Proviene del resurgimiento del estilo CLÁSICO
en la Europa de las postrimerías del siglo XVIII y principios del XIX. Se
inspiró en el redescubrimiento de las ciudades romanas de Herculano y Pompeya,
años 1738 a 1748, utilizando los ideales y formas sencillas de los antiguos
griegos y romanos contra el recargado estilo ROCOCÓ de la época. Al
iniciarse el NEOCLASICISMO, las construcciones eran sólidas y sobrias,
mesurada decoración y con espacios y formas enormes; al final de este
período el diseño se hizo más atractivo, con decoraciones y figuras menos
austeras.