Sentimos las mujeres colombianas un orgullo enorme al observar heroicas actuaciones de nuestras congéneres. La lástima grande es por causa de esta violencia maldita que azota el país hace tantos, tantos años.

   Pero también hubo heroínas en la etapa de la independencia de España. Antonia Santos, Manuela Beltrán, Policarpa  Salavarrieta, dejaron sus huellas en la historia patria.

   Recientemente fue muerta, atrozmente mutilada, Gabriela White de Vélez, educadora de Antioquia, a  quien los guerrilleros no le perdonaron  la vida porque ayudaba a los habitantes de Frontino, un pueblo paisa ( como se llama a los antioqueños) así como lo hizo con millares de personas. A su hijo, que administraba la finca de todos, también lo asesinaron.

   Se cuentan por centenares esas madres de familia de nuestras clases medias y bajas, quienes entregan a sus hijos para servir en la policía  y en el ejército. Cuántas imágenes de dolor se quedan grabadas en nuestras retinas de estas mujeres que entierran a sus hijos asesinados o lloran e imploran a los guerrilleros que se los entreguen después de meses y meses de tenerlos secuestrados.

   Con pena y alegría observamos la toma de un pueblo, defendido heróicamente por una treintena de policías. El teniente que comandaba ese grupo fue herido en la cara, mataron e hirieron a varios, pero la sorpresa grande fue conocer a la esposa del teniente, una bella y joven mujer, quien dejó  su casa y se fue a ayudar a su esposo y compañeros, ya disparando armas, ya cargándolas, como si fuera experta. Qué bella pareja hicieron cuando el gobierno los condecoró a ambos por su valor . ¡Qué lástima! Olvidé sus nombres.