"El triste final de don Mariano"
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          Se casaron. Viv�an muy felices. Hasta que lleg� el d�a que encontr�ndose Jos� en plena faena, escuch� gritos que advert�an: ��Ya viene la leva!...ya viene la leva!...�. Quiso correr a esconderse. Pero desde lo alto los �cachacos� lo hab�an divisado. No pudo hacer nada. Con toda humildad se dej� apresar pero no permiti� que le echen la soga al cuello como a los dem�s campesinos. ��A mi no me amarran como chancho�, les dijo, ��si tengo que ir al ej�rcito, ir� por mi voluntad, pero de ninguna manera de esa forma��.
Los militares respetaron su decision. Jos� conoc�a a algunos del grupo y march� en la fila con direcci�n al cuartel. Los vecinos de la aldea corrieron a avisarle a su Juanacha. Ella baj� corriendo, tropezando, cay�ndose. Alcanz� al grupo y se prendi� de las riendas del caballo del que se supon�a era el que mandaba. �Por favor jefecito deje a mi Jos�, le pido, le suplico en nombre de la Virgencita de los Dolores, no sea malito�h�galo por sus padres ancianitos. Nos acabamos de casar, no sea usted insensible��El rudo militar permanec�a r�gido y en silencio, pero ella segu�a suplicando: �No sea cruel mi jefecito, su�ltelo por favor�� Le cogi� una de las manos para besarla, pero el la empuj� con furia acelerando el paso del animal y dando la orden de que todo el grupo empiece a correr al ritmo de las bestias. Poco a poco se fue quedando atr�s. Su Jos� con la mirada le dio a entender que se detenga. Que no ruegue, no suplique. Ya don Mariano har�a valer sus influencias y lo soltar�an�
            Que equivocado estaba. Su patr�n no movi� un dedo. Quedando demostrado que su aparente amistad no era tan sincera como parec�a.�Que se iba a avergonzar a pedir un favor al Capit�n del cuartel. Al fin de cuentas no era su familia. Era un pe�n m�s, un cholo m�s. Que se vaya a cumplir con su patria��
            As� fue que se alist� al servicio militar dejando a su bella Juanacha, a sus padres, su chacrita, su chocita apenas terminada. No entend�a por que el Estado separaba a las familias de esa forma, el por que solo los campesinos ten�an que servir y no los blanqui�ositos, los hijos de los hacendados, de las autoridades del pueblo. Lo enviaron a la costa, dos a�os estuvo fuera de su tierra. Sabore� el rudo trajinar del soldado, la estricta disciplina militar, obteniendo el grado de sargento. Aprendi� a manejar tanque y cualquier otro veh�culo, pero nunca fue abusivo con sus subalternos, con los nuevos �enrolados�. Escrib�a a su Juana. Estaba informado de todo, preguntaba por la familia. Les ped�a paciencia. Al fin y al cabo en el servicio militar la vida no era tan dura. Saldr�a con un oficio, ya faltaba muy poco, apenas dos meses y se reencontrar�an. Pero notaba tristeza en las cartas de su amada. Presentia un inmenso dolor y no se explicaba el motivo. En una oportunidad le pregunt� si algo pasaba. Ella lo tranquiliz� escribiendo:  ��es por nuestra separaci�n�no la acepto�maldigo la hora en que te llevaron, no veo el momento en que est�s a mi lado��

              Esta maldici�n ten�a su origen. Una ma�ana que ella se encontraba orde�ando, muy temprano a�n, casi entre dos luces estaba �ashuturada�, exprimiendo las ubres de la vaca, la leche caliente ca�a en el balde de lat�n formando abundante espuma. Ni cuenta se dio que detr�s suyo estaba don Mariano. Haci�ndose el acomedido le pregunt� �si hab�a tenido noticias de Jos�, que estaba muy apenado por no haber podido hacer nada y evitar que se lo lleven a pesar de haber hablado con todo el mundo, lo extra�as?..� le pregunt�.  �Como usted ni se imagina�, fue la respuesta. �A lo mejor ya tiene chola nueva� le volvi� a decir don Mariano, � y t� ac� como una sonsa sufriendo por �l. En la costa las chicas son m�s aventadas� Jos� no es feo, de seguro ya te puso tu reemplazo...�. Conforme le iba hablando le acariciaba los cabellos. Ella con un movimiento de cabeza alej� su mano, pero �l insisti�, a la vez que le volv�a a decir: �Me gustas Juana, siempre me gustaste, dame un besito, nadie lo sabr�, solo uno por favor� Muy seria le respondi�: �Que se ha cre�do usted patr�n, ser� pobre pero honrada y digna, no insista, por que apenas venga mi Jos� le contar� todo�.
