El canto del guarapo vagabundo y galante que encendía de versos los domingos gironeses de 1929 y quemaba las venas de los campesinos que cargaban los sombreros sudorosos, luego de traer tabaco de los viejos caneyes, reposa hoy escondido entre las entrañas del olvidado parque principal.

Domingos de mercado en donde la plaza central, que en aquel entonces era un pedazo de tierra canicular, se bordeaba de voces y costales que se juntaban para ofrecer la cosecha.

A la cita asistían desde los más humildes jornaleros con su olor a monte desbrozado, hasta los portentosos terratenientes y sus blancos pañuelos perfumados, que no disimulaban las miradas a los ventanales y portones en donde las mujeres gironesas, con sus cinturas de guitarra y senos abiertos como rosas, iluminaban el pueblo.

Claro que también bajaban por las escasas calles empedradas, caballos con sus cascos sonantes y crines revueltas, llevando a cuesta el cansancio de los arrieros, trayendo cartas, recuerdos, fiestas, desamores o esos ebrios vendavales de la política que se desataron en el parque.

Ahora, esa otrora sangre patriarca incansablemente ardiente con su soplo de gloria, parece pérdida entre los orinales, el olor de mierda y la basura que deambula los domingos en el hoy cicatrizado, mutilado, rayado y arrinconado parque principal de Girón.

Desolación que Gloria Suárez ve con sus ojos de invierno recordando esos domingos al mediodía, en que la plaza era un hervidero de hombres sedientos.

"Nací en Girón en 1931. Tengo algunos recuerdos de niña y de las cosas que contaban en la casa. En esa época el parque era una plaza de tierra que tenía en las cuatro esquinas, árboles de mamones y frente a la Alcaldía una palma de coco.

"Los domingos se congregaba mucha gente en el parque para hacer mercado. En las casas de los lados vendían la carne y el guarapo.

"Entre las cosas que recuerdo están las corridas de toros que se organizaban entre el 28 y 31 de diciembre.

"La gente organizaba las tarimas en el marco de la plaza y en el centro ubicaban el circo. Venía mucha gente a mirar los toros, eran otros tiempos...", dice la mujer dibujando con su nostalgia los machetes de los campesinos que inauguran relámpagos de plata en la verde tierra.

Cuenta la historia

Según varios escritores, cuando ocurrió la fundación de Girón por Francisco Mantilla de los Ríos, el 15 de enero de 1631, el parque principal no existía. En aquel entonces, era una plaza en tierra que fue inaugurado en 1708, con la siembra de un árbol de ceiba bautizado Rey Felipe, en honor a un monarca europeo.

Cuenta un gironés que una tarde, hace más de 50 años, obreros por orden de la Alcaldía cubrieron la fina vegetación del parque, con piedra y "enlajaron la plaza y la volvieron nada..."

"Del domingo recuerdo que los borrachos que cogían en la plaza, los metían a la cárcel y cuando estaban despiertos los ponían a recoger huesos, basuras o a quitar la maleza de la carretera".

Por esa época, cuentan también que en una de las esquinas de la plaza quedaba la estación de los buses que iban a Bucaramanga, mientras que en el otro extremo amarraban el ganado para la venta del día de fiesta.

Dentro del parque vendían carne, tripa, ropa y canastas, de todo tipo de elementos.

Pareciera que hoy Girón olvidó esas historias que los abuelos contaban años atrás, entre el sonido de los grillos y el ladrido de los perros.

Relatos que al bajar de los dientes amarillos y con olor a tabaco recién masticado de los viejos, lamían las piedras del parque revolcando el canto del guarapo vagabundo y galante que encendía de versos los domingos gironeses de 1929.

(Apartes de un artículo publicado en el diario Vanguardia Liberal en julio 10 de 2000)


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