2. Rasgos
fonéticos del español dominicano
Como decíamos, el español dominicano presenta desde
su origen una afinidad lingüística con el español meridional o andaluz fruto
del predominio de andaluces y canarios en las primeras etapas de su
colonización. Como afirma Gregorio Salvador, no creemos que todos y cada uno de
los rasgos fonéticos del español dominicano (como del resto de América) fueran
importados directamente desde Andalucía o Canarias en el siglo XVI, pero el
predominio meridional en las primeras etapas de la colonización de las Antillas
debe haber vinculado la evolución del español hablado a ambos lados del
Atlántico. Veamos un análisis resumido de estos rasgos fonéticos de tipo
andaluz o atlántico:
·
Seseo con /s/ dento-alveolar: caza > [kása],
cereza > [serésa].
· Caída
de la –s implosiva: los hombres > [lo hómbre],
estirar > [ettirá(l)] / [e:tira(l)], buscar >
[bu:cá(l)], etc.
· Yeísmo:
lluvia > “yuvia” [yúBja]
o [dZúBja],
valle > “baye” [báye].
· Intercambio
de –l y –r implosivas: cuerpo >”cuelpo” [kwélpo], verdad > [beldá],
amor > [amól] pero alma > [árma], caldero
>”cardero” [karDéro].
· Velarización
de la –n final e implosiva: león > “leong” [leóN],
también > “tangbieng” [taNbiéN].
· Caída
de la –d intervocálica: partido > [partío], lado
> [láo], dedo > [déo], moneda > [monéa].
· Conservación
(no sistemática y en regresión) de la articulación glotal fricativa, /h/,
procedente de la F- inicial latina: harto > “jarto” [‘haÓto],
huir > “juir” [hwíR],
humo (borrachera) > “jumo” [‘humo], hambre > “jambre”
[hambre].
2.1
El seseo
La
distinción castellana /s/-/T/ (casa / caza) es
desconocida en la isla, como en toda América, sin embargo hay algunos pocos
hablantes cultos educados en centros religiosos españoles que pueden presentar
(de forma asistemática) el sonido interdental /T/en
el habla muy enfática y en la lectura, si bien se trata de un dato anecdótico
sin trascendencia en el habla normal dominicana.
2.2
Caída de la –s implosiva
La
–s implosiva desaparece en el habla espontánea: fresco > freco,
esta > eta. En general, la –s se articula en el
habla más cuidada pero el empeño en
mantener este sonido genera gran cantidad de –s hipercorrectas: fino
> fisno, cine > cisne, doce > doces, etc. .
La aparición de esta –s no etimológica se debe al hecho de que en
español dominicano la elisión de la –s implosiva no deja ningún rastro
fonético compensatorio, como lo hace en otras partes de América y Andalucía
oriental. En esas regiones, –s se realiza [h], loh hombreh [loh
'o)mbReh], o produce una abertura de la vocal, [l
'o)mbRE], e incluso un
alargamiento vocálico [lo: ‘o)mbRe:].
Todos estos fenómenos compensatorios a la caída de la -s no pertenecen
al habla dominicana aunque en algunos hablantes puede existir algún fenómeno de
geminación o alargamiento vocálico si la -s es interior de palabra: estirar
> ettira(l) / e:tira(l), sospecha > soppecha / so:pecha,
buscar > bu:ca(l).
2.3
Intercambio de /-l/ y /-r/ implosivas
2.3.1 La vocalización cibadeña
En la región del Cibao (zona central y septentrional
del país) los fonemas /-l/ y /- R/
en posición implosiva se vocalizan dando como
resultado un sonido [i9] semivocálico: verdad
> veidá, mujer > mujei, verde > veide,
papel > papei. Las hipercorrecciones son frecuentes, la villa
cibadeña de Cotui es pronunciada vulgarmente “Costul”.
Esta vocalización de /-l/ y /- R/
también existe en algunos lugares del sur de Cuba y en otro tiempo estaba
exentida por Puerto Rico, incluso en Canarias. Parece que a lo largo de los
siglos este fenómeno ha ido perdiendo terreno y hoy aparece casi exclusivamente
en dominicano y algún enclave muy africanizado del continente (el palanquero
de Colombia). La vocalización ha sido asociada a un substrato de tipo africano y
está muy estigmatizada como el hablar rústico de los campos y de las gentes sin
cultura. Nuestra opinión es que tal africanismo no es lógico precisamente en
una zona donde el número de dominicanos de origen español es más alto que en
otras regiones de la isla, particularmente en la capital cibadeña, Santiago.
Este dato sería corroborado si alguien demostrase que la vocalización tuvo como
origen Canarias, archipiélago cuya influencia lingüística en el Caribe es muy
importante.
Actualmente se observa un retroceso importante de
esta vocalización y en su lugar se extiende la norma de la capital, Santo
Domingo, con trueque de -l y -r o la realización mixta [Ól].
