Los trotes de los caballos se escuchaban cada vez mas cerca, alguien dio la voz de alerta que la polic�a estaba a menos de 100 metros y que entonemos el Himno Patrio. A todo pulm�n cantamos sus estrofas, algunos con los ojos llorosos, otros con el pecho henchido de orgullo. Tan pronto terminamos, se escuch� la voz del comandante, quien nos indicaba que ten�amos 5 minutos para declinar, para rendirnos, para abandonar el colegio y dejar salir a los rehenes sanos y salvos.
Efectuaban tiros al aire con el fin de amedrentarnos. Lo consiguieron a medias, pero nuestro brigadier nos daba valor: �Compa�eros...", gritaba, "...estamos a puertas de marcar un hito en la historia de nuestro querido colegio, si declinamos ser� indigno a nuestra causa, solo les pido un poco de valor y coraje, no nos pueden hacer nada, la mayor�a son menores de edad, la Constituci�n nos ampara....� �Tenemos que hacernos respetar... los abusos del Director de estudios y la del Regente llegaron a su l�mite, solo declinaremos si se nos promete cambiarlos y sancionarlos....�
No lleg� a terminar. Una tanqueta rompi� la puerta. Los maderos volaron por los aires. Las carpetas eran arrumadas a un lado por la fuerza de la m�quina.
Entonces v� un mar color verde que ingresaba. Eran los polic�as que con vara en mano repart�an golpe a diestra y siniestra. Corrimos hacia el segundo piso cerrando la puerta met�lica. Desde all� tir�bamos algunas carpetas hacia abajo donde estaban los uniformados. Ellos en represi�n disparaban gases lacrim�genos, mientras la tanqueta se alineaba para derribar otra vez la puerta que separaba a ambos bandos.
Lo consiguieron. Y en un ataque final subieron pistola en mano, disparando al aire para no causar heridos. El brigadier se puso al frente y tir� el fusil en se�al de rendici�n. No hubo un solo disparo de parte nuestra.
Mas tarde con el transcurrir de los a�os pude comprobar mis dudas, por que no hubo disparos de nuestra gente. La raz�n era sencilla, las municiones eran de salva, no conten�an p�lvora. Se la emprendieron contra el brigadier y los mayores. A palazos los bajaron. Los sacaron del local y se los llevaron en los carros portatropas. Al resto nos liberaron. Nos ver�an seguro muy ni�os que no merec�an un arresto general. Lo que buscaban era a los cabecillas.
El olor a p�lvora y a gases era tan fuerte que todos lloraban y ten�an los ojos y las v�as respiratorias inflamadas. Liberaron a los rehenes y poco a poco el colegio se fue quedando vac�o, solo con las huellas de la revuelta.
Mas tarde ya en casa, luego de una reprimenda de nuestro padre, pudimos enterarnos que las autoridades tomaron nota de nuestro pedido. Los profesores aludidos ser�an investigados. Se castigar�a a los l�deres con tres meses de inhabilitaci�n, pero no habr�a mas represalias. El a�o escolar no se suspender�a de ninguna manera.
Pasaron los meses, hasta que lleg� el d�a en que nuestros h�roes se reintegrar�an a clases. A la hora de entrada, al momento de cantar nuestro himno como todos los d�as, desde alg�n lugar de la formaci�n alguien gritaba uno a uno sus nombres y el resto a todo pulm�n respond�a "PRESENTE!!!...", como un reconocimiento a su valor y coraje.
Esta es en conclusi�n la narraci�n de los hechos ocurridos en 30 horas de una fug�z revoluci�n, incipiente, pero que dej� profunda huella en nosotros, a tal extremo que cuando egresamos del quinto a�o, alguien sugiri� que nuestra Promoci�n deber�a llamarse ERNESTO �CHE� GUEVARA, lo que no prosper�. Se llamar�a desde entonces "PROMOCION CENTENARIO 2 DE MAYO 1966".