Una dice que en el año de 1782 se inició la construcción de la Capilla de las Nieves en el parque que lleva su nombre. En el año 1793 fue reformada; tiene una espadaña para las campanas y en su interior las columnas son de madera que hacen que el espacio interno se divida en tres naves; las paredes son de tierra pisada y el techo de teja de barro.
Sin embargo hay otra versión que parece ser la mas acertada. Francisco Serrano Muñoz escribió así en 1932, sobre la Capilla de las Nieves :
"Como templo consagrado exclusivamente al culto de la Divinidad,
ya existía el 15 de mayo de 1757, pues el Cabildo del Ayuntamiento,
por convocatoria del Conde de Santa Cruz de la Torre, Gobernador de esta
ciudad y su provincia, en sesión de esta fecha, y por acta extraordinaria
del mismo día, a la que concurrieron el Alcalde don Francisco Benítez,
el fiel ejecutor don Manuel Mantilla de los Ríos y el depositario
general don Antonio García, se solicitó del clero "el
permiso para sacar en Rogativa a la Imagen de la Virgen de las Nieves"
y se exige de los señores Capitulares, "purifiquen sus conciencias"
como aporte al desagravio que se juzga preciso para obtener la salud de
numerosas familias agobiadas en ese año por extendida peste en
toda la provincia.
La hermosísima Imagen que, por pedimento de los poderes Ejecutivo
y Legislativo, se sacó en solemne Rogativa desde hace ciento setenta
y cinco años, es la misma que hoy se venera en la antiquísima
Capilla de que nos ocupamos; la imagen es de bulto, de vestidura de gracia,
y de madera y latón (este último, fusión de cobre
y catamina, forma la cabeza, las manos y los pies). .
.
Bautizaban en esta Capilla, en épocas impropias para la práctica
de la libertad religiosa, desde las 10 p.m. en adelante, los presbíteros
Ramón Ortiz, Antonio Valenzuela, Santiago Mantilla (coadjutor del
Doctor José Alejandro Peralta el Año 1877), Cleofe Novoa,
un Padre Rosas, Felipe Prada y el doctor Francisco Javier González
; éste último dio lectura en la Capilla de las Nieves, a
pesar de la prohibición civil, a una Pastoral del excelentísimo
0bispo doctor José Luis Niño. Al saber esto el señor
Alcalde hizo citar a su despacho a muchos de los que habían asistido,
para preguntarles: "¿saben ustedes si fue la Pastoral lo que
leyó el Padre González? ¿oyeron su contenido? A lo
que todos, previo acuerdo, contestaron: "ni sabemos, ni oímos".
Tiene nuestra Capilla, aproximadamente 45 metros de longitud, por 25 de
anchura; su principal puerta de entrada mira al oriente; se encuentra
edificada entre carreras 5ª bis y 6ª y calles 6ª y 7ª,
en la acera occidental de la plazuela del mismo nombre; ha sido valorada
por la honorable Junta de Catastro en $3.000, y se sostiene en buen estado
y aseo.
. . . .Refieren las personas llamadas "viejas" que las campanas
coloniales que hoy posee, son las mismas de que se sirvió el templo
parroquial hasta el año 1883. A esta capilla le han hecho dos reformas:
la primera en 1795, de consideración; y la segunda en 1869 ...
la que consistía en "mejorar el coro y hacer el altar mayor
y los dos laterales de cal y canto, dejándolos estucados y dorados".
La última refacción es debida a los esfuerzos del señor
presbítero doctor Ramón Ortiz, cuya última habitación,
a cinco metros al sur de la capilla, fue la casa de la calle 7, marcada
con el número 49."
Un dato bastante importante que parece confirma lo dicho por Francisco Serrano Muñoz :
"En la plazuela de esta capilla, hoy arborizada con palmeras,
roble sedoso, cujíes y acacios, se estacionó el 28 de mayo
de 1781 una compañía de veinte hombres provistos de escopetas,
pistolas y trabucos, a las órdenes de un cabo, a caballo, armados
de sable. Fue que con motivo de haber atacado los de Girón, el
21 de mayo de 1781, a un capitán general de los comuneros, de apellido
Ramírez, y haberle matado un par de sus compañeros, se ensoberbecieron
por la retirada de Ramírez a Curití y se vinieron sobre
nuestra ciudad, a vengar la ofensa; según plan ideado por los señores
Pablo Antonio Valenzuela , Nicolás del Villar, y Antonio Salgar,
la compañía de la plazuela, en combinación con las
estacionadas en la plazuela de la Luz ( hoy parque Romero) los balcones
del Cabildo, y la infantería de lanzas (divisada ésta con
jubones colorados) debía defender la ciudad de la embestida de
4.000 comuneros.
Se temía el ataque a los estancos de tabaco, aguardiente, alcabala
y sisa; la rotura de los archivos, el cambio de propiedad de los dineros
y todas esas añadiduras hijas de la rabia guerrera. El asunto se
arregló diplomáticamente y sólo perdió el
tesoro de la Colonia el tabaco de la factoría.
Se ven en esta capilla los cuadros más antiguos, una ronda toda
flores, una casita adjunta que le pertenece, al occidente".-