2.4 Velarización de la –n final e implosiva
Considerar > ko)Nside'Ral
También > ta)Nbj'e)N
Han hecho > a)N
'e)tSo
Andén > a)N'de)N
Como hemos trascrito, la percepción de las vocales
que rodean a [N] es notablemente nasal. No
es extraño que [N] pueda desvanecerse
dejando como único rastro la nasalización compensatoria de la vocal precedente:
a)N'de)N
> a)'De)
ta)Nbj'e)N
> ta)Bj'e)
Insistimos
en lo dicho anteriormente, según lo que hemos observado en hablantes de la
capital, la -n implosiva dominicana es siempre velar y no alveolar, sea
cual sea la consonante que sigue a -n, exactamente como ocurre en el
habla de la capital venezolana (Caracas).
2.6
La realización de /tS/
Como en partes de Andalucía, el español dominicano puede presentar una realización desafricada del fonema africado pre-patalatal sordo que se representa ortográficamente <ch>, al oído español la desafricación suena como la <sh> inglesa en she. Este fenómeno de desafricación es similar al que se produjo en francés y portugués antiguos y causa el surgimiento de un nuevo fonema fricativo pre-palatal sordo [S] allí donde antes había /tS/: muchacho > [muSáSo], pecho > [péSo]. Esta realización desafricada sólo se produce en posición intervocálica y parece asociada al habla de las clases populares, al menos en la capital. No es desconocida en la República Dominicana una realización un poco retraída de /tS/ que produce un efecto acústico de tipo "ty", mutyatyo (muchacho). Esta realización "ty" para <ch> también es típica de Puerto Rico y del español de Canarias por lo que no pudiéramos descartar su origen en el habla de los emigrantes canarios.
2. 7 El fonema /v/ y el
lenguaje formal
Una característica
constante del español americano, y especialmente en las Antillas, es la fuerte oposición
entre el habla popular y el habla formal. Si observamos un hablante dominicano
en una conversación espontánea notaremos fácilmente los rasgos dialectales que
hemos anotado en esta página. Si a continuación escuchamos la televisión o la
radio podríamos pensar que todo aquello que relacionamos con el hablar
dominicano ha desaparecido: se mantiene la –s y la –d-
intervocálica y no se intercambia –r y –l . Esta lengua
artificial que se escucha en televisión, radio, escuelas y discursos públicos
se aleja llamativamente de aquel español andaluzao y se aproxima a la
que denominábamos norma castellana del español, mucho más conservadora.
Entre estos cambios que observamos entre la lengua popular y el habla formal no
podemos pasar por alto la presencia de la labiodental fricativa sonora /v/
diferente de la /b/ bilabial.
Se ha hablado mucho de la
existencia o no de /v/ en español antiguo y la necesidad o no de mantener dicha
articulación en la actualidad. Según los estudiosos, parece claro que el
español llevado a América ya no presentaba la distinción /b/-/v/ y si aún
existía debía ser ya un hecho dialectal en la península. Cabe decir que si el
español distinguió alguna vez las grafías <b> y <v>, dicha
distinción no era entre una bilabial /b/ y una labiodental /v/ sino entre una
bilabial oclusiva /b/ y una bilabial fricativa /B/.
Dicho esto, la presencia de /v/ en el habla culta dominicana –y latinoamericana
en general- no es ningún arcaísmo fonético sino una lectura fonética de las
grafías <b> y <v> siguiendo una norma de pronunciación de origen no
hispánico. A esto debemos añadir que cuando el español distinguía las grafías
<b> y <v> esta distinción no correspondía a la actual distribución
ortográfica de estas consonantes, en español antiguo el resultado de la B
latina correspondía a <v> y así caballo o trabajaba se
escribían cavallo y trabajava. Si algún dialecto
del español americano fuese heredero de la antigua distinción de <b> y
<v> sería lógico pensar que a parte de existir [v]ino o [v]ida
(por [bíno] y [bíDa]) debería perdurar ca[v]allo
y trabaja[v]a, hecho que al no producirse nos confirma la
imposibilidad de arcaísmo en aquellos hablantes que mantienen una oposición
fonética para las grafías <b> y <v>.
En nuestra opinión, la
existencia de un fonema labiodental opuesto a uno bilabial en ciertos
idiolectos de América se explica por una tradición escolar influenciada por los
hábitos articulatorios de las lenguas francesa e inglesa donde la <v>
ortográfica representa el fonema /v/. Sea como sea, la existencia del fonema
labiodental para <v> es un hecho en el habla dominicana culta y no
solamente en el habla artificiosa de la radio y televisión. Nuestra impresión
es que casi todos los dominicanos con cierta cultura o nivel social pueden articular
/v/ para <v> en un registro formal, del mismo modo que también se
restaura la –s implosiva o se evita el intercambio de las líquidas
implosivas –l y –r.
2.7.1 Labiodentalización
de la /b/
Como afirmamos anteriormente, el habla normal dominicana carece de un fonema labiodental sonoro /v/ aunque pueda aparecer una lectura fonética de la consonante <v> con aquel sonido. Lo que venimos observando de forma frecuente en el habla dominicana, y esporádicamente en otros lugares de América y España, es una realización labiodental [v] del fonema /b/ que en ningún caso corresponde a la antigua distinción de b y v ortográficas. Esta labiodentalización de la /b/ ocurre en aquellos contextos donde /b/ en aquellos pocos casos que /b/ aparece en los contextos fonéticos donde debiera articularse oclusiva, o sea, cuando hay énfasis, tras pausa o detrás de consonante nasal: ¡qué Vueno!, ¡Ven!, Se las da en Vueno.
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