               �No creo que seas tan bruta� �sabes que con un chistar de dedos lo dejo tres a�os m�s en el ej�rcito? Y a ustedes los boto de la hacienda, �que te has cre�do chola imb�cil, rechazarme a m�, a m� todav�a?. Conmigo tendr�s todo. Sin m� eres una pobre diabla...� La levant� de las axilas con fuerza y busc� su boca con desesperaci�n. Ella forcejeaba y luchaba con furia. Pero �l, muy  astuto le respondi�: �No te preocupes, lo dejamos all�, ahora mismo bajo al pueblo a hablar con el nuevo jefe del cuartel que es mi compadre, le dir� que retenga el tiempo que quiera a tu esposo, ya te jodiste chola ignorante� ya ver�s��.
                Ella le suplic�. Le rog� que no hiciera esto. Que hab�a esperado tanto tiempo para verlo, que no era justo lo que le propon�a �Acu�rdese que han sido como hermanitos, han crecido juntos��.
- ��Yo, hermano de ese pobre tarado?  C�mo te atreves a decir tremenda barbaridad !, ya te dije, dejemos las cosas como est�n, el perjudicado ya sabes quien es�.
                Accedi� a su capricho. All� mismo en el suelo fue pose�da con vehemencia. Mariano hab�a aguardado esta oportunidad, la observaba todos los d�as, se relam�a al mirar sus grandes caderas, Siempre la hab�a deseado. Apenas concluido el vil acto, le manifesto: �Cuidadito con lo que dices, tenemos que buscar un lugar donde estar solos m�s adelante, la gente es chismosa, no nos vayan a ver, ya te avisar� el sitio y la hora en que nos encontremos y s�cate esas l�grimas pedazo de sopenca��.
                 Esto influy� en su correspondencia. Se sent�a la mujer m�s infeliz, m�s indigna. Hab�a pasado ya un a�o que se hab�a convertido en la querida, en la amante, pero s�lo Dios sab�a el motivo.
                 A Jos� le dieron de baja. Regres� al pueblo. Se reencontraron. Ella llor� de felicidad ese d�a, pero no se atrev�a a mirarlo a los ojos. Por las ma�anas cuando sal�a a orde�ar en el camino se encontraba con Mariano y este le indicaba donde deb�a dirigirse. La amenaza de verse expulsada junto con toda su familia de la tierra que lo vi� nacer la obligaba a seguir accediendo a los caprichos del amo. Ten�a pesadillas. Temblaba al pensar cuando Jos� se enterara. No se atrev�a a contarle. Este era su destino. Los patrones eran due�os de sus vidas.
                 Ese mes no le vino su menstruaci�n. Los malestares hab�an empezado, los v�mitos, las nauseas indicaban que estaba gestando. Ignoraba de quien era el hijo que lat�a en su vientre. Le cont� a su Jos� que estaba esperando. Era l�gico, �l salt� de alegr�a. Pero ella cabizbaja apenas sonri�. Con el tiempo su barriga hab�a crecido, su cuerpo empez� a deformarse y el patr�n pasaba por su lado ignor�ndola por que ya no la apetec�a. Luc�a fea y gorda. Adem�s Mariano ya ten�a chola nueva. Era la hija de don Roque -una bella criatura de 16 a�os- que hab�a accedido a su capricho sabe Dios con que amenazas.
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