lat�a mas fuerte que de costumbre. Su letra era dibujada, se hab�a esmerado en redactarla. Me dec�a que le daba miedo acudir a la cita, que de repente yo era de los muchachos que pregonaban sus citas y conquistas, pero que confiaba en m� y que me ver�a en la iglesia a las 12 m del s�bado.
                    Era martes. Que lejos me parec�a esa fecha. No dorm� bien los d�as siguientes hasta que lleg� la hora de la verdad. Acud� a mi cita bien peinado y con mi mejor ropa. Le hab�a robado a mi hermano mayor Jorge un poco de aceitillo para asentar mis cabellos y un poco de colonia. Quer�a lucir bien para ella, oler bien para ella. Quer�a impactarla. Para esto hab�a ensayado mil maneras de abordarla, las palabras que ten�a que decirle hab�an sido estudiadas, repetidas y grabadas en mi mente. Entr� a la Catedral y con mi mirada recorr� todo el interior. All� estaba con su vestido color violeta, con su peinado recogido, con un hermoso cerquillo que le cubr�a la frente y con un perfume que me invadi� y turb� sobremanera. Me recibi� con una sonrisa y entonces me di cuenta que dos hoyos se mostraban en ambos lados de su rostro. Que radiante, que hermosa, parec�a la virgen que estaba en el altar. "!Hola!",  me dijo, "...Como est�s?�". Yo estaba mudo. Donde estaban mis palabras rebuscadas? Donde quedaron los ensayos previos? Todo se esfum� ante su presencia.
Fue ella quien me dio valor, "No est�s nervioso", me dijo,  "Como� no quer�as conversar conmigo?..." No se de donde saqu� fuerzas y con una voz gruesa, fingida, como si ya fuera un hombre hecho y derecho le contest�: "As� es�para eso he venido..., necesito hablarte, saber de ti, quiero ser tu amigo".
"No tengo inconveniente", me contest�. "Salvo por lo que te mencion� en mi carta, quiero mucha reserva, espero seas un muchacho serio y discreto. Esto nadie podr� saberlo, si se entera m� padre me mata�.j�rame que har�s lo que te digo..."
Le di mi palabra: "Tienes que aprender a confiar en m�" le contest�. "No puedo jurar, estamos en la iglesia. Dios lo prohibe, no te olvides de esto..."
                      Permanecimos un rato en silencio. Luego de un momento me habl� y me anunci� que ten�a que retirarse, que ella saldr�a primero. As� fue�vi que se retiraba dejando un aroma a rosas. Solo la segu� con la mirada hasta que se perdi� por la enorme puerta de entrada al templo. Con el tiempo fuimos enamorados. Apenas pod�a verla a escondidas. Cuando sus padres sal�an al cine �Los Andes� por la noche, aprovechaba para acercarme a su casa, entonces ella me hablaba por la ventanilla de su puerta y en ocasiones le robaba un beso. Era l�gico que aquella noche no pod�a dormir de alegr�a. Me imaginaba subi�ndola en la grupa de mi caballo, rob�ndola para casarnos en la capilla de un pueblito cualquiera. Era muy com�n en esa �poca las pel�culas mejicanas y yo me cre�a un gal�n, un Jorge Negrete, un Pedro Infante, un Arturo de C�rdova. A ella por supuesto la imaginaba como mi compa�era de aventuras, las cuales terminar�an con la fuga, el odio del padre y la persecuci�n de toda su familia.
                       De esto pas� nueve meses, se acercaba el fin de a�o y eso me hac�a sufrir, sab�a que ten�a que marcharme para seguir mis estudios. Era angustiante comprobar como pasaban los d�as y mi partida se acercaba cada vez m�s, pero de esto no le mencionaba a ella nada.
                       Lleg� el d�a esperado. Recuerdo que llegu� a mi casa y mis padres se encontraban conversando. Al momento que llegu� se callaron. Fue mi madre qui�n me dio la noticia, mi partida estaba programada para despu�s de la clausura del a�o escolar, espec�ficamente para el 10 de Enero del a�o siguiente.
Faltaban escasos d�as, esa noche le ped� a mi prima que vaya a la casa de mi amor y le dijera que yo iria a darle la noticia.  As� fue. Conforme le iba hablando, ve�a como las l�grimas rodaban por sus mejillas, � cuanto dolor le caus�!,  la voz le temblaba y no atinaba a nada, estaba como petrificada.
Fue mi prima quien rompi� el hielo, "As� es la vida" dijo, "Nelson tiene que estudiar para darte la felicidad que te mereces mas adelante. Cuando sea alguien en la vida tus padres lo aceptar�n y el podra casarse contigo". 
Pero no�ambos sab�amos que esto no ser�a posible, que esta separaci�n acabar�a con nuestro inmenso amor, que ya nada ser�a igual, que todo empezaba a desvanecerse.
                          Los d�as siguientes tratamos de no tocar el tema. Viv�amos con intensidad los pocos momentos que est�bamos juntos. Nos jur�bamos amor eterno.
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